Klass (The Class)

Estreno mi casillero de cine estonio con un título bastante interesante, el cual demuestra por su buen manejo a la hora de narrar, que aquel país es algo más que un rival asequible para la fase de clasificación de un mundial.

La cinta remueve violentamente las entrañas y saca lo peor de nosotros; tanto que mientras la ves deseas con todas las ganas del mundo soltar las zapatillas de paño, ponerte los tenis y el chandal, y acercarte un momentito al instituto aquel para reventar media docena de cabezas. Y es que encima, el chaval a quien putean tiene cara de buena gente y todo.

El sistema ya lo conocemos. Es todo un clásico en los colegios de cualquier ciudad; abuso y atropello al débil aunque siempre en bandada, no sea que al final por pegar el vacile se lleve los guantazos el gallito. Por eso mismo que nunca falten los gorilas pegados a la nuca. Pero lo más sorprendente no son los seudomatones, sino los de segunda fila, aquellos quienes miran y consideran vergonzante a quien protege. Lo llaman incluso marica.


"Klass (The Class)" es de los mejores exponentes del tipo de cinta que popularizó en su día "Elephant". Absolutamente siempre será mucho más aconsejable la estonia que la de Van Sant. Aquí no se andan con chorradas de usos de cámara ultramoderno, ni planos intelectualoides. En esta van a saco mostrando la macabra crudeza del mundo en el que vivimos. Y te lo dicen tan clarito que asusta.

"Klass (The Class)" te hace sentir mala persona. Consigue que apoyes la masacre. Incluso logra que sonrías ante una carnicería en toda regla. Véanla. Si el buen cine es el que te involucra, The Class lo consigue envolviéndote por completo.

Hay muchas películas que abordan el tema del Bulling y sólo unas pocas lo hacen de forma convincente. Elephant es una de las más conocidas, aunque no por ello la mejor. En el caso de la cinta de Ilmar Raag, podríamos decir que estamos ante una obra centrada en dicho conflicto, el del empollón o inadaptado que es maltratado en clase por sus compañeros, añadiéndole como esqueleto una especie de organigrama deudor del cine negro. Así a ojo vendría a ser como Brick, pero con el elemento "noir" mucho más pulido e implementado sutilmente, intentando quitarle protagonismo para dárselo al tema de los maltratos.

Así, seguimos la vida de Joseph, el alumno en cuestión que es maltratado continuamente y ridiculizado por todos sus compañeros. En la clase hay un líder, el clásico gallito al que le siguen todos los demás... menos uno, que prefiere alejarse de él y, por tanto, convertirse en su enemigo para echarle un cable a Joseph. Esto desencadena un serie de acontecimientos brutales hasta llegar a salirse de madre completamente con un final seco, crudo, directo y duro hasta el extremo, que se anticipa y se prevé desde casi el principio de la película. La gente en algún momento tiene que explotar y en este caso ya era imposible reprimir los impulsos.

Pese a saber cómo finalizará todo, o al menos tener una idea de ello, la película consigue atrapar en una ambientación totalmente creíble, con algunas secuencias muy bien planteadas y rodadas, apoyadas por algunas interpretaciones realmente elevadas, como la de los dos chavales principales, con especial parada en Vallo Kirs.

Todos los personajes son creíbles, absolutamente, y una vez llega el final no podemos hacer otra cosa que aplaudir ante lo que vemos. Y es que pese a que es algo realmente crudo, en ciertos momentos no estaría de más apartar la mirada de la pantalla por la brutalidad de lo allí mostrado. Toda la escena de la playa es un buen ejemplo de ésto. En definitiva, Klass es una película valiente, sólida, de esas que dejan un pequeño nudo en el estómago por su brutalidad, y todo ello aportando frescura necesaria para no olvidarla en media hora. Sin duda, toda una sorpresa que, desgraciadamente, va a ser difícil ver fuera de festivales o proyecciones privadas. A ver si se hace el milagro y sale al menos en DVD…

Y es que los europeos del este hacen un cine de lo mejor, entonces ¿por qué no triunfa?, sencillamente porque no es apto para palomiteros, gente que únicamante buscan entretenerse, pasar el rato y no forzar mucho su cerebro por si se les gripa. Es una pena porque la película se infravalora un montón por gente así.
¿Que la película no tiene la calidad digital de última generación?, ¿que no actúa Vin Diesel?, ¿que no hay explosiones por doquier?...¿y para qué narices quieres todo eso?. Céntrate en la historia que te cuentan que es lo importante.

