Beginners (Principiantes)

¿Por qué las personas no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos? ¿Por qué a veces sentimos pánico de ser nosotros mismos y de compartir nuestras vidas? ¿Será que tenemos tanto miedo a perder algo que preferimos no arriesgarnos a amar antes de que a sufrir la pérdida? Pero sobre todo, ¿por qué nos empeñamos en complicarnos la vida cuando todo podría resultar mucho más sencillo? En definitiva, todos somos principiantes en el amor, nuestro aprendizaje sobre las relaciones jamás termina, y de eso va la curiosa, insólita y humana película de Mike Mills, que se basó en su propia experiencia personal con su progenitor para escribir el guión.

Hal, el padre de Oliver, comienza a vivir en el ocaso de su vida, pero los arrepentimientos y lamentos son sustituidos por un un gran optimismo, buen humor y la ilusión de experimentar al fin el ser fiel con uno mismo. En cambio, la relación de Oliver con Anna parece tener fecha de caducidad desde el principio, pues las experiencias previas les han enseñado a romper con todo desde el primer atisbo de problemas que se produzca. A través de los pensamientos y recuerdos de Oliver (en forma de diapositivas y dibujos geniales) vemos que la generación de sus padres se vio sometida a unos condicionantes externos que castraron sus relaciones, mientras que la de Anna y la suya propia, que goza de una mayor libertad, cuenta con impedimentos que surgen del interior de cada individuo, miedos e inseguridades que distancian en vez de acercar.

Beginners cuenta una historia universal sobre el amor desde una visión muy particular e intimista, que conjuga perfectamente la nostalgia con la esperanza, transmitidas perfectamente a través de la melancólica mirada de Ewan McGregor en un papel que en otras manos podría haber resultado frío e inexpresivo. El actor tiene una química fantástica con Mélanie Laurent, convirtiéndose en dignos sucesores de otras inolvidables parejas del cine indie norteamericano que también bucearon entre los resquicios del amor como la formada por Jim Carrey y Kate Winslet en ¡Olvídate de mí! o la de Joseph Gordon-Levitt y Zooey Deschanel en (500) días juntos. Cerrando el triángulo tenemos a un Christopher Plummer inmenso, realmente conmovedor y sutil, como la propia película, que no necesita momentos lacrimógenos o porno-dramáticos para calar bien hondo.

Beginners debería convertirse por méritos propios en la sensación indie de la temporada, la cual sabrán apreciar todos aquellos amantes de las pequeñas y sinceras historias humanas que son contadas de una manera diferente a la habitual. Tres actores excepcionales en estado de gracia mas un perro adorable en una historia que nos hace reflexionar sobre lo que hemos perdido, lo que estamos viviendo y lo que aún está por llegar.

Tengo que hablar de esta película, hace una hora que he salido del cine y no me puedo callar decir que:

- Ya a los cinco minutos descubrí ese aire intimista que si lo dejas es fácil que inunde tu corazón.

- Que Mélanie Laurent tenía razón en la película, las expresiones de las personas te hablan de muchas cosas, perfectamente comprobable en Beginners; grande McGregor (me encanta este actor, aunque parecía que empezaba a decaer, aquí su mirada y naturalidad lo ha vuelto a catapultar a los primeros puestos de mis actores favoritos), grande Laurent (cada vez que me olvido de ella aparece en una nueva película diciendo "me queda mucho por contar, y lo haré con esa chispa de originalidad y verdad tan propia de mí"), grande Plummer (a pesar de la complejidad del papel ha hecho con él un relato conmovedor y perfectamente verosímil de la situación que vive su personaje)

- Que me faltan las palabras para expresar todo lo que me ha hecho sentir esas situaciones para nadas desconocidas de nuestra sociedad, como afrontan los personajes los sucesos que les sobrevienen y las relaciones que mantienen, como lo que aparentemente puede resultar sencillo lo complican inevitablemente en pos de no causar mayores desastres tanto en sus vidas como en otras por la inexperiencia de ser principiantes, pues la complejidad de la vida hace que podamos cometer errores tanto de jóvenes como de viejos. Pero a pesar de ser novatos, si decimos sí a la vida y seguimos nuestros instintos, podemos hacer que lo triste y complejo se haga alegre y sencillo.

* Sigo en spoiler sin spoiler.

¿Y qué es el "todo" del título? Preguntará el avezado lector de film affinity. Pues es el tono voluntariosamente "indie", levemente pretencioso, algo impostado, posmoderno y de creativo publicitario que se observan en algunos recursos narrativos, gags, descripción de personajes y momentos dramáticos de este filme de Mike Mills, que anteriormente firmó una peli que no vi titulada Thumbsucker y cuya sinopsis no sonaba especialmente apasionante.

