Jack Ryan: Operación Sombra

Empecemos dejando algunas cosas bien claras, que no es mala forma de empezar. Ni Kenneth Branagh es Michael Bay, ni Chris Pine es Jason Statham, ni Kevin Costner es Judy Dench, y ya mucho menos Jack Ryan es Ethan Hunt. Una vez que esto ha quedado claro, creo que podemos hacernos una sencilla idea de lo que es exactamente "Jack Ryan (Operación sombra)", la enésima versión marca blanca del clásico thriller de espionaje que, esta vez, termina cayendo en el contenedor de los intentos fallidos de franquicia. Se pongan como se pongan, es la triste realidad.
"Jack Ryan (Operación sombra)", producción de Lorenzo di Bonaventura basada en el personaje creado por Tom Clancy, es más de lo mismo. El bueno de Ryan es un analista que es contratado de sopetón por un ambiguo agente que le pone, de cabeza, en mitad de un nuevo ataque terrorista a los Estados Unidos, esta vez de origen ruso, para que lo solucione. En base a lo anterior se desarrolla un film de poco más de noventa minutos, señal que ejemplifica la poca ambición que había en el proyecto; tiempo durante el que el espectador acude a un tren turístico por una ciudad que se conoce al dedillo. Los buenos son buenos, los malos son malos, y las sorpresas nos las guardamos para otro día en el que nos apetezca mostrar más interés en lo que hacemos.
Técnicamente "Jack Ryan (Operación sombra)" está decentemente hecha, tampoco esperaba lo contrario, pero es obvio que las aptitudes de Branagh como realizador de acción no son un alarde de maestría. El de Belfast tiene oficio pero se nota a la legua que visualmente la película es otro viaje a través de lugares comunes. Y el problema es que hoy en día en este tipo de films nos han acostumbrado a una espectacularidad y a una vistosidad sin paliativos, y cuando no hay nada de eso quedas en evidencia, y más viniendo de la industria de la que vienes.
Al final "Jack Ryan (Operación sombra)" sirve para pasar una tarde-noche de sábado y poco más. Y es que estamos tan saturados de este tipo de historias que, o las haces de forma que llamen mínimamente la atención del espectador, o no las haces.

Al parecer el actor Chris Pine es un actor con mala suerte. Todo el mundo lo conoce, pero sus películas no terminan de arrancar. Exceptuando la franquicia espacial, el resto de sus películas no llegan a ser grandes éxitos, ni para la crítica ni para el público. Tampoco son fracasos. Está en tierra de nadie. Y eso me entristece.

Chris Pine es un gran actor y sus películas son entretenidas. Y coger el papel de Jack Ryan lo demuestra. Esta película lo tenía todo para ser una saga moderna y rescatar al personaje. Pero sobre todo, Pine demuestra que vale.

Es cierto que Ryan nos ha dado grandes películas como "La Caza del Octubre Rojo". Pero esta película no tiene nada para avergonzarse. Si no ha marcado una época como la anteriormente nombrada no es por su falta de calidad, sino por la competencia. Ahora hay miles de películas mediocres y series buenas. Por lo que cuando oímos el nombre de Ryan esperamos que marque una época como hizo las anteriores, pero no es así. Esta película es una buena y notable película, pero no va a marcar un antes y un después en el cine. Y creo que la gente, al ver que no es el peliculón que esperan le califican peor de lo que debieran.

Cuando uno quiere acercarse a una película ve la nota media y una nota como la de esta película (5,3 en Junio del 2019), le quita las ganas a cualquiera. Pero es por esos "odiadores" que al no haber satisfechos sus expectativas votan a la baja. Y, quitando expectativas esta película lo tiene todo para gustar.

Mi consejo, olvidaros de la nota y disfrutad.

Respira todo lo fuerte que puedas y recuerda esos años en que el thriller de acción destilaba el aroma de la pólvora masiva y las palomitas. Una década dorada para un género que si bien no matizaba sus creaciones con pinceladas de sutileza e inteligencia, si ofrecía una evasión de la realidad rápida y concisa, destapándose como un entretenimiento al alcance de todos los públicos, siempre que los prejuicios y anhelos de coherencia se abandonaran en la entrada del patio de butacas.

Ese tipo de cine, encontró en los años 80 su lugar en el tiempo, y su rostro se modelaba en actores que iban del músculo descerebrado de Stallone o Schwarzenegger; al humor de chascarrillo de Bruce Willis. Toda una galería de héroes, que si bien no caracterizaban sus interpretaciones por la calidad y profundidad dramática, sí ofrecían unas papeles cargados de carisma, dando vida a personajes que rápidamente pasaban a formar parte de la memoria colectiva.

Una década en la que la tensión se mezclaba con unas escenas de acción y pirotecnia, que eran muestras de ingeniería visual, aprovechando al máximo los recursos disponibles, lejos de la holgura técnica de las producciones actuales donde los efectos digitales han relegado al olvido el trabajo casi artesanal de los especialistas y técnicos de efectos especiales.

Kenneth Brannagh, que en su papel como realizador es recordado por adaptaciones para la gran pantalla de grandes obras maestras de la literatura, en especial su amado William Shakespeare, demuestra en "Jack Ryan: Operación Sombra" su amor por los géneros "clásicos" (permitidme el chiste de dudosa calidad), con una película que recupera al personajes creado por Tom Clancy, y que ya interpretarán actores como Harrison Ford, Alec Bladwin o Ben Affleck, en una cinta que presenta sus respetos a ese thriller de acción cuyas maneras han caído en desuso. Sin sobrecargadas trampas digitales, y con el rostro acertado de Chris Pine como protagonista de la trama, Brannagh modeliza su película al estilo 80's copiando tanto las virtudes como los efectos de esa década.

