Madregilda
5,8
1.547
Comedia
El estreno de la mítica película "Gilda" anima el invierno español. En una vieja taberna de barrio, todos los primeros viernes de mes, el moro Hauma organiza al anochecer una singular y secreta partida de mus. Los jugadores, camaradas de la guerra de África, van llegando: don Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España; su fiel amigo Longinos, dueño de un vertedero; “Huevines”, el "pater" de un regimiento de regulares, y el general ... [+]
24 de agosto de 2010
24 de agosto de 2010
32 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guiado por un guión de inmensa riqueza (historias paralelas, metáforas, ambientes, personajes) del gran Fernández Santos y él mismo, construye Regueiro una originalísima y muy brillante película de incombustible poder simbólico y, sin duda, una de las cimas del cine español en lo referente al tratamiento de la figura de Franco y la posguerra.
Así, bajo un envoltorio fantaseado y mágico, se hace una admirable revisión a la vez transgresora y divertida, venenosa y nostálgica, compleja y fascinante, del dictador que "nunca se metía en política" (antológica frase dañina), su entorno, su idílica y represiva España, su patria pobre y hambrienta, su régimen cobijador de un abanico de personajes y ambientes de lo más rico (memorable la subtrama de la niña que se viste de niño para poder subsistir), de seres con el alma rota pero con el corazón intacto. Es una mirada tan dura como finalmente compasiva, como si casi hubiera un cierto cariño hacia esos años.
"Madregilda" participa para su díficil encasillamiento (al que no se sujeta pues queda ya como una obra maestra inclasificable) de comedia por el constante esperpento hispánico y valleinclanesco que la conduce, por su surrealismo español, por su simbolismo también propio de aquí, lo que la hacen un film de inmensa fascinación para el espectador de aquí, que aún sin llegar a atrapar la multiplicidad de claves que posee un guión tan inmenso como aquejado de una inevitable bajeza en algún momento. Así resultan redondos, de sublime inspiración los momentos de las partidas de mus entre Franco (Echanove), Longinos (Sacristán), Huevines (Gamero) y Millán de Astrall (Galiardo) con el pájaro Paquito al fondo. O la conversación entre un Franco ya muerto y su imprevisto padre (Fernando Rey). O la última secuencia, síntesis sublime de todo el sifnificado metafórico, nostálgico, triste, terrible, compasivo, de oscuras carcajada de esta "Madregilda", película hermética y compleja, sí, pero también maravillosa y apabullante.
Y qué decir del retrato de ese Franco, impecablemente interpretado por Echanove en un prodigio de mimetismo insólito e inalcanzable, un ridículo dictador, una especie de pelele (con un supuesto doble incluido) en medio de su séquito fuera de sus victoriosas partidad de mus o de sus llorosas soledades con el pájaro Paquito. Regueiro ridiculiza a Franco con ingenio pero con bondad, como cabeza de una época y de un momento.
Genial en la fotografía y en sus admirables cambios de ambientes, soberbiamente interpretada por el resto del reparto, es una obra llena de ingenio y riqueza interiores, un film plagado de hallazgos y con tan pocos desaciertos, que no cabe sino volverla a ver y volver a sentirse envuelto, fascinado, hipnotizado, por el intransferible universo creado por Fernández Santos y Regueiro, un universo que nos es tan cercano como a distancia sideral, tan enigmático como reconocible. Una joya (el tiempo lo dirá) y una de las pocas obras maestras del cine español de los 90.
Así, bajo un envoltorio fantaseado y mágico, se hace una admirable revisión a la vez transgresora y divertida, venenosa y nostálgica, compleja y fascinante, del dictador que "nunca se metía en política" (antológica frase dañina), su entorno, su idílica y represiva España, su patria pobre y hambrienta, su régimen cobijador de un abanico de personajes y ambientes de lo más rico (memorable la subtrama de la niña que se viste de niño para poder subsistir), de seres con el alma rota pero con el corazón intacto. Es una mirada tan dura como finalmente compasiva, como si casi hubiera un cierto cariño hacia esos años.