Además de todo esto la película es y se hace un poco larga, especialmente en su recta final, debido a la repetición de temas y a su ritmo, lento o pausado, según gustos.

Sin embargo, y a pesar de todo ello, uno le toma cierto cariño a sus personajes, disfruta de la originalidad de algunas escenas, encuentra sentido del humor en algunas otras, se conmueve de vez en cuando y no puede negar las buenas interpretaciones de Plummer (especialmente), Laurent y McGregor.

Si bien al resultado se le podría haber impuesto un poco más de dinamismo y algo menos de tristeza (cierto que es un filme melancólico, pero a veces no se entiende tanta depresión) y su humor podría haberse hecho levemente más accesible, varios de los detalles de la película brillan precisamente por su originalidad y por llegarnos más que otros filmes del estilo. No es de una profundidad gigantesca, pero tampoco es superficial. Y pese a que parezca que da algunas vueltas antes de terminar realmente no nos molesta demasiado quedarnos con sus personajes unos minutos más.

Mención especial para el perrito, el elemento más simpático del filme.

Beginners es una de esas escasas películas que demuestran que se puede hablar de temas tratados en infinidad de ocasiones (las relaciones entre padres e hijos; las dificultades de conseguir una pareja estable, de aguantarse a uno mismo; los recuerdos que nos obsesionan…), sin por ello renunciar a la originalidad de una propuesta que nunca se sobrepone al mensaje de la cinta. Y que además de eso, acaba resultando emocionante hasta cotas inesperadas.

Basándose en un material semi autobiográfico, el director y guionista Mike Mills construye en Beginners una oda a los recuerdos y a la liberación, no sexual como podría deducirse de su trama, pues Millis evita totalmente que su historia se convierta en un alegato, sino una liberación conseguida después de renunciar a los prejuicios sobre uno mismo, a los miedos que nos atenazan y a los recuerdos que no nos dejan avanzar. En ese sentido, el director consigue un excepcional tono de realidad en la dirección de sus actores, olvidándonos en muchos momentos de quienes son en realidad, de sus similitudes con otros trabajos, de lo que nos gusta o no esta estrella en cuestión.

Ewan McGregor, Christopher Plummer y Mélanie Laurent consiguen crear esas tres vidas que se entrelazan, entre el pasado y el presente, entre todo aquello que fueron y lo que ahora podrían ser, convirtiendo Beginners en un escalofriante retrato de nosotros mismos, en un estético, sutil y detallado estudio de las relaciones contemporáneas, en una inteligentísima muestra de humor (a veces negro), en una metáfora sobre el amor y cómo seguir adelante después de querer amar y no poder, o saber, hacerlo.

Beginners es entonces un indiscutible logro del actual cine norteamericano, una original y profundamente humana historia que sabrá apreciarla todo aquel que haya querido a su perro, que haya tenido un padre o que haya amado a alguien, por encima de cualquier atisbo de sensatez.

Lo mejor de "Beginners" son sin duda sus actores. El trío formado por McGreggor, Plummer y Laurent conforma un recital de expresiones, credibilidad y naturalidad. Esta importante baza unida a un guión intimista que tratando relaciones sencillas de la vida sabe hacerse familiar al espectador, termina por construir un producto más que agradable en un tono moderado tanto en el sentido dramático como de comedia romántica. Así no cabe esperar ni lagrimones ni carcajadas, sino más bien tenues sonrisas y algún momento emotivo, siempre en su justa medida sin abandonar el hilo de una historia tan atractiva como modesta.

No obstante, posiblemente no sea ésta una película llamada a la posteridad, ni un título de universal recuerdo. Tal vez y sobre todo por un exceso de lugares comunes a decenas de filmes de estilo y contenido similar, y quizás también por cierto abuso de realización en una estructura que trocea la historia saltando demasiado entre el presente y los recuerdos del protagonista.

Mike Mills se inspira en la relación real con su padre, y esto se nota; pues siendo cine de autor (dirección y guión de su cosecha), el trasfondo de lo que se cuenta se siente profundo y cercano. Precisamente es en esas secuencias entre padre e hijo donde más carga emotiva comunica, llegando a su cenit en la última toma entre ambos.

El personaje de Oliver aprenderá a afrontar la vida a través de Hal -su padre-, y junto a él el espectador llegará a entender algo muy parecido a las viejas disquisiciones del buen Sócrates en una escena final simple pero contundente entre Oliver y Anna.

Y es que sólo sabemos que aún no sabemos nada.