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Las estrellas de cine nunca mueren

Drama. Romance En 1981, el actor británico Peter Turner (Jamie Bell) recibe una llamada inesperada: su ex amante, la oscarizada actriz Gloria Grahame (Annette Bening), ha sufrido un colapso en un hotel de Lancaster. Como ella se niega a ser atendida por los médicos, a él no le queda más remedio que ir a buscarla para llevársela a su humilde casa familiar, en Liverpool. Allí, mientras cuida de ella, revivirá todo lo que les unió durante años, y también ... [+]
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
19 de mayo de 2018
38 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que el hecho de que Paul McGuigan, un director nada especial, fuera el responsable, o el que la película fuera despreciada en la última edición de los “Oscars”, el caso es que personalmente esperaba encontrarme con un film curioso, pero ha supuesto una sorpresa, porque me ha resultado bella, más profunda de lo que aparentaba, y aunque en algunos momentos parece que se pueda repetir o parece que podría perder su pulso, se levanta gracias a un buen puñado de escenas realmente notables y a un buen gusto al llevarla a cabo.

Basada en las memorias de Peter Turner, narra su historia amorosa entre él y la oscarizada actriz por “Cautivos del mal” Gloria Grahame, una historia nada convencional que se desarrolla entre 1979 y 1981. Según cuenta Robert Mitchum en “¡Olvídame, cariño!” (T & B Editores), él conoce bastante a la gran Gloria Grahame. Coincidieron en varios films y además su hermano Jim se acabó casando con la hermana mayor de Gloria, Joy. Desde el rodaje de “Encrucijada de odios” Mitchum habla de la tempestuosa relación que Gloria mantenía con su marido, el conflictivo actor Stanley Clements. Desde entonces la vida de Gloria está plagada de anécdotas turbias, pero el guión de Matt Greenhalgh nos las ahorra. Ya con lo que nos cuenta sobre la relación entre Grahame y Turner nos sobra y nos basta con la propuesta que plantea. Incluso los detalles escabrosos que acuciaban a Grahame al final de sus días no les sirve de excusa para ahondar en ellos, esquivando siempre el efectismo.

Algunas resoluciones de las escenas nos recuerdan lejanamente a la propuesta de Olivier Dahan en “La vida en rosa”, ya que “Las estrellas de cine no mueren en Liverpool” también se mueve en una atmósfera teatral, por lo que quede claro, que la recomendamos especialmente a profesionales o aficionados del medio. Para la creación de la atmósfera se ha contado, a pesar de su bajo presupuesto, con una buena ambientación, una ajustada banda sonora de J. Ralph, que cuenta con una decena de temas bien utilizados, sobre todo el que abre el film, “Song for Guy” tras unos escuetos pero bien pensados títulos de créditos, en el que sin rodeos nos sumerge en el mundo de los camerinos y la preparación para el ritual de la actuación. Por supuesto hay que destacar la magnífica fotografía de Urszula Pontikos siempre cuidando las difíciles tomas exteriores y, sobre todo, las escenas íntimas.

El plato fuerte es el espléndido reparto. Sus actores, todos, desde las breves intervenciones de la gran Vanessa Redgrave o Frances Barber, pasando por la infalible Julie Walters o Jamie Bell, el niño de “Billy Elliot (Quiero bailar)” que ha crecido en todos los sentidos, están francamente involucrados en unas interpretaciones honestas. Por cierto, después de caso veinte años vuelven a coincidir Bell y Walters, en un film no tan exitoso como “Billy Elliot (Quiero bailar)” pero con unos trabajos igualmente reseñables. Punto y aparte merece Annette Bening encarnando a Gloria Grahame. Aunque fuera nominada a los BAFTA, es imperdonable que la Academia de Hollywood no la haya nominado, prefiriendo otros trabajos mediocres. Annette Bening logra una de las mejores interpretaciones que hemos visto de ella, llena de vida, de sentimiento y dominio frente a la cámara. No hay ni un solo pero, está impecable. Nada más que por ver su espléndido “recital” merecería verse la película (como siempre, a ser posible en su versión original). Señalar, por ejemplo, la preciosa escena cuando sus protagonistas bailan el "Boogie Oogie Oogie" un ejemplo, entre los muchos que tiene, donde se disfruta la complicidad y el disfrute de sus actores.

En definitiva: película pequeña en presupuesto y promoción pero de visión recomendada para cinéfilos, románticos y admiradores de los notables trabajos interpretativos. Lo dicho, toda una reconfortante sorpresa.
Maggie Smee
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30 de abril de 2018
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “Film Stars Don't Die in Liverpool” (2017) de Paul McGuigan con Annette Bening, Jamie Bell, Julie Walters, Vanessa Redgrave, Stephen Graham, Leanne Best, entre otros. Drama basado en las memorias de Peter Turner, y su romance durante los últimos años de vida de la oscarizada actriz Gloria Grahame. El filme tiene muchos aspectos brillantes e interesantes, empezando por la narrativa, que utiliza muy bien el “flashback” y muestra “posibilidades” de narración de los hechos, puntos de vistas y perspectivas de acuerdo a los personajes protagonistas; así como técnicamente, el uso del color, el encuadre, “el cartón piedra” y la iluminación, sin olvidar la dirección de arte, decorados y escenarios, muy de acuerdo con la época; y la hermosa banda sonora, que incluye un tema de José Feliciano digno para el recuerdo, como la escena de baile, totalmente lograda. Pero donde brilla es en los actores: Annette Bening está INMENSA como una actriz “olvidada”, cuando el peso de los años y la maldita enfermedad afecta una mujer llena de vida; y Jamie Bell, en el mejor papel de su vida tras “Billy Elliot”, donde muestra su lado más dramático, sensible y encantador; cada encuadre de la pareja, muestra la química/complicidad más extraordinaria vista jamás en el cine recientemente; sin olvidar el pequeño papel de Vanessa Redgrave. Los silencios, las risas, el pensamiento que grita con las miradas, las ganas de vivir y el amor imposible que no llega a ser eterno, son unos de los temas que Paul McGuigan dirige con maestría, al tiempo que nos expone la vida de Gloria Grahame, una actriz que fue consumida por Hollywood, desechada, y que vale la pena rescatar, pues sus filmes fueron inolvidables. La película tiene mucha fuerza, y nos llama a reflexionar con profundidad sobre el cine que poco conocemos: “Lo malo y lo hermoso”
RECOMENDADA
PRONTO una nota en el blog Lecturas Cinematográficas.
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
Alvaro Zamora Cubillo
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22 de mayo de 2018
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién recuerda hoy a Gloria Grahame (1923-1981)? Para mí permanece en el olimpo de mis más estimados recuerdos cinéfilos su estremecedora muerte en ‘Los sobornados’ (1953) de Fritz Lang, cuando arropa su desfigurada cara con su abrigo de pieles para cubrir la afrenta de su inmerecido castigo y así abandonar este mundo envuelta en el brillo de un pasado que la alumbró y condenó por igual. Y no es la única imagen que guardo de ella, quizás una actriz secundaria no demasiado rutilante ni afamada, pero con un sinnúmero de excelentes interpretaciones en memorables películas del Hollywood de la época dorada. Y ahora guardaré como un tesoro la magnífica recreación que de ella realiza una deslumbrante Annette Bening en la cinta que nos ocupa.

Quizás podría haberse titulado esta película – o incluso esta misma reseña – ‘Cautivos del amor’, parafraseando así el nombre de la obra por la que consiguió su único y merecidísimo Oscar, pero centrándonos en lo que hay, podemos aventurar que se trata de un melodrama a la antigua usanza, donde prevalece la ‘Imitación a la vida’ sobre la realidad misma, por aprovechar otro célebre referente cinematográfico. La utilización de cantosos decorados falsarios – que son un entrañable homenaje al cine clásico de transparencias y cartón piedra – añade un punto de nostalgia y melancolía a esta arrebatada tragedia amorosa que bascula entre el anhelo y la amnesia. La sombra del pasado lo tiñe todo de desencanto, de evocación y de ternura, con un punto agridulce que nos hace perdonar sus mínimas imperfecciones y agradecer que se acometa, en un mundo cegado por la modernidad, un proyecto tan delicado como primoroso.

Adoptando el punto de vista del último amor de Gloria Grahame – el desconocido actor y escritor Peter Turner (1952-) – se nos narra, con frecuentes saltos en el tiempo, los últimos años de una defenestrada estrella de cine en el crepúsculo de su ocaso. Quizás nada nuevo, pero realizado con tanto cariño, respeto y sutileza que conmueve y convence por su extrema simplicidad y economía de recursos, utilizados siempre con creatividad y eficacia, señalando así que lo importante es tener una buena historia y unos buenos intérpretes para elaborar y recrear un relato lleno de respeto, piedad y compasión por unos personajes que ni son virtuosos ni son culpables, sino que son simplemente de carne y hueso y en los que nos podemos ver reflejados a poco que seamos indulgentes y no adolezcamos de un atisbo de sensibilidad.

Además, la química existente entre Jamie Bell y Annette Bening – ambos soberbios – nos agasaja con una de las historias de amor más nobles y emotivas de los últimos tiempos.
antonalva
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18 de mayo de 2018
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me permití usar una expresión rioplatense muy poco académica en el título porque no encontré una mejor forma de caracterizar el trabajo interpretativo. Solamente por ver el trabajo, absolutamente fuera de serie, de Annette Bening y Jamie Bell vale la pena ir a ver esta película. Una dolorosa historia romántica —diferencia de edades, enfermedad, extractos sociales distintos, y otros tópicos que ya se han visto mil veces— transmitida con tal fuerza y magnetismo interpretativo que uno parece sentirse parte de ese amor.

Amor inolvidable, loco, confuso y, por todo ello, imposible. Seguramente todos nosotros alguna vez hemos experimentado un sentimiento similar y lo hemos sepultado en quién sabe qué oscuro rincón del corazón, Es de esas cosas en las que uno no está pensando constantemente —con excepción del tiempo inmediatamente posterior a haberlo perdido y durante el período necesario para creer que lo olvidamos— pero que ante cualquier disparador al azar de nuestro presente estalla como una espina olvidada en el centro del alma y todas las sensaciones renacen produciendo gozo y dolor por igual, de la misma forma que antaño.

