¡Son hermanos! ¡Son jodidos hermanos! Hasta eso, que es básico en la historia (y en principio un tanto trivial), es original. Que sea la madre negra quien adopta al niño blanco que se encontraron en la basura es algo fabuloso. Años después, joyas del cine copiaron estas mismas ideas y ya se sabe... unos cardan la lana... Por supuesto, nombrar por ejemplificar a las Chicas guepardo no es necesario, pero siempre puede haber algún despistado. No se puede haber visto todo el cine del mundo.

Pues eso; un negro, un blanco y un florero. En este caso, que el florero sea latino solo le da un puntillo tropical, pero es meramente anecdótico. Está claro que había que lanzarla a la fama, y haciendo un papelito sin demasiada complicación, donde todo el peso recayera en otros, era un buen punto de partida. Que viva Jennifer Lopez y su seguro del culo.

Total, que todos, policías ellos, de los de Proteger & Servir, deciden (la parte machuna del grupo... ella es casta y pura hasta que entra al camerino) que robar un tren repleto de dinero contante y sonante debe ser buena idea. Al fin y al cabo, ellos controlan la seguridad porque ellos son la seguridad. Saben de lo que hablan.

Si mezclamos todo esto, con un guión lleno de tiros, brincos, coñas marineras y garruladas varias, tenemos un cóctel de los de disfrutar a tiempo completo. Menos con los créditos claro, que solo molan en las películas de Jackie Chan. Mejor resultado que este es difícil, y más con estos ingredientes, donde acción y humor no siempre están bien remezclados. Aquí, en su justa medida: a raudales y al cincuenta por ciento.

Hubo un tiempo que Tom Hanks era el rey de las sobremesas; Esta casa es una ruina, Big, Joe contra el volcán, Dos sabuesos despistados, y ésta, Socios y sabuesos. Y vuelta a empezar. Cada dos meses, comenzaba el ciclo. Luego se volvió un moñas sensiblero, y la cagó, porque su época de comedias, es, sin lugar alguno de dudas, su gran época. En la que se debería haber quedado. O al menos que se hubiese cambiado de nombre o algo, que Tom Hanks es nombre guasón, y no de tío que habla con una puta pelota de vóley en serio, como quien habla con su psiquiatra de sus traumas infantiles.

Total, que en plena vorágine de éxitos cómicos, se arrejunta a un chucho, que suelta más babas que el Iguazú y es feo como el solo, y se hacen amiguetes aunque el bueno de Hanks esté puteado. Por supuesto, que sea policía, es una excusa cojonuda para que haya una trama directamente relacionada con el chuchete en cuestión, para deleite y gozo de quienes vemos la película en cuestión. Todo para una película entretenida, que te lleva a recordar el sabor del bocata de Nocilla y los churretones por la camiseta por mirar embobado la televisión.

Poco más que decir.

P.D.: Espero que hayáis pillado la mierda del chiste entre el Hanks guasón y el que habla con Watson... es el mejor juego de palabras que habéis leído nunca, pero tan seguro como que mañana saldrá el sol. Aunque no lo veáis.

Aprecio a Nolan. Un tipo que es capaz de dar forma a Memento de esa forma se merece un respeto. Se merece mi respeto. Pero una cosa es que tuviese un buen ojo con aquella, y otra que se le perdone cualquier cosa.

Insomnio produce somnio. Y eso que pintaba de lujo, con Pacino, con Williams... todo prometía nivelón. Hasta que presencié una persecución sobre troncos al estilo más chiquitistaní posible, que entonces se me cayó el alma a los pies. Y los huevos.

Por calidad técnica no es, que es, junto con el nivel interpretativo de cabeza, lo que salva la película. Pero supongo que a veces el éxito, y el sentirse el amo del corral de los directores en aquel tiempo, como que se sube a la cabeza. Por supuesto, no todo lo que se sube es Chivas... a veces el garrafón más apestoso se acopla a la cabeza, y nos hace ver sirenas donde solo hay máquinas expendedoras (juro que fue al amigo de un amigo a quien le pasó). En este caso, Txibas debió ser, porque si no, no lo entiendo. Y me esfuerzo en entenderlo y ver esa película tan cojonuda y a ese director que está marcando una época.

Un besito a los fans.

Un ladrón que no es nada en la vida pero al que se le supone buen corazón quiere retirarse dando el gran golpe de su vida. Esta es la sinopsis.

Pues esto es lo mejor de la puta película. Leer mi propia sinopsis.

El resto solo gracietas a la española, estupideces a la española y aceitunas a La española. Y esto no tendría que ser necesariamente malo sino fuese porque en este caso, hacerlo todo a la española supone hacer una mierda de las de vergüenza ajena. De auténtica vergüenza ajena.

Y aunque debo admitir que hubo un par de momentos que sonreí con el señor Manquiña, no sirvió para que después de varios años, todavía la siga recordando con bastante ascazo. Un primor de película.

Road movie de las buenas. De esas que te llevan a la reflexión profunda sin resultar pedante, no como otras al estilo de Paris, Cuenca que te dejan con la sensación de que quienes la hicieron tenían intención de hacer una obra maestra y al final les salió una cosica con aspiraciones a nada. Y me toca los perendengues que esto pase, y más cuando por allí dentro hay retazos de calidad.

Menos mal que con Fresas salvajes esto no pasa. La película es un desborde de calidad. A pesar del comienzo desconcertante, donde se ve una aparición onírica y metafórica de la egírica talasocracia, pero necesario para el desarrollo, todo va surgiendo como si lo estuvieses viendo en directo, casi como una historia real. Maravillosa.

Una Bibi Anderson en un papel perfecto, a ratos amarga como el café, a ratos dulce como un lichi, acompañando a un gran Victor Sjöström nos sumergen en una historia triste pero esperanzadora, de las que deleitan imponentemente. LA contraposición de personajes es sencillamente perfecta.

El conjunto es un peliculón, emotivo y no lacrimógeno sobre un abuelico que añora, pero que quiere agarrase a la vida como pueda… como sea.

De todas formas tiene una pequeña falta que me impide que Fresas salvajes entre a mi olimpo particular de películas: Las bajadas de ritmo. Desde luego, no es una película de ritmo trepidante, ni falta que le hace, pero los bajones le pasan factura.

Tan cerca y tan lejos de ser una obra maestra…