"Madregilda" participa para su díficil encasillamiento (al que no se sujeta pues queda ya como una obra maestra inclasificable) de comedia por el constante esperpento hispánico y valleinclanesco que la conduce, por su surrealismo español, por su simbolismo también propio de aquí, lo que la hacen un film de inmensa fascinación para el espectador de aquí, que aún sin llegar a atrapar la multiplicidad de claves que posee un guión tan inmenso como aquejado de una inevitable bajeza en algún momento. Así resultan redondos, de sublime inspiración los momentos de las partidas de mus entre Franco (Echanove), Longinos (Sacristán), Huevines (Gamero) y Millán de Astrall (Galiardo) con el pájaro Paquito al fondo. O la conversación entre un Franco ya muerto y su imprevisto padre (Fernando Rey). O la última secuencia, síntesis sublime de todo el sifnificado metafórico, nostálgico, triste, terrible, compasivo, de oscuras carcajada de esta "Madregilda", película hermética y compleja, sí, pero también maravillosa y apabullante.
Y qué decir del retrato de ese Franco, impecablemente interpretado por Echanove en un prodigio de mimetismo insólito e inalcanzable, un ridículo dictador, una especie de pelele (con un supuesto doble incluido) en medio de su séquito fuera de sus victoriosas partidad de mus o de sus llorosas soledades con el pájaro Paquito. Regueiro ridiculiza a Franco con ingenio pero con bondad, como cabeza de una época y de un momento.
Genial en la fotografía y en sus admirables cambios de ambientes, soberbiamente interpretada por el resto del reparto, es una obra llena de ingenio y riqueza interiores, un film plagado de hallazgos y con tan pocos desaciertos, que no cabe sino volverla a ver y volver a sentirse envuelto, fascinado, hipnotizado, por el intransferible universo creado por Fernández Santos y Regueiro, un universo que nos es tan cercano como a distancia sideral, tan enigmático como reconocible. Una joya (el tiempo lo dirá) y una de las pocas obras maestras del cine español de los 90.
14 de septiembre de 2008
14 de septiembre de 2008
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre pensé que para dar cuenta del magnífico ambiente vivencial -y horrible- que la guerra nuestra dejó, y que yo, de pequeño en los sesenta, notaba hasta en las piedras con un poso de sufrimiento y poesía -unidas a la nieve- había que utilizar una estética deformadora, no sé, surrealismo, humor, ironía, esperpento..., o sí sé, porque es lo que se concita en esta película que merece un puesto entre las obras que pretenden -forzosamente en vano- reflejar ese torrente inexplicable de absurdo dolor, que tiene una gran virtud, paradójicamente: limpia, deja las cosas en hueso.
Algo tan fuerte y distorsionado como una guerra entre hermanos y una posguerra cainita sólo se puede reflejar desviadamente, no contar. El arte es forma, no ensayo. No por casuaildad utiliza ganzúas de ladrón para llegar más allá que lo discursivo.
La he visto dos veces, la primera me impactó positivamente, la segunda me dejó algo más indiferente, quizás también porque mi sensibilidad se había alejado ya para siempre del resentir los efectos de la guerra o de la posguerra.
Algo tan fuerte y distorsionado como una guerra entre hermanos y una posguerra cainita sólo se puede reflejar desviadamente, no contar. El arte es forma, no ensayo. No por casuaildad utiliza ganzúas de ladrón para llegar más allá que lo discursivo.
La he visto dos veces, la primera me impactó positivamente, la segunda me dejó algo más indiferente, quizás también porque mi sensibilidad se había alejado ya para siempre del resentir los efectos de la guerra o de la posguerra.
