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American Gangster

Thriller. Drama Nueva York, 1968. Frank Lucas (Denzel Washington) es el taciturno chófer de un importante mafioso negro de Harlem. Cuando su jefe muere inesperadamente, Frank aprovecha la oportunidad para construir su propio imperio. Gracias a su talento, se convierte no sólo en el principal narcotraficante de la ciudad, inundando las calles con productos de mejor calidad y precio, sino también en un hombre público muy respetado. Richie Roberts ... [+]
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Críticas 277
Críticas ordenadas por utilidad
14 de noviembre de 2007
123 de 178 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frank Lucas era un tipo que se preocupaba por los suyos, que velaba por la seguridad de sus seres más queridos ante todo pero, también, uno de esos tipos que no aceptaba un error... ni de su propio hermano, y así parece que llegó a convertirse en uno de los narcotraficantes de mayor influencia, alguien directo, con las cosas claras y sin muchos remilgos en el momento de hacer su trabajo, sin embargo, también era uno de esos héroes suburbanos, pues no por actuar en beneficio propio y ser distribuidor de una de las mayores adicciones que existen actualmente, dejaba de situarse al lado de toda aquella gente que convivía en el barrio que había habitado, en aquel barrio donde se congregaban todo el gentío que no tenía un status mayor y que siempre agradecían una ayuda, y hacía lo propio. Y puede que ese aspecto no quede demasiado explicitado en "American gangster", pero es uno de los no pocos y geniales detalles de la nueva obra de Ridley Scott.

Situar a Washington tras de ese personaje, no es más que una garantía de que todo funcionará como debe funcionar, porque el papel de una persona con ese ímpetu, ese carácter y esa vehemencia natural no podría caber en otras manos que no fueran las de este brillante actor, uno de los que, con un sólo gesto, con unas pocas palabras, son capaces de arrancarte el mismísimo sentido, porque posee una potencia deslumbrante y un porte único.
Al otro lado, Russell Crowe, dando vida a un tipo mucho menos impulsivo, uno de esos cuya honestidad y principios barren con todo... ante él no hay amigos ni compañeros, si estos cruzan la línea inadecuada.
Y para qué negarlo, el neozelandés en una genial réplica, no necesita a Denzel ante sí para que estemos palpando una actuación de calidad.

Entre todo, Ridley enarbola su relato con una ambientación áspera y turbia en ocasiones que ejerce de perfecto contrapeso al impetuoso retrato de la época, tan funcional como logrado.
La pericia con la que está todo narrado no hace más que añadir un plus de notabilidad a la propuesta, desgranando esa historia sobre policías corruptos, que por el último gramo barrerían con lo que fuera, aunque pusieran en peligro a sus propios compañeros, desvelando sin desechar ni un sólo detalle las idas y venidas de Frank por conseguir arrancar en un mundo donde jamás aceptaría ser el pelele de nadie y sumergiéndolo todo en un halo de perspicacia, gracias a secuencias que, una tras otra, aportan no sólo interés, sino una intencionalidad inmensa.


(Al maldito spoiler)
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Grandine
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5 de abril de 2009
100 de 137 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando yo mande, legalizaré las drogas. No es que me gusten, y he visto todas las cosas malas que les hacen las drogas a la gente que las toma, desde los fétidos alientos de las fumadoras de cigarrillos mentolados a las caras de los desdentados zombies en chandal que pasean sus monos por los callejones, pero es que ahora que son ilegales se venden igualmente y me da rabia que los narcotraficantes se estén forrando a costa de la salud de un montón de gente.
Si no podemos impedir que se comercie con droga, al menos que los beneficios sean para todos. Me refiero a que unas drogas legales igual de caras podrían estar cargaditas de impuestos y por el mismo precio los drogatas en lugar de estar finanzando criminales estarían arreglando la educación pública, la sanidad o los programas de TVE, y todavía sobraría dinero para hacer campañas contra la drogadicción. Quizá incluso habría menos drogadictos, quién sabe, lo que sí que es seguro es que podríamos sentirnos orgullosos de dejar que cada cual se mate a su manera.

