Los novios búlgaros

Eloy de la Iglesia, presenta en su última película, una vuelta al pasado, a ese cine que tantos éxitos le dio, por transgresor y conflictivo durante la transición, y los años 80.

Los Novios Búlgaros, refleja el tema más recurrente en sus tramas, actualizado al presente. Tras varias décadas retratando una sociedad que en parte permanecía oculta; regresa, y lo hace desgranando con maestría las actuales claves de un tiempo de cambios..
Dritan Biba, interpreta un papel cuajado de matices, de seducción, de engaños, medias verdades; y lo hace con tal frescura, que se apodera de cada uno de las secuencias que interpreta. Fernando Guillén Cuervo, muy medido, con la profesionalidad demostrada de una saga de actores que tienen el oficio en sangre.

Un trabajo limpio, fresco, directo, que explota hasta seducir con su pequeña gran esencia derramada por el talento de su director.

Un 7

Casi todo en esta película roza o cae directamente en el ridículo. La visión que se da de la homosexualidad presenta los tópicos mas vulgares. La relación amorosa es poco creible. La intriga, por llamarla de alguna forma, con el tráfico de sustancias peligrosas, es confusa. Fernando Guillén se esfuerza pero no es suficiente para hacer creible a su personaje. De Pepón Nieto me ahorro adjetivos. Solo el actor búlgaro se lo toma un poco más en serio. Y para rematar unas bochornosas secuencias oníricas (o algo así) van salpicando toda la película

Homosexualidad e inmigración se mezclan en esta cinta. Con un guión falto de ideas, la película comienza con una trama que podría resultar interesante perdiéndose en el trascurrir de los minutos en un embrollo del que los guionistas no supieron como salir. Los cambios de registro entre comedia y drama, más que resultar agradables, chirriaban dentro del conjunto. Poco se puede salvar de esta película, donde los homosexuales son mujeres en cuerpos de hombres y, los inmigrantes eslavos, gente sin escrupulos que son capaces de todo por dinero. Yo le pediría al director un poco más de seriedad para hacer un drama o un poco más de desenfado para realizar una comedia, pero nada de medias tintas. Y, por supuesto, un poco más de labor de investigación, que no se puede basar en los tópicos a la hora de tratar cualquier tema.

Tras diez años sin hacer películas De la Iglesia adaptó la novela de Mendicutti, que cuenta la historia de un homosexual de buena familia que se enrolla con un atractivo búlgaro, enredándose en una peligrosa espiral en la que le circunda lo delictivo constantemente... Pese a ser si se quiere más depurada y desahogada en su producción, De la Iglesia vuelve a extraer un resultado mediocre, dónde el cruce del mundo gay, la inmigración ilegal y sus mafias resulta a todas luces torpe y desdibujado, sobre todo lo referente al mundo gay, practicamente caricaturizado en secuencias bizarras y sobrantes de Guillén Cuervo con Pepón Nieto y compañía. Una película muy decepcionante.

Tras bastantes años retirado de la dirección cinematográfica Eloy de la Iglesia regresó con esta nefasta adaptación de la obra de Mendicutti, que si bien como novela tampoco valía demasiado en comparación con la película resulta incluso buena.
Los tiempos en que el Sr. de la Iglesia conseguía ser transgresor, osado y un refente sociológico de su tiempo han pasado a la historia y con esta cinta demuestra no solo lo mal director que es (lo contrario no lo demostró nunca) si no que su sentido de la oportunidad y su olfato para el retrato de realidades extremas ha desaparecido por completo. Y eso a pesar de una más cuidada factura técnica que ni siquiera le da esa pátina contracultural que en otras de sus obras inducía a una velada simpatía. De una torpeza y ridículo apabullante "Los novios búlgaros" es una obra de la cual hay que huir si uno quiere seguir recordando con cierto cariño otras obras realmente flojas de este director (El diputado, Los placeres ocultos, El pico, etc...) pero que al menos conseguían conectar con determinados sectores del público. La rabia, la desaforada crítica social y el retrato más o menos convincente de la marginalidad no aparecen aquí por ningún lado. Por eso lo mejor es no acercarse a esta película si uno quiere tener un recuerdo más o menos aceptable de la obra del controvertido, pero decididamente mediocre, Eloy de la Iglesia.