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Brutos, sucios y malos

Comedia. Drama El viejo Giacinto vive en los arrabales de una gran ciudad italiana con su esposa, hijos, nueras y nietos. En total casi veinte personas en la misma chabola. Casi todos los miembros de la familia son extremadamente egoístas, y sólo quieren el dinero que guarda afanosamente el padre de familia, un hombre huraño y tan miserable como los demás. Todos tratan de ganarse la vida, aunque algunos necesitan parte del dinero del padre para subsistir. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
28 de marzo de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No logro identificar el nombre en la película ni en la vida real de la actriz que usa botas amarillas. Pero ella me parece que concentra la película en muchos aspectos. Muestra todo lo ruin de la situación cuando en las mañanas recoge todos los niños y los encierra en una jaula. Es la encargada de traer el agua a la familia. Es la única que trabaja decentemente a pesar de que otra chica la invita a ganarse la vida prostituyéndose. Como que su suerte es la suerte de todos en la vida de la pobrería irredenta. No ha de tener más de 14 o 15 años. Y ahí está el final...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Edmundo
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4 de agosto de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más el maestro Ettore Scola vuelve a sorprenderme, en esta ocasión dando la vuelta por detrás y clavándome un cuchillo por el costado que menos esperaba, a través de una historia surrealista y efectivamente bruta y fea, repugnante hasta gritar basta. Muchos escaparán con las primeras escenas, hartos ya en diez minutos de un espectáculo tan lamentable. El vicio y la maldad lo ocupan todo, no se salva nadie en una familia cuyo patriarca podría pasar por el más detestable de los personajes creados en la Historia del cine. Nino Manfredi es un ser absolutamente repugnante.

¿Por qué salir corriendo entonces de una película así?; ¿por qué no elogiarla puesto que el cine se trata de impresionar de una manera u otra? De acuerdo, la posible fascinación que provoca "Brutos, feos y malos" viene por una vía inusual, conmueve a través de otros instrumentos. Pero al fin y al cabo el maestro Scola consigue estremecer al espectador, lo sacude y lo abofetea. Y claro, semejante provocación no gustará a todos, viene de lo soez y lo vulgar. Provoca mucho asco, pero considero que eso es algo que no resulta fácil hacer y por ello encuentro que se trata de una película maravillosa.

Así pues Nino Manfredi en el centro con una cantidad de moléculas de igual nivel alrededor. Es uno de los títulos más acertados que recuerdo: son brutos, feos y malos. Todos, no se salva nadie. Para algunos excesivo, para mí una maravilla... Porque es un drama como una casa, desde luego, pero el envoltorio de comedia negra sirve para que nos lo traguemos sin problemas.
Luisito
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8 de febrero de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se necesita polenta y mucho coraje para hacer una película como esta, que está contra toda corriente bienpensante y desborda desprejuicio, libertad, brutalidad y, aunque parezca mentira, ternura.

No podía creer lo que veíamos, y eso que yo ya la había visto cuando se estrenó en Italia. Nunca creo se vio el tema de los desclasados tratado de este modo brutal y divertido. Y no hay nada que intente disimular el horror o darle una pátina de moralina.

Me saco el sombrero y saludo a con admiración a todo el grupo, actores y técnicos, y en especial a Nino Manfredi, genial, y a Scola, un grande.

La música parece ser del mismo que hizo la de Rocco y sus hermanos, y es bellísima.
Roberto
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23 de mayo de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ácida y atrevida comedia italiana en la cual Scola nos retrata a una vulgar familia (numerosa) de los suburbios de Roma viviendo bajo el mismo techo, hacinados. Donde el patriarca Giacinto (Nino Manfredi) ha cobrado dinero de un seguro, por la pérdida de un ojo en su trabajo, que provocará los comportamientos más bajo de la condición humana dentro de lo más bajo de la sociedad.

