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España España · Zaragoza
Críticas de Paco Ortega
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Críticas 201
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
17 de agosto de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las ciudades de occidente son ya una mezcla de culturas, razas y civilizaciones. No descubro nada nuevo, sino más bien una realidad obvia y recurrente. Y es muy común afirmar dos ideas contradictorias: a/ esto es una riqueza, y b/ esto es un problema. Lo difícil es encontrar fórmulas que agranden la primera y palíen la segunda. Y yo creo que Anthony Minghella ha dirigido una película que va en esa dirección.

“Braking and entering” es una película seria, que nos presenta el asunto con racionalidad y vigor, es decir, con valentía. Viéndola, no he podido evitar pensar en los que día sí y día no intentan atravesar la valla de Melilla. Aquí estamos en Londres y los inmigrantes no han tenido que saltar peligrosos obstáculos. Pero vienen en precario, deben adaptarse a la nueva vida, deben buscarse trabajos residuales para subsistir y, en la mayoría de los casos, la población no los acepta de buen grado. Tienen papeles, pero no tienen el respeto de muchos.

La película es rigurosa y honesta porque no ofrece soluciones pero explora caminos de entendimiento. Porque retrata actitudes humanas y comprensivas, porque tiene en cuenta todos los lados del inmenso zancocho en el que todos estamos metidos.

Es posible la vida en común en nuestro territorio. Porque esto, frente a los que pueden pensar quienes entran, no es el cielo, y cada cual tiene sus demonios interiores. Porque ellos no son sólo víctimas, que también, y no deben dar por concluído el pacto al obtener el visado. El encuentro comprensivo es un sobreesfuerzo intelectual que hay que darlo y favorecer que se dé.

No tengo palabras para ensalzar el trabajo de los actores: la incombustible Juliette Binoche, la magnífica Vera Farmiga y el extraordinario Jude Law. Esenciales en una narración cinematográfica arrolladora, emocionante y me atrevería a decir que divertida, entendiendo por diversión ejercitar la mente viendo este tipo de recados enviados desde la inteligencia.
Paco Ortega
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9
15 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por encima de cualquier otro aspecto, el duelo interpretativo que protagonizan Cate Blanchett y Judi Dench entraría dentro del libro de honor del cine de todos los tiempos. Australiana la primera e inglesa la segunda, les une a ambas una sólida formación teatral y una gran experiencia sobre los escenarios que han seguido simultaneando con sus innumerables apariciones en la gran pantalla. Viéndolas ahora en “Diario de un escándalo”, me ha venido a la memoria el trabajo inconmensurable de Bette Davis y Joan Crawford en “¿Qué de Baby Jane?” en 1962 bajo las ordenes de Robert Aldrich.

En este caso, se trata de una historia compleja y contemporánea, basada en una novela de la periodista y escritora británica Zoë Heller. Además de ambas actrices, hay un reparto muy compensado en el que se destaca el joven Andrew Simpson, que encarna un personaje increíblemente complejo, de adolescente adelantado y misterioso que ejerce una influencia notable sobre el resto de los mortales.

Drama a partir del amor, de los amores imposibles, de las relaciones humanas que, a veces, se tornan difíciles y que son difícilmente explicables. También su lado oscuro y menos poético: la posesión, los celos, los errores, las infidelidades, el aburrimiento frecuente en el seno de la institución que se supone inventada para preservarlo.

Todo esto es esta inquietante y magnífica película. Escalofriante y real, al mismo tiempo. Dura y hermosa.
Paco Ortega
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8
15 de junio de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de la película es la interpretación perfecta: los personajes son brutalmente creíbles. William H. Macy y María Bello hace un trabajo magnífico.

Lo peor esta relacionado con un guión un tanto inverosímil, que parece de película del Oeste si ni fuera porque se desarrolla en la actualidad, y en Las Vegas, la ciudad de la suerte y la mala suerte. La ciudad del aburrimiento por antonomasia, de la soledad y la ludopatía. La ciudad en donde los dados y las ruletas son tus únicos amigos de verdad. Y eso está también bien contado por estos actores.

