Yakuza

Esta película lo tenía todo para gustarme: Robert Mitchum, yakuzas, una ambientación estilo "neo-noir" en Japón, buenos títulos de créditos y un protagonista que dice " ya estoy demasiado mayor para esto". En fin, todo apuntaba a que me iba a gustar. No sé si fue el ritmo, las excesivas explicaciones sobre la yakuza o que la vi a las tres de la tarde después de comer, pero Morfeo fue más poderoso que el señor Mitchum.

Al menos me dió tiempo a ver toda la introducción y parte del nudo. Como la tenía puesta a un volumen considerable, la fui viendo a cachos, como quien se ve un partido de fútbol en una página pirata. De esta manera me enteré más o menos de lo que iba sucediendo.

No puedo decir que sea mala, pero yo no me suelo dormir con ninguna película, ni siquiera cuando era pequeño, y con esta no tardé ni tres cuartos de hora en caer. Al final sí llegué despierto y espabilado, y me gustó. Es muy probable que algún día la vuelva a dar una oportunidad.

Le doy, probablemente, un injusto cuatro porque no puedo aprobar una película que me ha dejado sopa.

Muchos valoran el cine moderno, sin ser conscientes que parte de una base que desconocen...
Donde todo nace de películas como esta...
Una vez uno ve esta película, ve la influencia que ha podido tener en películas como Black Rain o Kill Bill...
La historia sencilla, con venganzas, catanas, dedos meñiques, tatuajes, y un desenlace de categoría...
El honor, la traición, la amistad, las tradiciones...
Plasmando las ideologías que mueven a los personajes y adentrándonos ligeramente en la cultura japonesa...

El código de honor entre los mafiosos japoneses se pone en juego una y otra vez en este interesante film sobre asuntos pendientes, amenazas y favores; se mueve por su cultura e historia y va dejando mensajes sobre la guerra allí sucedida, siempre con una impresión de que se asiste a cine negro grabado en Japón, por lo que nunca se pierde el estímulo de seguir viéndola, no profundiza mucho en la política o en el mercado negro, pero sí que presenta una historia nostálgica a tres bandas sobre valores orientales, sobre deudas o cargas, sobre la culpabilidad y la conciencia de cada uno, siempre es fiel con lo que cuenta y la tensión no decae, quizás esperaba una película con un mayor choque cultural que queda resumido en las escenas de acción mezcla de Kurosawa (salvando las distancias claro) y Peckinpah (también saltando las distancias).

La película nos adentra en la mafia japonesa, los Yakuza, organización criminal que agrupó a los Rônin, mercenarios ambulantes que derivaban de los antiguos samuráis, cuando estos ya no tuvieron cabida en la era moderna. Más allá de la organización, la película trata de sus códigos de honor, que a menudo nos resultan tan extraños a los occidentales. Y francamente, conocerlo me ha parecido muy interesante.

Ahora bien, respecto al hilo narrativo de la película, el hecho de que un americano sesentón acabe prácticamente con todo un clan de los Yakuza, me parece, cuanto menos, osado.

Por otra parte, considero que Robert Mitchum desprende poco carisma y respecto a las coreografías de las batallas, da la impresión de que no estaban dirigidas por Sidney Pollack, sino por algún experto de cine nipón de acción. Lo de los fallos de script en estas escenas, también sorprende (por citar algunos: las heridas de Mitchum).

Para concluir, en cuanto al ritmo pausado de la película, es cierto que va en línea con el cine de Sidney Pollack, como “Memorias de África” (1986) o “La tapadera” (1993)…. Y, además, es un ritmo característico de la década de los setenta, tan divergente en cuanto a temáticas, pero tan similar en cuanto al ritmo de las películas.

No sólo para quienes están obligados a saldar sus deudas en la película, sino también a veces para el espectador. Durante la primera media hora "Yakuza" es un excelente retrato de la cultura japonesa con sus códigos de honor y plantea un más que interesante caso en el que se ve involucrado el personaje de Robert Mitchum (cuyo papel encaja además a la perfección con su perfil de actor). Incluso los intérpretes nipones son fácilmente identificables para los occidentales, lo cual es un punto a favor también.
Sin embargo, por mucho golpe de efecto que quiera dar por momentos Sydney Pollack, muy buenas escenas de acción y mucha trama, es precisamente la confusión a la que deriva el argumento la que termina por lastrar todas las buenas intenciones convirtiéndose también en una carga (no tan dura, pero podría haber sido más liviana).
No es una mala película, pero sí mejorable. Habría que pulirla un poco.
Mi nota: 6,9