Los diálogos son tan ajustados y medidos que por momentos uno cree que los artistas están improvisando. Mi único reparo es con la banda sonora por algunos temas clásicos de los cuales sólo se escuchan unos pocos compases de la introducción, como por ejemplo la extraordinaria "Song for Guy" de Elton John, o la poco conocida "You've Really Got a Hold on me" de los Beatles que aquí está interpretada por no sé quien, y además José Feliciano a quien habrá que juzgar por crímenes de lesa musicalidad al asesinar alevosamente "California Dreamin" (¿tan difícil era usar la versión de The Mamas & the Pappas?).

Te recomiendo que recibas una catarata de emociones con esta película que dice estar basada en un amor que existió de verdad. Un historia de amor de esas que te pertenecen exclusivamente a tí y que crees que nadie más en el universo podrá experimentar algo parecido. Por eso esta es una película única.
Atilio
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7 de mayo de 2018
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gloria Grahame, nacida en 1923, fue una gran estrella en Hollywood entre los años 40 y 50. Protagonizó mas de 60 películas con directores de la talla de Frank Capra, Nicholas Ray, Elia Kazan, Fritz Lang y Vincente Minelli. Con este último en “Cautivos del mal“, ganó un Oscar como mejor actriz secundaria en 1953. Ella estuvo casada cuatro veces, el cuarto marido fue el hijo del segundo (Nicholas Ray), y tuvo un incontable número de amantes.

El último fue Peter Turner, un actor inglés desconocido casi 30 años más joven. Ella lo conoció en Inglaterra a finales de los años 70, en pleno declive artístico, retomando su actividad profesional en el teatro con “El Zoo de Cristal” (Tennessee Williams). Como curiosidad, en esta época intervino en el cine español con “Tarots” (1973) de José María Forqué, junto a Fernando Rey y Sue Lyon.

Años después de la muerte de Grahame, Peter Turner (Jamie Bell) escribió un libro sobre su relación sentimental, que forma la base de esta película. En él también describe la aparición del cáncer de mama poco después y, la triste muerte de Grahame.

Un actor en los inicios de su carrera conoce por casualidad a su vecina, una actriz que en su época fue uno de los rostros mas relucientes de Hollywood. Ella tenía 55 años y el tan solo 26, pero nada ni nadie pudo impedir, a pesar de la diferencia de años, que vivieran una verdadera historia de amor, un amor de película, una historia perfecta para haber sido el guion de una conmovedora novela, la cual hubiera servido de base para inmortalizar un drama romántico a la altura de aquellos que tan solo Hollywood era capaz de realizar.

La adaptación de Paul McGuigan sobre los recuerdos de Peter Turner, está realizada de manera sutil e intencionada, cercana al espíritu de las películas de Hollywood de los años 40 y 50, en las que Gloria Grahame triunfó en el cine como mujer fatal. En la primera noche de Peter en Los Ángeles, los dos aparecen juntos en la playa contemplando el Océano Pacífico. La luz plateada de la luna reflejada en las suaves olas da un halo mágico a la escena. Por unos momentos, el espectador podrá sentir con la escena de los dos amantes estar ante una película de Frank Capra, Vincente Minelli o Elia Kazan. La vida imita el cine y, al mismo tiempo, es el cine dentro del cine.

El resultado es un pequeño y maravilloso homenaje al cine clásico de Hollywood con una más que excelente aportación de la actriz Annette Bening en el papel principal gracias a una brillante, temperamental y carismática interpretación. Bening está completamente entregada en su papel de una actriz todavía seductora que sufre cáncer de mama.

Una anciana inmadura, una estrella de cine caprichosa, con ganas de jugar continuamente, que le cuesta diferenciar entre la vida y el cine, entre el sentimiento real y la apariencia dramática continuamente. Una personalidad compleja y peculiar, a veces insufrible y agotadora, que lucha con su soledad y su gloria desvanecida.

Las Estrellas de Cine no mueren en Liverpool comienza con un encuentro sorpresa entre Peter Turner y Gloria Grahame, por lo que toda la historia está narrada desde la perspectiva de Peter a través de flashbacks. Estos flashbacks están intrincadamente entrelazados con la historia del presente, por lo que la película sigue siendo emocionante hasta el final. Casi imperceptiblemente, la película se desliza desde el presente hacia el pasado y viceversa. Los aposentos de la familia de Turner y los de Gloria en Londres están tan entrelazados como Estados Unidos e Inglaterra, Los Ángeles y Liverpool, o el cine y la realidad.

Paul McGuigan sabe perfectamente aplicar estas transiciones de una manera muy elegante, creativa y teatral. Como si los personajes pasaran caminando de una escena a otra a través de decorados continuos. Esto provoca una experiencia visual muy agradable. Las Estrellas de Cine no mueren en Liverpool es una historia fascinante, emotiva y conmovedora.

https://cinemagavia.es/las-estrellas-de-cine-no-mueren-en-liverpool-pelicula-critica/
Eduargil
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