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La tierra y la sombra

Drama Alfonso es un viejo campesino que retorna después de 17 años al hogar que abandonó debido a que su único hijo padece una grave enfermedad. Al llegar a la región descubre que todo lo que alguna vez conoció ya no existe y que su familia está a punto de ser desplazada por una amenaza invisible que recorre los vastos laberintos de la caña de azúcar llenándolo todo con signos de destrucción y muerte. Ante este difícil panorama, Alfonso hará ... [+]
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
15 de febrero de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me siento orgulloso de ponerle un 3 a esta película, porque es una nota que doy desde el desconocimiento social de Colombia. Que tenga una nota alta y buena crítica de los profesionales, me dice que se trata de una película de calidad. Vaya por delante que mi crítica es desde la ignorancia, y como mero espectador.

La película narra las miserias de una familia de campesinos. El hombre de la casa enferma, y su mujer y su suegra tienen que ir a cortar caña de azúcar en su lugar para poder sobrevivir. Viven en una casa aislada, en el campo. Las condiciones laborales cada vez son peores, trabajando duro y tardando en cobrar, y el entorno no ofrece otras oportundidades. Tragedia y miseria van cogidas de la mano.

Me ha sorprendido la frialdad con que se relacionan los personajes. Son familia, pero se tratan como si fuesen vecinos, manteniendo las distancias. A menudo, incluso con hastío, diría yo.

Es una película lenta, aburrida, y que sólo busca regocijarse en las miserias de los protagonistas, más que hacer denuncia social.
echulin
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16 de diciembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alfonso (Haimer Leal) es un señor mayor que llega, luego de un largo viaje, a una vieja casa que se encuentra metida dentro de una plantación de caña, hectáreas y hectáreas que son la única fuente de trabajo para los pobladores de dicho lugar. En este hogar vive su hijo Geraldo (Edison Raigosa), un hombre que se encuentra gravemente enfermo, siendo esta la razón para ir a visitarlo luego de tanto tiempo.

Ahí también se encuentra a la esposa de su hijo, Esperanza (Marleyda Soto), además de su nieto Manuel (Felipe Cárdenas), a quien no conocía, pero también se encuentra a Alicia (Hilda Ruiz) su ex pareja, llena de rencores y odios hacia el hombre. Estas mujeres son las que deben salir a trabajar cortando caña, mientras el chico va a la escuela y el papá se queda encerrado a oscuras en casa para evitar que el polvo de los alrededores le afecte más.

Alfonso irrumpe como un fantasma, resquebrajando la rutina familiar, su llegada desestabiliza completamente el accionar de estas personas. La tierra y la sombra tiene a la cámara de testigo de un film contemplativo que habla sobre las fracturas existentes en el seno de esta familia. Tocando también temas de índole social, de acuerdo a la forma en cómo las personas son explotadas en dichos trabajos.

Es cine pausado que va creando una atmósfera y un sentimiento de turbiedad en el ambiente, secuencias largas muy bien coreografiadas, la cámara estática en varios momentos, mientras en otros se mueve con un elegante travelling. Un film con una fotografía sobresaliente a cargo de Mateo Guzmán, prácticamente una pintura en movimiento, con buenos contrastes entre la oscuridad y la claridad.

Una película de no muchos diálogos, y sí muchos silencios, con una estética muy cuidada, y con varias secuencias que desbordan virtuosismo, sin duda Acevedo derrocha talento, como también derrocha talento su elenco. Hubo un gran trabajo y dirección de actores, ya que ninguno es profesional, salvo Hilda Ruiz, quien en su juventud fue actriz de teatro.

