Arn: El Caballero Templario

Drama épico bastante consistente en todas sus vertientes, al que es posible que le sobre metraje, pero que tiene credibilidad, honestidad y dignidad suficientes, como para inclinar la balanza a su favor, sin complejos, ante otras superproducciones de mayor presupuesto, lanzadas a bombo y platillo.

Su solidez está basada en unas interpretaciones cargadas de realismo, sin esperpentos ni aderezos innecesarios, que acompañan a una puesta en escena adecuada y a una exposición del guión, que intenta escapar de una sobrecarga emotiva fácil, a riesgo de caer en una frialdad excesiva, incluso en el recreo de las secuencias más aptas para ello.

Es larga e historias como esta las he visto y leído muchas veces. Sin embargo no me ha defraudado y en ningún momento he sentido estar perdiendo el tiempo. Creo que eso no es un mal síntoma.

Después de haberme leido las tres novelas de Jan Guillou en las que está basada la película, esperaba bastante más de su versión cinematofráfica, la cual catalogo simplemente de correcta. La película es entretenida sin más. Con el material que tenían entre manos, se echa de menos "más alma" en el resultado final. No llega a emocionar del todo y los fans de la saga de Arn Magnusson creo que nos quedamos con las ganas de ver plasmadas nuestras emociones en la pantalla...

Una película notable sobre cruzados, donde se cuenta la clásica historia del Saladino que entabló amistad con un caballero templario, salvándose la vida uno a otro en distintas ocasiones.

Este caballero cristiano es el mítico héroe-padre de la nación sueca.

La película nos narra la historia de este héroe, Arn, desde su infancia a cargo de unos monjes que le enseñan artes y entre ellas la de la espada, pasando por sus amores con la mujer que le dará un hijo, por el castigo a él y a su amada debido a la envidia de algunas personas, etc.

Una película donde las batallas y los enfrentamientos armados de aquella época, siglo XII de nuestra era, están muy bien realizados y parecen reales.

Película importante sobre templarios e historia de los orígenes de Suecia; pero también algo pesada, de poco ritmo electrizante.

Otra historia real de caballeros en el Jerusalem de Saladino.

En este caso nos encontramos con la historia de Arn Magnusson, noble de Gotaland, que mientras se criaba en un convento fue instruído en el arte de la espada por un monje cristiano que había sido caballero templario(Vincent Perez recuperado y con peluca). Siendo aún muy joven deja en cinta a otra muchacha noble que se educaba en un convento de ursulinas (o casi). Total, que los castigan a ambos por el periodo de media vida (20 años); a ella en el convento pero con regimen de castigo, y a Arn, como sabía dar toñas como panes, lo mandan de caballero templario al Reino de los Cielos.

La cinta sigue contándonos las peripecias de este personaje, sin saltarse un punto ni una coma, estando el director y el guionista, muy al tanto para que ningún aficionado en Historia se queje. Como consecuencia, queda un film encorsetado, de tono rosado rosadito, que es el tono con el cual los historiadores literarios parecen certificar la vida y obra de este caballero.

Pasó igual con el Balian de "El Reino de los Cielos" o casi igual. Los dos parecían que eran buenos muchachos, que conocieron a Saladino en persona, y que se hicieron amiguetes del rey de los sarracenos porque le salvaron la vida en las peligrosas dunas del desierto. O sea, vidas paralelas de película. Hasta el malo cristiano de ambos film se parece.


La película, curiosa; siendo una producción danesa-sueca-etc-etc con pretensiones en la que se dejan un buen dinero en combates decentillos con más de 10 caballos por toma. El tono rosado está impuesto por lo verídico que pretende ser el relato, causa también de que el film, además de no ser una obra indispensable de aventuras, sea un poco coñazo. Pero bueno, hay buenas intenciones por parte de estos suecos para llevar a la gran pantalla la vida de un maestre caballero templario que tras su expiación de 20 años en tierra sagrada donde llegó a ser el Maestre de mayor graduación de Jerusalem, tuvo tiempo de independizar Suecia de Dinamarca, mientras recuperaba el amor de su vida y conocía a su hijo que ya era un veinteañero...Ah, y de haberse tomado unas cachimbas a pachas con Saladino.

Basada en una trilogía que no he leído, “Arn, el caballero templario” es una atrevida película de aventuras de ficción sueca con la que me pasa lo mismo que con todas las películas nórdicas que he visto: van a un ritmo extremadamente lento. Hay impactantes paisajes naturales y grandiosas secuencias de batallas, solemnes diálogos y penetrantes miradas… pero nunca todo a la vez, de modo que entre cada dos frases pueden pasar cinco minutos de bosques, dos llantos y un duelo de miradas.

Cuando digo lento no lo digo como algo necesariamente malo sino como algo diferente. Es como una forma deliberada de hacer cine frío, aséptico, sin sorpresas pero sin resultar plano, como si quisieran que fuese proyectado en un canal de documentales o en los colegios.

Una vez avisados de lo que se refiere al peculiar ritmo, como puntos fuertes hay que destacar el esfuerzo para ambientar localizaciones tan diversas como los fríos bosques escandinavos y los desiertos de Siria, la meticulosidad para meter tres libros en dos horas de película, las frías interpretaciones (acordes con sus personajes) y el trabajo de recrear (con más voluntad que espectacularidad) batallas medievales. Como punto en contra, es una lástima que los responsables de la película no se hayan preocupado por los espectadores de otras nacionalidades que consideren extraños apellidos como svergeringendotten o karlstergtandorbrengen, de modo que hasta pasada una hora larga, no conseguirán deducir si dos suecos en un diálogo están hablando de un rubio con barba, al rubio del casco de alas o a la gorda morena.

Recomendable a pesar de que es exasperante por momentos debido a su lentitud y a la dificultad para seguirla; tiene su encanto y después de verla dan ganas de buscar en internet más cosas de la historia de Escandinavia. Eso sí, no hay que compararla con “El Reino de los Cielos” ni verla con gente impaciente al lado.