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El estrangulador de Boston

Intriga. Thriller Basado en sucesos reales. En Boston, entre 1962 y 1964, trece mujeres fueron brutalmente estranguladas por Robert de Salvo, un fontanero felizmente casado y con una vida aparentemente normal. (FILMAFFINITY)
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
23 de septiembre de 2014
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El duelo interpretativo que llevan a cabo Fonda y Curtis es de una calidad brutal. El primero, en un registro que domina con soltura y sosiego, dando vida a un investigador jefe de gran inteligencia, cualidad que Fonda derrochó en muchos de sus papeles y que llega a recordar a 12 hombres sin piedad. En el otro lado del ring se sitúa un impresionante Tony Curtis, que si bien ya había interpretado papeles dramáticos en Espartaco o Chantaje en Broadway regala quizá su interpretación más impresionante, encarnando a Albert DeSalvo.

Las escenas de Curtis están cargadas de dolor, psicología y una frialdad que hiela la sangre. Especialmente para el recuerdo, queda la mirada perdida y perturbada del actor, que condensa en una instantánea la verdadera esencia de la película. Sus escenas son las más destacadas del filme, que aumenta su valor cuando Fonda y Curtis comparten magníficos planos.

En este punto cobra especial significado la labor de Fleischer tras la cámara. El cineasta neoyorquino domina los tiempos con sutileza, mostrando los asesinatos de DeSalvo con especial cuidado, teniendo en cuenta lo reciente de los hechos. Con gran maestría, además, divide la pantalla en varias escenas que ocurren paralelas en el tiempo pero en escenarios distintos. Una fragmentación que cautiva y permite conocer al detalle el desarrollo de la trama, que tiene como testigo a un Boston oscuro, sucio y decadente, sinónimo de los acontecimientos que aterraron a su población en la tumultuosa década de los 60.

La importancia de El estrangulador de Boston reside también en su legado. La película sirvió como espejo a futuras obras que se adentraron en el tema de los asesinos en serie. Por citar un ejemplo, David Fincher bebe de este filme en su obra maestra Zodiac, llegando a emular situaciones que se repiten en uno y otro trabajo -el aluvión de llamadas que recibe la policía o la utilización de la psicología y la magia para capturarlo-. Escenas que, como en su mentora, rebajan la tensión dramática de una historia potente y siniestra, como la mirada del asesino. Unos ojos, los de Tony Curtis, que reflejan el terror que vivieron de cerca 13 pobres mujeres.

Más datos sobre estas y otras películas en el blog:
Argoderse
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3 de abril de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El relato que hace Richard Fleischer del histórico estrangulador de Boston se aparta bastante de las formas conocidas y ya sólo por ello merece una atención mayor. El experimento, para muchos abusivo, de solapar viñetas y seccionar la imagen, es un recurso útil a menudo, pero principalmente es algo que hace a la película original desde su inicio. Si a ello le sumamos los nombres propios de Curtis y Fonda, tenemos a priori muchas razones para objetar que es un título a tener en cuenta. No me quiero olvidar de los brillantes secundarios, sus nombres y sus trayectorias suponen otra suma de calidad.

Lo que más me ha gustado es su brutal disección en dos partes, y es que justo cuando la película para muchos debería acabar, en el momento en que es apresado el supuesto estrangulador, los minutos crecen exponencialmente en cuanto a atractivo e interés. Buena culpa de ello, lamentablemente por supuesto, se debe a la cruda realidad, a los terribles hechos sucedidos por parte del real Albert DeSalvo, el acusado e imputado estrangulador, además de confeso, fontanero. El que quiera saber más sobre las controversias de su imputación que acuda a Wikipedia, por lo visto ha dado mucho de qué hablar. Nosotros nos conformamos con la aproximación que hace Fleischer, que no es nada mala, ya que contó con un Tony Curtis sublime, espectacular, brillante... Personalmente me quedo con un momento puntual en el interrogatorio que padece a través de Henry Fonda y en el que en un plano corto se le salta una lágrima que va a llegar hasta la barbilla, todo ello mientras recuerda uno de sus teóricos asaltos, mientras busca en un lugar oculto de su mente lo que hizo, según él mismo sin saberlo, sin ser consciente. Pobre hombre, hasta me ha convencido a mí de que es un chalado, un enfermo mental, un pobre desgraciado... eso sí, el fontanero más peligroso de la historia del cine, qué barbaridad...
Luisito
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4 de septiembre de 2007
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El estrangulador de Boston trasciende el clásico psychothriller al uso al atreverse a reflexionar sobre una pregunta que debería formularse más a menudo dentro del género: ¿qué hay en la mente de un asesino en serie, qué lo impulsa a actuar como actúa? Fleischer no tiene la respuesta, pero nos ayuda a encontrarla llevándonos hasta el interior de dicha pisque tortuosa y bipolar, incitándonos a sacar nuestras propias conclusiones, a sentir su pánico y su dolor. Si el filme resulta tan convincente es porque en ningún momento descuida sus dos vías narrativas ni apuesta por lo banal y gratuito: dentro de la investigación policial es exhaustiva y minuciosa, dentro de la mente del psicópata es obsesiva e inclemente. Ambas vías comparten el peso de la narración con coherencia y sentido de la proporción, mudando de piel con valentía (la tardía, escalofriante primera aparición de Tony Curtis) pero manteniendo intacta su coraza de policíaco total y demoledor.

A ello contribuye el poderío cinematográfico del autor de Los vikingos. Hay que hacer memoria para recordar un hallazgo narrativo (y visual) tan acertado como el de la pantalla partida elegida por Fleischer para mostrar la acción, articulando al tiempo una brillante metáfora sobre la mente fracturada de su terrible protagonista. Una vez Tony Curtis ocupa el centro del relato, lo demás (pesquisas, falsos culpables) queda en segundo plano: su interés nunca fue plantear un whodonit, sino perfilar un hiperrealista fresco policíaco que acaba transformándose en un hiperrealista fresco psicológico. Con matices, con detalles de gran cineasta, con interpretaciones extraordinarias. Con tacto y buen pulso dramático. El estrangulador de Boston asume riesgos y los supera. Fleischer puede dormir tranquilo: nos legó una tacada de cine riguroso y superlativo que es ya, sin duda, una de las piezas más importantes del género.

Lo mejor: Tony Curtis, inmenso.
Lo peor: un poco lenta, a veces.
nachete
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27 de febrero de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quitando a Jack el Destripador, puede que el asesino en serie más famoso sea el Estrangulador de Boston, un tipo al que se le atribuyeron entre 1962 y 1964 la muerte de un total de trece mujeres de diversas edades, en la histórica capital de Massachusetts. Sobre su autoría hay ciertas dudas porque algunos investigadores rechazan que el acusado oficial, Albert DeSalvo (Tony Curtis, es obvio que es él) fuera realmente el asesino. Yo sobre esto ni entro ni salgo pero sí digo que la historia real del personaje es muchísimo más interesante de lo que aquí refleja, según el libro de Gerold Frank, Richard Flescher. Atención a cómo acaba la cosa en 1973 (SPOILER).

Sea como fuere tenemos un largometraje sobre tales hechos con una intención documental en su primera mitad y psicológica en su segunda. Como se deduce, la obra se divide en dos mitades de más o menos la misma extensión: una que narra las investigaciones para atrapar al presunto culpable y otra en la que se ahonda en la personalidad del mismo. Es decir, aunque al principio parece un thriller adusto se acaba imponiendo el drama. En cualquier caso quedan algunas incógnitas por resolver, desde las lagunas en la investigación hasta la verdadera naturaleza de Albert DeSalvo pasando por el estrambótico medium, en apariencia fraudulento (pero, ¿cómo lo hace?), lo que nos lleva a la pregunta clave: ¿Fue así todo? Pues me temo que no. No obstante, se deja ver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Reaccionario
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12 de abril de 2011
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El estrangulador de Boston es una película basada en los acontecimientos reales sucedidos en Boston a comienzos de los sesenta. Albert DeSalvo es un tranquilo fontanero padre de familia de vida normal, sin embargo, tiene doble personalidad y su segunda personalidad es la de un psicópata asesino de mujeres mediante estrangulamiento. Mató a trece personas antes de que la policía consiguiera atraparle.

La película consta de dos partes: La primera narra los crímenes del estrangulador y las pesquisas policiales de resultado infructuoso. Y la segunda muestra al criminal en un manicomio interrogado por la policía y tratado por psicólogos especializados. La aparición de Tony Curtis se hace esperar, al principio sólo se le ven los pies y el cuerpo pero no la cara. Su presencia es amenazadora hasta que finalmente vemos el rostro del asesino. Curtis realiza una de las mejores interpretaciones de su carrera caracterizado como el psicópata con un peculiar peinado que afea su rostro y unas miradas y expresiones del actor del todo convincentes. Todo el peso del filme recae sobre él en la segunda mitad. Nos muestra a una persona normal luchando contra sí misma, contra su otro yo asesino.

Un papel complejo que Curtis solventó sin problemas, un personaje atípico en su carrera con el que demostró su versatilidad. Henry Fonda es el astuto detective que consigue sonsacar el lado oscuro de la personalidad de DeSalvo. En el reparto también figuran secundarios de lujo como George Kennedy o Murray Hamilton.

La película centra gran parte de su argumento en el estudio de la compleja personalidad del asesino. Y llama la atención la forma educada de tratar asuntos de lo más escabrosos relativos a perversiones sexuales y sadismo.
Harold Angel
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