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Una vida sencilla

Drama Chun Tao-Chung ha trabajado como sirvienta para la familia Leung durante sesenta años. Ahora cuida de Roger, el único miembro de la familia Leung que aún vive en Hong Kong. Un día, al volver del trabajo, Roger descubre que Tao ha sufrido un derrame cerebral y la lleva al hospital. Cuando ella le dice que quiere dejar su trabajo y marcharse a una residencia, él le encuentra una habitación en un centro dirigido por un viejo amigo. A ... [+]
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
21 de diciembre de 2013
26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el retrato de una mujer ya anciana, con cerca de ochenta años, que ha pasado como sirvienta en casa de una familia oriunda de Hong Kong pero que ahora vive dispersa por el mundo y que ya tan solo cuida y se dedica a uno de los hijos, soltero y trabajador empedernido, dedicado al mundo de la farándula y relumbrón, pero que sabe que al volver a casa va a tener los cuidados y atenciones de su inquebrantable y pertinaz sirvienta.

Esta cinta es el reflejo del lento declinar y apagarse de esta generosa mujer que ha dedicado sesenta años de su vida a servir a una familia y que forma parte del devenir y del alma íntima de dicho grupo familiar. No refleja más, pero tampoco refleja menos: es exactamente el retrato de un lento y progresivo declinar y apagarse de una mujer desprendida, cuidadosa y atenta y cómo uno de esos hijos que ella ayudó a criar se ocupa de ella y la atiende en el lento decaer y extinguirse de su afanosa existencia.

Hablar de la bondad de la gente, de su espíritu generoso y liberal, resulta ñoño o blando, pero en este caso se trata de una película de buenos sentimientos y de buenas acciones que se refleja plácidamente y con una mirada tan observadora como asiáticamente distanciada y que tras su aparente lejanía descubre un torrente callado de enternecimiento y gratitud. Porque esta película es un canto a todas esas personas – sobre todo mujeres – que han servido de apoyo y de ayuda o bien a otros familiares o bien han sido empleadas externas pero que han dado lo mejor de sí y de su existencia en velar por el bien de los demás y han arropado y cuidado a unos seres que si bien no son necesariamente consanguíneos, son familia emocional y vital.

Muy hermosa y emocionante cinta que es un canto a esas empleadas domésticas o a esos familiares altruistas (esas tías solteras de espléndida entrega, de amplio vuelo, de mañosa y desinteresada presencia, paciente devenir y dadivosos detalles) que han hecho del servicio a los demás, a los suyos – sean de sangre o no – su razón de ser y toda su existencia. Agradecido homenaje que el espectador contempla turbado y conmovido, incapaz de poner palabras a una emoción que nos vence e impregna como el oleaje de una mar infatigable. Gracias, muchas gracias, porque a vosotras os debemos mucho (os debemos todo) y nunca nadie se había parado a daros las gracias con tan bello y discreto gesto.
antonalva
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13 de septiembre de 2012
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cámara de Ann Hui busca los edificios y pasea por las calles con la única pretensión de ubicar la historia en un núcleo urbano intemporal. La entrañable Chun Tao-Chung podría haber vivido en Hong Kong, en Madrid o en Tombuctú. Cualquiera de nosotros podríamos ser un Roger dispuesto a devolver el amor y la ternura a la mujer que con amor y ternura cuidó de nosotros.

La película tuvo una acogida emocionante en Venecia. Fue la favorita de buena parte del público y el jurado le otorgó el premio de mejor actriz a Deanie Ip. Por desgracia, estos argumentos siguen sin bastar para lanzar al mercado hispano una cinta hongkonesa a cargo de una directora tan desconocida como prolífica.

Ya me sorprende que la película tenga más de diez votos en este foro…
Variation74
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13 de abril de 2013
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puedo afirmar qué es de lo mejor que he visto en lo que llevo de año y qué ha conseguido sorprenderme de forma gratificante a expensas de esa sinopsis tan rancia, donde los sentimientos se desbordan más de una vez, y qué te hace pensar. Al final se queda el sabor de que has visto algo grande.

La película, como su título indica, A Simple Life (Una Vida Simple), es un paseo por la vejez de una “chacha” y sus últimos años de vida, donde recoge lo que ha sembrado.

Destaca por encima de todo las actuaciones, sobre todo la de Deanie Ip, magistral, soberbia y cautivadora consiguiendo atrapar incluso al espectador más agnóstico, y es que el conjunto de sus expresiones, junto a esa sonrisa tan alegre e infantil, a más de uno le recuerda a sus propios abuelos. Andy Lau es el otro protagonista, pero es eclipsado, pero aún así está a la altura de su papel, aunque hay momentos que parece Hoffman en Rain Man.

Ann Hui, con una historia basada en hechos reales, y con una dirección y un desarrollo simple, lineal e inocente, sin grandes alardes, ostentaciones ni giros, consigue lo que quiere, que es gustar en un primer lugar, y en segundo mandar ese mensaje de auxilio a muchos de los ancianos de hoy en día quedan atrapados por la soledad de la sociedad.

En fin, es un drama que uno acaba disfrutando, que no desea que se acabe, donde las emociones y los recuerdos forman parten de su visionado y qué es raro que no guste, y es qué aunque sea simple, es sustancial y real como la vida misma, dejando su sello personal en lo más hondo de tu alma.
Ranxomare
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28 de noviembre de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra maestra del cine asiático. La veterana directora hongkonesa Ann Hui disecciona la fría industrialización de la vejez en la China moderna desde el punto de vista de una anciana y de un hombre que decide encargarse de ella.

