Alas y una plegaria

Una de las mayores alegrías que puede llevarse un cinéfilo es, sentarse una noche en su butaca, visionar una película desconocida para él y descubrir que está ante un hallazgo maravilloso: Una de esas cintas en blanco y negro, llenas de encanto, con una fotografía espléndida y un lirismo excepcional.
Todo esto y más tiene esta estupenda "Alas y una plegaria" que narra las aventuras de un portaaviones americano durante la Segunda Guerra Mundial, que tiene que adoptar una táctica defensiva frente a los ataques de los aviones japoneses, lo que originará tensiones internas entre los integrantes del buque indignados ante la estrategia de sus superiores.
La película se saborea lentamente como el buen vino. Disfrutamos con la sólida dirección de Hathaway, la complejidad de los personajes (excelente Don Ameche), las formidables secuencias de acción (seguramente muchas de ellas reales) y, sobre todo, nos asombramos y sobrecogemos con la decisión del Capitán Waddell de conectar los altavoces del barco para que podamos ver el fragor y el dolor del combate aéreo en los ojos de los marineros que escuchan.
"Alas y una plegaria" es algo más que buen cine. Por alguna extraña razón nos impregna de unas sensaciones que ya nunca se olvidan.

Ésta es otra de esas películas, de afán propagandístico, rodadas en plena contienda de la segunda Guerra Mundial, donde tantos directores de Hollywood se aplicaron a la tarea de narrar diversos acontecimientos bélicos, con la intención de insuflar ánimos a la población que estaba inmersa en ella.
Por suerte, esta película la rueda Henry Hathaway, ese " artesano" ( ja, ja, qué gracia me hace esta palabra), un director maestro en el ritmo y la síntesis, capaz de contarte mil cosas con una economía narrativa encomiable y maestro también del manejo de la emoción y la tensión con elementos mínimos y poco presupuesto. Un director con gran imaginación y recursos.
Después del ataque a Pearl Harbor, la maquinaria naval de los EEUU está diezmada. Los japoneses no deben saber, de ninguna de las maneras, el terrible daño que han ocasionado ni conocer la debilidad de las fuerzas navales.
Para ello, es necesario planificar una estrategia que haga creer al enemigo que las tropas navales están desperdigadas por el Pacífico, para así tenderles una trampa y concentrar todo el poderío militar en Midway.
Esta es la historia de uno de esos portaaviones, cuya misión era la de ir dejándose ver en distintos puntos del océano, para así hacer creer al enemigo que había muchos y estaban desperdigados.
Pero los pilotos de esos aviones de combate ignoran las estrategias de sus superiores. Su misión es obedecer y la orden que reciben de que en cuanto avisten aviones japoneses, salgan por patas y sin disparar un solo tiro, les sienta como una patada en los...A nadie le gusta ser cebo de nadie y un malestar y resentimiento irá aflorando en todos ellos.
Escenas muy humanas, pequeñas historias de cada uno de los afectados, nos hacen identificarnos con los personajes y comprenderles. Magníficas escenas de tensión con escenas semidocumentales y el gran hallazgo de narrar la batalla por medio de un altavoz que nos sitúa en el punto de vista de los que se quedaron en la plataforma, trasladándonos su miedo e incertidumbre, su ansiedad e impotencia, convierten a esta película en un ejemplo colosal de buen cine. Emocionante y humana.
¿Por qué tratáis así a Hathaway?. ¿ Habéis visto muchas de sus películas?.
Yo estoy harto de esta distinción entre " artista" y " artesano" que tanto les gusta aplicar a los críticos.
Calificar de segundones a toda esta larga lista de profesionales que nos regalaron auténticas joyas es enterrarlos.
Y no se lo merecen. Hay que resucitarlos. ! Qué magníficas sorpresas como ésta nos deparan!.

Un portaaviones es enviado a territorio Japonés en misión de reconocimiento. Los soldados tienen orden de evitar cualquier conflicto. Los hombres desconocen la razón por la cual no pueden entrar en combate y esto provoca frustración y desconcierto entre la tripulación.

Película bélica dirigida por el artesanal Henry Hathaway, en un momento en que los Estados Unidos se hallaban inmersos en plena 2ª Guerra Mundial. El impacto de la guerra se dejó notar en las producciones americanas del momento, ya que numerosos directores dedicaron sus esfuerzos a promover la causa aliada desde la ficción cinematográfica.
La cinta sitúa la acción en la guerra del Pacífico contra Japón. No está considerada como una de las mejores películas bélicas del momento, ni tampoco uno de los mejores films de Hathaway; sin embargo mantiene las constantes de su director, tales como realizar un cine popular, sin virtuosismos y siguiendo unas pautas clásicas. Un 5.

Película de propaganda en una época muy singular, donde el cine estaba al servicio de una causa bélica como instrumento propagandístico el Estado. No hay una sola película de Hathaway que no sea una buena cinta. Ésta no es una excepción. No es de las cuatro o cinco cintas que a mi me parecen absolutamente sensacionales, pero desde luego está muy bien. Como película de guerra es buena, está muy bien narrada y tiene algunas escenas muy interesantes. Desde luego es un genio mostrando la veracidad de las cosas, en concreto en esta película las escenas relacionadas con el funcionamiento del portaaviones, cómo lo muestra por debajo y deja ver su altura, y el sistema de enganche de los aviones cuando aterrizan con esos claves que suben y bajan para retener el avión, están muy bien, son seguramente auténticamente reales.
Además tiene como cogida la medida a los 93 minutos. Varios cintas suyas, o al menos a mi me lo parece, tienen ese metraje, lo cual se agradece.
Hathaway no es un cineasta de pretensiones, no creo que él entendiese que lo que hacía fuese arte, o artístico. Era, simplemente, un director de cine, que hacía muy bien su trabajo. Es un poco como Ford, seguramente a los intelectuales del cine les canse su trabajo, sus películas serán consideradas pasteleras o simplemente prescindibles. Sin embargo, a los que entendemos que el cine, por encima de cualquier otra consideración, tiene que entretener, ser capaz de conmover, insuflar valores, y no adoctrinar, pues nos parece un directo excelso.