Trata una temática muy delicada, el acoso escolar. Y además lo hace de una forma totalmente acertada. No cae en tópicos, ni en las tentaciones americanas de estropear guiones con secuencias y secuencias de acción absurdas.
La historia es estremecedora, sobre todo por la forma tan real de contarla, sin caer en vulgaridades y manteniendo una línea argumental perfecta y en la que no decae el ritmo.
El director realiza un buen trabajo porque mantiene este toque europeo del este, pausado, con los diálogos justos y necesarios, nada de andarse por las ramas.
La caracterización de los personajes es genial, perfecta. Podemos distinguir cuál es el rol de cada uno, se acercan a la realidad de una forma asombrosa: el marginado bicho raro, el que tiene buena moral e intenta ayudar, el chulo de la clase que se cree Dios, la novia que se deja llevar por el qué dirán...y así uno tras otro.
Las interpretaciones muy bien, todos los adolescentes actúan de forma muy convincente.
Y qué decir de la escena que me dejó con la boca abierta, la escena, a mi parecer, más denigrante de la historia del cine, toda una sorpresa.
La canción que cierra la película es buenísima, tiene un tono perfecto que te induce a pensar y reflexionar sobre lo que acabas de ver, ¿qué puedes hacer tú para solucionar esto?, ¿es justo que millones de PERSONAS sean víctimas de estos sucesos y no se haga nada?.

Como curiosidades resaltar que hay un error en el montaje, Karpa en el cuarto día se recorta la marca de su ropa, pero al sexto día sí que la tiene. Y otro error es que hay una vez que cuando Karpa recibe una llamada telefónica suena un politono, cosa que es imposible porque su modelo de móvil no puede reproducirlo.

Nuestros padres, educados en el más estricto nacionalcatolicismo, quisieron que a nosotros -sus hijos- no nos faltara de nada. Tuvimos buenos colegios, una alimentación más sana y variada, ropa de marca e incluso algún que otro capricho (una bici, un monopatín, un scalextric quizás...). Pero lo que nos convirtió en una generación sensiblemente privilegiada fue la considerable tolerancia con la que nuestros progenitores nos trataron.

Aún así, cuando las cosas se torcían, afloraba en nuestros mayores ese ancestral remanente ideológico o moral del cual jamás podrían librarse completamente. Contemplar a mamá con los ojos inyectados en sangre o a papá con las sienes hinchadas constituía un indicador lo suficientemente perceptible como para deducir que habíamos sobrepasado con creces ese límite de tolerancia. Una bronca de narices, un manotazo en la mesa, un cachete en la mejilla o una colleja en el pescuezo solían finiquitar cualquier conato de rebeldía pasado de rosca y la paz volvía al hogar. No sé los demás, pero a mi me educaron así y no tengo ningún trauma. Todo lo contrario.

Hoy en día todo a cambiado. Pese a que, como decía Keyserling “generalizar implica equivocarse siempre”, nuestros hijos no respetan nada ni nadie. La generación de la música trance, del móvil, de la videoconsola, del messenger y del ‘no me rayes’ les ha convertido en niñatos caprichosos, consentidos, vagos, déspotas y arrogantes. Calificativos, eso sí, que psicólogos y educadores han redefinido con eufemismos tales como hiperactividad, déficit de atención, trastorno bipolar y demás. Bueno, seguro que estoy metiendo la pata, pero lo que es de cajón es que hay mucho púber sinvergüenza escudado tras alguna de estas anomalías conductuales o de aprendizaje.

No resulta de extrañar, por consiguiente, que pelis como la de Ilmar Raag nos revuelvan el estómago y nos dejen con la moral por los suelos. Sobre todo porque lo que vemos ante nuestros ojos no deja de ser una reproducción bastante fiel al original. Tipos como Anders o como Joseph son un auténtico peligro para nuestra sociedad. Son monstruos. Pero ellos no tienen la culpa. Nosotros los hemos creado. Nuestra puta sociedad. En nuestras manos está erradicar el virus que los ha infectado.

No la calificaré de obra maestra, aunque he de admitir que en un arrebato le iba a poner un 10, aún a sabiendas de que no se lo merece. Tal vez ni siquiera el 9. Aún así, hay que admitir que para ser la opera prima de este director, resuelve de manera más que notable.

No he visto muchas peliculas sobre los subgéneros que trata ésta de manera central, salvo "Elephant" de Gus Van Sant (tiros en las aulas) o "Cobardes" de José Corbacho (bullying), sin contar en las que se toca el tema de manera trivial; pero sin duda esta para mí es la que mejor representa la presión a la que se enfrenta alguien que sufre acoso escolar (porque la peli va de eso en realidad, el apoteósico final no es más que una consecuencia extema que va muy bien para dramatizar y hacer pensar sobre la verdadera gravedad del asunto), además de la impotencia que se padece cuando se siente o percibe, al márgen de que sea realidad o no, que el mundo está en contra tuya.

Me ha parecido muy acertado el tempo del film en general, así como algunas interpretaciones (aunque en alguna ocasión ayudara más el guión que el personaje en sí) que mantenían una cierta tensión en algunas de las secuencias y/o tomas de forma majestuosa, transmitiendo las sensaciones de los protagonistas al espectador, que en parte es de lo que se trata. Una cinta que va sin prisa pero sin pausa, que a traves de una correcta narrativa y fotografía, aunque sin destacar en demasía, nos transportará a un viaje bastante emocionante y para nada aburrido, además de que nos hará reflexionar en cada una de sus secuencias.

Seguiré con spoilers, lo cual es inevitable para concluir con una crítica aceptable: