El coloso en llamas

El coloso en llamas de John Guillermin e Irwin Allen es un drama de acción basado en el incendio el día de su inauguración de un rascacielos enorme. Dirigida con un ritmo vigoroso y con un estilo catastrofista muy eficiente, es una obra extraordinaria en su intención que absorbe al público por el dramatismo y espectacularidad de su trama, siendo una de las mejores del género y que además, tiene un elenco actoral envidiable, contando con todos los componentes necesarios para apasionar a toda clase de públicos. Realizada de modo asombroso para su momento, tiene un resultado portentoso que no ha pasado de moda y sigue manteniendo al público expectante todo el film.
La fotografía es impactante en sus sobrecogedoras imágenes que llaman la atención poderosamente al público y evoca en todo momento al desastre, estimulando con ello al espectador y concluyendo un excelente trabajo que obtuvo el oscar en su categoría. La música al principio es melódica y agradable, pero después en la acción es estremecedora y acompaña el film de modo magistral y emotivo gracias a la mano experta de John Williams. Los planos y movimientos de cámara concluyen una admirable labor mediante el uso del seguimiento, primeros planos, cámara en mano, grúas, avanti, retroceso, subjetivos, panorámicos y reconocimientos realizados con la intención de aumentar la sensación de tragedia. Cabe destacar también, los efectos visuales sorprendentes y escalofriantes muy conseguidos para la época que dejan atónitos al espectador.
Las actuaciones son auténticas y remarcables. Como protagonistas Paul Newman esta reluciente en su labor, Steve McQueen está genuino y con personalidad y William Holden está destacable en su tarea, siendo notables las interpretaciones de Faye Dunaway, Fred Astaire, Susan Blakely, Richard Chamberlain, Jennifer Jones, O.J. Simpson, Robert Vaughn y Robert Wagner. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios elegantes y distinguidos de fiestas y sociedades de clase alta de la época que, junto con los decorados, consuman un notable trabajo que te transporta al momento y lugar en cuestión.
El guion, escrito por Stirling Silliphant y basado en las novelas de Richard Martin Stern, Thomas N. Scortia y Frank M. Robinson, es penetrante en su trama catastrofista tan usada en la década de los 70, apasionando con ello al público desde que comienza el incendio hasta el final en sus múltiples situaciones expuestas para la supervivencia de unos invitados que, asisten con asombro a la inauguración de un rascacielos que resulta defectuoso por un recorte en el presupuesto, concluyendo una obra dramática que emociona eficazmente. Esto se lleva a cabo con una narrativa clásica e impoluta, que es sugestiva en un lenguaje expresivo y en ocasiones histérico y desesperanzador.
Concluyendo, la considero una obra esencial e indeleble en sus géneros, que acapara toda la atención del espectador amante de los dramas catastrofistas llevados a cabo con mucho acierto y personalidad hasta culminar una de las mejores cintas de su categoría de los años 70. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, efectos, planos, movimientos de cámara, vestuarios y narrativa que vuelven a El coloso en llamas, un film excepcional y digno de elogio para cualquier tipo de público por la gran superproducción que es.

‘El coloso en llamas’ es una superproducción que por méritos propios se ha convertido con los años en el mayor clásico dentro del cine de catástrofes. Y es que no podemos olvidar que con esta película se consiguió aglutinar a algunos de los mayores astros del celuloide, como la díscola pareja rival formada por Steve McQueen y Paul Newman.
La premisa es muy sencilla: un edificio en llamas que amenaza con achicharrar vivos a sus ocupantes y la incansable labor de los bomberos para tratar de rescatarlos del infierno. Sencillo y directo, aparte de estar lo suficientemente bien llevado para que el invento pueda alargarse casi tres horas. ¿Cómo? con la receta perfecta en este tipo de películas, que no es otra que conseguir la empatía del público.

En efecto, lo que fácilmente podría haber sido un metraje de hora y media se alarga hasta casi el doble mediante la inclusión en la trama de pequeñas historias paralelas que ayudan a despertar la simpatía o aversión del espectador hacia los personajes. Eso sí, sin caer en excesos como ocurriera en películas como ‘Aeropuerto’, donde dichas historias tenían demasiado peso. Y es que lo vital en este tipo de películas no es cómo se inicia el incendio o cómo se apaga, ni siquiera conocer la vida y milagros de las víctimas. No, lo realmente importante es cómo muere la gente y, sobre todo, saber liquidar al personaje apropiado para lograr sacudir al público en sus asientos. Destacando además como los personajes mueren en función del caché del actor.

