Están todos bien

A pesar de resultar un poco tediosa en algunos momentos y de tratar un argumento de por si ya muy manido, me ha convencido este filme primeramente por su reparto y en segundo lugar por la capacidad del director de jugar con las emociones del espectador sin caer en el exceso ni en la mediocridad. No creo que el término buena película tenga que ir unido necesariamente a, digamos, una temática "políticamente incorrecta" para los grandes estudios. Sin duda, uno de los mejores trabajos de Robert De Niro.

Tuve la oportunidad de verla, junto a su director, en el festival de cine de Dublin en 2010. Pienso que, las películas, nos gustan o no en función de lo que nos hacen sentir.
Vi mi propia familia reflejada en estos personajes, me propuse dejar de preguntar por "mamá" cuando mi padre respondiese al otro lado del teléfono, pero supongo las costumbres son eso, costumbres, y son difíciles de cambiar.
Me encantó.

Hacía bastante tiempo que una película no me ponía tan sentimental. Y lo hace, sobre todo al final, pero también desde el inicio.
Más dramático que cómico, el viudo padre de familia que interpreta magistralmente De Niro, está lleno de ternura pero sobre todo de soledad forzada y de cierto sentimiento de pérdida de la familia.
Bien realizada y con un gran reparto, no sobresale en nada en particular pero deja un buen sabor de boca.
Lo mejor: De Niro, una vez más. Recomendadísima.

Dirigido por Kirk Jones, basado en un un film italiano dirigido por Giuseppe Tornatore en los años 90. El film trata el recorrido que hace Frank Goode (Robert De Niro), por toda la geografía de Estados Unidos, tras sus cuatro hjios con el propósito de conseguir reunirlos a todos por Navidad, después que recientemente haya enviudado.

Hay que reconocer que Jones sabe “vestir” esta película en forma de un melodrama eficiente. Las localizaciones del itinerario de Goode transmiten una cierta sensación de soledad, de vacío, como reflejo del estado interior del protagonista, el cual, jubilado y tras perder a su esposa, siente que lo único que le queda para aferrarse a la vida son sus hijos. Sin embargo, éstos tienen sus propias vidas, sus propios problemas, a lo que hay que añadir un cierto distanciamiento de la figura paterna. Y es que Goode encarna a la perfección el prototipo del americano medio de los años 40-50, entregado casi exclusivamente al trabajo, mientras que su mujer era la que realmente criaba a los niños, por lo que es con ésta con la que tienen mayor confianza, que no con un padre casi siempre ausente, y sólo presente para incitarles a tomar la “senda del triunfo”, al más puro estilo “american way of life”, puesto que en caso contrario, serían unos fracasados. Por ello, De Niro-Goode, tiene una visión totalmente idílica sobre las vidas y los trabajos de sus hijos (de ahí la recurrencia a mostrarlos como niños la primera vez que aparecen en pantalla, en un plano subjetivo, que muestra como los ve en realidad su padre), visión que se desmontará totalmente tras ir a verlos a sus respectivos entornos (por ello hacia el final, desaparecen los planos subjetivos mostrando a los hijos de Goode como niños, y aparecen finalmente tal y como son en realidad).

El film de Jones transmite no sólo una sensación amarga (la constatación por parte de un padre que sus hijos no son los triunfadores que él pensaba y que se esforzó en que fueran), sino también una sensación de soledad, de dispersión. No es casual que los cuatro hijos vivan en cuatro ciudades diferentes bien alejadas unos de otros, con lo que la disgregación familiar y la dispersión de todos sus miembros aumenta la idea de crisis familiar.

Hay que decir que hacía bastante tiempo que no veía a Robert De Niro en un papel “serio”, de peso, y lo cierto es que supera con bastante solvencia el lance, aunque también es cierto que sigue estando a años luz del De Niro de hace unas décadas. A su lado, tenemos a actores conocidos como Kate Beckinsale, Sam Rockwell o Drew Barrymore, quienes en sus breves intervenciones cumplen sin demasiado esfuerzo, aunque destacaría a Rockwell.

Frank Goode (Robert De Niro), jubilado viudo con 4 hijos emancipados y diseminados a lo largo del país, que vive solo en una casa que durante los títulos de crédito iniciales se ve inmensa para un hombre solo, está ilusionado ante la inminente visita de estos (compra buenos vinos, último modelo de barbacoa, etc), ilusión que se trastoca en decepción al recibir sendas llamadas en las que sus hijos se excusan al no poder ir por motivos profesionales, por lo que teniéndose a los consejos de su doctor, de no volar debido a la fibrosis pulmonar que padece, decide emprender viaje e ir a visitarlos uno por uno, utilizando trenes y autobuses.

No estamos ante una road movie al uso, aunque en esas pequeñas pinceladas en las que vemos a Frank relacionándose con sus compañeros de viaje conocemos cosas sobre su persona, que apuntillan de forma acertada su personaje; estamos ante una adulta y muy emotiva historia sobre el descubrimiento personal de un padre hacia unos hijos a los que no conocía mas allá de lo que su mujer (verdadera confidente de estos) le hacía saber para no desestabilizar su imaginario de padre de familia modelo y esforzado trabajador (toda una vida fabricando cobertura plástica para cables de teléfono) con hijos triunfadores en su vida personal y profesional, de los que sentirse orgulloso.

Remake de "Stanno tutti bene 1990" de Giuseppe Tornatore, y una de las últimas películas en las que podemos ver el cartel de Miramax en su comienzo (la actual propietaria, Walt Disney Pictures, tras comprarla hace unos años a los Weinstein - los cuales siguen con "The Weinstein Company" - la han cerrado recientemente como distribuidora, y al parecer la va a convertir en un estudio dedicado a la tecnología digital), supone la vuelta de Robert de Niro a un papel en el que su maestría como actor, eleva una historia mínima de producción modesta a una muy interesante película, logrando que el espectador (al menos, yo) siga sus pasos con verdadero interés y cariño hacia su personaje, conmoviéndote con sus penas y alegrándote con sus alegrías, y dejándote al finalizar con la no muy frecuente sensación en este tipo de historias, de que has asistido a algo cuasi redondo en cuanto a su interés dramático.

Sigue en spoiler por falta de espacio: