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Gran Casino

Drama. Musical Tampico (México), principios del siglo XX. Gerardo Ramírez y Demetrio García, dos prófugos, entran a trabajar al servicio del argentino José Enrique Irigoyen, propietario de pozos petrolíferos. Cuando Irigoyen desaparece, su hermana Mercedes llega a Tampico para hacerse cargo del negocio. Aunque sospecha que Gerardo y Demetrio pueden estar involucrados en la desaparición de su hermano, no puede evitar sentirse atraída por el primero. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
5 de octubre de 2007
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarta realización de Buñuel, primera de las 21 que hace en Méjico. Escrita por Mauricio Magdaleno, incorpora aportaciones de Luis Buñuel y Edmundo Báez (no acreditados). Los diálogos de Javier Mateos. Se rueda en estudio, en un par de semanas, con un presupuesto modesto. Se basa en la novela "El rugido del paraíso", de Michel Weber. Producida por Óscar Dancingers (francés que abandonó Europa ante la amenaza nazi), se estrena el 12-VI-1947 (Méjico).

La acción tiene lugar en Tampico (Méjico) en los primeros años del s. XX. Buñuel se establece en Méjico en 1946, donde desarrolla una fecunda carrera de cineasta, tras 14 años de pausa desde que realizara "Las Hurdes" (1933). "Gran Casino" le brinda la oportunidad de retomar la tarea de realizador. Pese a que la producción no le convence, acepta el encargo con la esperanza de darse a conocer en el país azteca, acreditar su valía y poder optar a ofertas mejores en el futuro. El fracaso económico del film determina que la oportunidad siguiente se demore algo más de dos años, hasta que Dancingers pone en sus manos la realización de "El gran calavera" (1948).

La obra desarrolla un relato melodramático de alto voltaje, que se combina con canciones del mejicano Jorge Negrete y de la argentina Libertad Lamarque. La presencia de dos grandes figuras del mundo de la canción popular y del cine hispaonamericano, no es suficiente para interesar al público, que se siente incómodo ante la suma de drama y música popular. La película es una de las pocas realizaciones comerciales de Buñuel, que deja en ella pruebas de su maestría y personalidad. Cuando Gerado golpea a un chivato escondido tras una cortina, un flash rápido muestra un espejo que se rompe. Gerardo descubre la presencia del chivato al ver que la cortina que lo oculta deja al descubierto sus zapatos. Mientras Gerado golpea al chivato, éste deja caer al suelo una navaja abierta. Cuando Gerardo y Mercedes van a darse un beso, la cámara encuadra un simbólico charco de chapapote.

La músicqa, dirigida por Manuel Esperón, incluye como fondo de continuidad fragmentos de metal y percusión, cuyos tonos (sombríos, alegres, de tensión, etc.) modula según las necesidades de la acción. Añade las canciones "Dueña de mi amor", "Adiós, pampa querida" y "La norteña", a cargo de Jorge Negrete, y los tangos "El choclo" y "Loca", a cargo de Libertad Lamarque. La hilación entre música y acción se establece a través de la presencia en el Casino de Gerardo como cliente intruso y de Mercedes como cantante de la casa. La fotografía, de Jack Draper, es realista, cálida y de aires clásicos, con algunos toques característicos de Buñuel. El guión aporta una trama sencilla, muy melodramática, que a Buñuel le sirve para glosar la lucha desigual entre los grandes "trusts" del petróleo, los pequeños empresarios y los asalariados.
Miquel
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11 de enero de 2009
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buñuel llevaba quince años sin ponerse detrás de una cámara y con esta película, bastante mediocre, inicia la parte de su obra filmada en México. Tuvo escaso éxito, y desconozco si alguno de los amigos surrealistas de Buñuel llegó a verla. El comentario que le hubiera merecido seguramente no hubiese sido apto para menores.

Todo está al servicio del lucimiento personal de Jorge Negrete y Libertad Lamarque. Se trata de una película musical, en donde la trama –un disparate- se interrumpe arbitrariamente para que ellos canten sus canciones. Tal vez desde este punto de vista, y para los aficionados a este tipo de género y de estos cantantes, la película tenga alguna justificación.

En este caso, el poco tiempo en que se rodó, y, tal vez, la falta de frescura profesional del director arrojan como resultado esta película prescindible, llena de fallos y carente de interés. Con todo hay momentos, pocos, en los que aparecen hallazgos de la casa. Ni esos arreglan el pequeño desastre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco Ortega
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26 de abril de 2020
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Un caso muy curioso este, la primera película de Buñuel y Libertad Lamarque en México, donde se nota que les dieron todos los recursos posibles para que funcionaran, un guionista que llevaba varios éxitos, Mauricio Magdaleno, una de las estrellas más importantes de la cinematografía mexicana, Jorge Negrete, en una historia ágil, aunque igual extraña, no era el típico melodrama mexicano de la época, tampoco una comedia, sino una mezcla de géneros, donde también como siempre debían dejar espacio para que los protagonistas pudieran cantar 3 temas, y con todo eso igual logra una película curiosa, con mucho humor negro, agridulce, atípica, y que fue un fracaso absoluto, aunque por suerte eso no derivó en que tanto Libertad Lamarque como Buñuel pudieran desarrollar una larga y prolífica carrera en el país.
En cuanto a los elementos buñuelianos que casi todos los fans buscamos, pues están en algunos personajes extravagantes como la señora europea cantante y cierto discurso político al final.
Manuel
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29 de enero de 2024
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Se trata de una extraña película comercial y musical, con melodrama y un manifiesto en contra de las multinacionales petroleras. Forma parte de la etapa mexicana de Luis Buñuel.

Por Nicolás Bianchi

Después del documental Las Hurdes (1933), la carrera de Buñuel como director ingresó en un largo impasse. En España estalló la Guerra Civil en 1936 y durante un par de años el cineasta se involucró como representante cultural de la Segunda República, el bando que resultara perdedor. Entonces, Buñuel viajó primero a Estados Unidos, donde trabajó primero en el MOMA y después en la productora Warner, como encargado de la sección de doblajes.

En 1947 encontró la oportunidad de dirigir de nuevo después de varios proyectos frustrados. La oferta llegó de manos del productor franco ruso Oscar Dancingers, también exiliado. Al aceptar la dirección de Gran Casino, Buñuel se instaló en México junto a su familia y dio inicio a una nueva etapa en su carrera.

Más allá de ser un producto comercial, esta película presenta algunas extrañezas. En primer lugar, el protagonista Gerardo (Jorge Negrete) huye de la cárcel para trabajar en una empresa petrolera ubicada en el Golfo de México. Esta idea resulta algo rara: alguien que está en la cárcel decide escapar cuando se entera de que hay una oportunidad laboral rentable.

De cualquier manera, Gerardo pasa a ser una figura importante dentro de la compañía La Nacional, dirigida por el argentino Irigoyen (Francisco Jambrina), que a su vez es acosado por otro empresario, Don Fabio (José Baviera), dueño del casino que le da nombre al film. Puntualmente, Fabio quiere comprar la empresa a precio vil y hace todo lo que está en sus manos para que esta no pueda operar.

El relato transcurre entre los campamentos petroleros y el casino, donde los personajes se reúnen y cruzan en distintas escenas. Después de la desaparición en circunstancias dudosas de Irigoyen, arriba al lugar su hermana, la artista Mercedes (Libertad Lamarque). Mientras la película cuenta el enfrentamiento entre Gerardo y el mafioso Don Fabio, Mercedes se debate entre uno y otro, porque no sabe a quién creerle.

Quizás los componentes argentinos de la película se deban a la presencia de Lamarque, una estrella en aquel entonces. De todas maneras, lucen algo forzados. Entre números de valses, tangos y el hit ranchero La Norteña, la trama deriva en una secuencia de intriga y algo de acción. Gerardo busca desenmascarar a Fabio y encuentra que detrás de este empresario local hay un cartel petrolero internacional dirigido por un empresario de origen neerlandés. Todo esto parece una denuncia contra Shell, el gigante multinacional que había empezado a operar en México en los años 20.

En su momento, Gran Casino fue un fracaso de público y puso a Buñuel al borde del retiro como cineasta. En definitiva, lo que más luce de la película son sus cuadros musicales. Ni el melodrama ni la trama de mafiosos o denuncia política terminan de cuajar del todo bien. Son demasiados elementos para solo una hora y media.

Se puede ver en Facebook (con subtítulos rumanos) y también hay fragmentos en YouTube. Contacto: [email protected]
El Golo Cine
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4 de abril de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apenas advertimos diferencias entre las cintas mexicanas de finales de los 40 y comienzos de los 50 con esta de Buñuel. Tal vez que el repertorio de corridos y de música mexicana tan característicos de la época, dejan en esta ocasión paso al tango argentino.
Andan todos en México al petróleo y hasta desde la cárcel, "Adonde le dan a uno de comer sin hacer nada", se escapan Gerardo Ramírez (Negrete) y su amigo Demetrio García (Villarreal) atraídos por los buenos jornales que pagan, 20 y 30 dólares al día.
Pero también en el negocio del oro negro hay peces grandes que se quieren comer a los más chicos. Lo mismito que ocurre con los rancheros del western.
La originalidad en este caso es que buena parte de las luchas se desarrollan en un Gran Casino donde suelen silbar sin contemplaciones las canciones que no son del gusto del público asistente.
Tema poco original explanado con un guion convencional más preocupado por "colocar" las canciones de Negrete y de Lamarque que del relato en sí. Personajes asimismo planos, sin gran hondura ni personalidad.
La parte sentimental, claro está, se centra en los dos divos que tardan un poco en encajar por algunos equívocos, "Si pudiéramos leer en los ojos cuando alguien nos quiere bien".
Obra pasable que realiza un Buñuel que llevaba un montón de años sin ponerse detrás de la cámara, comercial y de poca sustancia. Ni aun mirando con lupa vemos algún destello de la grandeza de su genio. Tal vez el cruce de navajas, digo de miradas, entre Mercedes y Van Eckerman (Rooner), ya en la parte final. No eran buenos tiempos para la lírica.
Drama pampero-mexicano que debe verse para conocer toda la producción buñueliana, pero sin crearse grandes expectativas.
Lafuente Estefanía
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