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El negocio del dolor

Drama Liza Drake es madre soltera, se acaba de quedar en el paro y está con el agua al cuello. Hasta que conoce a Pete Brenner, representante comercial de una farmacéutica, y empieza una buena racha económica. Pero también emprende un camino éticamente cuestionable y acaba implicada en una peligrosa trama criminal. Ante un jefe cada vez más desquiciado, los problemas de salud de su hija y la certeza del daño que está haciendo su empresa, Liza ... [+]
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
29 de octubre de 2023
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabéis cuando la crítica profesional machaca sin piedad a una película, y luego os acercáis a ella, intoxicado por esas despiadadas opiniones, y una vez la finalizáis os decís a vosotros mismos: pues oye, no es tan horrorosa. Pues eso es exactamente lo que me ha sucedido con El negocio del dolor (Pain Hustlers), nueva producción de Netflix protagonizada por Emily Blunt y Chris Evans, y que se ha convertido en el nuevo punching ball de la crítica especializada.

Cierto es que no se va a llevar ningún premio de la academia a casa, y está claro que mañana la habremos olvidado todos, porque cintas basadas en hechos reales como ésta las hay a patadas, pero alguien tendría que explicarme por qué esta película es tan mala, cuando no es más que un pasatiempo de usar y tirar, y que cumple como nuevo estreno de la plataforma. Ni más ni menos.

En la dirección tenemos a Davis Yates, responsable de dirigir casi todas las películas de Harry Potter, y de ser uno de los cineastas con menos personalidad del firmamento. Aquí juega a ser Martin Scorsese en el Lobo de Wall Street, pero se queda a medias de todo, con una realización correcta, pero nada llamativa.
El montaje frenético de algunos momentos es la pista de las intenciones de sus responsables, confirmando que la clave de los biopics actuales es contar las cosas con ritmo, y más si hablamos de negocios sucios y de hienas avariciosas, y aquí no es la excepción. Scorsese abrió la veda de los biopics cargados de frenesí y mala baba, pero El negocio del dolor se queda como una prima pequeña a la que todavía le queda mucho por aprender. No está mal, pero te quedas muy lejos de la meta.

Eso sí, no me ha aburrido en su primera mitad, y eso se podría considerar un gran logro, si no fuera porque la historia se desinfla como un globo en su segunda parte, con unos personajes despiadados que de repente son corderitos, y unos cachorritos que se convierten en lobos hambrientos. Algo me dice que el guion necesitaba un par de repasos y lavados de cara, porque lo que ha llegado es una historia confusa plagada de personajes desdibujados que van cambiando de personalidad dependiendo de los caprichos del guion.

Y sí, toca entonar el mea culpa, ya que la película me parece más disfrutona cuando te muestran los entresijos de las grandes empresas y como se aprovechan del ciudadano de pie, que es lo que hizo Scorsese durante más de dos horas, y le salió demasiado bien, pero aquí me pierden cuando se ponen moralistas, que se entiende porque se supone que en la realidad fue así y tienen que lanzar un mensaje final a la audiencia que le confirme que lo que han visto no está bien, que no lo está, pero tampoco está bien explicado el cambio de rumbo de sus personajes, como si hubiesen ido con prisas en una historia que necesitaba ir con más calma y tener las cosas más claras. La primera hora te la compro, y la media hora siguiente tiene un pase, pero la media hora final da la razón a los críticos. Quizás adelantaron la película hasta ese punto, quién sabe, que para eso está Netflix.

Y seamos sinceros, sin este reparto, la película sería todavía más fallida y olvidable, agradeciéndose la presencia de los dos actores principales, aunque estando claro que la cinta no está a la altura de su talento. Emily Blunt está igual de maravillosa que siempre, aunque su personaje no se lo ponga nada fácil, exigiéndole cambiar de personalidad cada dos por tres.

En cuanto a Chris Evans (para un servidor, uno de los actores más carismáticos del momento), tuvo muchas prisas por deshacerse de su personaje más mítico, es decir, el Capitán Ámerica, pareciendo que se iba a merendar Hollywood al ser libre de deberle nada a Marvel, pero al final se ha comedio otra cosa bien distinta, protagonizando subproductos de plataformas que no le hacen ningún bien. No diré que este es otro caso más, pero es tan buen actor, que está claro que debe hacer algo con su carrera, y creo que el primer paso es tener unas palabritas con su agente.

Repito, la película ya la hemos visto antes y es del montón, funcionando sólo como pasatiempo efímero, pero tampoco es tan terrible como se está vendiendo, oliendo la inquina personal de los críticos a kilómetros de distancia. No os la voy a recomendar, porque hay cosas mejores por ver, y destacaría su ritmo, reparto y poco más, pero si me retiraré a mis aposentos dejando claro que no creo que esté entre lo peor del año, pero ni de lejos. Y es que a veces, se ceban con el primero que pasa, y ahora le ha tocado el turno a esta película, ambiciosa, sí, pero no tan ofensiva como para recibir semejantes palos.