Una premisa sencilla pero muy efectiva, triste y melancólica, una gran muestra de cine latinoamericano.
10P24H
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11 de agosto de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “La tierra y la sombra” (2015, Colombia) dirigida y escrita (siendo ésta su ópera prima) por César Augusto Acevedo. La fotografía, que es meritoria, se debe a Mateo Guzmán y cuenta con un reparto de actores naturales, a la vez que locales: José Felipe Cárdenas, Haimer Leal, Edison Raigosa, Hilda Ruiz y Marleyda Soto. Narra la historia de un hombre mayor que, después de mucho tiempo, regresa a la casa y a la familia que abandonó, pues su hijo padece una grave enfermedad respiratoria. Una vez allí descubre que todo ha cambiado y que la única salida de la familia es abandonar la casa y la tierra. Ahora bien, el filme le apuesta a una narración visual y, por tanto, contemplativa. En este sentido bien puede considerarse que estamos ante una poesía de imágenes. Por todo esto esta cinta cobró varios éxitos en Cannes y aún le falta recoger su cosecha en otros festivales de cine independiente. La fotografía gira en torno a una naturaleza alegre (los pájaros y el jardín) que se opone a una naturaleza agreste por las injusticias sociales que implica (las quemas, la ceniza, los cultivos de la caña de azúcar y los daños que le produce a la salud de los cortadores). Apuesta a diálogos sencillos y a una fotografía contemplativa para mostrar el dolor y la angustia que se vive. No hay grandes circunloquios que le den cuenta al espectador de lo que pasa. La sencillez de lo representado termina abriendo las puertas, vía imágenes y metáforas (como la casa cerrada, la ceniza en las hojas, la cometa, el canto de los pájaros, etc.), a la complejidad de la vida y a unas relaciones tormentosas, pues como dice una canción expuesta en el filme: “amor se escribe con llanto”. El sonido es precario y las actuaciones, como eran de esperar, algo acartonadas, pero no por ello choca con la estética de la película: incluso esos “defectos” terminan por ahondar en realismo y contribuyen a la emotividad del espectador. En cuanto a la reflexión a la que invita la cinta, ésta corresponde con la visión trágica del miserabilismo latinoamericano, aunque en este caso no expone la miseria y sus dolores desde el conflicto armado como suelen hacerlo muchos filmes colombianos, sino desde otra perspectiva más cotidiana, pero no por ello menos dolorosa. En la cinta, pues, se dan cita muchos elementos sociales que permiten una lectura propia de la teoría crítica, que permitirían servir de ejercicio de análisis de la realidad del campesinado colombiano puesto contra la pared por la agroindustria, cosa que bien puede extrapolarse -con mayor interés en la actualidad- a la minería, por ejemplo. En este sentido, recomiendo ampliamente el filme y no puedo dejar de sugerirla como una hermosa excusa para pensarnos como sociedad en la diada campo-ciudad. 11-08-2016.
Andres Botero
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14 de octubre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tierra y la sombra, es una película que retrata la vida de los campesinos o la vida rural de una manera profunda, llena de sentimientos y dificultades, lo cual es importante destacar una de esas dificultades como la migración de campesinos a la ciudad, donde las personas llegan buscado una mejor vida.

En este orden de ideas, según cifras del DANE muestra que las migraciones han reducido entre los años 2015 a 2020, sin embargo en departamentos como Antioquia, Bogotá, Boyacá, Cauca y Cundinamarca muestra un aumento de migraciones con un promedio de 44.233 personas entre hombres y mujeres donde siguen creciendo las cifras, pero no tanto como en 1990 al 2000 que las cifras eran demasiado altas debido al fuerte conflicto armado que había, que por obvias razones es uno de los motivos principales por los cuales migran a la ciudad.

Por otro lado, las personas se ven obligadas a dejar sus hogares en el campo y venir a la ciudad por la falta de presencia Estatal y la baja calidad de empleo que obtienen, ya que muchos se esfuerzan en su trabajo como para que les paguen muy poco por lo que hacen, sin embargo el llegar a la ciudad no les asegura que obtengan un empleo estable, por lo que muchos terminan en situaciones de pobreza y muy afectados sin poder salir adelante.

Por lo tanto, esta es la realidad en la que viven los campesinos y la realidad de un país que aun no mitiga el problema o que se encuentra contra la espada y la pared con el proceso de paz.
Natalia Sarzosa
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25 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una gran sorpresa encontramos en el pasado festival de cine de Costa Rica, y fue La Tierra y la sombra de Cesar Augusto Acevedo, su primer y absorbente filme, lleno de silencios y momentos lúdicos de maravillosa belleza y metáforas de gran significado. Los conflictos se desarrollan en una familia rural que vive de la dura corta de caña, uno de sus miembros está muy enfermo por la ceniza ocasionada por el fuego, y eso hace que el padre regrese de la ciudad para hacerse cargo de la casa mientras las mujeres trabajan (un golpe directo al patriarcado aún vigente en nuestra America Latina), pero el pasado ha regresado con el padre, los resentimientos se pegan la pared de los rostros silenciosos de una vida cansada y dura. Los conflictos son directos, fuertes sin llegar al melodrama y sin duda estamos frente a uno de los mejores trabajos de fotografía del año, en donde se muestra que la madre tierra tiene incidencia completa en las resoluciones de los conflictos. Un filme simple, intimista, nos recuerda por momentos a Bergman en su ritmo, en sus primeros planos, en sus emociones no dichas. De lo mejor del año.
CINELOCURA
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