Muy sólida argumentalmente. Posee un ritmo lento pero firme. Una lectura visual asiática que además cuida el modo de contar las cosas para hacerse más universal. Es decir, se adapta a la visión del ritmo cinematográfico occidental sin dejar de lado normas y técnicas orientales. Minimalismo en la banda sonora, montaje invisible, predilección por los primeros planos.

Ann Hui pone mucho de su vida privada en esta cinta y logra mostrar la poca dignidad que impera hoy en día en su país (y en el resto del mundo) respecto a la tercera edad. La directora remarca la necesidad de devolver los actos pasados no sólo a modo de gratitud, sino como una garantía de, cuando a cada uno de nosotros nos toque, recibir un retiro digno. Su película es la constatación de que el timepo pasa rápido y hemos de hacer que pase bien, para con nosotros y para con los demás. Porque las buenas acciones, atraen a otras buenas acciones.

Buen cine de buenas intenciones y bien contadas. Una película imprescindible de ver.

@Dimensionquinta en Twitter
La quinta dimension
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14 de marzo de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una película que es, a mi entender, más de personajes que de situaciones. No es que no sea una película de situaciones, pero para mí lo más preponderante del film son los personajes. Especialmente (pero no sólo) los dos personajes principales, perfectamente dibujados y magníficamente interpretados, que hacen que te intereses más por cómo son que por las cosas que les suceden.

Para poder entender bien a los personajes y, por extensión, a la película, es imprescindible tener presente en todo momento que se trata de una película oriental, y que los personajes que retrata son de Extremo Oriente. Y es que, en aquellas latitudes, a diferencia de lo que ocurre aquí, a la gente le cuesta muchísimo expresar los sentimientos, verbalizarlos. Allí no está muy bien visto eso de llorar, o besar, o cualquier manifestación pública de sentimientos. Lo hacen, pero en privado. Por eso, para un occidental, hay escenas que le pueden resultar frías, o excesivamente contenidas, porque no tienen en cuenta que no es su mundo el que están retratando sino el mundo oriental. En esta parte del mundo, las mismas situaciones que ocurren en la película se resolverían de un modo muy distinto, habría grandes abrazos, enormes llantos, infinitas palabras de amor y música grandilocuente. En cambio, allí expresan lo mismo con gestos, miradas y silencios, o con una gran economía de palabras y caricias. Es su cultura. Ellos entienden que esas cosas se demuestran con hechos, aquí casi nos basta con las palabras. Verbalmente, todos nos queremos mucho. Demostrarlo ya es otro cantar.

“Una vida sencilla” nos muestra el progresivo declive de una vida que llega al final. Nos enseña el lento y progresivo ocaso de la existencia de alguien, desde el momento en que esa persona comprende que está en la recta final de la vida. Ah Tao se va apagando lentamente, poco a poco, y quiere morirse igual que ha vivido, sin estorbar, sin ser una carga para nadie, quedando en un segundo plano, y hasta parece agradecerle a la muerte que se aproxima su presencia, ya que eso le ha permitido disfrutar, en sus últimos días, de la presencia reconfortante de Roger, el chico al que cuidó desde siempre, y que ahora se ocupa de ella con tanto esmero. Se le hace extraño que cuiden de ella, que ha pasado la vida cuidando a los demás. No se siente cómoda en ese papel, pero no puede evitar estar siempre pendiente de la llegada de Roger.

Al igual que las otras películas asiáticas que he visto últimamente, aquí también se cuenta una historia sencilla, en la que se recrean los detalles cotidianos. En eso se parecen las tres, es la misma manera de contar historias, siempre rebosantes de realismo y muy alejadas del ritmo trepidante y ruidoso de las películas americanas, en las que todo es frenético, atropellado, radical, los buenos son muy buenos, los malos son muy malos, y todo te lo dejan muy claro y muy bien explicado no vaya a ser que seas tonto y no lo entiendas. En estas películas hay emoción y sencillez, nada de sensiblerías forzadas. “Una vida sencilla” es una película que pone tus sentimientos a flor de piel sin estridencias y los mantiene ahí para que disfrutes de ellos con naturalidad.

Porque estamos acostumbrados a que narrar cosas acerca de la bondad, los buenos sentimientos, la gratitud, la generosidad, etc. nos situe en el umbral de la ñoñería, pero en esta película queda claro que se pueden abordar todos esos temas desde otro punto de vista, sin cursiladas, haciendo que observemos lo que ocurre con ese punto de distancia tan habitual en el cine asiático, de modo que no nos impliquemos, pero al mismo tiempo con la suficiente cercanía como para que por dentro bullan los sentimientos y se remueva la conciencia.

Todo ello gracias sobre todo al impresionante trabajo de la pareja protagonista. Deanie Ip está maravillosa en su papel, tanto que cuesta pensar que sea una actriz en lugar de ser realmente Ah Tao, la criada de Roger. En cuanto al otro protagonista, Andy Lau, a quien ya conocía de otras películas, también está soberbio en un papel nada fácil, en el que tiene que lidiar con un montón de matices interpretativos y que los resuelve con muy alta nota. Brillantes los dos. Interpretaciones delicadas y emotivas, repletas de talento.

“Una vida sencilla” demuestra que, a menudo, lo sencillo está más cerca de lo sublime que lo complejo. Cuando lo cotidiano se retrata con elegancia y emoción el resultado puede ser tan brillante como lo es esta película.

http://keizzine.wordpress.com/
keizz
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