Y ahí está la clave, en que tú mismo decidas que es lo que acabas de ver, si es que te animas a darle al play. Una vez más, que no sea por mi opinión, porque ya la estoy olvidando al momento de hacer esta crítica, pero me gusta ponerme del lado de los indefensos, y con la paliza que ha recibido, esta cinta lo es. No en mi guardia.

Más críticas: Javi McClane (Youtube)
Javi McClane
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31 de octubre de 2023
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Yates se aleja de Harry Potter y Newt Scamander para ofrecer una historia sobre un tema de actualidad: la crisis del fentanilo y los opiáceos en Estados Unidos. Para ello, coge prestado el estilo de directores como Adam McKay o Martin Scorsese y hace su propio cóctel en una cinta que desde luego, no aburre. El entretenimiento está asegurado y Emily Blunt se luce en el papel protagonista. Con solo eso, ya es suficiente para que la película cumpla y satisfaga.
Sin embargo, Yates no es Scorsese ni McKay; y eso no tiene por qué ser algo malo, pero simplemente se nota que la película toma cosas prestadas y es bastante superficial. Es lo típico de este género pero sin destacar: la locura inicial de los empresarios, los momentos previos a la caída y la caída en sí. Es en la primera parte donde la película patina más; los intentos de excentridad y desfase sobre todo de Andy García y Chris Evans se sienten forzados, y en el caso del primero chirrian con lo que vemos del personaje en el resto de la película. Por lo demás, nada especialmente negativo, solo rutinario. Pero rutina con Emily Blunt, que siempre significa rutina de calidad.
Slythwalker
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5 de noviembre de 2023
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como consumidor de ansiolíticos durante cinco años a diario, cualquier película, libro o documental que trate este tema contará con mi apoyo incondicional.

Por la parte de de calidad como película parece que hay un consenso en que más allá de su llamativo reparto, se queda un poco corta. Aunque las comparaciones son odiosas, es casi inevitable no entrar en estas. Esta claro que hay algo de 'el lobo de 'Wall Street', pero claro, así casi cualquier película es normal que salga perdiendo. Sería más correcto compararlo con algo más terrenal como 'Dallas Buyers Club' con la cual las cosas ya se empiezan a parecer. Aún así creo que 'Pain Hustlers' está un escalón por debajo.

Básicamente con esto quiero decir que la película como tal es mediocre. El 7 que la pongo se sostiene por poner sobre la mesa el gran negocio que las farmacéuticas tienen montado a costa de la salud pública y la mala praxis de los médicos que la recetan por indecentes incentivos. Un mal que se extiende como la pólvora por culpa de sus increíbles beneficios y que lejos de tener pinta de acabar cada vez va a más.
Mankuku
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30 de octubre de 2023
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha gustado y entretenido la película. Los motivos de esta crítica positiva son: la presencia de Emily Blunt, es una actriz que me encanta; luego si le añades a Andy Garcia, a Chris Evans y a la actriz que hizo de madre de "Solo en casa", pues la cosa queda apañada.

Por otro lado, el tema tan sensible que tocan sobre la pandemia que sufre USA con el tema de la prescripción y adicción al fentanilo, pues también es un punto a favor que sea de candente actualidad (aunque aquí en España, de momento, nos pilla de lejos).

El tono de la película es drama y a veces comedia, con escenas que te muestran situaciones que te dejan atónito.

Por tanto, yo la recomiendo si quieres pasar un buen rato.
Nideadcine
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27 de octubre de 2023
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Desde abajo

El negocio del dolor (Pain Hustlers), está inspirada en unos hechos reales que constituyeron un trágico escándalo hace unos años. Ello no significa que sea una adaptación del artículo homónimo del New York Times (luego convertido en libro) que supone el punto de partida. Así, por ejemplo, los nombres de la farmacéutica y de los personajes están cambiados. La empresa realmente se llamaba Insys, y el medicamento que tanto daño causó Subsys. En cuanto a los personajes, además de cambiarles también los nombres, son recreaciones con un transfondo de libertad creativa, por así decirlo, que no sigue exactamente la realidad.

En la película, la farmacéutica se llama Zanna, y el medicamento Lonafen. Para situarnos mejor, lo que Zanna hizo fue sobornar a médicos para que recetaran su producto. Esto, sumado a otras prácticas ilegales, y al hecho de convencer a los médicos para que el Lonafen se prescribiera para cualquier minucia (se trataba de un producto inicalmente dirigido a enfermos de cáncer con tolerancia a opioides), causó una ola de adicciones y muertes por sobredosis. Y es que este medicamente contiene el tristemente célebre fentanilo.

