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El ciudadano ilustre

Drama. Comedia Daniel Mantovani, escritor argentino galardonado con el Premio Nobel de Literatura, hace cuarenta años abandonó su pueblo y partió hacia Europa, donde triunfó escribiendo sobre su localidad natal, Salas, y sus personajes. En el pico de su carrera, el alcalde de Salas le invita para nombrarle "Ciudadano Ilustre" del mismo, y Montavani, contra todo pronóstico, decide cancelar su apretada agenda y aceptar la invitación. (FILMAFFINITY)
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Críticas 117
Críticas ordenadas por utilidad
30 de noviembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ciudadano ilustre

Como en las mejores familias, aquí todo se queda en casa. Mariano Cohn y Gastón Duprat, argentinos, cuarentones en efervescente plenitud, socios y amigos, fundadores y propietarios del canal norteño "Televisión Abierta", en el que han cosechado éxito tras éxito en numerosas producciones para su cadena, se encargan de la dirección de esta soberbia y demoledora cinta que es "El ciudadano Ilustre. El hermano de Gastón, Andrés (director del Museo de Bellas Artes), escribe el guion y la fotografía también corre a cargo del mismísimo Mariano Cohn. Desde el altar de la excelencia en donde sólo ofician los elegidos, este trío de formidables talentos ha construido un estupendo relato. Como justo reconocimiento mereció la Copa Volpi en el último Festival de Venecia y ha sido recientemente elegida por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Argentina para representar a su país en la carrera de los Oscar a la mejor película extranjera. Así que no estamos ante cualquier producto manufacturado para consumir y arrinconar de inmediato en el desván del olvido. Sería temerario conjeturar sobre si el destino que le espera a esta contundente realización en tan extenuante prueba son los laureles del ganador, pero sí me atrevería a asegurar que llegará muy lejos porque reúna todos y cada uno de los elementos que hacen de ella una seria candidata al título.
El espectador tendrá al comienzo la sensación de que va a asistir a un sainete costumbrista algo engolado y presuntuoso, no exento de casposo humor gaucho en algún extraviado lugar alejado de Buenos Aires sobre los interminables horizontes de la pampa argentina. Pero a medida que la historia avanza, lo que en un principio son gruesas pinceladas de hilarante comicidad provinciana pronto se convertirán en la más profunda y espeluznante de las pesadillas. El retrato de la bestialidad humana, su feroz e ilimitada ignoracia, la envidia y el odio eternamente adheridos como una segunda piel, el desprecio por todo lo que nos eleva y dignifica están fielmente reflejados en una comunidad estancada y condenada a permanecer en los orígenes cavernícolas del tiempo. Una despiadada crítica, irónica y punzante, se expresa a través de un humor ácido, correoso, casi tenebrista y unos diálogos brillantes y descarnados, donde la narración enfrenta la civilización a la barbarie, el juicio y la reflexión a la estupidez y, en cierta forma, recrea el mito salvaje de la caverna que Platón nos expuso con pasmosa lucidez.
El veterano actor, autor y director de teatro Óscar Martínez, que como ya he dicho, consiguió en Venecia el premio a la mejor interpretación, es el ilustre ciudadano que vuelve -en mala hora y después de 40 años- a sus humildes orígenes luego de haber conquistado fama y prestigio mundial muy lejos del terruño que le vio nacer. En él recaerán todas las miserias, el egoísmo y la recalcitrante pobreza intelectual y moral de un rebaño asilvestrado que se enerva hasta la locura cuando no entiende más argumentos que la sinrazón que ha conocido desde que tiene memoria.
Y si el deseo subconsciente, o esa incorregible vanidad porteña que todos cultivamos con mayor o menor perseverancia, se ha proyectado o no en la evocadora ensoñación de sus geniales creadores es algo que tampoco me atrevo a aventurar. Pero no deja de ser muy llamativo que la gloria universal que exhibe su imaginario personaje, el escritor Daniel Mantovani, pampero de pura cepa, desgraciadamente adversa a la realidad argentina, sea una distinción que ni siquiera el inmortal Borges pudo alcanzar.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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7 de enero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida película entre comedia y drama, pero que me ha gustado como caricaturiza la realidad social. Lo de menos son las exageraciones y las incongruencias. Es una película que hay que verla con cierta perspectiva, no como si los actores quisieran hacer una interpretación real de unos hechos. Una película que trasluce una cierta filosofía para que tu mismo encuadres la realidad. Me gustó, me hizo gracia, menos los 5-10 minutos finales.
Agamenon
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25 de marzo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece de primeras una película intranscendente, que cuenta algo superfluo, muy ligero, incluso banal, llegando a pensar que como eso no mejore, va a ser un auténtico mojón. Pero va creciendo y resulta ser muy interesante, como suele ser el cine argentino de los últimos tiempos.
El protagonista, Oscar Martínez, insuperable.
Braz
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27 de marzo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una primera aproximación, El ciudadano ilustre, película argentina estrenada el pasado año, funciona como una inteligente sátira social muy bien escrita, dirigida (sobria y acertada dirección y puesta en escena) e interpretada (destacando Oscar Martinez). Aquí, un escritor llega a su ciudad natal después de mucho tiempo para ser nombrado Ciudadano Ilustre después de haber ganado el Nobel de Literatura. Duprat y Cohn crean un personaje principal instruido, de renombre, nada más ni nada menos que un Nobel, que se encuentra rodeado después de 40 años por sus coterráneos más bien ignorantes de su antiguo pueblo. Así es los realizadores van a plantear este encontronazo cultural para plasmar su crítica.

