La interpretación de Rose

Descarnado drama con intriga y suspense incluido, que no resulta muy agradable de ver pues todo lo que acontece en la historia duele de veras.
Los dos realizadores logran inquietar al personal sin necesidad de golpes de efectos gratuitos ni sustos al tutiplén. Sólo con la sugerente fuerza de la tenue pero perturbadora banda sonora y el ritmo sostenido, narrando de forma sobria y concisa, pero inexorable el devenir de sus pocos personajes.
Implacable cuando es necesario, el sufrimiento vital, la culpa, la expiación de los pecados, son fuerzas poderosas que actúan de forma controlada pero escalofriante en su resolución.
Una buena película, que se debe ver con calma, sin prisas, logrando dejar un buen sabor a cine de calidad pero no de entretenimiento al uso.
Una de esas cintas que te gustan y convencen pero no te atreves a recomendársela a lo/as amigo/as.

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La interpretación de Rose podría formar una buena dupla con Una joven prometedora, la fabulosa cinta de Emerald Fennell. Ambas hablan de abusos sexuales con enorme valentía, y ambas tienen unas protagonistas, digamos, de armas tomar, que no se andan con chiquitas en sus venganzas contra el patriarcado y el peor machismo. Porque sí, La interpretación de Rose es una historia de venganza, y ahí reside su mayor fallo, o su elemento menos interesante. Al final, no se diferencia demasiado de cualquier otra historia de este tipo.
Sin embargo, es innegable que el talento y carisma de Ann Skelly llena la pantalla, y que el resultado es francamente impactante y deja huella en el espectador. Un notable proyecto que habla sobre algo importante, que sabe cómo entretener, que indaga en las relaciones entre padres e hijos y en cómo el amor que debería existir entre unos y otros se retuerce y pervierte en ocasiones con circunstancias de lo más turbias.
Gran trabajo de Joe Lawlor y Christine Molloy.

Lo mejor: La seriedad con que afronta el tema, y la impresionante actuación de Ann Skelly.
Lo peor: Al final, es una historia de venganza, no muy diferente de otras.

Creo que ya no conecto con el cine actual, no entiendo ni comprendo sus claves, así como los registros que utiliza. No existe una sola crítica negativa entre los profesionales, y la que se encuentra más arriba en filaffinity la ha calificado con un punto, y a mi me ha gustado leerla. Yo también he votado esa crítica positivamente.

En ningún momento empaticé con sus personajes, no entendía tanta sofisticación en las escenas y las conversaciones susurrantes... y debo reconocer, que a la vez un poco ridículas.

El argumento me pareció un despropósito, alejado de esa coherencia tan necesaria para que los espectadores mas simples, entre los que me encuentro, pudiéramos disfrutar de un contexto adecuado a la narración visual.

Pues no tengo más que decir. Creo que es suficiente para que los lectores se hagan una idea de lo que opino sobre lo que he visto ayer domingo en la plataforma Netflix.

Un film que comienza insidioso pero se va desinflando avanzando el metraje. Tiene una fotografía maravillosa y una inquietante banda sonora. La protagonista(Ann Skelly) está excepcional bordando su papel, con un cargo de conciencia que ella acarrea, sin ser culpable, de su propia realidad. Se sienten los silencios incómodos, pretendiendo dar un toque onírico a sus imágenes. El hombre queda retratado como depredador sexual, sin ningún tipo de compasión. En general, el metraje no muestra la osadía que se presupone y carece de ese toque demente, actuando la desidia por inercia llevando el film por una senda ordinaria.

El dramatismo en esta película consiste en que las dos protagonistas femeninas, madre e hija dada en adopción, se queden traspuestas en multitud de escenas. Ahí, mirando al infinito. Como a punto de decir algo relevante y meditado, pero sin decir nada.

La película tiene un tempo demasiado lento para mi gusto, llegando a aburrir. No sólo por la acción, si no también por los diálogos. Esa chica que parece que le han pegado un trancazo, tampoco ayuda a darle viveza a la historia.

El que sí está bien en su papel es Aidan Gillen, "Meñique" de "Juego de tronos". Y es que con esa cara le pegan los papeles de ser un elemento de cuidado.

Es una película para que sepas lo malos y agresivos que son los hombres, y que sólo piensan en violar.