Haz click aquí para copiar la URL

Una vida sencilla

Drama Chun Tao-Chung ha trabajado como sirvienta para la familia Leung durante sesenta años. Ahora cuida de Roger, el único miembro de la familia Leung que aún vive en Hong Kong. Un día, al volver del trabajo, Roger descubre que Tao ha sufrido un derrame cerebral y la lleva al hospital. Cuando ella le dice que quiere dejar su trabajo y marcharse a una residencia, él le encuentra una habitación en un centro dirigido por un viejo amigo. A ... [+]
<< 1 2 3 4 >>
Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
20 de diciembre de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La familia, al igual que la realidad en la que vivimos, se ha convertido en una institución líquida. Con permiso de la teoría cinético-molecular, sus distintos componentes se han ido calentando (¿por qué será?) hasta temperaturas insospechadas, y la fuerza de unión entre ellos se ha ido debilitando. A las partículas antes juntas, por no poder moverse, no les quedaba otra que vibrar, de forma violenta pero aparentemente pacífica; ahora van cada vez más a su aire. Esperando a que llegue el liberador movimiento browniano, contentándose (de momento) con fluir e ignorar, en la medida de lo posible, a sus compañeras. Con el permiso del calentamiento global, lo que antaño era un inamovible glaciar, ahora resulta ser un lago asentado en un terreno de lo más inestable.

En otras palabras, por fin hemos entendido aquello de ''Dios nos dio una familia... y gracias a Dios, podemos elegir a nuestros amigos''. Cambiamos la última palabra de dicha sentencia por, otra vez, ''familia'', y queda cerrado el círculo. Porque la amistad, efectivamente, puede suplantar (incluso estar por encima) de los sagrados lazos de sangre. 'Una vida sencilla', último trabajo de la hongkonesa Ann Hui, llega a nuestros cines, como la mayoría de películas presentadas en el Festival del Cine de Venecia, con dos años de retraso, y nos habla, para más inri, de un retraso mucho más pronunciado, sí, pero a la vez comprensible. Chun Tao-Chung, devota sirvienta de la familia Leung a lo largo de sesenta años, que se dice rápido, acaba de sufrir un derrame cerebral que la ha dejado, así de rápido también, incapacitada.

Roger, el único miembro de la familia que sigue viviendo en Hong Kong, va a tener que cuidar de ella, invirtiéndose así las tornas y descubriéndose de paso la importancia de los personajes teóricamente secundarios en la vida de aquellos destinados a jugar un rol aparentemente principal. A veces, y ahí está el retraso antes comentado, hace falta medio siglo para que nos demos cuenta de esto. Y a veces, no hace falta un gran despliegue para hablarnos de este, sin lugar a dudas, grandísimo tema. Es por esto que a 'Una vida sencilla' pueda adjudicársele el que seguramente sea uno de los títulos más certeros de los que ahora mismo convivan en nuestra cartelera. Lo sencillo (no confundir con lo simple) se adueña de una historia que, como dictan los cánones a los que se acoge, se crece en lo pequeño... sin antojársele jamás el espacio ocupado como una trampa claustrofóbica.

Los posibles engaños están en los atajos sensibleros que coge, en más de una ocasión (aunque en pocas) Ann Hui, decisiones atribuibles también a la propia naturaleza de un relato cuyo principal objetivo de cara a la galería es, no hay que olvidarlo, tocar la fibra sensible del espectador. Con toda la nobleza con la que pueda efectuarse dicha labor, por supuesto. Es posible, y la verdad es que el filme casi siempre lo consigue. Y es que a pesar de que cuando llega la hora del clímax dramático, el patetismo se adueñe un poco demasiado de la función (lo cual queda excelentemente camuflado gracias a la química que desprenden dos actores realmente inspirados: Deanie Ip y Andie Lau, éste último en un papel atípico en su carrera), y a pesar también de optarse por un hilo narrativo algo desconcertante (en lo que al trato del tiempo se refiere), lo cierto es que nada puede empañar una cuenta de logros que supera holgadamente a la de tropiezos registrados.

