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Abrir puertas y ventanas

Drama Retrato de la vida cotidiana de Marina, Sofia y Violeta, tres hermanas de Buenos Aires que viven en casa de su abuela, la mujer que las crió, después de que ésta haya fallecido. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
18 de septiembre de 2012
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres hermanas muy jóvenes y una casa antigua son las protagonistas casi exclusivas de la ópera prima argentina más premiada del año pasado (tres distinciones en el Festival de Locarno y dos en el de Mar del Plata). Una película muy sensorial, sobre los vínculos familiares, el pasado congelado y las necesarias transformaciones para alcanzar la madurez.

Martina, Sofía y Violeta son tres hermanas adolescentes que han vivido junto a su abuela hasta la reciente muerte de aquella en una amplia y añosa casona. Y esa casa, llena de recuerdos, por un lado las contiene y por el otro, les impide crecer. El tiempo ha quedado congelado en objetos que ya no se usan y otros que no se renuevan, como el televisor de modelo perimido o la máquina de escribir que remite a los años setenta.
La película registra el deambular de las jóvenes por esa casa cargada de recuerdos; observa ese tiempo entre paréntesis en que cada una busca su lugar pero vive de distinto modo el duelo de la ausencia, la incertidumbre del futuro y los descubrimientos del mundo adulto, sobre todo el estallido de la sexualidad.
La casa se mimetiza del ánimo de sus habitantes: melancolía, abulia, desconfianza se replican en cuartos con llaves y escondites.

La película rebosa sensibilidad, gusto por los detalles y buenas actuaciones, pero también es lenta, reiterativa y recargada de elipsis. Es un cine perturbador y melancólico, al limite de la incomodidad, con algunas similitudes narrativas que lo aproximan a la estética de Lucrecia Martel y también a Bergman en la exploración del mundo femenino que se potencia en ambientes cerrados. Sin embargo en las escenas al aire libre (el bello jardin de la casona así lo permite) la atmósfera se acerca a la poética más descomprimida de Eric Rohmer, particularmente en la escena de la escalera, cuando se insinúa la historia de amor entre Martina (la hermana mayor) y el joven vecino que acapara la atención de todas.

Aunque el elenco está muy bien aprovechado y con variados e interesantes matices, por momentos el personaje principal es la casa que guarda todos los secretos. En su interior (simbólicamente un útero del que habrá que salir para crecer) las hermanas se pelean, se reconcilian y arman estrategias.

No hay ninguna escena afuera de la casa pero sí se juega con el fuera de campo, para que el espectador infiera lo que sucede en el afuera. Una vez que la cámara entra, ya no vuelve a salir más allá de la reja que limita al jardín con la calle pero accede a lo que se oculta y no todos quieren ver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rouse cairos
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17 de noviembre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Opera prima de la directora Milagros Mumenthaler (premiada en Mar de Plata y Locarno) que nos traslada al interior de un caserón, protagonista absoluto de la cinta, y a la convivencia que entre sus paredes llevan tres hermanas que viven solas tras la muerte de su abuela.

Cine melancólico, denso, cotidiano, de silencios que dicen mucho en un ambiente hermético, pues la acción entera discurre durante sus 99 minutos en el interior de esa vieja casona, fotografiada con escrupuloso mimo y que presencia el devenir de las tres jóvenes, de personalidades totalmente opuestas configurando un interesante retrato del mundo femenino por un lado y de la soledad y la madurez forzada por otro.

Interpretaciones más que correctas en una historia que a pesar de no ofrecer gran cosa narrativamente hablando, esconde una atmósfera peculiar, delicada, profunda y con algún plano verdaderamente exquisito. De esas películas que invitan a escarbar en sus distintas capas, de las que intencionadamente prefieren esconder a evidenciar.
Sanjuan
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16 de octubre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres jóvenes hermanas comparten una casa de Buenos Aires tras el reciente fallecimiento de su abuela. A Marina, Sofía y Violeta no les es sencillo asumir la pérdida, sobre todo a la hora de reorganizar una nueva vida entre ellas. Las dos hermanas mayores parecen centradas en sus estudios, mientras que la más joven recurre al comportamiento perezoso para calmar el calor bonaerense. Las riñas y el sentimiento de melancolía llegan a monopolizar los minutos que las muchachas comparten entre las paredes de la vivienda, un hogar cuya estabilidad física y humana no parece que pueda aguantar mucho más.

