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Las verdes praderas de Wyoming

Western. Drama Un joven compra una potranca con la esperanza de entrenarla para las carreras. Pero su plan fracasa porque un famoso potro salvaje libera a la yegua para llevársela a las tierras indómitas. Clásico familiar que es una secuela de 'Mi Amiga Flicka'. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
11 de noviembre de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pianista, compositora, pero sobre todo escritora, Mary O’Hara (1885-1980), supo aprovechar muy sabiamente las experiencias vividas y oídas en el campo, y tras haberse establecido con su nuevo marido, Kent Kane Parrot, en un rancho localizado en Wyoming, en los ratos libres que le dejaba su cónyuge y la crianza de su hijo Ken, se dedicó a escribir profusamente… y entonces surgieron una serie de publicaciones entre las que se destacó su trilogía de novelas sobre los caballos: My Friend Flicka (Mi amiga Flicka, 1941), Thunderhead (Nube de Tormenta,1943) y Green Grass of Wyoming (Las Verdes Praderas de Wyoming,1946).

Lo que más contribuyó al éxito de la talentosa escritora, es que las tres novelas fueron pronto llevadas al cine, habiendo sido muy bien acogidas, especialmente por el público juvenil y por los amantes de los caballos. La primera la dirigió, Harold D. Schuster, conservando el título original, “Mi Friend Flicka”; la segunda, se exhibió con el título, “Thunderhead, son of Flicka”, y la dirigió, Louis King; y la tercera, también conservó el título original, “Green Grass of Wyoming”, volvió a dirigir King, pero, fue una versión tan libre con el ánimo de sorprender a los lectores, que despertó sentimientos encontrados.

<<LOS VERDES PASTOS DE WYOMING>>, me llega profundamente, pues, es una historia familiar donde se compagina, de manera muy cálida y ejemplarizante, la relación entre dos familias vecinas: En la primera, tan sólo viven el abuelo, Beaver Greenway -vieja gloria de las carreras de caballos- y su joven y muy bella nieta, Carey, quien lo cuida y le soporta sus resacas, mientras lucha por hacer su vida buscando la armonía y siendo solidaria con los demás. Al lado, viven los McLaughlin. El padre Rob y su joven hijo Ken, se esmeran por hacerse socios en la cría de caballos, con el beneplácito de su esposa y madre, Nell… y todos se aguantan las rabietas del abuelo Greenway, pues, anda muy ofendido con dos yeguas que ya le ha robado el salvaje caballo blanco, Thunderhead -propiedad de sus vecinos-, quienes no saben cómo cogerlo para pasarlo a “mejor vida”.

En adelante, cuando el joven Ken lleve a la casa su nueva adquisición, Crown Jewel, una preciosa yegua negra, vamos a presenciar la más singular historia de amor entre dos purasangre dispuestos a todo para mantenerse unidos. Sin duda, el caballo y la yegua se roban la película, y quienes aman -como yo- a éstos animales, se sentirán muy complacidos con esta especial y divertida historia, la cual consigue opacar el romance que también va cogiendo vuelo entre los dos muchachos.

El filme resulta muy bien ambientado; la fotografía y la banda sonora son muy agradables; y una sensación de gusto y aspiración por la vida campestre, vuelve a despertarse entre los que, como yo, ahora padecemos el tráfago y los excesos de la vida citadina.

Muy gratas actuaciones de, Charles Coburn, Peggy Cummins, Lloyd Nolan y Robert Arthur, y quedo con ganas de ver las escurridizas dos primeras partes de esta trilogía que luce bastante agradable.

¡Ah!, quien haya dicho que por la película anda Marilyn Monroe, no sé dónde la vio, porque, ni con lupa pude encontrarla.

Título para Latinoamérica: <<LOS VERDES PRADOS>>
Luis Guillermo Cardona
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2 de abril de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Modesta producción, acerca de dos familias de criadores de caballos. Quiero aclarar primero que, esto no es un western, ya que no posee ninguna de sus características, sino más bien, un drama rural familiar, en el que los principales protagonistas son los caballos.
Película amable y bienintencionada, está orientada a las familias. Con paisajes bucólicos, destaca sobre todo por su fotografía, realmente notable.
Ensalza los valores familiares norteamericanos de la época y a quién le gusten los caballos, aquí encontrará preciosas imágenes de ellos.
Por último resaltar a nuestro adorable abuelo del cine, Charles Coburn, que haga el papel que haga, no pasa desapercibido en ninguna película. Un secundario muy simpático. INTERESANTE.
Izeta
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24 de mayo de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película amable, positiva, sin ninguna maldad en ninguno de los protagonistas.

Hay que destacar la fotografía en color, muy conseguida para aquellos años de post-guerra, de hecho fue nominada para un óscar.

Da gusto ver esos caballos tan bonitos por esos prados y está bastante conseguida la carrera por el premio final que se disputarán entre el abuelo de la joven protagonista y el novio de la misma. ¿O aún no son novios?

Película muy simple, para aprobarla y verla en un rato de optimismo sin querer meter intriga ni emociones fuertes al cuerpo. Un 5.
Mag61
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3 de octubre de 2023
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Bienintencionada película familiar, con aspecto de western ya que goza de grandes extensiones de terreno, vestuario propio del far west, preciosos caballos y yeguas... pero salen avionetas, coches y radios, por lo que, ya que se sitúa la historia a finales de los años cuarenta del siglo XX, pues mejor integrarle en el género familiar o vida normal, como queramos.

Estamos ante una "bonita" película, esto es, llena de buenas intenciones y sentimientos, donde el amor a los caballos y la libertad, son las monedas de cambio corriente. No sin sobreponerse a difíciles circunstancias como la ambición, la falta de lucha ante la adversidad, o el resquemor entre familias opuestas.

Pero todo ello bajo una pátina de bonhomía, que la hace apetecible a toda clase de público, resultando en líneas generales agradable y amena.

No es un dechado de virtudes, siendo todo circular y poco espectacular.

Pero está bien por sus méritos técnicos, donde podemos contemplar maravillosos paisajes de Lancaster, Ohio y Utah (USA). Todo ello lustrado por una brillante fotografía en el precioso technicolor de la época, a cargo de Charles G. Clarke, que con este trabajo fue nominado al Óscar en dicho apartado.
Sencillo pero competente guión de Martin Berkeley, que adapta con respeto y dignidad la obra literaria de Mary O'Hara.

En resumidas cuentas, vista hoy en día (21-11-9) resulta un pasatiempo discreto pero seguro, que se olvida con facilidad.

Como curiosidad, en la escena de baile aparece (yo no me di cuenta) Marylin Monroe. De extra.

https://filmsencajatonta.blogspot.com
Baraka1958
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