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El Gran Hotel Budapest

Comedia. Aventuras Gustave H. (Ralph Fiennes), un legendario conserje de un famoso hotel europeo de entreguerras, entabla amistad con Zero Moustafa (Tony Revolori), un joven empleado al que convierte en su protegido. La historia trata sobre el robo y la recuperación de una pintura renacentista de valor incalculable y sobre la batalla que enfrenta a los miembros de una familia por una inmensa fortuna. Como telón de fondo, los levantamientos que ... [+]
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Críticas 283
Críticas ordenadas por utilidad
28 de diciembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa comedia que te absorbe completamente.

Gran variedad de actores que interpretan a unos personajes súper carismáticos.

Planos minimalistas preciosos.

Ojalá todas comedias fuesen de este estilo.
humantool
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3 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la etiqueta de haber ganado el Gran Premio del Jurado en el último Festival de Berlín, el último trabajo de Wes Anderson ha llegado a nuestras pantallas. El realizador texano, uno de los grandes de los últimos años, ha realizado la que es, sin duda, su película más ambiciosa. Para ello, ha utilizado todas sus conocidas características y las ha llevado hasta sus propios límites.

El Gran Hotel de Budapest nos narra la historia de un aprendiz de portero en el citado hotel, interpretado por el debutante Ton Revolori. Su maestro es Gustave H., interpretado por un magistral Ralph Fiennes, alma absoluta del hotel y de la película. Con una estructura de absoluta caja rusa, Anderson llega hasta el nivel más bajo, en donde sucede la historia antigua del hotel, la de su esplendor. En esa época veremos como Zero, el aprendiz, seguirá a su maestro Gustave H. con una obediencia absoluta. El personaje de Gustave H. es un elegante, histriónico y amanerado encargado del hotel, conquistador de ancianas ricas que desarrollará una fuerte amistad con su aprendiz. A raíz de la herencia de una de las ancianas, Gustave H. será acusado de asesinato y él y Zero vivirán todo tipo de situaciones inimaginables a raíz de ello. Por supuesto, la película tiene un reparto mucho más extenso en donde destacan Adrien Brody, William Dafoe, Jude Law, Edward Norton o Harvey Keitel. Pero además de nuestros dos protagonistas, que están excelentes, destaca la presencia de Saoirse Ronan, la enamorada de Zero. Las demás estrellas anunciadas en el cartel cuentan sus apariciones por simples cameos.

El film, de una belleza apabullante, con una dirección artística absolutamente descomunal y un diseño perfecto vuelve a confirmar a Wes Anderson como uno de los directores más interesantes de la actualidad. Sus planos simétricos, su cuidada fotografía y sus situaciones teatrales convierten a este gigantesco hotel en una casa de muñecas abierta para el espectador. Es destacable la unidad visual que mantiene todo el film, a pesar de los cambios de formato de la imagen, que se ajustan de distinta forma según la época a la que suceda la secuencia.

La película, aunque está contado en clave de comedia contiene mucho humor negro, ciertos toques de brutalidad y dosis de sorpresa. Mezclando géneros tan dispares como el carcelario, el amoroso o el de investigación, Anderson nos cuenta una forma de vivir y de pensar, cristalizada en el personaje de Ralph Fiennes que parece encantarle. Se nos remite a una época y una forma de vida en donde importaba la elegancia, los modales, el perfume, el encanto y la buena conversación por encima de la inminente guerra.

Estamos sin duda ante el film más ambicioso y mejor realizado de Anderson. Una historia compleja, narrada de forma perfecta, una gran unión de personajes con un arqueotipo muy determinado pero, con un fondo inmenso y además con la ambientación más poderosa.

Sin embargo, a pesar de ser muy superior a Academia Rushmore o Los Tenembaums: una familia de genios, su excelencia formal y narrativa no alcanza la emoción que provocaban sus dos obras anteriores, Moonrise Kingdom y Fantastico señor Fox .Tampoco ayuda a ello la ligereza del final.

Estamos ante una película que, aunque puede dejar frio en cierto modo al público, no deja de ser deliciosa, inteligente, única y muy disfrutable. Con un Ralph Fiennes genial y varios giros que nos dejarán boquiabiertos Wes Anderson se asegura con esta película un puesto en las primeras posiciones de la lista de mejores películas de este recién comenzado año cinematográfico.

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wilder marx
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7 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando te duelen los músculos de la boca de reírte no te queda más remedio que aceptar que si entraste a ver El Gran Hotel Budapest con una pizca de escepticismo (¿cuántas veces en una peli todos los gags están sólo en el trailer?) esta película te sorprenderá por su frescura, ingenio y original puesta en escena.

La película parece concebida para ser una obra de teatro, y el argumento te confirma que nos encontramos no sólo ante una obra de teatro, sino metateatro dentro de metateatro. Puede parecer confuso, pero visualizando la película cualquiera es consciente de que esta vuelta de tuerca le aporta sencillamente más interés al argumento: el actual dueño del gran Hotel Budapest (F. Murray Abraham – “Todos los hombres del presidente“, “El nombre de la rosa“, “Scarfase“, “Amadeus“, “Poderosa Afrodita“…) narra a un cliente habitual (Jude Law) su relación con Gustave, el antiguo primer conserje del hotel (Ralph Fiennes), y los tragicómicos sucesos que lo llevaron a convertirse en su mejor amigo. La fidelidad a su jefe y su abnegación para con el trabajo bien hecho le hacen partícipe de mil y una aventuras, al más puro estilo “La vuelta al mundo en 80 días“.

