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Las ventajas de ser un marginado

Drama Charlie (Logan Lerman), un joven tímido y marginado, escribe una serie de cartas a una persona sin identificar en las que aborda asuntos como la amistad, los conflictos familiares, las primeras citas, el sexo o las drogas. El protagonista tendrá que afrontar dificultades, al tiempo que lucha por encontrar un grupo de personas con las que pueda encajar y sentirse a gusto. (FILMAFFINITY)
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Críticas 230
Críticas ordenadas por utilidad
7 de febrero de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para contar las películas que hay ambientadas en institutos harían falta los dedos de las manos de medio continente europeo. Esas películas con el típico profesor enrollado que va a congeniar con el rarito de clase que resulta ser un genio o en las que los menos aceptados acaban teniendo su espacio y socializando con los más populares del instituto.


Pero el valor de “Las ventajas de ser un marginado” reside en que a pesar de contar con esos personajes que a primera vista pueden parecer tópicos, saca adelante una historia fascinante en la que lo importante no es la aceptación de la gente dentro del instituto ni la popularidad, sino ser capaz de convivir contigo mismo y apoyarte en aquellos amigos que sabes que van a estar ahí, aunque les conozcas desde hace poco.


En esto se basa la película de Steven Chbosky, que se atreve valientemente y con muy buenos resultados a adaptar su propia novela publicada en 1999. La película ha obtenido el reconocimiento del National Board of Review, que la incluyó entre los diez mejores films del año, junto a seis de las nominadas al Oscar a Mejor película. Además la cinta de Chbosky también fue nominada a Mejor guion adaptado por el WGA (el gremio de guionistas), por lo que no habría sido una gran sorpresa que hubiera estado nominada al Oscar en esa categoría.




El trabajo de Logan Lerman (“El tren de las 3:10”), Emma Watson (saga de “Harry Potter”) y Ezra Miller (“Tenemos que hablar de Kevin”) como el trío protagonista nos deja con unos personajes que tratan de mostrarse tal y como son, esa naturalidad y libertad que tan difícil es de encontrar en las producciones hollywoodienses. Esta relación que une a Charlie (Lerman) y a sus dos amigos parece tan real que hasta el espectador se mete dentro de esos bailes de instituto, en las fiestas… y los identifica con sus propios amigos o consigo mismo, y es entonces cuando te metes en la piel de un personaje cuando de verdad la película significa algo. En papeles secundarios la película cuenta con conocidos actores como Paul Rudd, Dylan McDermott, Kate Walsh y Joan Cusack entre otros.

El desarrollo fluido de la narración se consigue con la estructura epistolar de la novela, manteniendo una de las características propias de Charlie: contarnos directamente sus sentimientos con la excusa de escribir las cartas dirigidas a un amigo. Así podemos apreciar la evolución de este personaje que se va complicando más y más a medida que avanza la historia. La película nos sirve para ver también la introducción de un joven reservado al mundo del alcohol, las drogas, las fiestas… pero sin convertirse esto en un problema para el protagonista sino que simplemente se muestra la entrada a la adolescencia de un joven que había dejado aparcada su inocencia hace tiempo.
alroderagft
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14 de febrero de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empezar abordando “Las ventajas de ser un marginado” hablando del último año de instituto puede no ser algo excesivamente original. No descubre nada, ninguna lectura oculta, ninguna gran prosa. Pero es el corazón de la película de Chbosky. En ello radica parte de su clave.

Es el último año de instituto, y Charlie acaba de salir de una depresión. Su mejor amigo se ha suicidado. Es un marginado. Tímido, introvertido, con cierta sensibilidad, solitario y enamoradizo. Es el pringadillo perfecto para protagonizar una película que le tenga como foco, como centro neurálgico de un filme con sentimiento de trascendencia, de convertirse en humilde referente para un pequeño sector de personas. Una gran minoría que encontrará consuelo en un historia que verán escrita para ellos, observando su reflejo en mitad de cada momento, entre las frases impecablemente esculpidas y los rostros melancólicos de sus actores. Una actriz joven, icono adolescente de una década, y un semidesconocido interprete de 16 años, guapo al modo nerd americano, acarreando en sus hombros encorvados, en su mirada baja y huidiza, el retrato perfecto del chico que, antes de llegar a los 20 años, sabe lo que es la infelicidad y la confusión.


Tal vez uno pudiera aportar cierto valor adicional a una historia como esta personalizandola en si mismo, en la vida de cada uno. En parte es lo que busca y eso la beneficia. Muy conscientemente. Uno puede entrar en su juego, y si finalmente lo hace, la película conseguirá hacerle conectar. En caso contrario, es muy fácil perderse. Evadirse del asunto, y obviar la fuerte intensidad adolescente que Chbosky impregna a todo el conjunto. El escéptico acabará sentado en el sofá del sótano junto a la punk budista y el chico gay de la clase. Mirando al joven solitario que escribe poemas y escucha “Asleep” de los Smiths, mientras su amor platónico, que tiene un gusto exquisito en cuanto a moda y le encanta “Heroes” pero nunca ha oído hablar de David Bowie, se besa en la habitación de al lado con un tío más alto y fuerte que él.

Sí, es fácil perderse un poco entre las excentricidades y las mentiras, entre las caracterizaciones de esos jóvenes de alma cool, entre los retratos sociales ya conocidos y los pensamientos ejecutados en el momento idóneo, todo demasiado bien hecho para creerselo. Entre el primer beso a los 16 años con una botella de merlot que nadie bebe, el bizcocho de “chocolate” que se come por primera vez, el chico que va en traje a clase, o el grito al atardecer del último día “para siempre” de instituto. También está el “secreto”. El gran secreto que aparecerá en el último momento, tambaleando la estabilidad que el protagonista había conseguido conquistar con esfuerzo. La aparente felicidad desaparecerá tras la revelación desesperada que convertirá el trayecto en linea recta hacía la cima, en un circulo de vuelta al principio algo brusco pero más realista. Todo esta controlado, medido. Cada mirada y cada frase. Cada réplica bien afilada y reflexiva. El típico pensamiento verbalizado muy inteligentemente que probablemente más de uno acabará poniendo como estado en una frase de facebook. Todo eso está ahí. La película no se libra de ello. Y aunque no lo enaltece tanto como otros filmes que si han resultado muchísimo más irritantes en su carácter, lo cierto es que tampoco lo oculta. Esta gente de 16 años se comporta como si tuvieran 20. Pero oye, los veo y los escucho. Es lo gracioso. Me conmuevo viéndola a ella alzar las manos en un túnel de autopista escuchando a Bowie gritar que son héroes. Caigo en la trampa vilmente y sin objetividad ninguna y tal vez eso acabe por sentenciar mi juicio negativamente. Y luego recaigo en el escepticismo, y al final pienso en mi, y en la autocomplacencia de la película y en la de Chbosky, y también en su sinceridad, porque es cierto que el filme la contiene y la transmite. Y luego llega el final. Y vuelven a alzar las manos, y los héroes vuelven a reunirse después del dolor. Y me sorprendo a mi mismo, porque no me lo esperaba. Son las batallas de la adolescencia, pero para ellos son ese momento y ningún otro y eso es lo que les hará ser lo que son. Luego tal vez lo olviden, porque es lo que suele ocurrir. Pero no sucederá entonces. Y me doy cuenta de que me han hecho recordarlo finalmente. Yo también he estado ahí. Levantando mis manos hacia el cielo. Creyendome infinito. Recordando en que era así como me sentía.

