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Marcado a fuego

Western Choya (Alan Ladd), un pistolero errante, conoce a un forajido que lo convence para que se haga pasar por el hijo de un rico ranchero de Texas que fue secuestrado veinticinco años antes y del que no se sabe nada desde entonces. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
14 de junio de 2010
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy disfrutable western, muy ameno y de interés creciente a lo largo de su desarrollo, gracias a la buena mano de Rudolph Maté, un estimable director, por muchos considerado sólo como "buen artesano", pero que consiguió excelentes obras, aunque quizás más en el género de la ciencia ficción.
En este caso consigue una película amena, con un buen guión a cargo de Sydney Boehm y Cyril Hume, que adaptan con pulcritud la novela "Montana Rides" escrita por Max Brand.
Además de que los diálogos sean fluidos y la acción bien determinada y rodada, se complementa con que el espíritu del film es muy positivo, al fomentar la confianza en el ser humano, al respeto entre los seres humanos, que siempre merecen una oportunidad.
La realización de Maté no es en absoluto convencional sino que posee algunos elementos imaginativos en la puesta en escena.
Por su parte, las interpretaciones son excelentes, con característicos tan estupendos como Charles Bickford, Robert Keith (padre del actor Brian Keith) y/o Joseph Calleia, este último con ese rostro tan característico que Dios o los genes de sus progenitores le dieron.
Un buen western, que siempre se agradece volver a ver, rodado con esmero y exquisita fotografía a cargo de Charles Lang, y agrestes paisajes de, por ejemplo, Kanyon Cab, Utah (USA).
Víctor Bilbao
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11 de septiembre de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los años cincuenta los cines de barrio eran sinónimo de programa doble. La sabiduría popular tenía claro que la primera película de la sesión era el complemento, el aperitivo para entrar en calor, y la segunda era el peso pesado, la razón secreta que daba sentido a un paquete a menudo consumido entre ruido de papel celofán y frutos secos descascarillados. No es difícil imaginarse esta película proyectada como entrante de esos programas dobles.

Rudolph Maté fue un gran director de fotografía (Lady Hamilton, Ser o no Ser, Gilda) que más tarde se pasó a la dirección en películas de serie B (Con las horas contadas, La ley de los fuertes, Coraza Negra), y esta que nos ocupa realizado para la Paramount, podría formar parte de uno de aquellos programas dobles. Aland Ladd protagonizó una serie de westerns para este Estudio que compartían una curiosa característica: solía ser un pistolero fugitivo de su pasado que pretendía redimirse en el entorno familiar (Smith el silencioso, Raíces profundas), como ocurre en este melodrama disfrazado de western árido, rodado en unos estupendos paisajes de Arizona.

La película es entretenida, utiliza los tópicos del melodrama con la sugestiva idea de la vida cotidiana de un rancho a partir de la llegada de un extraño, de un desconocido que intenta pasar por conocido, con el propósito de engañar y robar a los propietarios, la tiranía de las apariencias. El film deriva hacia la apología moral con toma de conciencia incluida, tras enamorarse de la hija del patrón del rancho. Aland Ladd estrella de la Paramount en aquellos años, nunca ha sido santo de mi devoción, pues me parece inexpresivo y mediocre, aunque su físico le valiera para este tipo de personaje, los secundarios están muy bien, Charles Bickford por encima de todos.
Antonio Morales
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27 de diciembre de 2007
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El segundo western de Alan Ladd, dirigido por Rudolph Maté, yo lo recuerdo por "La ley de los fuertes". Siempre sabemos dos cosas cuando vamos a ver una peli interpretada por el, una, es que será de argumento fácil y visto, otra que nos hará pasar un buen rato, pues todas sus pelis salvo algunas, son interesantes, para verlas e irte satisfecho, no de buen cine claro... porque para mi su mejor película fue "Raíces profundas" quizás porque la dirigió un director con bastante nivel como fue George Stevens...

Si eres muy exigente no la veas pues te irás decepcionado, si aguantas un western de bajo presupuesto protagonizado por el "pequeño" Alan Ladd y el veterano Charles Bickford la puedes ver, pero vamos que no es gran cosa... decir que los mejicanos que aparecen están doblados patéticamente, en fin, eso es todo.

