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La ciudad sin ley

Aventuras. Drama Una mujer (Miriam Hopkins), en plena fiebre del oro llega a San Francisco para casarse pero inmediatamente le informan que su novio falleció tras perderlo todo en la ruleta. Luis Chamalis (Edward G. Robinson), el dueño del casino que domina la ciudad bajo el crimen, se ofrece a ayudarla y ella acepta. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
29 de enero de 2017
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después del éxito conseguido con “Pasaporte a la fama”, la Warner vio que era el momento de que Edward G. Robinson volviera al estudio que le tenía contratado, pero todos los guiones que le mandaban eran de gángsters, así que al pasar el tiempo sin conseguir el interés del actor se llegó a un acuerdo con Samuel Goldwyn para prestarle a Robinson para United Artists, eso sí, pagando a la Warner el doble del salario del actor. Aunque “La Ciudad sin ley” fuera originalmente un proyecto que contaba con William Wyler como director y con Gary Cooper y Anna Sten como pareja protagonista, al final constituyó el reencuentro de Robinson con el director Howard Hawks, que a pesar de todos los problemas que tendría con el actor, le consideraba junto a Walter Huston y Paul Muni el mejor actor de todos a los que había dirigido. El rodaje estuvo lleno de tensión en parte por las diferentes ideologías políticas: Robinson y los escritores Ben Hetch y Charles MacArthur en el bando liberal y Hawks, Miriam Hopkins, Joel McCrea y Walter Brennan por el lado más conservador. Las batalla dialécticas no cesaban en ningún momento, pero eso no era todo, Miriam Hopkins, a pesar de su indudable talento, era una absoluta pesadilla para todo aquel que la rodeara, que actuaba como una diva insufrible constantemente, le gustaba improvisar las escenas, eclipsar a sus compañeros de escena, cambiar e improvisar líneas según le parecía y exigir lo que le daba la gana mientras el resto del equipo estaba esperando a que ella diera por finalizados sus caprichos aunque fuera por un momento.

Con todo, estamos ante una estupenda película, muy bien ambientada, con un gran reparto y un guión realmente interesante. No es uno de los más memorables trabajos de Robinson, pero consigue dar la talla como implacable dueño del San Francisco de la época. Tampoco es una de las grandes películas de Howard Hawks, pero estamos hablando de Hawks y esto ya son palabras mayores. Miriam Hopkins y Joel McRea están a un buen nivel, aunque el absoluto ganador de la película es el papel del gran Walter Brennan, uno de los mejores secundarios de la historia del cine, impactante y muy divertido en su personaje Old Atrocity, un carcamal entrañable y peligroso por igual. La película supuso la primera colaboración de Brennan con el director, Hawks recordando este encuentro comentaba lo siguiente: "Un tipo de producción me habló de él. Le dije que lo trajera, pero que le diera algunas frases para ver qué tal las decía. Así que cuando apareció le pregunté si le habían dado las frases. El respondió '¿quiere que se las lea?'. 'Sí, claro', dije yo. 'Y dijo, '¿con o sin?'. Yo dije, '¿con o sin qué?'. Dijo 'Dientes' y yo afirmé que quedaba contratado. No tuvo que leer las frases".

Comedia, drama, cine negro, western y Hawks sacándole el jugo al cóctel, ¿quién da más? Una interesante película, recomendable y demoledora.
Juan Marey
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6 de agosto de 2014
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin encontrarnos quizás ante una de las obras cumbres de su director, Howard Hawks, sin lugar a dudas estamos ante un film más que notable, de ritmo extraordinario, y gran ambientación y tratamiento de personajes.

El peso del film recae sobre una gran Miriam Hopkins, llena de personalidad y carácter, en un entorno hostil y salvaje en el que sobrevive con dignidad. Hay personajes despiadados, y la ley brilla por su ausencia (a veces me recuerda a partes de "El hombre que mató a Liberty Valance").

Quizás su parte final no soporte del todo bien el paso del tiempo, el enamoramiento de la protagonista con Joel McCrea resulta en exceso onírico e irreal, y la última decisión de Edward G. Robinson parece más una forma de cerrar la película que una consecuencia clara de la historia y la evolución de los personajes.

En cualquier caso film más que estimable, muy bien hecho, lleno de ritmo, buenos personajes y estupendas situaciones cargadas de tensión y drama.
zymu
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10 de marzo de 2016
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aseada película del oeste con trasfondo de oro, jugadores, trampas y mafiosos, con guion de Ben Hecht relatando los salvajes inicios de la ciudad de San Francisco, en plena fiebre del oro de 1849, que absorbe el cerebro de los mineros tanto como beneficia el bolsillo de tahúres y engañabobos que les sacan impunemente los cuartos. Una joven llega a este lupanar de perdición para casarse con un enriquecido minero pero al llegar se entera de que ha muerto en una partida de póker. Western sin grandes pretensiones, llevado con buen ritmo, de productora más que de autor -pese a estar filmado por el maestro Hawks- con personajes principales arquetípicos, no muy trabajados, acompañados de los típicos secundarios de un western al uso, a saber: el juez borrachín manejado por el amo del pueblo, la mujer inmoral de buen corazón, el periodista del pueblo que lucha por ser honrado, el matón sin seso, los chinos maltratados por todos, el poeta soñador o un borrachín charlatán –Walter Brennan mascullando con su inconfundible voz- . Buen papel lleno de irónicos diálogos para Joel McCrea mientras Miriam Hopkins se defiende con sus grandes ojos, dividida entre el amor puro de este y la violencia despiadada de un Edward G. Robinson agitanado y con pendiente que le da bastante sal a esta producción. Reacciones primitivas y primarias para un mundo bárbaro en construcción. Así se hace una nación.
Gould
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16 de septiembre de 2010
14 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dirigida por Howard hawks y William Wyler e interpretada en los principales papeles por Edward G. Robinson y Miriam Hopkins. Edward G. Robinson hace uno de sus estupendas interpretaciones de malo de la película y como secundario podemos encontrar a Walter Brennan, que pienso que ya debió de nacer viejo, pues está igual de mayor en esta que en Río Bravo (1959) e igual de bien.
Puede resultar tópico, pero ya no se hacen películas como esta, ni hay actores iguales. (Afortunadamente, dirán algunos) No es mi caso.
La película es entretenidilla pero no está entre las mejores de Howard hawks.
jesus
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2 de enero de 2019
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si solo vemos la historia, el magistral Howard Hawks, nos muestra como eran las ciudades del Oeste, sin ley y llevadas por el poder. Pero la película nos muestra como puedes tener todo, y no conseguir el amor. Atmósferas de cine negro, donde las sombras envuelven para representar escenas y se juzga sin ley. Me quedo con la original frase (Una mujer es como una rana no sabes hacia donde puede saltar).. El oeste y su ley: Juzgar y Horca, en su mayor esplendor.
natzan
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