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Nanook, el esquimal

7,6
7.449
Documental Documental sobre la dura vida de los esquimales que viven en la región de Hudson, Canadá. (FILMAFFINITY)
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
10 de abril de 2006
76 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo que cuando estudiaba, un profesor muy raro, pequeño, delgado, alcohólico y con muy mala hostia, preguntó ante más de cien personas si alguno habíamos visto la gran Nanuk, el esquimal. Sólo yo levanté la mano. En ese instante supe que tenía la asignatura aprobada hiciese lo que hiciese. El tipo solía acercarse para hablar conmigo sobre los últimos estrenos o sobre clásicos del cine. Me cogió cariño por haber visto a Nanuk y por comentar que me había gustado y sus porqués. Aprobé por la cara.
Acostumbrados al cine en color y sonoro es difícil que este tipo de films calen hondo. Nanuk lo consigue. Es para mí junto al Acorazado Potemkin la mejor película del cine mudo, contando también con alguna de mi cómico favorito (Harold Lloyd) de la que no recuerdo nombre. Vista de nuevo quince años después, me sigue pareciendo tan grande como la primera vez.

Aunque es cierto que no es un documental propiamente dicho, porque el género documental supone una ausencia de manipulación de la que Nanuk el esquimal no está exenta, sí que abrió la puerta para futuros trabajos de campo. El tratamiento naturalista de la película es exquisito. El rostro de Nanuk es para mí el más puro y más limpio de cualquier nativo que haya visto. No hay un gramo de maldad en ese hombre, lo que imprime al film cierta ternura desde el principio hasta el final.

Nanuk, el esquimal destaca por secuencias que brillan con luz propia, como la construcción del iglú, la caza de la morsa, de los salmones o de la enorme foca que atrapa en un agujero en el hielo. Todo alejado del salvajismo que se les suponía a los últimos hombres libres de la Tierra. Una delicia visual y una historia brillante. Nanuk murió de inanición dos años después mientras buscaba caza en el frío norte. Agur amigo.

PD. Observo con tristeza que ochenta y tantos años después de la joya llamada Nanuk, el esquimal, nos cuentan lo mismo pero en Mongolia y con una familia nativa a través de la película-documental La historia del camello que llora. Hablado y en color. Y es bazofia. Es increíble que tras ocho décadas para profundizar en este cuasi género cinematográfico no se pueda superar a Nanuk, el esquimal. Es incomprensible. Y Nanuk tampoco tenía bidé.
Txarly
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5 de noviembre de 2006
36 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy en día en que El Documental como género cinematográfico ha adquirido gran importancia en el circuito comercial y transformándose además en un híbrido con la ficción, por parte del documentalista Michael Moore o por los documentales/películas "La historia del camello que llora" o la reciente "La Marcha del Emperador" es obligado para todo cinéfilo ir tras los orígenes.

Retrotrayéndonos ochenta y tantos años para atrás descubrimos la obra "Nanuk, el esquimal" de Robert J. Flaherty, aunque no sea el primer documental en sí se puede considerar a Flaherty como "padre del documental". Durante años ha sido muy criticado y controvertido el hecho de que en determinadas tomas Flaherty obligara a los esquimales a hacer cosas que normalmente no hacían modificando el concepto original de documental como el plasmar la realidad inmediata. Aunque fuera cierto esta obra no perdería en ningún momento su valor.

El antropólogo Robert J. Flaherty filmó largas horas de material sobre sus viajes por las zonas heladas de Canadá, parte de este material llegó a ser exhibido en Toronto pero un descuido hizo trizas de todos los negativos antes de que pudieran llegar a Estados Unidos.
Es así que se decidió a volver al norte y seguir filmando luego de haber conseguido el presupuesto por parte de una empresa francesa.

Flaherty quería rodar sobre la vida de los esquimales y sobre sus costumbres, de este deseo surge Nanuk, el esquimal basada en la vida de un célebre cazador inuit llamado Nanuk (o Nanook). Así surgen las más bellas escenas que recuerde de un documental: la larga toma de caza de la morsa, la construcción de un iglú y la sublime escena cuando Nanuk calienta las manos de su hijo mediante el calor de su rostro.

Nanuk me hace acordar en cierta medida a Ernenek, el esquimal protagonista del libro de 1950 "El País de las sombras largas" del escritor suizo Hans Ruesch, es de suponer que el autor antes de escribir el libro haya visto el documental de Flaherty

Es una oda al coraje, la fuerza y la pureza de una familia haciendo frente a la más hostil de la naturaleza que los trata con abrumadora dureza e impiedad. La sobrevivencia es el pilar de la vida de estos esquimales, su vida se traduce en cazar y construir iglúes para protegerse del frío y de los fuertes vientos.

Es ésta una obra clásica y por siempre inolvidable...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maldita Fiera
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21 de octubre de 2008
32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nanook mira a ese hombre-cámara llamado Robert Flaherty. Sonrie entre tímido y pícaro sin saber muy bien que hacer. Es sólo una imagen, pero sólo con ella Flaherty consigue lo que quiere; consigue empatizar con el público, mostrando que clase de persona quiere reflejar. Un recurso que se nos puede antojar simple, pero que va mucho más allá, porque esto no es un plano, es una declaración de intenciones.

Lo que Flaherty pretende, no es mostrar un simple documental frío y desangelado, no quiere convertirse en cronista de lo exótico, lo que pretende es entrar en las entrañas de una pueblo, de una cultura, de un modus vivendi. Y para ello comprende perfectamente que para ello debe entrar el vida de uno de sus miembros, porque no hay nada como la intimidad para favorecer la comprensión, y por tanto la identificación, con algo que nos resulta a priori tan lejano como extraño.

