Cuando las luces se apagan

“Nunca apagues la luz” es un film de terror sin trampa ni cartón, sencillo pero tremendamente funcional.
El film nace de un cortometraje de 2013 llevado a cabo por el mismo David F. Sandberg, y seguramente ahí radica su mayor punto débil. Al terminar de ver “Nunca apagues la luz” queda demasiado patente que lo visto es un corto estirado. De hecho, a mi la cinta se hace tremendamente corta; peligrosamente corta, diría más. Cosa que no sé si es buena o mala. Normalmente el cine de terror, entre otros géneros, suele tener una cosa que denominamos doble cierre. Lo que en cristiano sería un falso final que simplemente precede al verdadero y definitivo final de obra. Pues la cinta de David F. Sandberg es tan elemental que carece por completo de ese doble cierre, y es por eso por lo que al terminarla te preguntas extrañado dónde está el metraje restante. Bueno, pues ese doble cierre habita en los extras del formato físico, ya les aviso. Y es tan surrealista e incluso absurdo que con todo el sentido del mundo David F. Sandberg, o quien fuera, lo dejó fuera; aun a riesgo de armar un producto muy breve.
Para todo lo demás “Nunca apagues la luz” es un producto estupendo y efectivo. Puede dejar sensación de poca cosa, de ingenuidad incluso, pero es una sensación engañosa. La película es muy adictiva, radicando todo en un guion que aprovecha al máximo el elemento que escoge para crear miedo, en este caso la oscuridad. El film además ofrece una historia con subtexto, a modo de terapia contra la depresión. ¿Será posible que el cine de terror vacío haya muerto?... ¡Pobres adolescentes!
“Nunca apagues la luz” también posee sólidas interpretaciones de un buen reparto. A Teresa Palmer ya la tenía fichada, pero es que hasta incluso me he reconciliado con Maria Bello.
Definitivamente David F. Sandberg tiene maneras para el género. Cierto que, como debutante, todavía le falta ese punto de personalidad, pero dadle tiempo.
“Nunca apagues la luz” es el último ejemplo de que el sello James Wan está contribuyendo de manera muy activa a entregar buen terror. ¿Será Atomic Monster, la productora de Wan, la nueva Hammer?... El tiempo lo dirá. Entretanto disfruten de "Nunca apagues la luz".
Por cierto, no sé si os habéis dado cuenta de lo incongruente del título en español. Aquí la titulamos “Nunca apagues la luz” cuando el original en inglés, "Lights out", significa precisamente todo lo contrario.

Es curioso que la oscuridad, como tal, pocas veces ha servido como "villana" en películas de terror.
Casi siempre se reduce a ser complemento del verdadero enemigo, contexto tenebroso para otros, o mero elemento circunstancial del conjunto.
Es algo comprensible y a la vez una lástima, porque no deja espacio a la seductora idea de que la oscuridad puede personificar nuestros mayores miedos tan solo con su presencia, aunque a la vez cualquier luz es capaz de disipar su macabro hechizo, tornando lógico lo irracional.
Pero, en unos instantes de negrura cavernosa e infinita, seguro que si entornamos los ojos lo suficiente nos imaginaremos cualquier miedo alzando su cruda mano hacia nosotros.

'Nunca Apagues la Luz' abraza esa idea, y la explota en forma de una siniestra criatura que aparece y desaparece en cada vaivén del interruptor, creando cierta tensión sobre en qué lugar aparecerá la próxima vez.
Es una idea potente, pero limitada: al segundo susto, ya deja de asustarnos que una mujer esquelética se eche a nosotros de entre las sombras. Sigue manteniendo su inquietud, que duda cabe, pero no hay un solo momento en que el sobresalto aparezca, porque avanzar a cada parpadeo de luz se acaba volviendo muy repetitivo.
Entonces la historia se convierte en un dramilla familiar rutinario, con escenas planas que solo sirven para avanzar la siguiente aparición de Diana, y con una madre, una hija y un hijo bastante perdidos como personajes ("te largaste y me dejaste sola", "mamá no me cuida", etc).

No es hasta su recta final que por fin se decide a afrontar las implicaciones de su planteamiento, y es lo mejor que puede hacer: Diana, la siniestra mujer, es una especie de espectro malvado atado a los errores de esa familia. O dicho de otra manera, se trata de una perversa conciencia susurrando al oído, de la que creemos librarnos al encender la luz, pero que regresa entre tinieblas para dejarnos más solos y desamparados de lo que creemos, como hace la propia oscuridad.
El dramilla facilón pasa a ser una peligrosa prueba, y cada nueva aparición de Diana trae aparejada la pérdida de cordura maternal: una amenaza directa hacia la estabilidad de sus dos hijos. Pero a veces no se quiere, no se puede o no se tiene la valentía de resistir hasta el final de lo que nos aterra, para quitarnos la venda de los ojos y ver por fin la luz.
Probablemente, de entre todo el muestrario de cosas espeluznantes que tiene esta historia, nada me parece más aterrador que una hija preguntando a su madre si está bien, sabiendo de sobra que no es así, mientras esta responde con sonrisa ausente que no tardará en estarlo. Diana permanece detrás de la puerta, agarrando las faldas de una mujer desequilibrada, llamándola a las sombras, y sabemos que ambas mujeres se mienten porque nunca se han sentido cómodas pidiéndose ayuda.