'Una vida sencilla' es, lágrimas aparte, buen cine de personajes (más que de situaciones, que también) y un -discretamente- orgulloso exponente del mejor cine chine actual, aquel que se las apaña para, usando el microscopio de lo individuo, confeccionar lenta y sabiamente un encomiable fresco social que nos habla, qué cosas, sobre las cada vez más abismales (y abominables) diferencias entre los seres humanos. El tierno cambio de papeles propuesto por Ann Hui, donde la cuidadora pasa a ser la cuidada, es claro reflejo de esta dinámica, pero ésta consigue revertirse a favor de unas tesis que, como se ha dicho antes, son al mismo tiempo reflejo de unos tiempos cambiantes. Los padres, hermanos y primos vienen y se van; nos abandonan para aparecer un poco más tarde... ¿y qué hay de aquellas personas que, sin hacer excesivo ruido (quizás porque no se lo permitíamos) han estado siempre a nuestro lado? El sentido de pertenencia a la familia, al igual que ésta misma, se ha convertido en un líquido que, gracias a Dios, fluye cada vez con mayor libertad.
reporter
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6 de agosto de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mirando la filmografía de Ann Hui que se muestra en esta misma web compruebo que, aunque su cine (creo) que no había llegado hasta ahora a las pantallas españolas, esta señora lleva dirigiendo películas más de treinta años en Hong Kong. De hecho no son solo los cines españoles donde Ann Hui es una completa desconocida, sino que hasta el exitoso estreno de Una vida sencilla en el Festival de Venecia, la directora asiática solo contaba con dos discretas apariciones festivaleras en Europa (en Berlín y San Sebastián) dentro una carrera con veinte películas dirigidas.
Fue en 2011 cuando presento Una vida sencilla en Venecia, y desde el primer momento la película gustó bastante entre la crítica presente en el festival. Finalmente, y como se había pronosticado desde el día de su presentación, la veterana actriz Deannie Yip acabó ganando el premio a la mejor actriz de aquel año.
Una vida sencilla cuenta la historia de una mujer, Tao, que ha servido durante seis décadas para una familia hongkonesa. Ahora, ya anciana, se ocupa de llevar la casa del único hijo que sigue viviendo en Hong Kong. Roger vive solo y trabaja mucho, y ella se encarga de que de la puerta de casa hacia dentro él no tenga que preocuparse por nada. Hasta el día en que la buena mujer sufre un ictus que le impedirá volver a trabajar. Por decisión propia irá a recuperarse a una residencia de ancianos. Pero Roger siente que ha llegado el momento de devolver a Tao todo aquello que durante años ella ha hecho por su familia. Como si de un hijo se tratara Roger se ocupa de los gastos y, lo más importante, de darle, con sus visitas y atenciones, el calor de una familia que ella no tiene.
Ann Hui toca un tema que no se trata mucho en el cine, el de la vejez y todo lo que esto conlleva desde el momento en el que la salud empieza a hacer mella en una persona hasta el punto de hacerla completamente dependiente. No se me ocurre mejor manera de acercarse a un asunto que siempre resulta duro ver en pantalla que la que utiliza Ann Hui, a través de un humanismo contagioso que, además, tiene la virtud de no caer en la blandenguería ni en los excesos sentimentales. Con sobriedad y con las gotas de emoción justas, Una vida sencilla sabe transmitir al espectador todo el dolor que se desprende de estas situaciones sin necesidad de agredirle con innecesarias dosis de crueldad.
Es cierto que Ann Hui se limita a hacer avanzar el relato con delicadeza pero con más simpleza que sencillez en muchos momentos, y que, al menos en esta película, carece de habilidad para hacer que sus imágenes se mezclen con el relato siendo algo mas que un mero soporte del mismo, pero aun así, y pese a lo convencional del envoltorio, la historia de Tao y Roger transmite sinceridad por los cuatro costados.
Prácticamente la mayor parte de la acción de la película se desarrolla en una residencia de ancianos hongkonesa. Al final Tao encuentra su sitio en ese lugar, pero hay que reconocer que ese momento en el que juntos, ella y nosotros, llegamos a ese lugar por primera vez, la sensación que te envuelve en la butaca es de las más desoladoras que he sentido en mucho tiempo.
Tao es una anciana un poco tozuda que siempre a vivido para servir a los demás. Aceptar su deterioro y la consiguiente ayuda de aquellos de los que siempre se ha ocupado es un esfuerzo que queda perfectamente reflejado en la mirada de la actriz Deannie Yip en una interpretación sencilla y excelente.
ernesto
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
25 de diciembre de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora hongkonesa Ann Hui nos muestra la vejez en su país centrándonse en la pareja protagonista, una anciana (magnificamente interpretada por Deannie Yip) y un hombre (Andy Lau) que decide encargarse de ella, como ella hizo durante toda su vida con el, como empleado de la familia desde hace 60 años.

Con un ritmo pausado y manejando la cámara con sutileza,escondiéndose de los personajes, como si los filmara sin su consentimiento,adentrandose en sus vidas y mostrandonos sus sentimientos.

