Demolición

Interesante reflexión sobre el dolor y la pérdida (o el dolor que surge de la perdida) que funciona de manera sorprendentemente bien a pesar de lo insólito de la propuesta. La historia de este reciente viudo incapaz de expresar sus emociones más allá de desmontar (literalmente) todo cuanto se pone a su alcance, es curiosa y funciona en la premisa de apoyarse en un inmenso Jake Gyllenhaal que vuelve a componer uno de es personajes que tan bien interpreta a medio camino entre la introspección y el misterio (tiene una mirada privilegiada para eso). Fuera de todo eso “Demolición” es un interesante drama, bien rodado, mejor interpretado y con una especie de extraño ritmo que, a pesar de ser lento, nunca decae (siempre suceden cosas, siempre avanza). Si a eso le sumas una Naomi Watts esplendida, entonces nada puede fallar. Eso sí, este no es un drama corriente, no sucede en los espacios comunes del drama con lo que puede que desconcierte un poco al espectador. Aunque hay que darle una oportunidad. Es un buen drama y una inteligente vuelta de tuerca sobre el dolor que nace de la perdida.

Veo "Demolición" la película que dirigida por el estadounidense Jean-Marc Vallée, está protagonizada por Jake Gyllenhaal, Naomi Watts y Chris Cooper. Esta obra que emplea el género epistolar (con gran acierto el realizador utiliza el recurso de escribir cartas a la empresa de vending para montar en el metraje los flashbacks necesarios a fin de que el espectador conozca la vida pasada y actual del protagonista), cuenta con una excelente música, un guión novedoso, una mayor profundidad en los planteamientos de lo que parece a primera vista, una impecable interpretación de Gyllenhaal en la piel de un exitoso broker en estado de shock que no sabe manejar el duelo, una sobresaliente fotografía (que da a la película un halo de los años 60/70) y un estupendo ritmo, a pesar de que en ciertos momentos me ha parecido un film exagerado y me hubiera gustado una mayor implicación del personaje de Watts. Interesante, de 6,2.

Demolition es Jake Gyllenhaal. No podríamos entender el desarrollo de la trama sin la centralidad del personaje. Todo gira en torno a él, y lo hace artimicamente. Es la piedra angular que al tambalearse provoca el derrumbe de toda la arquitectura vital del protagonista. Por momentos marcada por una lentitud meditativa, en otras ocasiones avanzando a ritmos frenéticos. Gyllenhaal encumbra una sobresaliente actuación, humanizando al protagonista y tensando constantemente la línea entre locura y cordura. Todo por deconstruir su vida, derrumbar un pasado que lo atormenta y un presente del que se siente cautivo. La muerte de su mujer servirá como detonante y catalizador de la trama que transitará por la senda del la búsqueda interior de uno mismo, expresada en la demolición de cuanto le rodea.

Vallée es un director ecléctico que pone su saber cinematográfico al servicio de diferentes proyectos y le gusta arriesgar. Se agradece. Desde adaptaciones a guiones propios y ajenos se la juega con desigual fortuna pero siempre dejando su impronta personal. En sus últimos trabajo apuesta por descargar todo el peso en el actor o actriz principal y aquí Gyllenhaal no le falla, en una de sus mejores composiciones. Un actor que no para de crecer y que al igual que Vallée procura no encasillarse en ningún modelo. La factura es notable y la primera media hora entronca con una poética surrealista no exenta de humor que promete mucho (las cartas a Champion y sus encuentros con Watts) pero poco a poco el guión de Bryan Sipe se va encasquillando cada vez más en un trasfondo evidente cuyo desarrollo no acaba de encontrar el norte, se torna repetitivo por momentos y se rinde a un final complaciente alejado de la propuesta inicial. Entre medias personajes que buscan su identidad y en distintos grados deben atreverse a romper muchos miedos interiores para poder encontrarla y como decía Aute: reivindicar "el espejismo, de intentar ser uno mismo".

Toda la película es una metáfora. Lo que demuele el viudo, un portentoso Gylllehaal es su pasado de no saber corresponder a su mujer, que lo quería, pero que él no supo cuidar.
Todo lo demás es un guión inteligente que sirve de contexto.
Todos los personajes están en su sitio. La Karen que interpreta Watts es también frágil y aunque se insinúa nque estarán juntos, ella y Davis en un futuro, se deja todo abierto.
Es una película distinta, de lo que no se ve mucho. Todo lo contrario de las tan manidas comedias románticas.
Y otra cosa que no suele verse. La película gana puntos conforme avanza.