Diana es entonces la personificación bastarda de todo lo que callaron o tuvieron que aguantar, que permanece, como un guardián de la pena, en una casa en penumbra donde sabe que siempre va a ser bien recibida, porque no le falta dolor para alimentarse.
Siendo así, el clímax se revela increíblemente interesante, con madre e hijos que deben convencerse de que su terror es inofensivo incluso apagando las luces, cuando la noche siempre parece más peligrosa, y siempre nuestros demonios internos encuentran la manera de acecharnos entre las sombras, espoleados por nuestra propia imaginación.

No es una historia redonda, pero da la sensación de que no lo necesita.
Su simpleza es su mayor virtud: constatar que los peores miedos no se esfuman a la luz de una lámpara, sino en el convencimiento de que se pueden superar.

¡Y eso que la vi en el cine!

"Lights Out" prometía desde antes de su estreno debido a la fama mundial que alcanzó el corto que se hizo viral en YouTube al poco tiempo de su publicación. Esta película, según las caras aterrorizadas de la gente que ya había ido al cine a verla (apreciadlo en los vídeos promocionales de la película) juraba dejar ese (muy buen) corto como un trailer sin más del terror puro. Pero no fue así. Nunca apagues la luz se convierte en otra película de miedo más que los niños van a ver al cine para asustarse y luego comentar entre risas quien dio el bote más alto en su asiento, pero nada más.

¿Por qué todo el mundo dice que es una película que se alimenta totalmente de clichés?
1. Como en toda película de terror moderna, no puede faltar la presencia de la figura del niño pequeño con papel protagonista que, en este caso no lo hace del todo mal (por eso la película tiene un 2). Este niño intentará, como en la mitad de películas de terror (en la otra mitad es el niño el único que ve al fantasma o está poseído por él) luchar contra la aparición junto con su hermana (la figura protectora de siempre) que a su vez tiene un novio (la figura del incrédulo).

2. Por si estás no fueran suficientes razones, la "devastadora historia" que siempre se descubre y que es la razón por la cual la aparición está ahí, es exactamente la de la sinopsis: Rebeca vive atemorizada por una mujer (Diana) que la acosa desde que era niña y tiene algo que ver con su madre. En serio, no hay mucho más que contar sobre la razón de que haya una muerta en su casa. Fin. Con leerte la sinopsis y mirar el trailer por la noche para llevarte dos sustos, ya has visto toda la película.

La verdad es que quizá sea yo la tonta, porque la gente sabe a lo que va cuando van al cine a ver películas de ese tipo, pero yo, sigo esperanzada de ir al cine y encontrarme joyas como "Alta tensión", "May, ¿quieres ser mi amigo?", "Carrie", "Halloween", etc.

Si me preguntan, cumple su función, y si me preguntan si la recomendaría, la verdad es que sí, pero a gente que vaya a "divertirse" (asustarse y luego reírse de las caras de sus amigos), no a un cinéfilo que quiera encontrarse cine de calidad que quizá hubieran conseguido siendo un poco más fieles al corto.

Película de terror para pasar el rato a base de sustos durante una hora y veinte minutos. No aporta gran cosa al género, tan solo la premisa de un fantasma que desaparece cuando entra en contacto con la luz. El film es víctima de sus propias reglas saltándoselas a conveniencia del guión. No podría decir nada que destaque en esta peli ni para bien ni para mal a excepción del increíble parecido de la trabajadora social con Francine Gálvez. Solo recomendable para amantes del cine de terror moderno. Se merece el cinco

Y yo que esperaba ver una película de terror de calidad y me encuentro con un gran presupuesto y una idea que se ha visto miles de veces. Querido director y guionista, ¿te suena «The ring»? ¿No? ¿Qué raro, no? Porque a mí sí y esta me recordó a la anterior. Se podía haber hecho algo mucho mejor con la idea pero no es sino eso, una buena idea hecha trizas en una hora y cuarto, ¡una hora y cuarto! Y parecen dos horas.

Como siempre no son las actuaciones sino un guion de lugares comunes que cualquiera puede copiar y pegar cambiando algunas cosas y utilizarlo de plantilla para otras películas. No pierdas tu tiempo porque te va a decepcionar. Si tuviese que compararla con la música lo haría con el álbum de Bustamante «Amor de los dos», que dices, la idea está bien pero va a ser que no.