No descubro nada nuevo si digo que el cine de catástrofes se apoya principalmente en los efectos visuales, algo que ha ido a más con los años y que siempre le ha lastrado a la hora de ser valorado por la crítica. Y esta película no es una excepción, ya que mientras el drama y las situaciones personales de los personajes son de agradecer, lo realmente importante son las dos horas de lucha desenfrenada contra el fuego. Escaleras que se derrumban, personas envueltas en llamas, rescates imposibles, ascensores colgantes… Un compendio de situaciones trágicas que, sin duda, nos mantienen pegados a la pantalla y que consiguen mantener vivo nuestro interés pese a ciertos altibajos.

Finalmente, no puedo acabar esta crítica sin decir que sentarse a ver una película de este tipo implica cierto sacrificio. Un sacrificio que pasa por perdonar ciertos fallos de interpretación y de guión en beneficio de la acción y el despliegue visual. No seré yo quién diga si este tipo de cine es mejor o peor, pero no hay duda de que ofrece diversión asegurada para los que sean capaces de disfrutar de lo que ofrece. Ver ‘El coloso en llamas’ significa viajar en el tiempo a una década donde el cine de catástrofes alcanzó su máximo exponente. Lo único que hay que hacer es sentarse con un buen bol de palomitas y disfrutar del espectáculo.

-Lo mejor: La tensión que se respira durante toda la película a medida que los bomberos intentan rescatar a la gente atrapada. Es una superproducción incombustible y todo un icono del género.

-Lo peor: Un guión que como en la mayoría de películas de desastres es muy simple.

-Más en: www.cineycine.com

Una película que en su día resultó espectacular y visualmente esplendida -tengan en cuenta el año de su producción- donde grandes estrellas y viejas glorias, no como en otras cintas de este tipo, encuentran ocasión para el lucimiento. La lista es grande y de fácil acceso para quien tenga interés así que obviaré –tratando así de no aburrirles más de lo necesario- su enumeración pero si querría dejar reseñado una apreciación muy personal, y ésta es la de resaltar el magnífico duelo interpretativo que se genera entre William Holden y Richard Chamberlain en sus respectivos papeles de suegro y yerno mas como ya dije esto quizá sólo sea objeto de mi subjetividad.

Una película que cuando la vi por primera vez me resultó fascinante, entretenida y deslumbrante y que pasado el tiempo perdida la ingenuidad y redoblada la malicia sigo hallándola fastuosa e impresionante y además una de la mejores cintas, si no la mejor, del género de catástrofes en la que, por fin, Irwin Allen -tan peculiar productor y realizador- acertó de pleno. Y que comparándola con lo que hoy día se hace al respecto -a excepción de “Lo imposible”- es como comparar el sol a una bombilla, la luna a un candil o el arte cinematográfico a “cosas” como “San Andrés” o “El rascacielos”.

Añadiré que soy gran aficionado a este tipo de cine; donde se pone a prueba el temple de los personajes, donde a veces reverdecen los amarilleados laureles de los que tantas veces antes nos emocionaron. Y aunque fuese sólo por esto -por su reconocimiento a viejas estrellas- debería ser un género menos infravalorado, al menos en algunas de sus más cualificadas obras, y sin duda, “El coloso en llamas” es una de ellas.

Una película que pese a ser tan larga se me hizo sumamente corta.

El coloso en llamas es una de las películas que consolidaron en la década de los '70, lo que se ha dado en llamar cine catastrofista. Con un magnífico plantel de actores tanto principales como secundarios, el ambiente claustrofóbico, asfixiante y caluroso, se transmite al espectador, que contempla atónito el espectáculo que se ofrece ante sus ojos. El coloso en llamas es una de las mejores visiones de la hoguera de las vanidades, con evidente simbolismo, se convierte al rascacielos en el INFIERNO en el que van a arder todos aquellos que lo merecen. El maniqueismo moral no deja lugar a dudas sobre quienes son los buenos y quienes los malos. La película se ha ido convirtiendo en un clásico del género, que aún pasados los años sigue viéndose con gusto. Ideal para verla un día frío de invierno

Interesante conjunto de historias paralelas que sólo tienen en común estar en el sitio equivocado en el momento equivocado: la puesta de largo de un gran rascacielos en el que se desata un terrible incendio.

Ver juntos a Steve McQueen, Paul Newman y Faye Dunaway en la cima de sus carreras ya es suficiente para pararse a ver esta película: auténticos colosos dándolo todo. Aunque es excesivamente larga, mantiene el interés del espectador durante todo el metraje.

Lamentablemente, la película ha envejecido mal, los efectos especiales quedan al día de hoy poco vistosos.