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El asesino de Pedralbes

El asesino de Pedralbes
1978 España
Documental, Intervenciones de: José Luis Cerveto
7,2
844
Documental Documental en la línea de El desencanto, de Chávarri, o en la de Raza, el espíritu de Franco, del propio Herralde, sobre José Luis Cerveto, el asesino de Pedralbes, que en 1974 diera muerte al matrimonio burgués para el que trabajaba como chófer. Sórdido reportaje donde las declaraciones del propio protagonista -a veces desenfocadas por una cámara que no puede repetir la toma- toman un cariz terrorífico y cuestionan muchos aspectos sociales. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
11 de septiembre de 2009
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Documental sin voz en off ni gaitas. A palo seco. Y el palo es duro.

El protagonista es un asesino, pero no uno cualquiera. Y la mayor parte de la cinta es él el que habla. Se van intercalando testimonios, pero básicamente es la cháchara del monstruo el hilo conductor.

Hay una clara división en tres partes. En la primera cuenta su infeliz infancia y cómo empezó a adquirir sus hábitos pedófilos. En la tercera se cuenta su juicio, evaluación mental por los especialistas y lo que piensa él de todo esto. Estas dos partes son las que dan pie a los típicos comentarios que si la sociedad, el sistema, las instituciones, bla bla bla. Bueno, aquí cada uno piensa lo de siempre y no tiene mucho interés, es la discusión eterna. Curiosamente es el propio asesino el que habla de una manera menos impostada, quizás siendo el más consciente del mal.

Pero lo realmente espeluznante está en la segunda parte. Cerveto, que así se llama el sujeto, narra minuciosamente su crimen, mientras la cámara nos muestra el lugar de los hechos. Y no ahorra ningún detalle. Puede que fantasee, pero hasta la mitad de la mitad te helaría la sangre.

Lo condenaron a dos penas de muerte, pero con la llegada de la amnistía se la conmutaron claro, y él insistía en que lo ejecutasen. Incluso llegó a decir al tribunal: "Si no me matan, ustedes serán los responsables de lo que pase".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gilbert
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20 de febrero de 2009
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Documental sin voz en off, que muestra una realidad y que sobretodo deja que saquemos nuestras propias conclusiones y que, a través del testimonio de Cerveto, nos hace ser un poco más críticos con lo que nos rodea. Dicho esto tenemos que...

