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Ingratitud

Drama Ohio, 1840. Un pastor llega a una pequeña comunidad dispuesto a ofrecer sus servicios espirituales, y encuentra a unas gentes mezquinas e incapaces de aceptar cualquier síntoma de progreso. El hijo del pastor se rebela contra esta situación y marcha a Baltimore para estudiar medicina. Cuando estalla la Guerra Civil Americana, el muchacho se alista en el frente.
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
8 de noviembre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película sobre corazones humanos, sobre relaciones entre padre e hijo, sobre la búsqueda de un futuro próspero en esas viejas colinas del profundo Ohio.
Walter Huston da vida a ese predicador de firmes ideas. Beulah Bondi como esa madre de familia, noble y de buen corazón. James Stewart como ese hijo insolente y de ideas muy diferentes y más personales que las de su padre.

Clarence Brown retrata fielmente el modo de vida de una familia humilde. La difícil relación entre padre e hijo.

Sinceramente me pareció muy agradable de ver, una película amena y simple con un excelente reparto
Dusty Rivers
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25 de septiembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los mismos motivos encontramos para titular el genérico "Of human hearts" como "Ingratitud" en la versión hispana, que para bautizarla como nosotros lo hacemos en esta reseña que quiere así recordar la obra homónima del maestro David W. Griffith.
Efectivamente, en la cinta que nos ocupa encontramos dos partes claramente diferenciadas. Una primera en la que destaca la "intolerancia" del predicador Ethan Wilkins (Huston) en la educación de su hijo Jason (Stewart), que contrasta con la templanza que usa con sus míseros parroquianos. La segunda donde Jason estudia medicina que luego ejerce durante la guerra de Secesión mientras, "ingrato", las únicas cartas que envía a sus padres son para pedirles un dinero que precisa para sobrevivir y que ellos no pueden satisfacer si no es a base de grandes sacrificios.
Dos partes con dos protagonistas, el padre y el hijo. Abarcando ambas otros dos personajes, la madre Mary (Bondi) siempre entre dos fuegos, y el doctor Charles Shingle (Coburn), para nosotros el personaje más atractivo. Un tercer protagonista es el pueblo de Pine Hill (Ohio) en su conjunto, que desfila por las laderas de la montaña donde se asienta junto al río, en las celebraciones religiosas o en la tienda del interesado George Ames (Kibbe).
Estamos pues ante un drama humano muy del estilo del que abordara John Ford en "¡Qué verde era mi valle!" De hecho encontramos bastantes similitudes entre las luchas en el seno de la familia Wilkins con las que se planteaban los Morgan, o la visión coral que se ofrece de las poblaciones de Pine Hill y del pueblo minero de Gales que en ambos casos constituyen la segunda familia de los protagonistas.
Pese a la magnífica ambientación de "Ingratitud", nosotros queremos destacar la fuerte personalidad de los personajes. Ethan es el pastor servicial y comprensivo con las debilidades de los demás, pero que también es capaz de expulsar de su iglesia a puñetazos a dos gamberros, de controlar con su astucia un caballo desbocado como de "tragarse un sapo" con la melaza que le ofrece por toda cena una pobre vecina. Literal esto último.
Sin embargo toda esta comprensión con lo ajeno se torna en rigor e intolerancia con su hijo al que prohíbe leer las revistas que le presta el doctor, "Tantos libros perjudican a los niños". Ni siquiera la popular "Harper's new monthly magazine" que a escondidas le proporcionaba la madre y que desde mediados del siglo XIX trataba en EEUU de temas políticos, financieros, artísticos o literarios.
Un factor decisivo en la toma de conciencia del joven Jason será el doctor Shingle, "el único que lee en el pueblo", al que ingenuamente le preguntará: "¿Doctor, por qué es usted alcohólico, fumador y jugador de cartas? -¿Por qué tu padre es reverendo?", obtendrá por respuesta.
A través de las revistas que le proporciona pero sobre todo, a través del libro de medicina que le deja leer, Jason entra en contacto con el mundo exterior y concibe la idea de marchar de allí a estudiar medicina. Ha tenido algún pequeño éxito con pobres enfermos de la parroquia (reumatismos, dolores musculares, dientes podridos, etc.), entablillando fracturas en las extremidades de aves o cosiendo una herida de "Peregrino", el caballo familiar. Por cierto Ethan es un auténtico experto capaz de reconocer en un viejo rocín que le quieren vender la edad según su dentadura o las enfermedades que padece.
El detonante de la ruptura será el enfrentamiento a puñetazos entre padre e hijo. Antes Jason había sufrido los correazos del padre por sus contestaciones. Y es que la violencia doméstica tiene también su reflejo en la cinta, con la madre sufriendo en silencio en las disputas o cómo hasta "Peregrino" se irrita cuando contempla en silencio las palizas.
Jason abandona el pueblo convencido que "Es mejor salvar los cuerpos que salvar las almas". Marcha a Baltimore a estudiar medicina donde realiza diversos trabajos para ganarse la vida bajo las órdenes del profesor Lupus Crumm (McWade), cuyo despacho está decorado con láminas anatómicas.
Allí debe aprender latín, griego, anatomía, "¿Cual es la cavidad de Highmore?" le preguntan en una ocasión, o acompañar las visitas hospitalarias. Llama la atención la importancia que entonces se daba a la cirugía, "¡No puedes estudiar medicina y perderte una amputación!" Luego veremos la trascendencia de esta frase cuando Jason ejerza como médico en el campo de batalla.
