Hablamos de una serie de ciencia ficción mítica y de culto en Gran Bretaña. Se estrenó en el 63 y permaneció hasta el 89 batiendo todos los récords de permanencia. Vamos, que a diferentes generaciones de británicos les cayó en gracia aguantando el paso del tiempo y sus modas. Mayor merito si tenemos en cuenta que el personaje protagonista del Doctor ha ido cambiando de actor a lo largo de los años.

No he visto ninguno de los capítulos de esa época y no sé si se llegaron a estrenar en España. Me acerco a ella en una nueva etapa o segundo periodo que arranca en el 2005 y que aún continua con notable éxito y ya va por su sexta temporada. Es lógico pensar que gran parte de ese éxito se debe a la nostalgia del público británico por recuperar una de sus series mas populares. En España se está emitiendo en abierto en el canal Boing.

Básicamente nos narra las aventuras en sus viajes a través del tiempo de un personaje alienigena que se denomina a si mismo el Doctor, último representante de una raza extinguida denominada "señores del tiempo". En una de sus estancias en la tierra invita a una joven del Cardiff obrero a que le acompañe en sus andanzas. Para sus desplazamientos temporales utiliza una nave llamada TARDIS cuyo sistema de camuflaje ha quedado bloqueado asumiendo la apariencia externa permanente de una caseta de policía y constituyéndose como uno de los iconos de la serie.

Planteada en origen como serie de bajo presupuesto, parece que sus planteamientos imaginativos y sencillos calaron en un público familiar en una época donde el tema OVNI estaba en auge. Su sintonia a base de una incipiente música electrónica da fe de ello.

Así pues y sin todo ese bagaje nostálgico, aunque pueda recordarnos a otras series que si pasaron por aquí (El tunel del tiempo, Perdidos en el espacio...etc) nos sorprende el aire "kitsch" de esta etapa contemporánea, argumentos y actuaciones totalmente fuera de los cánones de la credibilidad y que apuesta por que nos dejemos llevar por una fantasía que bebe directamente de los cómics y novelas "pulp", con un humor muy de las islas y aunque en principio me ha producido un rechazo, al final reconozco que se puede pasar un buen rato y ser un contrapunto desenfadado al aluvión de series "serias" de ciencia ficción y alienigena que pululan por todas las cadenas.

Considerada como drama, tiene sus momentos a tal efecto muy logrados siempre combinados con el disparate y la iconografía sesentera.

Algo tendrá este Doctor Who para que sigamos acompañándole por todo lo largo y ancho del universo mundial.

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A veces no es necesario un argumento o una meta determinada hacia dónde queremos caminar, solo hay que detenerse lo suficiente para mirar con atención aquello que nos provoca sensaciones, emociones y nos invita a imaginar una historia, a suponer o inventar un relato sobre los rescoldos de la historia real que se desvanece como todo.

El rostro y la figura de Eduardo / Gilda Love en su novena década invitan a ello y se mimetizan con el barrio chino de Barcelona; aún resisten con humildad y precariedad en los ecos que si prestas atención aún resuenan entre el laberinto de sus casas y azoteas libertarias.

Es cierto que el director Enric Ribes condiciona la mirada bajo un prisma estético del que su directora de fotografía Anna Franquesa Solano saca buen partido.

En mi caso aflora la sensación del paso del tiempo, de la corta distancia entre esa niña y el anciano, de lo efímero de la existencia, del apurar la vida cada segundo, arremangarse el pasado brillante y doloroso, pintarse el corazón y tomando prestado a Lorca, como buen mariquita cantar en las azoteas, mientras los vecinos sonreímos en nuestras ventanas postreras y la tarde se pone extraña de peines y enredaderas.

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Un producto envasado al vacío (de contenido) envuelto con un atractivo diseño de personajes setenteros que comienza con fuerza en su planteamiento, desaparece y se diluye en su nudo con gags de los minions y acaba con un desenlace sobado y cansino de traca multicolor chino californiana.

Nuestro "villano favorito" merecía mejor atención a sus orígenes y a un servidor los minions le hicieron siempre la gracia justita. Supongo que los más pequeños y poco exigentes pasaran un rato distraído. Los que los acompañamos estamos ya muy acostumbrados a que las "películas para niños" en el fondo miren más que de reojo a los adultos y en ese sentido e.l trío de directores vienen a ejercer de los tres monos sabios japoneses.

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Queda claro que hasta la fecha la directora Hansen´Love goza del privilegio de hacer el cine que le apetece o necesita hacer al margen del espectador, gustos y modas. Todo un lujo que deviene en un cine personal y por momentos intransferible acotado a sus sentimientos personales.

En este caso su amor por la obra de Bergman y el espacio que habitó desde comienzos de los 60 en la isla sueca de Faro, donde rodó varias de sus películas, donde acabó retirándose hasta su fallecimiento y donde permanece enterrado, son el escenario donde lo sagrado, la presencia casi fantasmal de Bergman, se mezcla con lo profano, ese "parque temático" en torno a su figura.

Y en ese marco surge una metaficción fílmica, un ensayo sobre la libertad de creación del autor, donde la ficción se alimenta de la realidad y viceversa y la forma en la que los autores están condenados o no a conciliar sus vidas familiares con el desempeño de sus obras. ¿Hubiera Bergman o Chaplin creado sus obras si hubieran tenido que cambiar pañales?. Surge también, muy oportuno en los tiempos que corren la dicotomía entre la genialidad de la obra de un artista como Bergman o Picasso y su comportamiento en su vida privada poco ejemplar. Hansen-Love adereza el conjunto con sus propias vivencias con su pareja el director Olivier Assayas y juega con sus alter egos de sus dos protagonistas, donde se luce Mia Wasikowska. Ficción y realidad vuelven a encontrarse en un continuará abierto y esperanzador cristalizado en un hermoso abrazo a lo tangible.

Y dicho todo lo cual, no me emociona esta entrega como sí lo hicieron otras de sus películas y me acojo al magnetico fluir de la mirada de esta sobresaliente narradora y a disfrutar de sus momentos mágicos en los que espectador y autor comulgan con la cámara al ritmo de una música seductora.

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Una más que grata sorpresa esta divertida y entretenida comedia que juega con el thriller y sobre todo ofrece una extensa galería de personajes que tienen cosas que contar tanto individualmente como en sus relaciones que nacen fruto de compartir horas de trabajo a la comunidad por sus delitos y faltas. Un equipo de cinco guionistas se encarga de ello y aunque a veces cargan las tintas en algún personaje y reiteran los chistes, en general el resultado es equilibrado y satisfactorio.

Cada uno de los actores y actrices exprimen el jugo del rol de su personaje y cuentan con el lujo de un Christopher Walker que a sus 78 años en el momento de rodar la serie, sigue demostrando que se encuentra en forma regalándonos perlas de su maestría.

Todo es deliciosamente inverosímil. Subraya en la mayoría de los personajes principales problemas familiares, búsquedas de identidades y un sentido de la amistad por encima de clases sociales e ideologías. Ofrece un disfrute relajado nada desdeñable y nos invitan a una tercera temporada.

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