25 de julio de 2015
25 de julio de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vuelvo a ver esta película, casi ya olvidada, aprovechando ese muestrario magnífico del cine español que es "Historia de nuestro cine". Mis recuerdos de ella eran los de una de esas películas "raras", con escenas delirantes y un hilo narrativo confuso. En 1993 la figura de Franco estaba más cercana y era difícil entender una historia que planea por encima de lo meramente político para ir a un análisis más complejo, más cercano al del psicoanalista de diván. La estética es efectista y teatral, con espectaculares escenarios entre el realismo crudo y la verdad revestida de oropeles de los sueños. Destaca, por ejemplo, esa escena en el enorme vertedero -trasunto de toda la inmundicia de un régimen y de una época- que recuerda las elocuentes fotos de Sebastiao Salgado. Todo pivota sobre la figura de la mujer en sus vertientes contradictorias: por una parte la frivolidad de Rita Hayworth en "Gilda", por otra la madre abnegada, la heroína de guerra, la mártir. El clima general del guión me recuerda mucho el universo novelístico de Marsé, con esos niños perdidos en las miserias de la posguerra que se salvan a base de imaginación. Hay por igual sordidez, análisis de personajes históricos y sentido del humor. El trabajo de Juan Echanove, interpretando a Franco, es de un gran mérito, aunque sobreabunden los tópicos y los tics del personaje. No menos mérito y tensión dramática tiene la interpretación de Sacristán de un personaje tragicómico que pasa constantemente del amor incondicional al odio invencible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena del niño viendo a su madre muerta en la pantalla del cine, metamorfoseada en Gilda, me parece de una intensidad impresionante.
No es menos interesante la escena final, con un Franco muerto que conversa con su padre en el más allá.
No es menos interesante la escena final, con un Franco muerto que conversa con su padre en el más allá.
19 de marzo de 2008
19 de marzo de 2008
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Evocador trabajo de Francisco Regueiro el realizado en Madregilda, un buen trabajo bastante poco conocido del cine español, donde Echanove se envuelve en el vestido de Franco para retratar con una visión casi onírica la España posterior a la Guerra Civil. Envuelta en reminiscencias del cine italiano, Madregilda cuenta con el trabajo excepcional de Sacristán, Echanove o Galiardo para ofrecernos un cruel retrato de las vivencias de la guerra, sin abandonar hasta el final una pose de fingida comedia.
En definitiva, se trata de un trabajo destacado del cine español, en la tradición de las obras de Erice u otros directores, del que por lo visto hará falta que pase el tiempo para que sea valorado como merece.
En definitiva, se trata de un trabajo destacado del cine español, en la tradición de las obras de Erice u otros directores, del que por lo visto hará falta que pase el tiempo para que sea valorado como merece.
5 de septiembre de 2024
5 de septiembre de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el oscuro Madrid de mediados de los años cuarenta, en una antigua taberna de barrio, cada primer viernes de mes al caer la noche el Moro Hauma organiza una singular y secreta partida de cartas. Mientras los niños Nazario y Manolito, dos tramperos que escarban en la basura, quedan fascinados por la actriz Rita Hayworth de la producción Gilda (1946) con Glenn Ford dirigida por Charles Vidor, en la que el hijo de Longinos descubre a su madre tras la imagen de Gilda, cuyo famoso striptease del guante convulsionó a la reprimida sociedad española. Es por lo cual el niño reconoce por medio de una imaginación deslumbrante a su difunta madre Angela (Barbara Hauer) como la supuesta Rita. Por el camino, el capitán Longinos (José Sacristán) se llena de odio y rencor mientras busca al culpable de que cincuenta hombres de su batallón se acostaran con Angela antes de consumar su matrimonio, lo que le hace querer matarla y adorarla al mismo tiempo como si fuera una santa en los altares. Más adelante, el Caudillo, Francisco Franco, se reúne con varios amigos de la campaña de África para una partida. Así transcurren las partidas de mus entre dos personajes históricos: Francisco Franco (Juan Echanove), y Millán de Astray (Juan Luís Galiardo), junto a Longinos (José Sacristán), y el cura Huevines (Antonio Gamero).