Hace ya seis años que se estrenó Abrir puertas y ventanas, ópera prima de la argentina Milagros Mumenthaler y que por fin llega a nuestro país. Lo que nos ofrece la realizadora latinoamericana es una obra que transcurre exclusivamente en el mencionado hogar de las hermanas, aunque no se trata de una película en la que abulte el diálogo. De hecho y pese a que las palabras ostentan su cuota de relevancia, son los silencios y el lenguaje corporal de las protagonistas, junto a la música que escuchan, los aspectos que conducen el film hacia su verdadero sentido.

Como bien indica su título, Abrir puertas y ventanas nos invita a los espectadores a entrar en ese pequeño universo paralelo que se han construido las hermanas tras la pérdida de su familiar más cercana. En cierta manera, la expresión del título también puede ser una metáfora de la interrelación entre las tres chicas. Pese a su lazo fraternal, no se conocen tanto como pueda parecer y, además, las puyas que se lanzan son constantes, como si cada una abriera sus puertas y ventanas en un plano figurado para dejar salir todo lo que llevan dentro, tanto lo bueno como lo malo.

No es que Abrir puertas y ventanas sea una película incómoda de ver, pero la historia que cuenta Mumenthaler está exenta de una distinción entre lo bonito y lo triste de la vida. Con un tratamiento visual tan natural, que permite ver con claridad el sudor veraniego y las lágrimas, es lógico que la cineasta optase por otorgar la misma perspectiva a sus escritos. Esto se traduce en una clara apuesta por no desvelar nada que la trama no requiera, desgranando los antecedentes con cuentagotas y dejando alguna incógnita sin resolver, y por permitir que suceda aquello que deba ocurrir, sin sacrificar un buen momento en pos de conseguir un memorable desenlace. Este, por cierto, resulta algo insípido aunque en absoluto erróneo.

Sirva lo dicho anteriormente para contextualizar una clase de film que vulgarmente algunos suelen definir como aquel en el que “nunca sucede nada” pero que, en realidad, se nutre de pausadas secuencias y coherentes planos para narrar algo que sería muy difícil contar de otro estilo manteniendo cierta pasión cinematográfica. Sí se puede colocar entre lo menos bueno de Abrir puertas y ventanas una cierta tendencia al inmovilismo estilístico en la última parte del film, sin querer alejarse de esa zona de confort elaborada durante buena parte del mismo.

Merecidas las alabanzas, en cualquier caso, que esta producción argentina cosechó en diversos festivales allá por 2011, incluyendo entre ellas el premio a la mejor película en Locarno. Vista la obra, no extraña nada el reconocimiento a la actriz María Canale, que borda el ya de por sí buen papel escrito por Mumenthaler y se convierte en el vehículo de sentimientos más palpable de las tres chicas protagonistas. Pero más allá de esta merecida distinción, son la tricefalia fraternal y el acompañamiento visual (no hay que olvidarse de la cuidada fotografía) los que distinguen a Abrir puertas y ventanas como una película mucho más que meritoria.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para Cine Maldito
Kasanovic
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18 de abril de 2024
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Visualmente, la película no me ha parecido atractiva, aunque el juego de cámaras de Martin Frías expresa grácilmente la melancolía que desprende la casa y las protagonistas.

Cómo circunscribe el espacio y la manera que tiene de integrar a las protagonistas en ese espacio se convierte en lo más interesante de la película, más que el desarrollo narrativo incluso, que es nulo por completo".

Creo que se nos quiere contar el profundo estudio de un problema familiar que también muestra de forma auténtica y significativa lo que significa ser una hermana, pero que resulta ser tedioso, absolutamente soporífero.

La monotonía se queda grabada en la mente, en mi mente, quiero decir, porque leo críticas muy favorables, que hablan de la sensibilidad de la historia, de saber entender e interpretar las miradas, los silencios, las conversaciones subliminales,". Yo lo siento mucho, pero no me ha alcanzado para ver nada de eso, ni tampoco sentirlo, y las ganas que tenía de que terminara indican que voy en contradirección, y que la película me ha resultado infecta, y es que no puedo destacar apenas nada en positivo.

Mejor película en Locarno y en el Festival de Mar Plata. Yo, le doy la enhorabuena, pero no le doy más del 1 porque es la peor película que he visto en meses.
Mag61
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