© Gonzalo Hdez
charlotteybob.wordpress.com
El Fauno
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5 de agosto de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es forzosamente empática, presuntuosamente llamativa y petulante hasta la saciedad. Una oda a los estereotipos con un final más que previsible y que falla en los más básico: entretener.
No me malinterpretéis, siempre fui uno del os marginados. Hace tiempo que no me siento 'infinito', pero he estado más cerca de esa época de aislamiento en la que todavía internet no era una vía de escape ante una realidad poco satisfactoria que muchos de los que me vais odiar por esta crítica.
El problema es intentar evocar de manera forzada esa sensación de vacío que todos hemos tenido mediante arquetipos de problemas adolescentes. Y ninguna de ellas abordada de manera natural.
No he podido empatizar. Tengo la sensación de que la película vale más por las reflexiones de la gente que por el mensaje en sí, que se pierde entre disfuncionalidad emotivas.
Falta carisma, mensaje y sobre chantaje emocional disfrazado de referencias. Pero si a vosotros os movió por dentro eso ya la hace especial. O al menos, eso dicen
shurimaco
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13 de febrero de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las ventajas de ser un marginado tiene un título llamativo. Eso ya es algo. Puede parecer el título de una comedia facilona, o también puede llevar a pensar que estamos ante un dramón lacrimógeno. No sé cuál de las dos posibilidades es menos atractiva. Pero ni una ni otra. Es, simplemente, una película bonita sobre Charlie (Logan Lerman), un adolescente con graves problemas, que narra las vivencias que ha tenido junto con sus dos mejores amigos de la época, Patrick (Ezra Miller) y Sam (Emma Watson).

No es una historia típica, ni es un protagonista al uso y, hoy en día, eso tiene su mérito. Estamos hartos de historias para sufrir y de héroes a los que admirar, que sólo provocan alejamiento emocional tras unos cuantos empujones agobiantes. Aquí lo vemos todo desde una perspectiva clara, que es la de un espectador al que le cuentan una historia variada, de tristezas y alegrías, algo muy manido así dicho, pero que ayuda a que la implicación sea más distante y cómoda.

La clave está en cómo lo cuenta el director (y también escritor del libro original) Stephen Chbosky. En el fondo, lo que hace que te fijes en un caramelo es el envoltorio, y si luego está rico, te quedas satisfecho. No sé si este envoltorio es atractivo, pero sí que despierta la curiosidad. Y, una vez abierto, va enlazando una bonita historia de chavales adolescentes, sobre todo uno un poco rarito, pero que se van entendiendo y ayudando. Vamos, que trata sobre la amistad y sobre la gratitud, sobre los momentos difíciles y las situaciones odiosas. Las ventajas de ser un marginado va de esas cosas malas, de que se pueden superar, y de que todo puede ser mejor.

Dentro del próximamente cansino look independiente, destaca por su soltura, porque no es para nada ñoña, y porque los tres chavales lo hacen todo muy creíble. Watson, Lerman y Miller son un trío que se compenetra y compagina de maravilla, ya lo verán ustedes.

Seguro que reflejo para muchos e incluso inspiración para otros. Habría sido muy fácil hacer un truño con una historia así, pero Chbosky lo debía de tener todo muy claro desde hace mucho tiempo.

sígueme en twitter: @jgripweed
http://diarioenred.com/2013/02/las-ventajas-de-ser-un-marginado/
jgripweed
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7 de octubre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando leí que este clásico poco explotado de la literatura se llevaría al cine, un miedo horrible me inundó, puesto que me parecía casi imposible llevar un libro de tal magnitud a la gran pantalla. Sin duda, me equivocaba completamente.
Stephen Chbosky acertó completamente tanto a la hora de adaptar la historia como con los actores elegidos para dar vida a los tres protagonistas. Logan Lerman y Emma Watson hacen un magnífico papel únicamente superados por la brillante actuación de Ezra Miller, actor que capta completamente la esencia de su personaje.
Las ventajas de ser un marginado es una película que merece ser vista por todos los públicos, pero sobre todo por aquellos que fueron adolescentes en los 90 y que se sentirán más que identificados.
Kirwait
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