Vuelo 478

"Aftermath" es una película que aborda temas profundos y emocionales, pero que también presenta algunas limitaciones en su ejecución. La película tiene elementos que pueden atraer a ciertos espectadores, pero también puede no ser del gusto de otros debido a su ritmo pausado y su enfoque en la tragedia.

Uno de los puntos destacados de la película es la actuación de Arnold Schwarzenegger en un papel dramático. Schwarzenegger demuestra su versatilidad como actor al interpretar a un hombre devastado por una tragedia y en busca de respuestas y consuelo. Su actuación es convincente y añade una capa de autenticidad a la historia.

La premisa de la película, basada en eventos reales, es conmovedora y plantea preguntas interesantes sobre la responsabilidad y la culpa en situaciones de tragedia. La película se centra en la búsqueda de justicia y en la necesidad de encontrar sentido en medio de la pérdida, lo que puede generar reflexión en el espectador.

Sin embargo, "Aftermath" también tiene críticas en cuanto a su ritmo. Algunos espectadores pueden encontrar que la película avanza de manera lenta, lo que dificulta la conexión emocional con los personajes y la historia. Además, la película es bastante sombría y se adhiere a un tono melancólico a lo largo de su duración, lo que puede no ser adecuado para quienes buscan un entretenimiento más ligero.

La dirección y la cinematografía son competentes, pero no especialmente destacables. La película opta por un enfoque visual sobrio que coincide con su tono general.

En resumen, "Aftermath" es una película que aborda temas serios y emocionales con la actuación destacada de Arnold Schwarzenegger. Sin embargo, su ritmo pausado y su tono sombrío pueden no ser del gusto de todos los espectadores. Si estás interesado en explorar temas de culpa, responsabilidad y pérdida en una película con una actuación fuerte de Schwarzenegger, podría valer la pena darle una oportunidad. Sin embargo, si buscas una película más ligera o con un ritmo más rápido, es posible que esta no sea la elección adecuada.

Bien, crujo los huesos de mis dedos y al lío. A ver por dónde empiezo.
Los que han hecho este bodrio no tienen la culpa, pero no puedo dejar de poner verde a esos cerebros (por decir algo) de las distribuidoras españolas que deciden cambiarle el título para literalmente estafar al público potencial.
La palabra “venganza” tiene un hipnótico poder para estos cenutrios, que se empeñan en ponerla cada vez que les sale de sus partes. Hay infinidad de títulos en los que la usan sin venir a cuento, pero esta vez se han pasado treinta pueblos. ¿Qué venganza ni qué niño muerto? Puede que haya algo de eso en la película pero es testimonial y ni muchísimo menos es el eje argumental. ¡No tenéis vergüenza!
Si uno se pone en el (arrugado y fofo) pellejo de Arnold, se puede entender. Ha estado encasillado durante décadas y por su edad ya no tiene nada que demostrar. Tampoco necesita dinero. Es muy comprensible que en su vejez esté dando un enfoque radicalmente distinto a su carrera. Está haciendo películas muy alejadas de lo que hacía antes y que le den la posibilidad de actuar mucho más allá de lo que es pelear y disparar.
También es algo coherente. Ronda los 70 años, aunque aún haya actores de acción de esa edad que se empeñen en seguir con lo mismo.
El cambio de papeles de Arnold es brutal. El hombre hace su esfuerzo por dar vida a un personaje atormentado, y hasta es capaz de llorar y todo. ¡Lo malo es que está resultando un cambio a peor!
En fin, esto es un drama independiente minimalista puro y duro, de los que suelen emitir los sábados y domingos a la hora de la siesta en televisión. Y la palabra clave es esa: siesta. Desde aquí hago un llamamiento a las autoridades sanitarias para que dejen de recetar química a las personas con problemas para conciliar el sueño. Sería mucho mejor para el hígado de estos pacientes, que en vez de tomar pastillas se pongan esta cosita tan “divertida”. ¡Da muchísimo sueño! En serio, he cometido el grave error de verla después de almorzar, y me he quedado dormido por lo menos cuatro veces. Pero lo más lamentable es que, dándome cuenta de eso, tiraba para atrás y me percataba de que no me había perdido absolutamente nada.
Esta película es como la “nada” de “La historia interminable”: el vacío que queda. La lentitud narrativa es tan extraordinaria que es capaz de mostrarnos a Arnold caminando por un pasillo desierto durante lo que se me antoja una eternidad. Y esos silencios tan profundos, ¡qué “estilo”, qué “intensidad”!
Señores, no se puede hacer una película de hora y media (ejemplo práctico de la relatividad de Einstein, pues parecen más bien cuatro) con unos hechos reales que cualquier telediario los despacharía en dos minutos como mucho. ¡No hay suficiente historia! Lo triste del argumento no es suficiente para hacerla buena, cuando todo es tan aburrido y vacuo.
Hay que reconocer que el problema no es que la haya hecho Arnold y no pegue ni con cola. Si la hubiera protagonizado cualquier otro, seguiría siendo igual de mala. ¡Por las rastas de depredador! Este hombre antes decía “volveré” y aquí la frase con más enjundia que dice es “tengo que limpiar”. Al menos “Maggie” (que también era mala de narices) te picaba con la curiosidad de ver cómo iba a terminar. Aquí no han sido capaces ni de eso. Otra de sus peores películas es “Junior”, pero aquella era mala porque simplemente no tenía ni puñetera gracia. Aquí se trata del problema contrario. Es extremadamente seria y dramática, pero lo hacen tan mal que el único que da pena es Arnold y solo siento otra cosa más: aburrimiento infinito