Pero hoy en día, tal y como está montado el sistema, los valientes representantes de las fuerzas del orden se pueden sacar más pasta aceptando sobornos de narcotraficantes que encarcelándolos, y es una pena.

En esta peli sale el Russell Crowe interpretando el papel de un poli que no, que ante un dilema así prefiere ser pobre pero honrado. Ya ves tú. Supongo que la Guardia Civil y los Mossos d'Esquadra deben ser todos como él, pero en la peli se hace raro.

Por otro lado, el jefe de los narcotraficantes es el Denzel Washington, pero desprende tanto carisma que parece Barack Obama. Habla tan bien y viste tan elegante y es tan joven y tan guapo y tan negro que casi dan ganas de inyectarse heroína en todas las venas de los brazos y los pies para que le vaya bien el negocio.

Así en confianza, aunque sea de Ridley Scott a esta peli parece que le cuesta un poco arrancar, y dura dos horas y media, y a ratos decae el ritmo, pero igualmente mola porque es de mafiosos.

Nota: notable.
Listocomics Puntocom
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29 de octubre de 2007
81 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de unas cuantas películas bastante decepcionantes, Ridley Scott vuelve a tomar las riendas de su carrera y recupera su estilo clásico, el que forjó cintas como Alien, en la enésima película ambientada en las décadas de los 60-70, con mafias establecidas en los Estados Unidos, "padrinos" y detectives en busca de la redención. Por suerte, Scott hila fino a la hora de ofrecernos una historia verídica que funciona durante las dos horas y media que dura su nueva obra, sin duda, totalmente por encima de cosas como "El Reino de los Cielos".

Parte de la culpa de la calidad de la cinta la tiene su reparto, encabezado por Denzel Washington y Russell Crowe que sin duda disfrutan con sus papeles, si bien ninguno de los dos alcanza ni mucho menos su cumbre. Los secundarios son fantásticos también, como la pequeña aparición de Cuba Gooding Jr. (¿por qué no se dejará de mierda para hacer pelis así?) y especialmente un enorme Hosh Brolin. Realmente fantástico.

El guión es ciertamente bueno y nos narra la historia de dos hombres. Por una parte la de Frank Lucas, chofer del "jefe" de la ciudad, que asume el poder tras la muerte de éste, jugando con el tráfico de drogas entre otras muchas cosas. Por otro lado, la del detective Richie Roberts. Cada uno tiene sus problemas, sus metas, pero finalmente acaban cruzándose hasta llegar a unos 30-40 minutos finales simplemente brillantes.

La cuidadísima fotografía y una música realmente buena arropan una historia bastante bien narrada, con muchos personajes implicados pero todos ellos importantes -si bien es bastante previsible en cuanto a cómo acabarán-; desgraciadamente, no todo es perfecto. Ciertos bajones en la cinta, que ya he dicho por arriba que sobrepasa los 150 minutos, la alejan de ser un nuevo clásico del género.

Es una muy digna película, con dos grandes actores en los papeles principales, un director fantástico -cuando quiere-, y unos apartados técnicos irreprochables. Pero le falta algo más importante y es "fuerza", esa que le sobra a películas como "El precio del poder" o, sin irnos tan lejos, "Infiltrados" e incluso "Protègè", una cinta honkonesa que nadie conoce pero que es una auténtica maravilla. Aún con todo, American Gangster merece la pena. Y mucho. Junto a "El ultimatum de Bourne" y "Zodiac", probablemente el mejor thriller del año.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Caith_Sith
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29 de diciembre de 2007
71 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película de Ridley Scott, en la que nos sitúa en la América de los años 70', concretamente New York, convulsionada por la guerra de Vietnam y la vertiginosa expansión de la droga por los suburbios de toda Manhattan.