Saludos.
Dusty Rivers
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12 de febrero de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante western sobre la impostura, sobre los sentimientos viscerales entre padres e hijos y sobre una especie de redención de un hombre por su amor, casi a primera vista, hacia una mujer.

Memorable en su fotografía --el director, Rudolph Maté, no podía fallar en ella-- y con una realización potente y vitalista, esta obra sobresale, sin duda, por la visión de la condición humana (contradictoria y romántica) que puebla las situaciones que nos muestra su argumento.
Y el elenco actoral --muy bien los personajes, plenos de ambigüedad y de evolución psicológica-- cumple con esmero su papel.

Con una sustanciosa y vibrante primera parte; una segunda --he aquí, para mí, su defecto-- un poco más convencional, y reiterativa en su acción de persecuciones; y un epílogo emocionante y solvente, el film merece, en mi opinión, bastante la pena.

Una película, en fin, para disfrutar, sin alardes, durante buena parte de su metraje.
Luis Ángel Lobato
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9 de diciembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Branded" (marcado), es el título original a la cinta que hace referencia a la señal o lunar de nacimiento que tiene en su hombro un niño que fue raptado del rancho de sus padres cuanto tenía cinco años. Pero también parece aludir a Max Brand, seudónimo de Frederick Schiller Faust, coguionista de la obra y famoso autor de novelas del Oeste de gran éxito en EEUU.
Ya desde el principio el western tiene algo de especial. En una acción trepidante, Choya (Ladd), un maleante que gusta vestir camisas a grandes cuadros, se encuentra rodeado por todo el pueblo que quiere acabar con el. Flemático, todavía tiene tiempo para mantener un interesante diálogo con el viejo rehén que retiene y que le pregunta: "¿Tiene usted amigos? -¡Mis pistolas! ¿Y allegados? -¡Mi caballo!" En cuatro palabras queda descrita su personalidad.
Cuando escape será abordado por dos sinvergüenzas que le proponen un negocio suplantando la personalidad del niño raptado veinte años atrás. Tatuaje (Berkes), un borrachín con buena mano para el dibujo, "¿Whisky? -Es para el asma", marca a tinta el lunar correspondiente, "Tatuar es igual que pintar un cuadro". Y Jefferson, se encarga de proporcionar la información necesaria. Interesante la alusión al caballito mecedor de su infancia que recuerda un poco a "Rosebud" del trineo de "Ciudadano Kane" (Welles, 1941).
Con lo que no cuenta Choya es con la bondad y la confianza que le otorgan los Lavery encarnada en los padres (Bickford y Royle) y, especialmente en la hija Ruth (Freeman). Y eso que los primeros encontronazos dejan perlas de este estilo: "Los Lavery solo tratan con los vaqueros en los corrales", o "Se huir de la justicia, pero no contestar los insultos de una mujer". Pero la suerte está echada. ¿Podrá el amor familiar y el sentimental llevar al buen camino a un hombre descarriado?
Pues ahí está el meollo de la obra, complicada en este caso con el amor que a su vez profesa al hijo perdido, Antonio (Hansen), su familia de acogida representada por Rubriz (Calleia), un bandido mexicano de buen comer, "El estómago es mayor que el cerebro y hay que cuidarlo". Segunda cuestión: ¿es más fuerte la educación y el trato que la inclinación de la sangre?
Preguntas ambas planteadas en un excelente guion y desarrolladas con maestría con una dirección que se detiene para mostrar con detalle un conjunto de bien armadas personalidades. Lo mismo en el caso de los papeles principales que en los de reparto. Interesantes personajes muy bien interpretados.
La acción es continua, sin descanso. Lo mismo la acción física que el debate psicológico que mantienen los principales personajes. ¿Puede la marca del tatuaje imprimir carácter en la personalidad?
Bellos paisajes magníficamente fotografiados, color muy bien conseguido, lo mismo que la banda sonora perfectamente adaptada a cada momento.
Resumiendo, una notable película que animamos a contemplar y a mejorar su puntuación. No se la pierdan.
Lafuente Estefanía
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