Mis tardes con Margueritte

Es muy curioso que Mis tardes con Margueritte haya sido en España un pequeño fenómeno de taquilla. Ha sobrevivido a todos los estrenos hollywoodienses sin recurrir a ninguna promoción de escándalo. Becker sigue de nuevo con un cine que de tan liviano parece pasado de moda. Es una película muy corta en la que no acontece nada extraordinario. La gracia, que ya es suficiente, está en ver cómo la Margueritte del título habla con Depardieu, el 'corto' del pueblo que, adivinen, también tiene su corazoncito. Hay mucho cliché y su éxito demuestra que hay un público que demanda historias blancas, con referencias a la tercera edad y un envoltorio cultureta. En la variedad está el gusto. Es imposible no sentir cierta estima por 70 minutos de buenas interpretaciones, buenas intenciones y resultados que, a conciencia, se sitúan en esa mediocridad que no resulta hiriente. Pero en nuestro fondo más cinéfilo, uno hubiera deseado algo más sesudo, más irónico, más consistente. Hay comidas y meriendas. Mis tardes con Margueritte es un refrigerio cinematográfico, un tentempié, que no una delicatessen.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com

Realmente lo mío tiene que ser para una tesis profunda, no sé como sigo viendo estos productos si de antemano sé lo que me voy a encontrar y más si está Gérard de por medio.

Parece que a este hombre le gusta encasillarse en el típico papel de paleto, tontaina o como quieran llamarlo, en un papel secundario a priori, donde lo que realmente busca es quedarse con el protagonismo absoluto. Sinceramente la historia no hay quien se la trague, ni quien se la crea. Un tipo más tonto que una maceta se vuelve culto de repente por compartir comida con una anciana a la hora de mirar palomas.

Pensaba que tendría más peso la historia, pero a mi me ha resultado ridícula y superficial. En fin, aquí lo dejo.

A mi me parece que tiene un encanto especial en su conjunto, y que de una forma u otra te llega a tocar la fibra.
En un mundo plagado de violencia, guerras y abusos de poder, que se ve reflejado en un cine volcado a los efectos especiales, las explosiones, asesinatos y superhéroes, en ocasiones se nos presentan historias entrañables que despiertan emociones inspiradoras.
Aquí se nos presenta a dos personajes muy alejados, tanto en edad como en conocimientos, pero que de alguna forma conectarán a la perfección, coincidiendo de la manera más fortuita posible, dando de comer a las palomas, alimentando día a día su relación de amistad. Los dos se complementan y se comprenden, uno aprenderá del otro y acabarán entrando a formar parte de las vidas del uno y del otro, forjándose una amistad que los hace crecer como personas.
Gérard Depardie y su compañera de reparto, llenan la pantalla y cubren de calor algunos huecos en el guión que resultan inconexos en algunos momentos.
Nos recuerda lo complicado que puede ser llegar al final de nuestros días, viviendo en soledad y como no hay que dejar en el olvido a las personas que nos han cuidado durante toda nuestra vida.

Mi gusto por el cine francés me llevó hasta esta película de este director el cual posee un estilo que me encanta. La primera pelicula que vi de Jean Becker fue: ``Conversaciones con mi jardinero´´ y me fascinó por lo que me sumergió la película con una historia tan `sencilla´.
``Mis tardes con Margueritte´´ es mucho mejor, no hay duda alguna que se nota la evolución del director. No abusa de la banda sonora algo que es bastante positivo en esta película pues cuando esta aparece es por algun motivo concreto y especial del filme.
Me ha gustado mucho la distinción entre amor y amistad que se observa.
En cuanto a los personajes secundarios me gustan bastante, son graciosos cada uno con su personalidad bien marcada y entre todos forman un grupo de amigos bastante verosímil y que puedes ver perfectamente en cualquier lugar.
Por último, he de decir que me ha fascinado el final de la película.

La vejez es una edad de la que aprender y que encierra saber, historia, conocimiento y capacidad de consejo para quien esté abierto a ello. Y por supuesto, como en el caso de la mujer mayor del film, capacidad para hacer que alguien con limitaciones y defectos ostensibles, pueda reencauzar su vida y enriquecerla con nuevas aportaciones inducidas, tal el amor por la literatura, por la lectura.

Esta película está basada en la novela homónima de Marie-Sabine Roger. El personaje masculino, Germain Chazes (Gérard Depardieu), es un hombre maduro y obeso que vive en una caravana, en el jardín de su madre, y su vida transcurre entre el café del pueblo y el parque público. Los demás, amigos y conocidos, lo consideran un imbécil feliz, hasta que Margueritte (Gisèle Casadesus), una anciana muy culta, le descubre el universo de los libros y las palabras. Desde entonces, su relación con los demás y consigo mismo cambiará notablemente.

Su director Jean Becker suele hacer un cine directo, humano, lleno de historias sencillas y cotidianas, un cine costumbrista pero profundo. Relata historias que nos llegan sentimentalmente hablando y empalizan con el espectador.

De los dos actores principales sobresale sobre todo Gisèle Casadesus, que interpreta a la anciana protagonista, y el genial Gerard Depardieu, que llega al espectador tanto por su personaje como desde su interpretación. No se podría decir igual del resto de la interpretación coral, pero bueno, algo tenía que fallar. Como veremos, en su conjunto la película es motivo de reflexión sobre la vida de ambos personajes en particular, y en general de lo que se ha dado en llamar las “relaciones intergeneracionales” y los importantes aportes que dichas relaciones proporcionan a quienes disfrutan de ellas.

Paleto y pueblerino, a Germain se le presenta esa fuente de conocimiento encarnada en Margueritte, y a su lado nos parece que el mundo queda suspendido: nos cultivamos, nos alegramos, nos prendemos de la pantalla. Muchas sensaciones, sobre todo porque los resortes de la historia están tan muy bien cuidados e hilvanados. Es decir, que su director Becker no vuelve a recitar ni despliega el viejo tópico de la instrucción y el progreso o la superación del hombre inculto o poco formado. Este film, más bien deja ante nosotros a un personaje consciente y que conoce exactamente sus limitaciones y defectos. Pero por la mediación de Margueritte, Germain se motiva a aprender; pero en ningún momento la historia pretende dar lecciones o vencer los peores defectos del protagonista.

Becker plantea además con flashbacks, los conflictos que fueron socavando las posibilidades de Germain, y en lugar de darse al tremendismo, los acoge como una marca más del personaje, los deja vagando en su mente y logra proponer que estos trances de su duro pasado, no resulten extemporáneos o una coartada para enganchar la emoción más sensiblera del espectador.

Creo que lo mejor de todo en "Mis tardes con Margueritte", está en que se dejan atrás los finales más trillados o tópicos del cine, y da de lleno, sin excesivo sentimentalismo, con una realidad en la que ambos personajes pueden mantener una mutua relación de entendimiento y enriquecimiento. Todo ello conforma la agradable sensación de estar visionando una porción posible de la naturaleza humana, de la vida y sus avatares. Justo lo que Margueritte busca a través de la literatura.