La marca de la horca

Esta película, supondría para Eastwood la primera rodada en América, tras su salto a la fama con la trilogia europea de los dólares. Combina la influencias del spaguetti-western con las del western clásico norteamericano. Sin llegar al nivel de otros westerns de eastwood, consigue entretener. Recomendado para los incondiciones de de los westerns de Eastwood, entre los que yo me encuentro. Para los no muy condicionales, pueden prescindir de ella.

Pues si, una "cinta", que así es como llamábamos de niños en Calamocha a las películas, no films como decían y dicen los cursis. Y además estupenda. Si señor, me ha gustado mucho volver a verla. Una cinta sobre la justicia en aquellos territorios del Oeste de Norteamérica antes de integrarse como estados en la Unión. Territorios donde a un único juez correspondía una jurisdicción superior a la de muchos estados enteros. Y, a falta de jueces, la costumbre establecía que la justicia podía ejercerla cualquiera, a menudo el más fuerte. Este es el contexto de la cinta, centrado en una lucha entre dos grandes protagonistas: un vaquero ahorcado sin motivo por una cuadrilla de justicieros rápidos salvado in extremis por un sheriff honesto, y un juez "justiciero" de horca fácil. Una cinta de venganzas satisfechas que vacían por dentro al vengador, ejecuciones de seis en seis reos que constituyen auténticos festejos multitudinarios con venta ambulante de rosquillas y gaseosas (debía estar prohibido el whisky), cárceles inhumanas y un magnífico Eastwood, por una vez bien afeitado.

Tras sus sobresalientes spaguetti-western con Leone, y antes de otros notables del género en América como Infierno de cobardes, Eastwood protragoniza este western menor en su carrera, una historia típica con saltos algo carentes de sentido, no es un mal western, pero hay otros tan grandes que este queda a menor altura, pese a todo, merece la pena sin duda.

Está muy bien, como todo western de Eastwood. Eso sí, peor que muchas otras del mismo.
Falta sobre todo la música de Morricone. No me agradó mucho la música de la película, pero la interpretación de Eastwood es buena, al igual que la trama.
El final es bueno, me gustó.
Lo dicho, no está mal la película, lo que peor sin duda la música, que si hubiese sido otra, creo que el principio hubiese sido mejor.
Recomendada.

Alejado de la calidad de los increíbles trabajos de Clint en la incursión del género con Sergio Leone o con Don Siegel, no se puede negar las nobles intenciones del realizador Ted Fost en presentar una película que sin más pretensiones que las de entretener, consigue su objetivo de forma ejemplar.

La primera producción de Mal paso, productora de Eastwood, no podía ser más buena. Es cierto que no estamos ante un western que tenga algún elemento reinvindicable o destacable, pero eso no quita de que no estemos ante un buen film de esta temática que cuenta con una buena banda sonora y a Clint encarnando a un personaje justiciero, alejado de los prototípicos personajes solitarios que el actor encarnaba en los trabajos de Siegel y de Leone.

La película nos narra una sencilla y simplista historia de venganza que cuenta con una muy buena banda sonora y con unos personajes más que trabajados, haciéndolos bastante dignos. En especial, el personaje del juez encarnado por Pat Hingle, que posee una ambigüedad fuera de lo común con las reflexionas que nos invita dentro de un género como el western y en este tipo de producciones donde se busca provocar la mayor ensalada de tiros posible.

En resumidas cuentas, es una película que no tiene particularmente nada reseñable que la pueda hacer destacar, salvo el excepcional carisma de Eastwood, aunque algo relegado también por su perfil de justiciero. El resultado final es un ameno film sin más pretensiones que las de entretener al espectador con las peripecias de Eastwood a la captura de unos peligrosos criminales sin escrúpulos.