A cada uno de nosotros nos hace gracia un estilo de humor diferente, es una de las cosas más subjetivas y difíciles de conseguir en el mundo del cine, hacer reír; por lo que hay que entender que en “El Gran Hotel Budapest” han hecho gala del humor absurdo, frenético y en ocasiones surrealista, acompañado de hilarantes diálogos. La sensación que te transmite la puesta en escena de “se nos acaba el tiempo” provoca un ritmo narrativo fenomenal. Nunca paran de ocurrir cosas, ninguna predecible, muchas surrealistas, reafirmando la sensación de la cámara acelerada propia de las películas de Buster Keaton. Nuestra retina se ve desbordada por la abundancia de escenarios; apoyándose en el vestuario y la fotografía, los cuales ayudan también de forma brillante al sentido irónico y sarcástico que impregna toda la película.

[...]

Los videojuegos nos han acostumbrado a grandes peleas con los jefes finales, y que las historias de amor están llenas de ternura y un halo de misterio, así como que los enigmas se resuelven en medio de una gran catarsis. “El Gran Hotel Budapest” obvia todos esos detalles para centrarse en cómo se desarrollan los hechos, minimizando la importancia de todos los aspectos que el espectador suele dar por importantes.

[...]

Por último señalar que, pese al gran reparto del que hace gala “El Gran Hotel Budapest“, es un alivio saber que el peso no se sustenta en ellos. Es una película divertida, ligeramente irreverente, con un buen guión, notablemente dirigida y que hará las delicias de aquellos que, como yo, echábamos de menos una comedia original.

Fragmento extraído de www.generacionfriki.es
Damarela
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11 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llama la atención que aún hay quien no se enteré que cuando un espectador medio (dejemos al lado a los "ungidos") se sitúa ante una pantalla es para que le cuenten una historia....y lo menos que espera es que la historia esté bien contada. Pero esto no es exclusivo del cine...en la magia queremos que el ilusionista nos sorprenda, nos deje boquiabiertos....está muy bien que el tono de su voz sea agradable a nuestros oídos, que las cartas que use sean bonitas y de buen tacto o que tenga la deferencia de no vestir un polar del Decathlon... pero al final, lo que realmente importa es que el truco choque frontalmente con lo que nuestro sentido común nos dice que debería haber sucedido.

Siguiendo con el símil propuesto, "El Gran Hotel Budapest" es un mal truco de magia presentado con mucho gusto y elegancia.
Edu dSada
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13 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando sales de El gran hotel Budapest te das cuenta de que todo está centrado. Pienso en la geometría, en el encuadre como arte, en lo que nos gusta subir las escaleras corriendo, en puertas que se cierran y en ventanas que se abren. Pienso en Wes Anderson y en ese añadido que le suma a sus películas para evitar el estatismo del que sólo ornamenta. Pienso en que, historias aparte, si algún día le encuentro un fallo, lo habrá hecho adrede. Pienso en lo bonito que es fugarse de la cárcel. Y, sobre todo, pienso que pueden tener razón los que dicen que su excesiva fuerza visual canibaliza el contenido. Pero no importa, porque lo canibaliza todo. Durante algo más de hora y media, también se come todo lo que exista en tu cabeza. Este verano me iré de vacaciones a la República de Zubrowka.

Porque en la República de Zubrowka está El gran hotel Budapest, donde hace años ocurrió una bonita historia de aventuras, protección y amistad entre Monsieur Gustave H., el legendario conserje, y Zero Moustafa, su lobby boy. Una maravillosa fábula de herencias, robos de obras de arte renacentista, revoluciones de hálitos totalitarios, amor, violencia y dulces artesanos. Voy a ir a Zubrowka porque hay unos paisajes de instantánea ideal, con los que fliparéis si me seguís en Instagram, y fantásticos albergues entre lo victoriano y lo colonial. La gente habla con una educación refinada y exquisita aunque su intención sea arrancarte el corazón y dárselo a su perro. Sí. Me iré a esa república tan real como desubicada. Cambiaré moneda y me escaparé. Ya me he apuntado a su academia para conocer la historia de ese interesante país: www.akademiezubrowka.com (Pinchad y flipad todos de él).

Wes Anderson practica el perfeccionismo. Esa creencia psicológica que consiste en entender que se puede y se debe alcanzar la perfección. En este caso, hablamos de una perfección subjetiva que sale de la cabeza de su creador, y estoy plenamente convencido de que se ha plasmado lo que el pretendía. La planificación extrema salta a la vista, el casting es tamizado (amistades y obligaciones de autor incluidas), la escuela de cine europeo está de fondo, y Stefan Zweig y Lubitsch y los hermanos Marx y mucho cine visto. Y delante de todo está Wes Anderson, un tío de Houston, Texas, que le ha hecho un estupendo homenaje a Europa.

En cuanto al elenco, que salta a la vista en el cartel, Ralph Fiennes sale de su encierro y se sale. Y todos esos actores que espero que hayan ido a taquilla y no ha caché. Alineación de acompañamiento: Edward Norton, Jeff Goldblum, Willem Dafoe, Jude Law, F. Murray Abraham, Adrien Brody, Tilda Swinton, Harvey Keitel, Jason Schwartzman, Tom Wilkinson, Owen Wilson, Saoirse Ronan, Léa Seydoux y más.

A positivar que Wes Anderson le suma a su filmografía cada vez algo más; no sé exactamente lo que es. Sé que, en mi opinión, sigue creciendo; y eso que empezó muy alto. Y un negativo para todos aquellos que no se hayan dado cuenta de que dentro de la enumeración de actores, me había dejado a Bill Murray.

www.apositivar.com
A POSITIVAR
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