Una bizarra comedia llena de farsa, locura y excesos. Un relato fuera de lo común caracterizado por el habitual estilo hispánico y valleinclanesco. Retrata la represión sexual que se impuso a sangre y fuego a varias generaciones de españoles, de tal manera que la única salida para sus fantasías eróticas venían del cine, de hecho Rita Hayworth fue objeto de los sueños húmedos de todo tipo de hombres de la época. Hay, además, un profundo simbolismo también propio de aquí, que la convierten en una cinta de inmensa fascinación para algunos espectadores y en la que hay que añadir su surrealismo típicamente español. Tiene algunos comentarios ridículos y piezas de despropósito, pero lo compensa con espléndidas interpretaciones de un gran elenco principal y de apoyo. Siguiendo el estilo habitual propio del género literario creado por el mismísimo Don Ramón María Del Valle Inclán. ¨Madregilda¨ trata de la última parte de la peculiar y decente trilogía sobre las relaciones paternofiliales formada por ¨Padre Nuestro¨ y ¨Diario de Invierno¨, siempre basadas en guiones escritos por Ángel Fernández Santos. Sin embargo, el propio Regueiro, asustado por su propio barroquismo y la locura desmesurada de su dirección, se autocensura y reduce los 140 minutos originales a dos horas, pero con su proyección en el festival de San Sebastián y aún temeroso de la reacción del público, la vuelve a comprimir a 101 minutos. En dicho Festival, Juan Echanove ganó un premio de interpretación. Sin embargo, tantos cortes a la película original deshacen por completo su estructura central. Tres años después, arrepentido de los absurdos montajes y asustado por el daño fílmico causado, Regueiro vuelve al montaje original para su proyección en televisión y su distribución en vídeo, lo que nos permite descubrir una de las películas más extrañas filmadas en los años noventa. Como es habitual, lo mejor de largometraje es la larga aparición de una galería de actores que desfilan aquí y allá, dando buenas interpretaciones, entre ellos se incluyen las siguientes caras conocidas: José Sacristán, Barbara Auer, Antonio Gamero, Juan Luis Galiardo, Fernando Rey, Manuel Alexandre, Felipe García Vélez, Coque Malla, José María Cañete, Tina Saínz, María Massip, y por supuesto Juan Echanove que ganó Concha de Plata en San Sebastián como Franco y el Premio Goya también.
En ¨Madregilda¨ sobresale la colorista y brillante cinematografía del cámara José Luís López Linares. Hay también evocativa música de Jürgen Knieper, incluyendo Canción y Danza No. 6 de Frederic Mompou, ¨Suspiros de España¨ y ¨Yo te diré¨. Esta punzante y rara película fue dirigida de manera desigual por Francisco Regueiro, de hecho se apoya en diálogos excesivos sin mucho sentido y en muchas situaciones estrafalarias. Este peculiar autor autodidacta Regueiro es un dibujante, pintor, guionista y director que ha escrito guiones para cine y televisión y para otros directores. Francisco Regueiro nació en 1934 en Valladolid, Castilla y León. Es escritor y director, conocido por Padre nuestro (1985), Madregilda (1993) y El buen amor (1963). Perteneció al Nuevo Cine Español con El buen amor (63) y Amador (65) que fue fuertemente censurada. El gran productor Elías Querejeta le produjo algunas películas como Si volvemos a vernos y Carta de amor de un asesino. Después, hizo documentales, dramas para televisión como Cuentos y leyendas: La niña que se hizo en rata. Más tarde, hizo el fracaso Me envenenó de azules. Poco después, el productor José Frade le financió Duerme, duerme mi amor y Las bodas de Blanca, pero ambas fracasaron en taquilla. Luego, deja el cine para dedicarse a la pintura durante 10 años. Aunque, gracias a la Ley Pilar Miró regresa a la dirección con esta trilogía. Madregilda (1993) calificación: 5.5/10.