Con una puesta en escena respirando feísmo donde la suciedad se siente a través de la pantalla, la película logra un crudo relato sobre las miserias del ser humano. Mezclando drama con humor negro somos testigos de este micro universo familiar caótico, donde veremos personajes amorales, irracionales, egoístas, lujuriosos, vulgares, codiciosos y patéticos retratados con una naturalidad que todo reboza autenticidad. Así podemos ser testigos de incesto, adulterio, robos, disparos, traición y peleas como algo cotidiano, como quien pasaba por ahí (como cuando uno de los hijos dice que va a saludar a su mama en la madrugada). Son tantos los golpes bajos que nos da Scola, que los vamos naturalizando a lo largo de la cinta (en parte gracias a los caricaturesco de los personajes), así para esa última toma uno ya está inmunizado, aunque no deje de impactar.

El director se mueve en este ecosistema como observador, generalmente ubicado a distancia para darnos amplio panorama. O nos muestra el interior de la casa desde el centro del escenario girando 360 grados la cámara, logrando una gran secuencia de apertura tanto en el desempeño de los actores como el timing en la dirección. Siendo la narrativa de ritmo variado, alternando momentos caóticos (las motos, las peleas de la familia, etc) con otros más contemplativos, como los niños enjaulados o, dejando huella, la escena de la niña yendo a buscar agua.

Cinta sin filtro que expone lo peor del ser humano en los márgenes de la sociedad, donde en este contexto es lo normal. Siendo una crítica a los poderes, donde el estado ni está ni se le espera, la policía no se quiere meter y la religión aparece de fondo, como bonita postal. Logra incomodar al espectador con su sordidez, siendo una ácida representación de las miserias de una familia de mal vivientes que no dejara indiferente a nadie.
piensaenotracosa
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20 de febrero de 2015
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia esperpéntica de trazo más grosero que grueso. Un producto muy de su tiempo en el que Ettore Scola, como en un momento su indescriptible protagonista, vomita sobre nuestras cabezas un verdadero torrente de jugos atrabiliarios. En la coctelera, ponzoña, exceso, ánimo provocador y un evidente discurso, sobre cuya sinceridad y sentido caben interpretaciones dispares: puede que no muy halagüeñas para el máximo responsable del producto. El asunto, en apariencia, las condiciones de vida y el encanallamiento forzoso de un cierto subproletariado marginal que sobrevive, como ratas y entre ratas, en conglomerados de chabolas.

El neorrealismo italiano de los años cuarenta y cincuenta se especializó en poner su mirada sobre la vida perra, las esperanzas mil veces frustradas, el coraje o la renuncia de los eternos desheredados. A veces con efluvios vaticanos y otras con generosas dosis de doctrina afín al entonces poderoso PCI. Incluso, por la frecuente confluencia de guionistas de las dos orientaciones dentro del equipo de la misma película, mezclados ambos ramalazos dentro de una misma narración. "Brutti, sporchi e cattivi" derrama cal viva sobre los rescoldos del neorrealismo que aún pudiera conservar el cine italiano y retrata la pobreza extrema con no menos extrema ferocidad. Por supuesto manda a paseo ese cierto equilibrio entre el humanismo (de ley o de sacristía) y la moralina de raíz marxista. Para derivar a una especie de asunción de una cierta letra buñueliana, ya que el espíritu y el talento del aragonés quedan muy lejos del más optimista de los alcances que le pudiéramos atribuir al talento de Scola, desde la perspectiva que sobre él nos da el conocimiento de su carrera completa.

¿Divertida? No mucho, si tienes las antenas del sentido del humor orientadas en otra dirección distinta de la misantropía más destroyer y la regurgitación de amarguras propias y ajenas. Ciertamente hay unos cuantos chistes que funcionan y la película entretiene casi tanto como repugna. Así que no se niega la habilidad al director. Nino Manfredi se divierte lo suyo, bailando con todo el oficio del mundo sobre esta cumbre de sordidez. Que acaba revelándose como un gran festival de la autocomplacencia de Scola y de su coguionista, Ruggero Maccari. Encantados de ser tan corrosivos, tan diabólicos, tan transgresores y tan guarros. Encantados de haberse conocido a sí mismos.
Zinephagus
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