Ridley Scott utiliza sabiamente la figura de dos hombres situados a los dos lados de la ley como hilos conductores del film. Por un lado tenemos a Frank Lucas (Denzel Washington), un hombre curtido en los bajos fondos de Harlem, caracterizado por su discreción, disciplina y letalidad, decidido a dominar todo el negocio erigiéndose como el narco más importante de la ciudad. Por otro lado, nos encontramos a Richie Roberts (Russell Crowe), un policía de narcóticos incorruptible, mujeriego y caótico en su vida privada, que tratará de frenar la ola de sobredosis que asola la ciudad, desarticulando la red de tráfico de droga elaborada por el sorprendete nuevo líder negro. Así, asistiremos a una serie de acontecimientos paralelos entre los dos personajes que irán uniéndoles paulatinamente hasta su desenlace final.

El film goza de todo tipo de virtuosidades, ya sea por la excelente plasmación de la New York de los años 70, acompañada de una idónea y oportuna banda sonora, de las grandes escenas paisajísticas de la Vietnam en conflicto, de la magnífica línea comparativa entre los dos personajes principales, de los afilados y cortantes diálogos, pero por encima de todo se ha de destacar, la perfecta fluidez con la que se nos muestran todos los acontecimientos, sin caer en ningún momento en la tediosidad y ello, a pesar de los 157 minutos de duración.

En definitiva, una historia verídica mostrada de una forma sublime, que vuelve a colocar a Ridley Scott en la línea de parrilla y en la que Denzel Washington se lleva el 10 por encima de Crowe, gracias enormemente a la mayor vistosidad del personaje que interpreta.
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Candelus
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28 de enero de 2008
53 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existen hombres inteligentes y hombres estúpidos; valientes y cobardes; fuertes y débiles; buenos y malos... Existen hombres con principios y hombres sin principios. “American gangster” es la historia de dos hombres con principios. Una historia de perseverancia, de pundonor, de valor. Frank Lucas (Denzel Washington) y Richie Roberts (Russell Crowe) son dos almas gemelas, dos impetuosos temperamentos que, desde sendos costados de la ley, conducirán sus pasos en paralelo hacia objetivos paradójicamente antagónicos.

Ridley Scott renace de sus cenizas tras casi tres décadas de producciones mediocres desplegando un impresionante fresco setentero que reconstruye los preámbulos del tráfico de heroína a gran escala desde el mismo corazón de Harlem hasta la frondosa jungla tailandesa. Podríamos hablar largo y tendido de los mecanismos de funcionamiento de la mafia afroamericana, de su vinculación con la tradicional mafia italiana, de la corrupción policial, de los canales de distribución de la heroína, de las “Blue Magic”, de los medios de comunicación, de cómo afectó en todo ello el fin de la guerra de Vietnam... pero no me apetece. Preferiría incidir nuevamente en la fascinante personalidad de Lucas. En cómo el abnegado chófer de un respetable capo afroamericano se convirtió en poco tiempo en el mayor y más poderoso narcotraficante norteamericano de principios de los setenta. En cómo sus estrictos métodos de trabajo y su ordenado y -hasta cierto punto- sobrio ritmo de vida se fue al carajo por un puñetero abrigo de chinchilla. Un desliz imperdonable.

Lucas fue un narcotraficante implacable, sanguinario, cruel. Pero sus actos nunca fueron arbitrarios. Tenía método. Tenía principios. ¿Es posible admirar a semejante hijo de puta?. Probablemente Scott y Washington hagan todo lo posible para que cualquier espectador medio como yo experimente dicho sentimiento. Aunque probablemente todo se deba a que yo también soy un hombre con principios. Vaya, eso creo. Empatía pura y dura.

No quisiera terminar pasando por alto uno de los ingredientes que, con mayor determinación, me apremió a ver esta peli: su tremenda banda sonora. Todo amante de la música negra, del blaxplotation y de la música setentera en general, disfrutará como un poseso durante sus casi dos horas y media de metraje, pero permitidme recomendaros un momento, una secuencia concreta. Cuando la cuadrilla de Lucas se afana contando y apilando cientos de fajos de billetes mientras la voz arenosa de Bobby Womack empieza a desgranar su “Across the 110th street” el efecto resultante es simple y llanamente brutal. Un pasote.
Taylor
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