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Pequeñas casualidades

Romance. Drama París 2052. Julia, 80 años, tuvo una vida plena. El día de su cumpleaños, reflexiona sobre las decisiones y circunstancias que pudieron haberla llevado por caminos diferentes. Desde los 17 años hasta el día de hoy, su vida estuvo llena de pequeños pero críticos momentos. Cada uno fue un punto de inflexión con consecuencias dramáticas. ¿Qué hubiera pasado si hubiera olvidado su pasaporte, elegido una línea diferente en la tienda, ... [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
21 de agosto de 2023
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos transporta a París en el año 2052, donde seguimos la vida de Julia, una mujer de 80 años que reflexiona sobre las decisiones y circunstancias que podrían haberla llevado por caminos diferentes. Desde los 17 años hasta el día de hoy, su vida ha estado llena de pequeños pero críticos momentos. Cada uno de estos momentos ha sido un punto de inflexión con consecuencias dramáticas. La película nos plantea la pregunta de si su vida es una sucesión de coincidencias y accidentes o si está siguiendo un camino ya trazado.

La película aborda temas como el destino, la elección y las consecuencias de nuestras acciones. A través de la trama, se exploran las ramificaciones de las decisiones aparentemente insignificantes que tomamos en la vida y cómo pueden tener un impacto significativo en nuestro futuro. El tono de la película es reflexivo y nostálgico, invitando al espectador a cuestionar las decisiones que han tomado en su propia vida.

Las actuaciones en "Pequeñas casualidades" son destacables. Los actores logran transmitir las emociones y los dilemas internos de sus personajes de manera convincente. Destaca especialmente la actuación de la actriz que interpreta a Julia en diferentes etapas de su vida, logrando transmitir la evolución y la carga emocional de su personaje.

La dirección de Olivier Treiner es acertada en esta película. Logra mantener un ritmo adecuado para la narrativa y utiliza recursos visuales para resaltar los momentos clave en la vida de Julia. La forma en que se entrelazan las diferentes líneas temporales es fluida y coherente, lo que permite al espectador seguir la historia sin confusiones.

La partitura musical de la película complementa de manera efectiva las escenas y contribuye a crear la atmósfera adecuada para cada momento. La cinematografía también es notable, con una cuidadosa elección de encuadres y colores que refuerzan el tono emocional de la historia

El diseño de producción en "Pequeñas casualidades" logra transportarnos al París del futuro de manera creíble y visualmente atractiva. Los efectos especiales utilizados son sutiles pero efectivos, ayudando a crear un ambiente futurista sin distraer la atención de la trama principal

La edición de la película es precisa y contribuye a mantener un ritmo adecuado para la narrativa. El diálogo es inteligente y bien escrito, con momentos de reflexión profunda y diálogos que revelan la complejidad de los personajes. El ritmo de la película es equilibrado, permitiendo al espectador sumergirse en la historia sin sentirse apresurado ni abrumado

Es una película cautivadora que aborda temas profundos de una manera creativa y reflexiva. La combinación de una trama intrigante, actuaciones destacables y una dirección acertada hacen de esta película una experiencia cinematográfica agradable. Recomiendo verla y dejarse llevar por las pequeñas casualidades que dan forma a nuestras vidas.
Pablo Veiga
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30 de diciembre de 2023
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Una cuestión de tiempo" es mi película romántica predilecta. La combinación de viajes en el tiempo, la ternura de sus personajes y la excelente actuación de Rachel McAdams hacen de esta película algo perfecto. Cuando vi el tráiler, creía que esta película me iba a encandilar, al igual que la anteriormente mencionada ya que trata diferentes líneas temporales. Sin embargo, al final, lo que más me pareció similar fue al episodio de Futurama en el que descubren que la mayoría de los personajes toman decisiones al azar lanzando una moneda, explorando lo que hubiera pasado si hubiera salido la otra cara.

Hay que reconocer que esta película logra manejar varias líneas temporales al mismo tiempo, las cuales surgen en diferentes puntos de inflexión o, como diría Miguel O’Hara, momentos canónicos. La película logra que las entendamos mediante recursos sencillos pero efectivos, como el cambio de peinado de la protagonista o la aparición de ciertos personajes secundarios.

Quizás lo mejor de la película sea que no hay ninguna línea temporal que sea totalmente idílica. En todas las rutas, nuestra protagonista pasa por buenos y malos momentos, dándonos la impresión de que no hay un camino perfecto. Es una lástima que no se pueda dedicar el mismo tiempo o concluir de manera adecuada todos los universos paralelos, pero el resultado final es cautivador.

En definitiva, es una película que cuenta con un gran trabajo de montaje y organización para unir todas estas vertientes de forma natural y con pocos cortes. Ninguna de las historias es "la buena", pero logra que todas sean realmente igual de valiosas.
VRMASTER
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24 de agosto de 2023
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Olivier Treiner, que debuta como director de largometrajes, acierta a colocar frente a la pantalla a la misma mujer que, hipotéticamente para el relato, va pasando por situaciones variadas desde que era adolescente en los ’80, hasta décadas después, lo cual va teniendo consecuencias también diferentes para su vida.