Si se ahonda en su inteligente guión, además de percibir la crítica a una sociedad que se siente orgullosa de cosas que apenas conoce, el espectador se podrá plantear asimismo un interesante asunto: ¿inocente ignorancia cultural o soberbio conocimiento? El espectador se reirá del ignorante pueblerino que con su humildad festeja la vuelta del hijo pródigo premiándolo con los honores más ridículos imaginables para un halagado de semejante categoría y se sentirá culpable de simpatizar con el altanero escritor, que cada vez soporta menos todo ese circo cholulo armado de tan buena gana para él. Así, por un lado, la película satiriza a los habitantes de Salas, que son el espejo de esos fastidiosos y patéticos nacionalistas argentinos que fanfarronean con Gardel y el Papa pero escuchan solo reggaetón y son ateos, y parecen admirar la distinción por sí misma.

Por otro lado, pone contra la pared a la “persona culta” e intelectual que se siente superior por sus conocimientos. El personaje se fue de su pueblo para crecer intelectualmente, y por la vergüenza y la incomprensión no había vuelto “ni para el funeral de su padre”. Y el mismo personaje que le recuerda esto, es el que le acusa de hablar mal del pueblo en sus escritos, a lo que se defiende diciendo que aunque eso fuera cierto no es razón para menospreciarlo como artista. Así que, evidentemente, este hipócrita y soberbio escritor había vuelto, además de por un auténtico sentimiento del que nadie se puede despegar, aun cuando intelectualmente no se encuentren pares, por sus ansias de reconocimiento, ese mismo deseado reconocimiento que todos alguna vez buscamos por haber leído ese libro difícil o conocer esa canción desconocida, por ejemplo. Por esto mismo, todos vamos a sentir un cosquilleo incómodo en esa sonrisa final de satisfacción… (sin decir más para no spoilear).

En el momento del furor por esta película en Argentina escuché de gente que opinaba sobre ella diciendo cosas como, por ejemplo, que era muy divertida y por eso se merecía ser la candidata para las nominaciones en los Oscar, como si les hubiera gustado solo por lo reconocida que estaba siendo. Esta gente, que es la misma, por ejemplo, que se siente representada por Borges sin haber leído un solo cuento suyo, ¿no se da cuenta que de ella se está burlando la película? Al menos yo sí me doy cuenta de que se ríe de mí aún más maliciosamente todavía por “jactarme” de que “la entendí” y buscar así un mínimo reconocimiento por escribir esta reseña… En fin, no se salva nadie. Notable película, bastante más compleja y filosa de lo que en principio aparenta.
Valuska
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1 de agosto de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tiempo que no me pasaba. Terminé de ver "El ciudadano ilustre" y tuve la necesidad imperiosa de ponerme a escribir, casi de inmediato. Hace tiempo que no me pasaba que una película tan simple pero tan abrumadora me movilizara distintas fibras. Hace tiempo que una interpretación no me sobrecogía tanto. Sí, Oscar Martínez está inmenso y lo introduzco con generosidad en mi lista de actores favoritos. Hace tiempo no me pasaba, eso de enfrentarme a una película cuyo contenido supera el envase, en donde el celuloide tiene corazón y tiene hambre. Hambre de contar. Hambre de quedarse y perdurar. Hace tiempo no me pasaba, eso de concordar tanto con una película, desde lo "ético" y lo estético, desde la crítica y el entretenimiento. Gran historia, la de un ciudadano capaz de novelar una ilustre infamia, la de su mundo y la del ajeno.
Folco_77
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