Yakuza

Film sobrio, compacto y elegante que destila melancolía y que hace hincapié en el honor y la justicia. Disfrazada de cine negro vemos una fábula sobre amor, amistad y compromiso, ambientada en un Japón acogedor e intimista.
Con un argumento bien pensado y sobradamente elaborado, vamos acercándonos a la vida de tres personas atrapadas en un triángulo que desata unas consecuencias que a priori, ninguno de los tres es capaz de prever. El ritmo de la película hace honor a la misma: sin pausa, pero comedidamente, va desgranando una historia que parece guardar continuamente un as en la manga; un as lícito y nada artero, dicho sea de paso, pues las sutiles sorpresas que nos va deparando no hacen sino reforzar la historia, y para nada dejan la impronta del tan consabido artificio cinematográfico del “ahora no lo ves, ahora lo ves”, al que tan acostumbrados estamos últimamente por desgracia.

Film donde podemos observar el pulso y las buenas maneras de Sidney Pollack, huyendo de los tópicos de este género y en el cual descansa la trama en sus personajes, pero sin obviar las grandisimas escenas de acción, que no tienen nada que envidiar a directores como Tarantino, Scorsese y demás. El trabajo de Mitchum y Ken Takakura es soberbia donde el peso de la película cae sobre ellos, existe una química de principio a fin y es dificil olvidar esa "amistad" y el gran sentido del honor que les dotan a los dos personajes. Por último como no hablar de el guión de Robert Town y de un primerizo Paul Schraeder, que más adelante junto a Martin Scorsese
crearía dos de los mejores films de finales y principios de los 80´s. En resumen una pequeña obra maestra que ningún buen amante del séptimo arte se debería perder.

Sidney Pollack nos ofrece en este film una vertiente algo diferente del cine negro americano en el que en vez de inteligentes y desalmados gangsters, contamos con la presencia de honorables yakuzas.

La mezcla de temáticas del género negro con las tradiciones japonesas podrían parecer opuestas, y sin embargo tenemos una historia que sabe aprovechar los elementos comunes de temáticas tan dispares en la construcción de los diferentes misterios de la trama. Incluso la clásica "femme fatale" no es tal, si se observa desde la particular óptica de la cultura japonesa.

Las interpretaciones de Robert Mitchum y Ken Takakura son excelentes y tan sutiles que es un placer ver como dos personas que sienten recelo el uno del otro llegan a quererse como hermanos.

A nivel realizativo es interesante ver el uso de lentes angulares que deforman las líneas rectas de los escenarios, en especial cuando el choque entre culturas está presente y la tensión se masca en el ambiente. Una forma inteligente de aportar una sensación de desasosiego.

Black Rain debe mucho a esta cinta.

Yakuza es sin duda alguna una de las mejores cintas de Pollack y de Mitchum, y sin embargo una de las más olvidadas. Todos los elementos de la obra encajan a la perfección: La dirección, las actuaciones (destacando la del japonés Ken Takakura), la excelente banda sonora y sobre todo, el guión de Paul Schrader (Taxi Driver, Mishima: Una vida en cuatro capítulos, etc.) y Robert Towne. Una obra entretenida, seria y sobre todo con una ambientación melancólica que logra emocionar al espectador. Las escenas de acción son igualmente buenas y sin disonar con el toque triste que envuelve al film.

Yakuza es una de las mejores películas del género homónimo y sin duda alguna la mejor de todas las películas sobre la mafia japonesa realizadas fuera del país nipón. Es una lástima que esta gran obra haya quedado relegada a un segundo lugar dentro de la filmografía de Pollack y Mitchum cuando es una de las mejores.

*Planteamiento

Yakuza comienza con una explicación concisa y breve sobre el origen histórico de la Yakuza. Tras esta presentación nos introducen a Harry Kilman (Mitchum). Este personaje es un veterano de la II Guerra Mundial que formó parte de las fuerzas de ocupación estadounidenses en Japón. Enamorado de su cultura marchó de vuelta a América dejando profundos lazos en el país.

Kilman debe volver a Japón debido al secuestro de la hija de un viejo amigo involucrado en tratos con la Yakuza. En todo momento esta idea sirve para introducir al espectador ante este desconocido mundo. Esto se debe a que Sidney Pollack era estadounidense. Por ello era plenamente consciente de que su acercamiento al fenómeno de la Yakuza lo haría desde una perspectiva y una lógica occidental.

Teniendo en cuenta este conjunto de matices, Pollack va desmenuzando el conjunto de reglas culturales de esta organización criminal. Para poder mostrarlas al espectador occidental y que sea sencillo seguir el hilo de la trama.

*Personajes

La configuración del elenco de personajes en Yakuza está realizada con gran solvencia. En ningún momento la presentación de Japón resulta un pastiche. De hecho las diferencias entre occidente y oriente suponen uno de los motores de la trama y uno de los ejes principales entre el personaje de Ken Takamura y Robert Mitchum.

Sus personajes masculinos son melancólicos y ciertamente lacónicos. Su código de conducta y su rigidez les hace muy complicada la resolución de conflictos internos y de sociabilidad. Puede parecer que estos problemas se deben al conflicto occidente y oriente.

Pero Yakuza también señala que ambos personajes protagonistas son veteranos de la II Guerra Mundial en el pacífico y que han sufrido heridas en el alma bastante profundas. Haciendo que su relación tenga cierto sentido de intimidad en medio de toda la violencia criminal.

*Cuestiones técnicas

El modo que emplea Pollack para representar las diferentes escenas que aparecen en la película resulta muy inteligente. Abundan los planos generales de los espacios japoneses. En Yakuza hay especial atención en la filmación de los personajes y en sus protocolos de presentación y trato entre ellos.

Estas cuestiones técnicas también se aplican a los espacios del Japón de los años 70. Por un lado están las férreas tradiciones milenarias, por otro está la fuerte influencia de la ocupación americana, formando conjuntamente, una simbiosis en este país.

Es importante también el tratamiento técnico que Pollack utiliza a la hora de filmar la acción y la violencia. Esta está bastante bien construida y en cierto modo resulta muy tributaria de Sam Peckimpah en el montaje. Ya que alterna planos de los protagonistas disparando o luchando con espadas con los planos de los enemigos cayendo a cámara lenta.

La violencia en Yakuza no resulta glamurosa, es más, la sensación de peligro sobre cualquier personaje se cierne completamente sin saber qué pasará en cada momento y creando unas coreografías de combate bastante efectivas.

*Conclusión

Sin ser una película japonesa, Yakuza supone un gran título dentro del cine negro y en especial en el subgénero de los mafiosos japoneses. El rostro melancólico de Robert Mitchum imponen un gran carisma y presencia por toda la cinta.

Uno de los aspectos que más me gusta del cine de los 70 y que luego en los 80 se desvirtuó completamente, es que los personajes masculinos de acción resultaban más profundos y humanos que los tipos hipermusculados y ejércitos de un solo hombre que arrasaban con todo.

Me gusta ver en Yakuza a dos hombres en su cincuentena, con sus problemas sentimentales y remordimientos por confesiones no dichas y cómo esto se desarrolla. Pollack finalmente crea una película respetuosa con oriente aún desde una óptica occidental y sobre todo una buddie movie de lo más interesante. Totalmente recomendable

Juan Carandell Rojo