El negocio del dolor es la historia de esta empresa, y de algunas de las personas que hicieron posible esta tragedia. David Yates nos lo muestra a través de los ojos de Liza Drake (Emily Blunt) una mujer sin trabajo, con una hija que mantener, y desesperada que, por varios azares, es contratada como comercial por Pete Brenner (Chris Evans) para Zanna, que hasta entonces no acababa de despegar. La persistencia y la falta de escrúpulos harán el resto.

*Una aproximación superficial

El negocio del dolor toma prestado el tono de la narración de varios sitios. Tenemos el toque de decadente desfase de El lobo de Wall Street (2013), y algunos elementos narrativos del Adam McKay de La gran apuesta (2015) o El vicio del poder (2018), en la utilización de la ironía en el comentario social. Lo que ocurre es que David Yates ni muestra el colmillo de Scorsese, ni tampoco llega al nivel de McKay. Por no mencionar que últimamente temáticas similares están tratadas ya: la alabada serie Dopesick (2021), La Caida de la casa Usher (2023), o Medicina letal (2023), etc.

El tema da para montar una película impactante, bien sea desde un punto de vista doloroso, o bien desde otro mordaz y vitriólico. Sin embargo, El negocio del dolor parece empeñarse en ser una narración descremada, domesticada, sin filo ni punzón. Es demasiado inofensiva, se conforma en dar una patadita al trasero de la codicia más despiadada. La perspectiva, quizá hubiera sido más eficaz para epatar si se hubiera centrado más en el dolor. Las consecuencias de la siega de vidas que supuso el Lonafen (Subsys en la vida real) llegan tarde y se despachan como de pasada. Realmente la película es más una historia de triquiñuelas empresariales y excentricidades de ricachones.

Lo cual no quita que, dada la fuerza de la historia y conociendo las cifras de afectados, sintamos desasosiego. El montaje de la historia es la de una especie de mockumentary. Por mucho que la inspiración de El negocio del dolor sea real, los personajes no lo son, y la forma de narrar es la de pretendido documental donde los protagonistas van contando su historia. La mayoría de las frases cínicas y sentencias más o menos ingeniosas viene de ahí.

*Personajes y elenco

El negocio del dolor baila al son de sus personajes. Liza Drake (Emily Blunt) comparte el enfermizo sentido de la codicia de sus colegas, pero es el más redimible. No solo porque se mete en la turbiedad por necesidad pura y dura, sino por el posterior desarrollo de su historia. La actuación de Emily Blunt quizá sea el mayor aliciente de la película, todos los momentos de enjundia de El negocio del dolor gravitan alrededor de su presencia. Si bien, uno nunca llega a creerse su vertiente "malvada" al 100%. Por su parte Pete Brenner (Chris Evans) es un personaje más unidimensional, con una persistencia de falta de escrúpulos notable.

La actuación de Evans es macarra, cínica, descreída. Un selecto espécimen del capitalismo más exacerbado y tramposo. No tiene muchas aristas, pero dentro de su cometido, hace un trabajo actoral creíble. Cabe destacar también la actuación de Andy García en el papel del Doctor Neel, el descubridor del Lonafen que progresivamente se va zumbando más y más. A consecuencia de ello Andy García está gritón, sobreactuado y (quizá de forma premeditada) paródico. Tarda en aparecer, pero cuando lo hace se muestra como un mad doctor guiado por la codicia más extrema.

Chloe Coleman interpreta a la hija de Liza, y es el núcleo de la parte más postiza y melodramática de la historia. Ni siquiera aparece un personaje parecido en el artículo o en el libro que sirven de inspiración. El desarrollo de su personaje viene dado por la estructura de la historia, más cercana a la comedia satírica inicialmente, y más propicia al drama según va avanzando. Mención también al lamentable doctor Lydell (Brian d'Arcy James), un médico que se pasa por el forro el juramento hipocrático y se alinea con la mala praxis de Zanna.

*El cambio de tercio de Adam Yates

Para Adam Yates, El negocio del dolor es cambio de rumbo. Sobre todo teniendo en cuenta que dirigió la saga de Harry Potter desde La orden del Fénix (2007), y que se ha hecho cargo de las películas de Animales Fantásticos. De hecho, en lo que se refiere a cine, salvo La leyenda de Tarzán (2016) y la ignota The Tichbone Claimant (1998), no se ha prodigado fuera de las adaptaciones de J.K Rowling. En televisión sí que tiene obras de interés, como la serie británica La sombra del poder (2003), llevada años después a la gran pantalla con Russel Crowe y Ben Affleck.

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Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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