En la sociedad, hay individuos que se ven “obligados” a la exclusión social y en parte a cometer delitos fruto de un sistema lleno de contradicciones y desigualdades. A todos nos viene dado un sistema injusto que excluye a una cierta parte de la población y que luego no sabe como reinsertarla, no quiere ejecutarla, asi que lo que hace es recluirla en cárceles y a base de violencia coaccionarla.
Sistema contraproducente que es a parte de dudosa eficacia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Daviz84
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10 de enero de 2019
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quienes estéis interesados en el tema de los asesinos, crímenes, etc. no hagáis caso a las críticas que dejan por los suelos a este magnífico reportaje; sólo por el darse cuenta que Jose Luis Cerveto merece un documental ya merece un 10 esta cinta. Lo dicho, personaje impresionante, expresivo (fijaros cómo se mueven sus manos), sincero, explica sin ambages pasajes de su vida, lo que él cree que le llevó a cometer el acto, sus relaciones con niños, su visión de los psiquiatras que lo trataron, etc. Repito, no hagáis caso de los que ponen mala nota a este notable documental, qué esperaban encontrar en él?
reptilgusano
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8 de julio de 2020
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una cloaca. España. De terror. Brutal y voraz, tierna y cruel. Sin la hipocresía infinita y la lacerante corrección que hoy nos adorna como una brillante joya.
El paisanaje atroz y las instituciones de espanto. Con un corazón negro supurando sangre, Cerveto, José Luis, de niños y muerte. Barbarie. Esa saña asesina que él recrea con una alucinante capacidad para el detalle, para la verosimilitud, como si fuese ciencia exacta, sorprende, anonada, hipnotiza, acojona. Embelesa.
El romanticismo asesino, la creación de un pequeño mito.
Una inteligencia excepcional, apasionada, sincera (más que menos), introspectiva, sensible, viva, abarcadora, abrumadora, rabiosa, consciente, ajustada, compulsiva, odiadora, objetiva, exaltada, omnicomprensiva, muy vasta y basta. Producto del dolor y del aislamiento, de la soledad y el abandono. Un pícaro, bárbaro, entre el Lazarillo de Tormes y el marqués de Sade. Que da involuntariamente en humor; la verdad cuando acierta en la diana da risa, por el contraste, porque es lo que siempre se esconde o tapa, lo que nunca se cuenta, el efecto es, siempre, por lo tanto, sorprendente, chocante, extraño, mucho; ese abisal contraste entre la apariencia y la verdad, entre la superficie y el fondo, entre lo que se habla y lo que se piensa, entre lo que se enseña y lo que en realidad se desea, entre las buenas palabras y los hechos consumados, sin afeites, entre la versión oficial y el muerto en el armario o chorreando sangre delante de tus narices aunque mires desesperadamente a otra parte. Es el jodido y de cojón de pato caso.
Cerveto es un residuo de la sociedad, un detritus repugnante arrojado con asco a las aguas fecales que, por pura casualidad y mala suerte, ha vuelto y ha contaminado con su presencia al resto, ha manchado a toda la buena sociedad con su ejemplo, es lo que pasa cuando no eliminas lo que molesta, que puede que reaparezca y te agüe la fiesta, venga, para la próxima vez no dejes que se acerque y te interrumpa el plácido sueño, lleno de ovejitas y dinero.
Cerveto es el hombre del saco, el coco, es un cuento de terror, un vampiro y un fantasma, una pesadilla profunda que viene de los ancestros reclamando venganza, justicia, reparación, que grita destrucción y ajuste de cuentas, que quiere morir matando, sin Dios ni parte, a la pura cochambre.
Cerveto quiere saber por qué, por qué tiene ese problema, que se lo digan para que lo resuelva, que a él mucho le interesa, el pobre no sabe que no hay manera, no se da cuenta, vive en babia con sus miserias. Es tan bueno e inocente que no sabe que no hay por qué, solo chapucera desgracia, chusca tragedia, es tan niño que él cree, todavía tiene fe, pero no, carajo, nada, rapiña, vida, inercia, costumbre, azar, caos, absurdo, miedo, deseo, todo eso, solo eso.
Un monstruo. Cómo se crea un monstruo. Padre muerto rápido, de mala manera prematura, madre horrible que te abandona, monjas, eso es el descabello definitivo si nadie lo remedia, de eso me temo no te recuperas, reformatorios, cárceles, pensiones, camiones y, para que no falte de nada, lucha de clases a borbotones, las reales dos Españas, la de arriba y la de abajo, condenadas a entenderse pero que acaban siempre a palos, regando la tierra de la misma sangre, a lo bruto y de lado; esto va de gerifaltes con chófer que se aburren en la ópera y juegan a la bolsa para hincharse de dinero que nunca sobra, qué más quieres, cómo no iba a celebrarse un aquelarre con mucho espanto, con brujas, demonio, fuego y barbarie, esperpento y muere, si así de fácil, a huevo me lo pones, con uniforme, criadas, mayordomo, somníferos y camas separadas, con caja fuerte, Jack el destripador, tebeos, regalices, caramelos, salas recreativas e infancias perdidas, las ramblas, el paralelo, el barrio chino y las zonas de los ricos, cómo este piojoparte del inframundo, con toda su ira necia y colosal odio, no iba a causar horror cazurro, mucho llanto y crujir de dientes, cómo no iba a protagonizar un a sangre caliente castizo y cañí este engendro del diablo si al pobre desgraciado lo metieron a presión en jardín con mansión, horarios ordenados y caseta del perro, si es que se tienta a la suerte de mala manera y luego cuando cae el chaparrón, con tantos truenos y relámpagos, nos quejamos, claro, es que yo no sabía nada, quién lo iba a imaginar, no se podía prever y todas esas nefandas mierdas, que apestan a negligencia y excusa barata, a mala praxis y caradura solana.
Que abusaron de él y él también, Viva Freud y toda la ciencia del inconsciente. Quería ser un niño, volver a la tripa de la madre, recuperar todo el tiempo perdido, volver a antes, a cuando solo era un crío y todo nada había aún ocurrido/crecido/sucedido/acontecido/acaecido, dios mío, ay jesusito niño.
(Spoiler o eso)
Esa parte final es de asombro. Esa enmienda a la totalidad desenfocada. Esa perorata desesperada del mismo averno, grande infierno. Ese soliloquio feroz, esa requisitoria abismal. Ese monólogo negro de su coño moreno.
Todo es una farsa, sí, no le importamos ni exportamos a nadie, los presos son números, los profesionales no se preocupan por ellos, como mucho tendrán la delicadeza de utilizarlos, ese gran detalle, amén, toda esa burocrática pocilga, psiquiatras, juristas, leguleyos, médicos, especialistas, expertos, muy famosos, informes, abyectos, toda esa mandanga que no hay quién se la crea, no me interesa, yo quería que me mataran o me salvaran, que hubiera por una vez justicia, sentido, alguna coherencia, no esta grotesca comedia, esa broma macabra, por qué no me ejecutan, por qué no me arreglan, hay que cumplir cada uno con lo suyo, con su oficio, no seáis tan vagos e hipócritas, idos e iros todos a la mierda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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24 de abril de 2022
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sería una historia de terror corriente si fuera ficción, pero al tratarse de una realidad palpable y tangible y tener delante nuestro al protagonista directo de los hechos que se relatan, "El asesino de Pedralbes" tiene que ser forzosamente un título especial al que no es fácil poner etiqueta ni siquiera hoy más de cuarenta años después. Sorprende la crudeza de las confesiones en primera persona, sin artificios (aunque él sea un perturbado y probablemente invente cosas): ese hombre es tal y como lo vemos, ante la pantalla, con un sonido muy limitado y tan escasa producción como intercalar las intervenciones de ese hombre con entrevistas a quienes lo conocieron personalmente.

Sorprende sus confesiones, son palabras dichas por quien asume que lo que hace está mal, tanto sus tendencias pedófilas como el hecho consumado y probado del doble asesinato que da título al documental. No es fácil asumir lo que vemos porque ese fulano, ese perturbado, no fue ajusticiado. Lejos de eso, le abrieron las puertas. Es duro saber que él mismo confiesa ser peligroso, y no es que necesite ayuda, sobre esa cuestión mejor que opine el técnico especialista, como ciudadano asusta tener la certeza que personas así están en la calle, en cualquier esquina, en cualquier parque esperando el momento de atacar.

Y lo soltaron, y los sueltan, antes lo mismo que hoy. Da miedo...
Luisito
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