Si escribo con menos entusiasmo del guión es porque creo que la historia camina siempre al borde de precipicios inverosímiles, aunque al final parece como que un cierto orden moral termina imponiéndose. El plano final -veanlo- resume bien lo que digo: carretera al amanecer, carretera hacia el horizonte después de una noche eterna que parecía no acabarse jamás.
Paco Ortega
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9
2 de mayo de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se pueden decir tantas cosas de esta película…

Se puede escribir sobre la interpretación que hace Toni Servillo y decir que compone un personaje excéntrico, extraño, que resume a muchos otros personajes del cine italiano de todos los tiempos. Se puede decir que tiene algo de lo mejor del gran Mastroiani, del mejor y más presumido Gassman, en definitiva de los grandes de ese cine.

Se puede escribir sobre el humor. Un humor ácido, que a veces se pasea por las fronteras de lo esperpéntico, que en otras se calma o desaparece, dejándonos escuchar el silencio. Se puede decir que está Fellini en ese humor, que hay algo de sus enanos circenses, de sus personajes a caballo entre la parodia y la ternura.

Se puede escribir sobre una dirección implacable, milimétrica, astuta, sabia, que consigue lo que se propone, y que, además, homenajea al propio lenguaje cinematográfico. ¡Qué hermoso el momento en que Fany Ardant pasea por las calles de Roma, sonríe y devuelve el saludo al protagonista…! Cuánto amor demuestran esos veinte segundos, en mitad de las más de dos horas que dura la película.

Pero, sobre todo, se puede decir que La Gran Belleza pertenece a un género difícil de definir y que tiene que ver con el marco en el que se desarrolla. Es imposible hacer esto en otro lugar del mundo, porque la ciudad no es en ella una simple tarjeta postal, un bello marco, repleto de belleza, de historia y de cultura. No. Película y ciudad están unidas por un vaso comunicante, del mismo modo que las películas de Woody Allen son siempre Nueva York (y deberían serlo siempre…), las de Renoir son París, las de Bergman son siempre Suecia, o las de Berlanga son… toda España. Recipiente y contenido están indisolublemente unidos, y el uno explica de algún modo al otro, le hacen cobrar un sentido absolutamente genuino.

Es rara. Es desconcertante. Es bellísima. Es despiadada. Es, pura y claramente, una magnífica obra de arte.
Paco Ortega
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9
1 de enero de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo tiene todo. Es bella, emocionante, está bien construída y magníficamente interpretada. Junto con “Amor” es la mejor película que he visto en el 2013, aunque su producción sea de 2012 y yo la vea el primer día de 2014. Pequeñas trampas que nos hacemos unos a otros.

La música, y lo que está detrás de ella es la gran protagonista: vidas de personas entregadas por completo a ella, que la aman libremente y, al mismo tiempo, terminan dulcemente esclavizados por ella. No hay nada mejor que terminar siendo esclavo de lo que amas, dicho con todos los matices necesarios.

Pero la vida sigue. Es algo que pasa, mientras hacemos planes, como decía otro, que también era músico pero no tocaba piezas clásicas. Y entre esos músicos se establecen tensiones, celos, amores, desamores. Espejo, pues, exacto de la vida misma, monumento a la pasión musical y al arte en su conjunto. Es cine de alto nivel, seguramente para no muchos, como indicativo exacto de la deformidad interior de las masas a la hora de elegir la manera de divertirse y de las productoras a la hora de satisfacerlas.

Vean el momento en que alguien se despide con una sonrisa entre los labios. Otro/a le va a sustituir y el ciclo seguirá, Beethoven seguirá escuchándose, con o sin partitura, y la grandeza del ser humano seguirá resplandeciendo a pesar de los pesares.
Paco Ortega
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