Es contradictorio lo que voy a decir pero lo mismo que te empuja a ver este tipo de películas que es la presencia del héroe de acción por excelencia de los 90, también te tira bastante para atrás, una vez que a pesar del engañoso titulo español, lo que te encuentras es una especie de dramón de tomo y lomo.
Y digo especie de drama porque aunque el tema que trata es basado en hechos reales y es tan doloroso, cuesta ver creer en SCHWARZENEGGER, otra cosa que no sea su arquetípico papel de acción y repartiendo mamporros a diestro y siniestro, dicho lo cual la verdad, se esfuerza muy mucho por parecer hasta cierto punto creíble, y no esta del todo mal.
La historia avanza con bastante lentitud hacia un final que el propio titulo nos destripa de manera indiscriminada y no estoy contando nada, porque si ya la traducción es esa, pues la mínima capacidad de sorpresa que se podía esperar de este flojo trabajo se disipa como azucarillo en agua.

Tal vez esta sea una de las películas con más carga dramática a las que se haya enfrentado Arnold Schwarzenegger, actor que se ha visto muy encasillado en su carrera al género de acción. Es ahora más comprensible ya debido a su edad (71) que se le ofrezcan papeles de ritmo más pausado.
Además es gratificante que le veamos reinventar su trayectoria y que es igual de capaz de desarrollar actuaciones de contenido más emotivo.
La película está basada en hechos reales y es un auténtico drama en el que como espectador si tuviésemos que actuar de juez no sabríamos muy bien de que parte situarnos si en el de padre que ha perdido en un accidente aéreo a su esposa e hija o en el del controlador que ha cometido un error humano y que ha quedado totalmente afectado y su vida se ha convertido en un infierno por la sensación de culpa.
La película transcurre de forma lenta y monótona que en pocos momentos nos sacan del sopor, solo en su tramo final que corresponde al desenlace de esta historia dramática que contiene una doble depresión despertará algo el interés.

Arnold Schwarzenegger, se convierte en reclamo fundamental para una película dramática basada en hechos reales, en la que un hombre decide tomar medidas contra las personas que considera responsables fundamentales de la muerte en accidente de avión de su hija y su mujer.
Los responsables de la película echan a perder la presencia y repercusión de Arnold, en un producto que no está bien desarrollado y que peca de televisivo.
Resulta confusa y bastante endeble, no hay muchos puntos positivos con los que salvarla del suspenso directo.
Lo único que puede resultar interesante, es el evidente guiño a uno de los papeles míticos del intérprete, pero eso no sirve para salvar semejante producto de la vergüenza. Terminator, no está para estas bromas de mal gusto.