Ann Hui pone el dedo en la llaga, en un tema preocupante en Hong Kong y en el resto del mundo, como tratar las enfermedades de la tercera edad y en muchos casos su soledad. La directora se centra en la idea de devolver lo mucho que estas personas han dado a su familia, amigos y a la sociedad en general y que se merecen, no solo nuestra gratitud, sino una vida digna y decente.

Una película dura por el tema que trata, pero tierna y cargada de buena intenciones.

Muy recomendable.
trocko
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
14 de enero de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Sra. Tao lleva trabajando 60 años como empleada de hogar con la familia Leung cuando sufre un derrame cerebral. Para entonces, dicha señora, solo trabajaba para Roger, productor de cine, y único miembro de la familia que continúa en Hong Kong al haberse trasladado el resto a EEUU. Al recuperarse, la vieja empleada, preferirá trasladarse a una residencia de ancianos en plena ciudad. Allí recibirá los cuidados de Roger quien se ocupa de ella como si de su propia madre se tratara.

Película sencilla de propósitos de pequeño alcance. Da la impresión que la directora se contenta con mostrar el cariño y agradecimiento de Roger (por cierto de familia cristiana, de ahí su nombre y los de sus familiares también); durante un tiempo de su madre, a la anciana Sra. Tao. También se nos muestra la lúgubre vida de cualquier anciano en un asilo, mayor si cabe en una ciudad como Hong Kong, absolutamente congestionada de gente, donde a un pequeño habitáculo entre mamparas lo llaman habitación.

Cinta costumbrista con secuencias que no llegamos a comprender, como la de la broma de los tenderos del mercado a la Sra. Tao al comienzo de la película o la presencia del niño de origen coreano. Humor muy particular el que aparece en este film dentro de un drama no siempre bien expuesto, pero aceptable en su intención.
Juan Ignacio
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3 de abril de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En tu casa haz lo que quieras pero fuera de ella compórtate y no molestes; máxima con la que vivió su vida, su vejez hasta los últimos días, un lema grabado a conciencia dentro de ella, una barrera difícil de atravesar incluso para aquellos que la quieren y se preocupan por ella. Si nada de interesa es que estás muerto!..., pero que difícil es dejar que te cuiden cuando ése ha sido siempre tu trabajo, cuando servir ha sido siempre tu máxima, cuando toda tu rutina se derrumba y todo fin se desvanece; la culpabilidad de ser una carga, molestia incómoda que aprieta y no puedes soportar, la vergüenza de necesitar a los demás, de pedir la exigente ayuda, la desesperación de no valerse por uno mismo, frustración angustiosa de una vida que no controlas, de un futuro aciago que hay que sobrellevar. Retirada a los corrales para no molestar, consumo silencioso de los últimos años de vida, mucha tristeza y enorme soledad envuelven a este largometraje sobre una vida sencilla, de gran humildad y devoción, que refleja el sentir de un pueblo hacia sus mayores, cultura de comportamiento que dice mucho de esa sociedad. La película, como no, es sencilla, amable y emotiva, fríamente cálida, una frialdad que se va perdiendo conforme se acepta la gratitud de devolver el cariño recibido durante tantos años; mucha lectura entre líneas de todas aquellas emociones no dichas con palabras, arraigados sentimientos que se desvelan poco a poco, observar el crecimiento de una relación durante años formada pero que adquiere su significado en los momentos decisivos, ambos protagonistas serenos, resignados y soberbios al dejar intuir sin sobrecarga toda una vida de sentimientos, la sencillez de un día a día que conforman la grandeza de una existencia. Como los buenos postres, su elaboración es delicada y frágil, a fuego lento, con pocos ingredientes necesarios pues su sabor está garantizado; es imprescindible la paciencia de degustar cada trozo de helado, cada porción de tarta con la exquisitez de no tener prisa, que el tiempo necesario para degustar cada momento sea aprovechado con placer y demandado, gustoso silencio. Gran parte del público lo encontrará soso y aburrido, sin apenas sabor o contenido; aunque, la finura y elegancia de las formas, la reflexiva emotividad nunca expresada, el contacto íntimo de una manos, la tierna mirada del cariño pocas veces han sido reflejados con tanto empeño meticuloso y con tan sublime maestría reflejo de una sencillez que se abre camino, a pasos agigantados, hacia la grandeza de su enorme contenido; la vida sencilla de una persona que vivió para los demás con cariño y ternura, devoción y gratitud hasta el fin de sus días.

http://palomitasrojas.blogspot.com.es/
lourdes lulu lou
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow