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El amor brujo

Drama Historia de amor entre Antonio y Candelas, continuamente ensombrecida por la crueldad de Diego, antiguo amante de ella. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
10 de abril de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amor brujo es una película realizada, producida y guionizada por Francisco Rovira Beleta en 1967 siendo coparticipes en el guión José Manuel Caballero Bonald y José Antonio Medrano, en una versión libre sobre la obra de Manuel de Falla y Gregorio Martínez Sierra. Director de grandes recursos cinematográficos y narrativos, el realizador pone sobre la mesa el sentido de la pasión y la entrega en una película emocionalmente vital y apasionada donde los celos y la infelicidad arrastrados por el supuesto espectro del malvado Diego (Rafael de Córdova) hace revivir el trance de ingratos recuerdos hipnotizantes en la relación que este mantuvo en el pasado con Candela (La Polaca).

La aparición en escena de Antonio (Antonio Gades) consigue equilibrar la balanza de los temidos miedos que se apoderan gradualmente de Candela no pudiendo evitar la atracción que siente por ella, mostrándose dispuesto a conquistarla, a ayudarla, a mostrarle su amor y aclarar quien trata de atemorizarla por un pasado que persiste en volver, reuniendo las suficientes fuerzas para desenmascarar lo que parece la aparición de un fantasma espectral que no reniega de lo que cree suyo con la ayuda de Soledad (Nuria Torray) la sumisa amante que se resiste a la indiferencia de Diego.

Mediante fascinantes imágenes donde se desarrollan los acontecimientos entre alargadas sombras, calles estrechas, noches de luna, amaneceres silenciosos y crepúsculos rabiosamente poéticos, el realizador nos lleva hasta el origen del problema, derivando en venganza por medio de los afectados por la canallada que el ahora perseguido cometió en su día tratando de ocultar un delito. La aparición del antiguo enamorado aterroriza a Carmela, sintiéndose presa por el maligno embrujo de un pasado que vuelve insistentemente en forma de cruel sortilegio.

Lucía (Morucha), personaje en discordia representa lo atrevido, la tentación y el arrojo implicándose por amistad con Antonio y Carmela en un plan para desenmascarar al revenido espectro, provocando un sensual cortejo que arrastra hasta el incontenible deseo por salir de las sombras oscuras de la noche al espectro dominado por la ira de quien no consigue lo que persigue, situación en la que los ágiles contraplanos del realizador se ajustan admirablemente a una situación que provoca enfrentamientos al calor del fuego, violentos rechazos, agresiones extremas, junto a otros personajes también interesados en ajustar cuentas interponiéndose en el camino de la venganza clamando justicia.

Partiendo de la obra original de Manuel de Falla, Cristóbal Halffter junto a Narciso Yepes trabajaron la espectacular banda sonora perfectamente asociada a los personajes así como a cada momento del drama entre danzas de pasión y fuego junto a canciones populares. La película nos ofrece pues, la posibilidad de disfrutar del cante, del toque y del baile con, entre otros, El Lebrijano, un jovencísimo Camarón en el toque así como la sobria y talentosa visibilidad con la que el director utiliza el Ballet de Antonio Gades. Se trata pues de un apasionado metraje de Rovira Beleta entendido en su máxima amplitud, siendo reconocido por su nominación a los Óscar de la Academia en su 40 edición, como anteriormente lo fue por Los Tarantos en 1963.
avanti
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6 de febrero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El amor brujo" es un largometraje muy curioso porque ofrece varias lecturas. Por un lado es un musical flamenco que adapta al cine la música de Manuel de Falla, pero al mismo tiempo es un melodrama, un "thriller" paranoico en torno a una mujer que se siente amenazada por el fantasma de su amante muerto (La Polaca), y una investigación detectivesca emprendida por el personaje de Antonio Gades. Sobresalen los sorprendentes números musicales de aire onírico y pesadillesco, la visita de La Polaca a un amenazador cementerio, y la turbia relación entre los personajes de Rafael de Córdova y Nuria Torray, similar a la que podría haber entre un vampiro y su novia o discípula.

En resumen, estamos ante un gran musical flamenco cuyas imágenes sobrepasan el género y se extienden hacia otros géneros cinematográficos con igual fortuna.
Pedro Triguero_Lizana
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26 de julio de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta adaptación del famoso ballet de Falla cuenta con un excelente guión y una magistral dirección. Rovira Beleta consiguió un drama denso, de enérgico ritmo, con imágenes de gran plasticidad y severo realismo. La belleza y la fealdad se mezclan en esta historia de amor y terror protagonizada por una mujer (La Polaca) acosada por un gitano sin escrúpulos (Rafael de Córdoba). Es tanto el miedo que inspira ese hombre a la protagonista que no se siente protegida ni por aquel a quien ama (Antonio Gades), de manera que está dispuesta a aceptar una relación amorosa que le repugna para conjurar el peligro.
Destaca el espectacular número coreográfico de las azoteas, con el que se expresa la obsesiva angustia de la gitana a través de la multiplicación del rostro de su enemigo en todos los bailarines. E igualmente la original interpretación que hace el film de la danza del fuego, con una salvaje pelea que acaba en incendio.
La película tiene una fuerte personalidad y una narrativa cinematográfica de gran fuerza expresiva y estilo. Tanto la naturalista ambientación en un barrio pobre próximo a un puerto como las espectaculares luchas con navajas poseen un fuerte sabor a realidad. Al igual que ocurre en la vida, donde todo no es enteramente bueno o malo, Rovira Beleta contrasta la aspereza de las secuencias desagradables con una bella puesta de sol o una serena noche de luna.
A pesar de ser un musical, ni los bailes ni las danzas agobian, pues se intercalan oportunamente en el argumento, hasta el extremo de estar asistiendo más a un drama e incluso a una historia de suspense y terror que a un ballet clásico.
Sorprende el talento que manifiestan los principales intérpretes, pues su profesión no es la de actor, sino la de bailarines. En especial La Polaca hace una interpretación de una psicología atormentada absolutamente impecable.
Luis
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