Es el mismo personaje con diferentes perfiles, motivados estos por desiguales pequeñas casualidades. Treiner consigue un ritmo acorde a lo que cuenta, haciendo uso de recursos visuales para resaltar los momentos cumbre, esos que llevan emparejados virajes existenciales sustantivos.

Película construida de pequeños detalles y movimientos de cámara. Puede que en una escena esté la protagonista en una habitación y enfocar a continuación a edificio lejano donde la protagonista está en otra vida.

Es como una radiografía del albur (casualidad-causalidad), como poner en imágenes algunas de las ideas del famoso Premio Novel Jacques Monod (El azar y la necesidad), donde introduce estos conceptos, lo cual plantea implicaciones metafísicas y espirituales del destino, de un sino que no está escrito ni determinado en ninguna parte por ser tan etéreo como un vilano al viento.

Lo que fue y lo que pudo haber sido, lo que ha sido y lo que quizá se quiso, todo ello se intercambia; una disyuntiva de itinerarios y caminos que, como la vida misma, acechan a cada uno de nosotros, quién sabe, a la vuelta de la esquina, para bien, para mal, para felicidad, para amargura, el encuentro con el amor, un tropiezo irreparable, la bofetada de un padre airado, la llegada de la madre a una fiesta estudiantil, etc.

Un pasaporte volátil, la elección de un modelo de vestido en una tienda de modas, la cola en una librería en la que aparece el hombre soñado, o no, ese hombre paga sus libros y marcha rápido, cuestión de segundos, el viaje en moto por París con su prometido, se lanza la moneda al aire a ver quién conduce, si es uno, zafan, si es otro, accidente y desdicha.

En pantalla vamos viendo situaciones disímiles y vidas del mismo personaje que son producto de la aventura del vivir, de las coincidencias, de algún choque, de una mirada que atrapa: urdimbre en la que se teje quién sabe cómo. Todo menos un camino rígidamente trazado.

En esta cinta, a diferencia de otras anteriores similares (Dos vidas en un instante, 1998, de Peter Howitt), nos encontramos con más de dos variables, muchísimas más, a partir de algunos instantes clave que generan combinaciones variadas, casi como si nos encontráramos en el multiverso, una biografía polimorfa.

Este caleidoscopio de posibilidades es audaz y lo que importa es la experiencia, de cómo el director nos coloca ante una lista de existencias más o menos felices/infelices, una mujer que tiene que abordar un crisol de disyuntivas y de consecuencias, que van desde la frustración a la liberación.

Toda esta trama tiene sentido por el poder magnético y brillante que transmite su protagonista, Lou de Laâge, con sus extraordinarias cualidades para hacerse con poder del relato, por su magnetismo en todos los roles que interpreta; con gran capacidad para pasar de un plano a otro, de una existencia a otra, con enorme sencillez en registros antagónico; la Laâge es pieza clave de este filme. Acompañada por un ejemplar reparto de actores y actrices como Raphael Personnaz (estupendo como el marido soñado), Isabelle Carré (excelente como la amantísima madre), Grégory Gadebois (padre de Julia, muy bien y mejor), y otros.

Es muy importante el guion de Camille Treiner y O. Treiner, que consigue contar una historia multinivel, multisendero y en ocasiones, sino en todas, muy inquietantes, pues que «la vida iba en serio (…) y la verdad desagradable asoma: / envejecer, morir, / es el único argumento de la obra», como escribiera Jaime Gil de Biedma.

Lo que caracteriza esta cinta es que la biografía de Julia no se sostiene en un solo hilo, sino que deriva en decenas de ellos, porque cada vida, que al principio son dos, se va subdividiendo en otras a medida que gestos imperceptibles, comportamientos sencillos o accidentes fatales aplican un cruce, una deriva inesperada.

Trenier tiene la osadía meritoria de engañar al espectador modulando lo que parece un modelo narrativo. Lo traiciona para darle dinamismo al relato y en gran medida, confundirnos. Hay mano izquierda en las transiciones entre las trayectorias de las distintas Julias, se cuidan detalles -corte de pelo, vestuario, luz- que nos ayudan a orientarnos en el galimatías.

La peli juega también la baza de la ambigüedad: qué es la realidad y qué no. Cosa que no queda claro pues todas las historias son a la vez reales y ficticias, no hace falta que sea o haya sido la vida veraz de la protagonista. Tiene de «real maravilloso» poder ver todas las vidas de Julia, y que cada cual se quede con la que le parezca.

Temas como el porvenir, el destino, la opción por tal o cual, las consecuencias de nuestras conductas, lo inesperado que aguarda a la vuelta de cualquier esquina. Se exploran las ramificaciones incluso de decisiones insignificantes en apariencia, que tomamos, y el impacto sobre nuestro futuro. Todo ello en un tono meditabundo, abstraído, nostálgico y de incertidumbre.