Así el film se articula en unas pocas secuencias que desgranan momentos de la vida cotidiana, y para mostrarlos acude al recurso de la panorámica general, para paulatinamente centrarse en las anécdotas personales del protagonista y su familia. Esto actua en dos vertientes: La primera, mostrar que actos como ir de caza o construir un iglú no son meros ejercicios mecánicos, sino que hay detrás toda una historia llena de anécdotas. La segunda, hacer que el público sienta a Nanook y a su familia como alguien próximo, alguien con quién pueda identificarse, ver que más allá de sus peculiaridades culturales es alguien que tiene mujer, hijos, perros, alguien que tambien siente ese sentimiento universal llamado amor.

No por ello, y aún dándole la mayor relevancia al tono intimista, el film escasea en cuanto a épica. Todo lo dulzón que puedan parecer las relaciones familiares desaparece en cuanto Flaherty decide mostrar las duras condiciones de Nanook, una vida que es una lucha constante contra unos elementos naturales que ofrecen la mayor hostilidad posible. A pesar de ello siempre hay un momento para rebajar la tensión y dejar que un sentido del humor tierno inunde la pantalla.

Mucha preguntas pueden surgir despues de su visionado. ¿Documental? ¿Ficción? ¿Verdad dramatizada o bien manipulación buenista y grosera? La respuesta a todas es ellas es que más da. Porque lo que sí es por encima de todo "Nanook" es un canto a la belleza, a la simpleza de las cosas. Una película que huye del paternalismo y tiende la mano, una película que construye puentes hacia el entendimiento entre personas, cualesquiera sean su raza y/o su cultura. Una película, en definitiva, que sí merece con honor llevar el nombre de película familiar, sólo porque con sus imagenes puede hacer comprender tanto a un niño de 3 años como a un adulto el valor de querer y ser querido, quizás el valor que nos convierte en seres humanos.

Lo mejor: Que emocione desde lo simple
Lo peor: Nada.
LennyNero
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21 de enero de 2011
22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de descubrir recientemente los documentales del norteamericano Robert J. Flaherty, creo que es un acto de justicia recuperar la obra del 1er gran autor de documentales, tal y como los conocemos actualmente.

Flaherty se pasó 2 años en la región de Ungava, en el norte de Canadá, filmando con su reducido equipo a Nanuk el esquimal (alias el Oso) y su lucha por la supervivencia habiendo de cargar siempre con su familia en busca de alimento y refugio. El director de Michigan ya conocía a Nanuk de sus viajes anteriores (donde había rodado una primera versión amateur que acabaría siendo pasto de las llamas) y, además, en esta ocasión se había llevado todo el material necesario para revelar las filmaciones diarias y proyectárselas a los esquimales en medio de los glaciares, hecho que provocó una implicación total por parte de los nativos, que nunca habían visto un artefacto de este tipo.

Flaherty fue lo suficientemente inteligente como para aportarle un hilo narrativo al material que iba filmando, hasta el punto de construir un principio (con prólogo incluido), un nudo y un desenlace de la historia, y para conseguirlo jugó brillantemente con el montaje (grabando acciones únicas e irrepetibles de caza, y añadiéndoles otros insertos de acciones coreografiadas con el fin de conseguir una historia con la que se lograse la inmersión emocional del espectador). Y no es casual, pues, que acabemos encariñándonos con esta simpática familia de esquimales. Las imágenes que captó la cámara de Flaherty son un auténtico canto a la belleza, destacando el maravilloso contraste entre la blanquísima nieve y los esquimales, que en ocasiones parecen sombras flotantes sobre una inmensa sábana natural. A destacar, por un lado, las imágenes de Nanuk y sus compañeros de tribu cazando un tigre de mar de hasta 2 toneladas de peso, animal que no podían arrastrar ni entre 4 hombres o, por otro lado, la construcción del iglú y la consiguiente tormenta. E incluso hasta los brutales enfrentamientos entre los perros que tiran del trineo de Nanuk y su familia, cuando el hambre hace estragos. O tiempo también para la distensión y las bromas (Nanuk mordiendo un disco de vinilo que ve y escucha por primera vez). Me resulta difícil quedarme con una sola secuencia, nos encontramos ante toda una vida plasmada en el cine sin atisbo de sobra alguna.

(continúa en el spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kakihara
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26 de octubre de 2006
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es un reflejo nítido de la vida esquimal, además de un material muy recomendable para los amantes del cine e imprescindible para los estudiosos del séptimo arte. La Dirección de la Semana Internacional del Film de Mannheim (Alemania) organizó en 1964 un referéndum para que los críticos e historiadores señalasen los 12 mejores documentales de todos los tiempos. 'Nanook, el esquimal' resultó el más votado. La obra de Robert J. Flaherty posee un doble valor histórico: informativo y cinematográfico. Ambos factores edificantes se fusionan en esta cinta irremplazable. Al ver a Nanook cazando focas o construyendo un iglú en ese rudimentario blanco y negro siento que estoy ante un documento único. Me explico. Tengo la certeza de que podrían filmarse infinitas cintas sobre esquimales, pero ninguna de ellas poseería jamás la belleza que da el paso del tiempo o el encanto y la autenticidad que me aporta el cine que se hizo cuando aún existían cosas por descubrir.
Dravot
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