Una bizarra comedia llena de farsa, locura y excesos. Un relato fuera de lo común caracterizado por el habitual estilo hispánico y valleinclanesco. Retrata la represión sexual que se impuso a sangre y fuego a varias generaciones de españoles, de tal manera que la única salida para sus fantasías eróticas venían del cine, de hecho Rita Hayworth fue objeto de los sueños húmedos de todo tipo de hombres de la época. Hay, además, un profundo simbolismo también propio de aquí, que la convierten en una cinta de inmensa fascinación para algunos espectadores y en la que hay que añadir su surrealismo típicamente español. Tiene algunos comentarios ridículos y piezas de despropósito, pero lo compensa con espléndidas interpretaciones de un gran elenco principal y de apoyo. Siguiendo el estilo habitual propio del género literario creado por el mismísimo Don Ramón María Del Valle Inclán. ¨Madregilda¨ trata de la última parte de la peculiar y decente trilogía sobre las relaciones paternofiliales formada por ¨Padre Nuestro¨ y ¨Diario de Invierno¨, siempre basadas en guiones escritos por Ángel Fernández Santos. Sin embargo, el propio Regueiro, asustado por su propio barroquismo y la locura desmesurada de su dirección, se autocensura y reduce los 140 minutos originales a dos horas, pero con su proyección en el festival de San Sebastián y aún temeroso de la reacción del público, la vuelve a comprimir a 101 minutos. En dicho Festival, Juan Echanove ganó un premio de interpretación. Sin embargo, tantos cortes a la película original deshacen por completo su estructura central. Tres años después, arrepentido de los absurdos montajes y asustado por el daño fílmico causado, Regueiro vuelve al montaje original para su proyección en televisión y su distribución en vídeo, lo que nos permite descubrir una de las películas más extrañas filmadas en los años noventa. Como es habitual, lo mejor de largometraje es la larga aparición de una galería de actores que desfilan aquí y allá, dando buenas interpretaciones, entre ellos se incluyen las siguientes caras conocidas: José Sacristán, Barbara Auer, Antonio Gamero, Juan Luis Galiardo, Fernando Rey, Manuel Alexandre, Felipe García Vélez, Coque Malla, José María Cañete, Tina Saínz, María Massip, y por supuesto Juan Echanove que ganó Concha de Plata en San Sebastián como Franco y el Premio Goya también.
En ¨Madregilda¨ sobresale la colorista y brillante cinematografía del cámara José Luís López Linares. Hay también evocativa música de Jürgen Knieper, incluyendo Canción y Danza No. 6 de Frederic Mompou, ¨Suspiros de España¨ y ¨Yo te diré¨. Esta punzante y rara película fue dirigida de manera desigual por Francisco Regueiro, de hecho se apoya en diálogos excesivos sin mucho sentido y en muchas situaciones estrafalarias. Este peculiar autor autodidacta Regueiro es un dibujante, pintor, guionista y director que ha escrito guiones para cine y televisión y para otros directores. Francisco Regueiro nació en 1934 en Valladolid, Castilla y León. Es escritor y director, conocido por Padre nuestro (1985), Madregilda (1993) y El buen amor (1963). Perteneció al Nuevo Cine Español con El buen amor (63) y Amador (65) que fue fuertemente censurada. El gran productor Elías Querejeta le produjo algunas películas como Si volvemos a vernos y Carta de amor de un asesino. Después, hizo documentales, dramas para televisión como Cuentos y leyendas: La niña que se hizo en rata. Más tarde, hizo el fracaso Me envenenó de azules. Poco después, el productor José Frade le financió Duerme, duerme mi amor y Las bodas de Blanca, pero ambas fracasaron en taquilla. Luego, deja el cine para dedicarse a la pintura durante 10 años. Aunque, gracias a la Ley Pilar Miró regresa a la dirección con esta trilogía. Madregilda (1993) calificación: 5.5/10.
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