Una película que emociona, que atrapa con la vida de Julia. Una propuesta original para salirse de las películas más convencionales de Hollywood. Una oda a la vida, un canto también a las oportunidades, a la fortuna e incluso al infortunio. Además, utiliza más que mejor los elementos del cine.

Publicado en revista ENCADENADOS: https://encadenados.org/criticas/pequenas-casualidades-3/
Kikivall
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21 de agosto de 2023
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué habría pasado si Julia hubiese olvidado el pasaporte antes de escaparse a Berlín a los 17 años, o si no hubiese tirado los libros en esa librería antes de conocer a su futuro marido… ? Estas son solo algunas de las posibilidades que explora 'Pequeñas casualidades'.

Treiner se toma en serio la ambiciosa premisa, exigente a todos los niveles —técnico, interpretativo, narrativo— y la ejecuta con éxito, sin perder la coherencia ni tampoco al espectador, utilizando el vestuario y la caracterización para saltar de una historia a otra. La película es todo un reto de montaje y sobre todo para la actriz protagonista, Lou de Laâge, que cojea en algún registro pero da la talla en el resto.

El nivel de drama es intenso, quizá demasiado, ya que todos los tópicos se llevan al extremo: todo lo que puede pasar, pasa…como en la vida.

www.contraste.info
Revista Contraste
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6 de marzo de 2024
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Las nimiedades forjan el futuro

La idea que atraviesa el eje central de la cinta es tan sencilla como certera: Las pequeñas casualidades son lo que realmente crean nuestro destino. Un tropiezo, un descuido o una sonrisa son más que suficiente para alterar el flujo de toda una vida. Infinitos hubieras desaparecen o se crean por aparentes nimiedades que la vida interpone en nuestro camino. Resulta incluso cómico como aparentes frivolidades tienen tanto poder, construyendo futuros enteras a partir de ellas.

Nosotros sólo conocemos nuestra versión, la que la vida nos ha dejado ver, con las casualidades que la vida nos ha preparado, mientras vivimos a espaldas de lo que podría haber pasado o en quien podríamos habernos convertido. Cargamos toda nuestra existencia con el inmaterial peso del misterio y de la duda. Como Jean-Paul Sartre dijo una vez : “El hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.”

La protagonista de Pequeñas casualidades, Julia, una chica de diecisiete años interpretada por una hipnótica y elegante Lou de Laâge, vive felizmente en una residencia de estudiantes de música. Coincidiendo con la caída del muro de Berlín, Julia y sus amigos deciden ir a vivir ese histórico suceso. Una trivialidad como dejarse el pasaporte en la habitación, creará una superposición de líneas temporales basadas en - como indica su título en castellano - pequeñas casualidades que moldearán su vida y quienes están - o dejan de estar- en ella.

*La dicha del destino y sus caprichos

El desarrollo de la trama se hilará en base a la creación de líneas temporales basadas en estas nimiedades, donde veremos el desarrollo de las diferentes versiones de Julia, su carácter y su vida. Un gran viaje desde el comienzo de una vida hasta el final de esta, marcado por la batuta de los caprichos del destino, nos hará replantearnos la vida, donde nos encontramos y donde nos podríamos encontrar, pese a que estos planteamientos siempre acaban por desembocar en las tinieblas de la ignorancia.

Lo más destacable es el tratamiento del tiempo, y cómo se crea un multiverso de posibilidades albergadas en una misma mujer. Quizá se peca de ambición y es algo desmedida en la cantidad de líneas temporales, aunque el metraje sabe situarnos y diferenciarlas bien entre ellas. La puesta en escena resulta vital para la memoria del espectador en base a las diferentes Julias, que de manera notable te hacen ubicarnos en la dimensión pertinente. El color y las actuaciones marcan el tempo de cada historia y de cada suceso, pintando así las secuencias del color de la suerte o la desgracia.

Unos personajes humanos que reaccionan de forma humana a los reveses de la vida, ayudan a conformar esta aura azarosa que la película desprende, que se siente verosímil por la evolución de estas. Ni los golpes de suerte quizá lo sean a largo plazo, ni las desgracias no traen nada bueno. Si convence es porque se asemeja más a la vida que a lo que estamos acostumbrados en la ficción, pues la vida no tiene caminos felices o tristes, simplemente caminos, algunos más pedregosos que otros, pero caminos al fin y al cabo.

*Conclusión

Como si de una broma metareferencial del destino se tratase y por casualidades de la vida, escribo la crítica de Pequeñas casualidades, una cinta sensible a la misma vez que ambiciosa, que nos habla del azar y del destino, creando así toda una sinfonía a la vida y las infinitas ( y maravillosas) posibilidades que ésta alberga. El destino está escrito, pero si algo nos enseña esta película, es que se reescribe cada instante.

Escrito por Mario Peña Pérez
Cinemagavia
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