Al cabo de tres años de estudio es "Médico de pleno derecho", sin embargo el Dr. Shingle le recordará la importancia de culminar la carrera con el título de "Médico cumplido". Importante esta distinción profesional. En la distancia el buen médico de Pino Hill no deja de ayudar a los padres de Jason utilizando su influencia con el tacaño tendero Ames, al que continuamente amenaza con sangrar por sus dolores de lumbago o por su debilidad coronaria.
Concluida la carrera entra como teniente médico del Ejército nordista donde atiende a cientos de heridos y destaca por amputar miembros solo en casos extremos. Lo que le valdrá un prestigio que llega al mismo presidente Lincoln que lo llama a su despacho para felicitarlo ... y para reñirle por desatender la obligación familiar de escribir a sus padres. La escena resulta casi demasiado moralizante.
Mientras tanto el padre se halla gravemente enfermo de lo que parece tisis, pero todavía alcanza a verlo y a reconciliarse ya en el lecho de muerte.
Resumiendo, una gran película coral, detallista, tierna, muy centrada en mostrar los caracteres de los Wilkins, padre, hijo y esposa, sin olvidarnos del Dr. Shingle, interpretados todos magistralmente. Buen guion y dirección.
Muy recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lafuente Estefanía
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7 de septiembre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A un apartado pueblo de pioneros a las orillas del Rio Hudson llega en el vapor un nuevo párroco procedente de Maryland con su mujer y su hijo. Su carácter, habilidad y valores le permitirán irse ganando a la desconfiada comunidad, al tiempo que empeora la relación con su propio hijo, incapaz de soportar la excesiva rigidez paterna. Este sencillo argumento sirve para mostrarnos una galería entrañable de personajes como el alcohólico doctor soberanamente interpretado por Charles Coburn o la inolvidable Beulah Bondi como madre y esposa del párroco Wilkins –gran trabajo de Walter Huston-. El mundo de los pioneros o de los parajes aislados aparece muchas veces descrito en el cine de Brown -quien pese a nacer en Massachusets se crió en Tennessee-, y así podemos recordar “The Yearling” (1946), “Intruder in the dust” (1946), una auténtica obra maestra, o su última producción “Plymouth Adventure” (1952). Brown tiene una habilidad casi fordiana para poner en escena con humilde pero emotiva sensibilidad las pequeñas historias de esta comunidad y extraer de los actores actuaciones excepcionales pero profundamente naturales. Hay también, sin embargo, algún elemento de disgusto en película tan distinguida, como la prescindible y enfática apología maternal en la sorprendente escena con el presidente Lincoln -irreconocible John Carradine-, un poco fuera de contexto, y por una ligera descompensación en la trama al iniciarse como el fresco de un mundo pionero y apartado para terminar convirtiéndose en una convencional loa al sacrificado amor de madre, lo que no impide nuestra recomendación absoluta sobre el valor y la calidad de esta más que notable película.
Gould
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27 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los conflictos de las relaciones paterno-filiales parecen ser, casi, casi, un mandamiento de la naturaleza.
Cuando los hijos llegan a una edad, empiezan a cuestionar a sus padres. Tal y como Oscar Wilde decía " Los niños comienzan por amar a sus padres, cuando llegan a una edad, los juzgan, y, a veces, hasta los perdonan".
James Stewart, tiene mucho que perdonar y que agradecer al hacedor de sus días y, sobre todo, mucho, mucho, que honrar a su madre.
Un reverendo ( Walter Huston) llega, junto a su mujer ( Beulah Bondi) y su hijo de 12 años, a una pequeña localidad de Ohio a prestar sus servicios espirituales. Una comunidad pobre, mezquina y egoísta pero a la que el reverendo sabrá servir con gran humildad y verdadero espíritu generoso.
Esta sabiduría y fortaleza, que le dota de gran tolerancia por las debilidades ajenas, no sabrá aplicarla en su hijo, que tratará de educar bajo sus rígidos principios negándole, quizá, esa flexibilidad que merece un niño y que provocará una temprana rebeldía en el muchacho y que culminará con un enfrentamiento que le hará abandonar el hogar para estudiar medicina, en busca del éxito y la fortuna, en clara contraposición con los valores paternos de servicio al humilde.
Pero la juventud si, a veces, ha de juzgar y perdonar, las más de las veces ha de agradecer y su naturaleza, ignorante, soberbia y egocéntrica, muchas veces, le incapacitan para darse cuenta de ello y asumir las deudas morales contraídas con nuestros seres queridos.
James Stewart tendrá que recorrer todo este camino en su aprendizaje vital, mientras Clarence Brown, nos hace un magnífico retrato de personajes, en esa pequeña aldea rural, aunando drama con pequeñas pinceladas de humor en un cuadro de costumbres entrañable.
Hay que destacar el soberbio reparto que conforma este equipo y lo bien que están delineados todos los personajes.
Walter Huston como el sabio reverendo y rígido padre. Beulah Bondi como esa madre abnegada que todo lo da y que nada espera. Gene Reynolds en el papel de hijo pequeño. James Stewart asumiendo el papel de hijo ya en la juventud. Guy Kibee en humorístico papel como rácano tendero. Charles Coburn como sediento y vilipendiado doctor de alma noble y todos los demás personajes que asoman en sus humildes escenas y contribuyen a enriquecer el tapiz de un cuadro rico y reconocible. ( spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Izeta
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