E.T. el extraterrestre

Al parecer, la cola era de las que hacen afición. Y se hubo de poner toda la carne en el asador para ver al extraterrestre antes de que cualquiera, tras la mala digestión de una Papaúmaumau, quién sabe, viniese a reventarnos el final de la película. Después, codo con codo, flanqueados en las butacas por dos abuelas que ya volaron hacia las estrellas, mi hermano y yo, niños expectantes y fantasiosos, apostamos el honor y la vergüenza: no voy a llorar.
E.T. sigue siendo un canto de esperanza... y una clase magistral para toda existencia. Y aunque no falte el que no la pueda comer porque sea mentira, también, acaso paradójicamente, es un milagro. Es un milagro y Spielberg lo hizo lo mejor que se podía haber hecho.
Perdí la apuesta aquella noche remota de principios de los ochenta. Mi hermano, mi único hermano, que es más joven y aguerrido, me derrotó como los grandes, pues, a hurtadillas, lloraba yo como una magdalena mientras él mantenía el tipo. Perdí la apuesta, decía; sin embargo, devoto alumno de Steven Spielberg y de sus clases, conseguí dejar intactos el honor y la vergüenza: que no todas las lágrimas que se vierten son amargas, y que no siempre el que llora sale perjudicado.
Creeré en ello toda mi vida. Cada día.

Quizá fuera una fantasía inconsciente de mi niñez, para sentirme menos solo. Era el sueño infantil de un amigo especial que salva a un muchacho de su tristeza después del divorcio de sus padres», esto decía Spielberg sobre E.T. Desde el primer día de rodaje supo que el film sería algo especial para él y que ocuparía un lugar importante en su corazón y en el mío.
Estamos ante un cuento de hadas suburbano , para niños y no tan niños que piensan que son demasiado modernos para creer en la magia, una extraordinaria película familiar sobre la fantasía infantil, la amistad y también sobre la soledad que sienten los hijos de padres divorciados. Para mí fue especialmente una experiencia emocional abrumadora, mi primera película en el cine con cuatro años y eso te marca para siempre. Estamos realmente solos en el universo?…desde entonces me hago esa pregunta y siempre mirando al cielo con ganas de tener mi propia aventura con mi amigo el extraterrestre. Un clásico inmortal de ciencia ficción, y con una banda sonora realmente única del gran maestro John Williams. La gente al verla de mayor piensa que ya no es lo que era, pero en realidad E.T sigue siendo la misma película adorable, tierna y increíble, los que hemos cambiado hemos sido nosotros, hazme un favor vuelve a verla y intenta sacar aquel niño que fuiste , disfrútala y verás que Spielberg hizo magia, creo un cine del que yo me enamoré y jamás se fueron las mariposas del estómago.

La he visto un montón de veces y siempre me toca la fibra sensible.
La historia fantástica de la relación de un extraterrestre y un muchacho normal y corriente es de lo más bonito y encantador que se ha ideado.
Narrada con un ritmo excelente, con unos gags entre la sorpresa y la comicidad, con una sensibilidad que no sensiblería, esta película se ha convertido en un clásico, nunca pasará de moda.
Spielberg nos tiene acostumbrados a grandes super producciones, muchas de las cuales se han convertido en éxitos de taquilla alucinantes y algunas han marcado hitos en la historia del cine, también ha hecho películas mediocres y manipuladoras y algunas, porqué no decirlo, francamente malas.
Pero E,T. es sin duda alguna su gran obra maestra e imposible de superar.

Es innegable e incuestionable que esta asombrosa cinta de Spielberg es la perfecta historia de fantasía y de amistad que buscaríamos cualquier ser humano si nos encontráramos con un ser de otro planeta.
E.T. es la perfecta representación del amigo imaginario o de ese elemento extraordinario que nos hará unirnos a nuestra familia y amigos.

E.T. El extraterrestre es una película de ciencia ficción dirigida por Steven Spielberg en 1982, que narra la historia de un pequeño ser de otro planeta que se queda abandonado en la Tierra y se hace amigo de un niño llamado Elliott. Juntos vivirán una serie de aventuras para intentar que E.T. regrese a su hogar antes de que lo capturen los científicos y la policía.

Es un clásico del cine familiar, que combina magia, emoción, humor y ternura. Spielberg logra crear un personaje entrañable y creíble, gracias al trabajo de Carlo Rambaldi, que diseñó el aspecto de E.T., y a la voz de Pat Welsh, que le dio vida. La química entre E.T. y Elliott, interpretado por Henry Thomas, es conmovedora y natural, y se refuerza con el resto del reparto, entre los que destacan Drew Barrymore como la hermana pequeña de Elliott y Peter Coyote como el agente Keys.

También cuenta con una banda sonora memorable, compuesta por John Williams, que acompaña las escenas más icónicas, como el vuelo en bicicleta o el adiós final. La fotografía de Allen Daviau crea una atmósfera mágica y nostálgica, que contrasta con la realidad cotidiana de los suburbios estadounidenses.

E.T. El extraterrestre es una película que habla de la amistad, la infancia, la familia y la imaginación. Es una obra maestra del cine de fantasía, que ha marcado a varias generaciones y que sigue siendo un referente del género. Es imprescindible para todos los públicos, que no pierde su encanto ni su vigencia con el paso del tiempo.