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Café Society

Comedia. Romance Los Ángeles, años 30. En la meca del cine, el joven recién llegado Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg), sobrino de un poderoso agente y productor de Hollywood (Steve Carrell), se enamora de Vonnie (Kristen Stewart), la guapa secretaria de su tío Phil. (FILMAFFINITY)
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Críticas 193
Críticas ordenadas por utilidad
3 de septiembre de 2016
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puro Woody Allen. Maravillosa. "La vida es una comedia escrita por un cómico sádico". Vestuario sublime, fotografía divina. Guiños al ser judío. Adorable.
Rubén Pina
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10 de octubre de 2016
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Café society me ha provocado una serie de aerofagias intelectuales que necesito compartir, por si algún cinéfago siente las mismas cosas que yo, cada vez que vez que le hace la digestión el último trabajo del gran satiricón.

1- Allen es un excelente frutero: toda su mercancía se muestra lozana y sabrosa a simple vista, pero cuando le hincas el diente pueden pasar 3 cosas: que esté demasiado fría pues ha estado mucho tiempo en cámara frigorífica, que no sepa a nada pues todavía no está madura, o que le falte un punto para estar buenísima. No hay ningún criterio por el que guiarse, pues la puesta en escena es siempre magnífica, con lo cual es inútil recurrir al tripadvisor para leer opiniones acerca de su frutería. Hay que ir y comprar manzanas.

2-Allen es un consumado torero. Lo mismo te suelta una faena sobresaliente, que le da dos pases de aliño a la película y con media estocada baja la manda a chiqueros sin quitarse las gafas, pero lo cojonudo es que haga lo que haga, la mitad del respetable va a opinar que el truño es sobresaliente y la otra mitad que sus muletazos, sus pases de pecho y sus desplantes, son la quinta esencia del arte y que para no entender de cine, lo mejor es callarse.

3- Allen es un obstinado fontanero. El rollo judío ya huele de manera pestilente. Sin embargo el sigue metiéndose en ese charco, en ese pozo sin fondo, inasequible al desaliento, intentando desatascar lo inestancable. Después de 47 películas y haber citado a todos los profetas del antiguo testamento, creo que va siendo hora de tirar el baño y hacer uno nuevo.

4- Allen es un avezado chapista : Utiliza sus películas como excusa para contratar a las mujeres que le gustan y le atraen, al estilo del peor Hitchcook. En todas, nos muestra una protagonista que antes de pasar por su taller era guapa, pero había pasado mayormente desapercibida para el vulgo. Después de la mano de obra del chapista Allen, la misma mujer aparece ante nuestros atónitos ojos una poderosa afrodita, absolutamente refulgente y traumáticamente irresistible, rompiendo el corazón a 2 o más hombres a la vez.

5-A Allen le gustan los nigth club, los tríos líos y el sexo excéntrico: Esta película se podía haber titulado perfectamente y pido perdón por anticipado, " amar sin ser amado es como limpiarse el culo sin haber cagado". Un amago y regate intrascendente y lúdico en el que nuestro amigo se ríe de todo y de todos. Me he aburrido moderadamente en este melancólico homenaje a Maria Lourdes Villers que tanto aguantó las neuras y las no tan neuras de nuestro filosofo arrepentido.

Por cierto, creo que este año se me olvidó: Feliz cumpleaños.
JOSE ANGEL
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9 de febrero de 2017
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inconfundible Allen. Su jazz, su fotografía impecable, sus decorados maravillosos del Hollywood años 30... pero sobre todo sus guiones y sus historias. Hay un toque de magia en este hombre que lo hace reconocible siempre (O casi siempre, salvo algún que otro bache que se le puede perdonar por los buenos ratos que nos hace pasar con la mayoría de sus películas).

En esta ocasión vuelve a contarnos una historia de amor, pero de esos amores que molan porque nunca se realizan del todo, y por tanto nunca sufrirán el desgaste de la convivencia ni de la rutina ni del día a día que inexorablemente lleva a la indiferencia con respecto al otro. Este amor del que nos habla Allen es de ésos que se quedan congelados en el tiempo, en un instante álgido, cuando aún no había llegado la decadencia ni ningún signo que la avanzara... esos amores que permanecen intactos en el recuerdo y que por eso nunca mueren. Los verdaderos amores eternos, que no son los de los abuelillos esos que vemos juntitos en el brasero viendo la tele o paseando a su perrito, sino que son los que esos dos abuelitos tienen en la cabeza y con los que les gusta soñar cada noche, los que se quedaron en el camino pero que siguen haciendo latir los corazones al recordarlos.

Preciosa Kristen Stewart, hay que ver lo que ha ganado esta muchacha con los años, y con un buen director de actores, que eso sí que lo ha sido de toda la vida el amigo Woody. Me falla la química con Eisenberg, que no me agrada demasiado en el papel. Pero a estas alturas eso es lo de menos porque lo que importa es ese amor que mantiene unidos en la distancia a los protagonistas, que se mantiene al margen de sus respectivas vidas pero que está siempre muy presente en su interior. Algo que hace que brille el mundo para ellos a pesar de la monotonía, la sordidez o la fealdad que a menudo les rodea.

Y cuando termina la película, como casi siempre pasa con Allen, a ritmo de un magnífico jazz se nos va dibujando una sonrisita un poco tontuna en la cara.

Es lo grande que tiene el cine, que consigue desplazarte en el tiempo y en el espacio y hacer que entres en otras vidas y en otras historias y que sufras y goces con los personajes como si fueran tus propias criaturas. Y en esta historia no podemos dejar de sentir esa nostalgia tan vívida que se refleja en los rostros de Stewart y Eisenberg cuando cada uno piensa en el otro. La magia del amor. Bien, Woody.
Talía666
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