En cada fotograma late un argumento al servicio del entretenimiento con una trama que por momentos desvía su atención al género de espías de los años 70. Brannagh demuestra su anhelo de ser un director todoterreno planificando escenas de acción que saben dosificar bien la tensión, dejando al espectador en la fácil tarea de divertirse y disfrutar de una cinta con el carisma hortera de los años del mamporro. Con ese duelo entre el bueno buenísimo vs. malo malísimo sobreactuado, y retomando a la Madre Rusia como enemigo a batir por la C.I.A., defensor de la seguridad mundial, y esta vez con el terror terrorista post 11-S como telón de fondo sustituyendo a la amenaza nuclear, Jack Ryan vuelve a la gran pantalla en una cinta cuya única pretensión es el ocio puro.

Diversión al servicio de la ingesta de palomitas, que vista sin prejuicios resulta adictiva, y que se olvida tan rápido como se disfruta, a la vez que ofrece una ración de nostalgia por el ya olvidado arte del rock n' roll.

Apuntalar las bases para crear una saga cinematográfica del personaje más famoso de Tom Clancy parece convertirse de nuevo en una tarea harto complicada. Ya se intentó hace más de una década con Ben Affleck y su “Pánico Nuclear” y se insiste una vez más con Chris Pine en esta cinta dirigida por nada menos que Kenneth Branagh.
El director y actor inglés, poseedor en su filmografía de absolutas joyas del séptimo arte, nos introduce en una trama que bien recuerda a aquellas novelas de la Guerra Fría, pero añadiéndole ciertas dosis de realidad actual, con el fin de adaptar el conjunto al nuevo contexto social y económico.
El resultado es un thriller clásico de espías de manual, un ejercicio aceptable de entretenimiento, que contentará a más de uno, pero dejará bastante frío a otros más.
Y es que acostumbrados a un mundo donde Ethan Hunt o James Bond son capaces del más difícil todavía, Jack Ryan se adentra en terrenos mucho más sobrios, aunque sin olvidar algunas escenas de acción resueltas con bastante soltura.
Chris Pine asume el rol protagonista cogiendo el testigo de actores como Alec Baldwin, Harrison Ford y el antes nombrado Ben Affleck. La cuarta resurrección de un personaje, que vine a definir en su momento, como el sustituto natural de 007.
Pero nada más lejos de la realidad, mientras el agente británico sigue cautivando masivamente, Ryan parece no lograr levantar el vuelo nunca.
Y es una lástima, hay buenos cimientos en este nuevo acercamiento, pero son quizás excesivamente modestos para un tiempo donde atraer a los espectadores a las salas se convierte en una tarea complicada.
Kenneth Branagh cumple con soltura, pero no con el suficiente atino como para levantar una nueva mitología. Eso sí, él mismo se reserva un excelente papel de villano.
Creo que no volveremos a ver Chris Pine en la piel de Ryan, pero a buen seguro el personaje volverá a resucitar. Jack will return.

Más conservador que el James Bond de Ian Fleming y haciendo gala de destrezas menos espectaculares, con menos efectismos y más argumento, el último hit de Jack Ryan, el personaje literario de Tom Clancy sigue vivo pese al deceso del autor el año pasado.

En un tip muy personal, me reconozco como seguidor de la interpretación de clásica de Harrison Ford en "Juego de Patriotas" (1992) y en "Peligro Inminente" (1994), donde le dio carácter a un personaje que no estaba para galanterías, ni sonrisas coquetas mientras seducía a una chica y a la vez caraba un arma apuntando al villano. Era el gen de un Jack Ryan con principios, que no disfrutaba de la adrenalina pero asumía los costos de romper el protocolo por hacer 'lo correcto'.

En esta pasada con "Código sombra" (2014), Kenneth Branagh quien de por sí imprime prestancia en sus interpretaciones y direcciones, se hace cargo de revivir el icono con un Chris Pine algo sobrevalorado en cuanto a sus capacidades. A más de alguno se le pasó por la mente que el mismísimo Kevin Costner podría haberlo hecho mejor, no obstante, la industria cinematográfica suele ver con buenos ojos la siembra de rostros jóvenes para dar en el futuro continuidad a las posibles sagas.

Ya con Ben Affleck en "La suma de todos los miedos" (2002) interpretando al agente de la CIA de Clancy, se había dado un paso en falso y en esta ocasión aunque se trate de una cinta que tiene sus momentos, la sombra real que aparece en pantalla es la de Ford como insuperable en el rol.

Costner, Knitghtley y el propio Branagh son la comparsa de una película cuyo principal pecado sin duda es la adaptación imperfecta de obras clásicas del espionaje y thriller político que representa Jack Ryan para Tom Clancy. Una versión incapaz de jugársela por el estilo original cuando era el momento, hace diez años, no con un Harrison Ford cuasi jubilado y cuando la tendencia de la saga de Bourne dejó claro que se necesita algo más para lograr aciertos en el género.

Quizás el punto de escoger a Chris Pine sea discutible, pero tomando la linea temporal de un protagonista joven, lo único que podemos agradecer es no seguir escogiendo a Shia Labeouf para este tipo de películas.

En resumen, una película bien hecha pero tibia en sus aciertos y casi fría en su profundidad. Apenas una más del montón cuando debió estar mucho más alto.

Recomendación:
Regular. Un producto algo desilusionante por tratarse de un clásico. :(