La isla mínima

Ejemplo de dirección seca e ideas claras, no es un trabajo adrenalítico, es un trabajo de artesano, con gusto y eficiencia, trabajo técnico de alto nivel (destacando todas las partidas), una obra rematada como pocas, narración rozando la perfección (aunque le ha faltado algo para llegar a serlo) y sin duda una cinta imprescindible, llamada a ser un clásico actual en poco tiempo.

Ambientación redonda para una obra que te atrapa desde sus magníficos y originales títulos de crédito iniciales, con aroma a Alan Parker en cada fotograma, sin duda alguna de sus películas (¿solo alguna?) de inspiración necesaria para Alberto Rodriguez que condensa toda esa información y homenajea, al menos eso me sugiere, a sus títulos mas redondos, "Arde Missisipi y "El corazón de Angel", si no era su intención, da igual, su trabajo es magnífico, sin duda...

No cansa destacar su INCREIBLE fotografía, panorámicas y detalles rodados con mano maestra, montados con extraña perfección, acompañando a una sublime dirección, sobria e inteligente, arropando, unas magníficas interpretaciones del dueto protagonista (Soberbio Gutierrez, muy bueno Raúl Arevalo) en las que me sobra el guapo Jesús Castro, que, aparte de aportar una mirada muy bonita, no llega ni por asomo a convencer, la historia, buena, sin duda..

Una de las grandes sorpresas del año a la que se supone le falta algo mas de metraje para conseguir algunas explicaciones a lo contado, una película en la que no te hubiese importado tragarte otros 30 necesarios minutos y haber rematado lo narrado con mayor precisión, que, sin desmerecer lo expuesto, parecía fundamental para rematar ese extraño e innecesario rápido final y ciertos detalles que sin duda merecerían algo mas de resolución...

Una película HIPNOTICA , que te engancha repito, desde el primer minuto...

LO MEJOR.- SU GRAN NIVEL CINEMATOGRAFICO, LA FOTOGRAFIA (Es un milagro)
LO PEOR .- ES CORTA,NECESITABA MAS METRAJE...

Saludos.

La isla minina es grande, muy grande.
Es una de las mejores películas de cine negro, muy negro, de la filmografía española.
Es una mirada implacable a los rehenes de un lugar y una época (marismas de Guadalquivir, 1980) llenos de miseria moral y económica que sobreviven en los meandros geográficos y vitales de dichas marismas.
Lugares y tiempos sin esperanzas, hasta el extremo que las jóvenes de la zona escuchan los cantos de sirena con tal de huir de allí y en ese intento de búsqueda de otra vida encuentran sus sueños y sus cuerpos violados, torturados, amputados y finalmente muertos.
Lugares en los que no se regala nada, todo se compra o se arranca de un modo u otro.
Y es también la historia de dos ásperos policías opuestos en todo menos en la necesidad de detener a los responsables de las atrocidades.
Y en ese viaje por ese desierto humano se cruzan padres que roban droga a la mafia local y dinero a sus hijas, caciques de manos suaves y corazón de piedra, videntes de futuros de muerte, gente que no sabe, no vio, o miró a otra parte cuando la barbarie estaba a su lado, y periodistas de la violencia, cuanto más escabrosa mejor.
Y un policía también descubre el oscuro pasado de su compañero y no lo cree y al final lo sabe y en parte le perdona porque la caza a los monstruos une mucho.
Film desnudo y crepuscular, envuelto en una fotografía extraordinaria y en unas interpretaciones magnificas.
Film que araña y reseca el alma.
Gran película del paisaje de la desolación humana.

Sin duda esto es cine español, buen argumento, buenos diálogos, orden lógico y cautivante de la trama, actores protagonistas excepcionales (Más quisieran a Javier en muchas de las producciones americanas) y una fotografía espectacular, así SÍ. Así, apuesto por el cine español.

Sin lugar a dudas, es la mejor película (una cátedra del buen quehacer cinematográfico) que ha llegado a las salas del cine en Barranquilla este año. El cineasta español Alberto Rodríguez con una atmósfera fascinante (con un toque a los hermanos Coen, sin querer con ello decir que los copia), plantea un thriller cargado de agobio, ante las pesquisas de un par de detectives por allá en los años ochentas.

Otro aspecto interesante es sin lugar a dudas el paisaje andaluz para mostrar de forma fehaciente ese transfondo de soledad y misterio cuando de silencios culpables se trata. Esos silencios de un paisaje que en contraposición a las memorias de un asesinato, el espectador siempre está atento en descubrir también quien es el culpable.

Ante un color (brillante fotografía) al mejor estilo policíaco noir reciente del cine norteamericano, la historia nunca desciende y la luz, da ese semblante del que nos remite el cineasta francés Jacques Loiseleux, en un ensayo sobre la importancia de la luz en el cine: “Tanto al filmar como al proyectar una película, la luz hace visible la imagen. Sin luz no hay imagen. Además tiene otra función: dar sentido a la imagen mediante el modo en que ilumina el tema y la atmósfera emotiva que genera, haciendo que los seres y objetos aparezcan no sólo bajo su aspecto estético más favorable, sino también con plena coherencia para cada película”.

Excelente película española que abre en el siglo XXI con la fascinación por el cine dirigido a todos los públicos. Filme altamente recomendado.


Gonzalo Restrepo Sánchez
Visite: www.elcinesinirmaslejos.com.co

Poco se puede decir de esta película que no esté ya dicho.

Por eso me remito a mi experiencia personal. Para describirla baste decir que me ha hecho congraciarme con el cine español. Incluso sentir algo de respeto hacia los Goya.

Y es así que, después de ver La Isla Mínima, he vuelto a ver pelis nacionales; con la esperanza de encontrar más joyas como esta entre tanto pestiño. En definitiva, abandonar mis prejuicios para con las producciones nacionales a las que, ahora, concedo al menos el beneficio de la duda.