Cuerdas (C)

Es eso lo que he sentido al ver este corto. Es un corto sí, diez minutos... Pero hacer lo que han hecho me parece lamentable. Ignoro la intención benévola de los creadores del mismo, pero a mi me resulta muy triste que para un corto con un discapacitado como centro de la historia, se utilice la vena sensiblera previsible para sacar una lagrimita a los que un servidor considera más ignorantes. He aquí una persona sensible como la que más, pero molesta bastante como casi siempre que se saque a un discapacitado sea para darle a éste un destino "fatal", de lamentaciones. Pienso que si se quiere tratar la igualdad, la historia de un corto/film/lo que sea se puede llevar por otros derroteros que no consistan en sacar una lágrima, sino en mostrar algo positivo e igualitario de verdad. Es mi opinión, me alegra que le hayan gustado a algunas personas y que eso les haya podido servir, pero a mi eso de la discriminación positiva no me va.

Empiezo diciendo que soy una persona con discapacidad y que odio profundamente el cortometraje cuerdas.
Volvemos a los patrones de comportamiento donde la mujer se hace cargo de la discapacidad, donde la persona con discapacidad no tiene voz ni voto en las decisiones que le conciernen, puesto que es María (ella sí tiene nombre, pero a quién le importa el del niño) decide lo que ella cree que le conviene.
La inclusión en la educación se la saltan porque sí, porque para qué vamos a demostrar que la discapacidad se puede mostrar como algo normal, algo que forma parte de la sociedad. Mejor lo mostramos como el bicho raro de la clase que sólo tendrá la comprensión de otra alma descarriada.
Lo peor de todo es que Pedro Solís es el padre de un niño con discapacidad. Vergüenza me daría formar parte activa del desconocimiento de lo que significa la discapacidad a pesar de convivir con ella.

En la pasada edición de los Goya, el cortometraje Cuerdas, de Pedro Solís, se alzó con el galardón a mejor corto de animación. Poco tardó en publicarse en webs como You Tube o Dailymotion, convirtiéndose rápidamente en viral. Un exitazo gracias a su temática y a su emotividad, capaz de sacarle la lágrima a cualquiera.

Es bonito y da pena, por lo tanto, es un cortometraje excelente. Nos ha jodido. Cuerdas tiene como protagonista a un niño que sufre parálisis cerebral. ¿Cómo no va a dar pena? Me encanta emocionarme con el cine, pero si hay algo que defiendo a capada y espada, es que yo no lloro gratis. Me ha parecido un cortometraje repulsivo y horroroso. No se trata de falta de empatía, lo que muestra Pedro Solís es tan gratuito que al final roza la caricatura.

Oscar Gold, el mítico gag de American Dad, narraba la historia de un niño judío, en la Polonia de 1939, que padece síndrome de down y su perro se muere de cáncer. Las ansias por hacer la película más triste del mundo consiguen precisamente el efecto contrario. Al final, Oscar Gold se convierte en una historia ridícula. Mención especial para la escena del hospital:

-Con gran pesar debo decirles que su hijo es retrasado mental.

-Oh, ¿qué significa eso doctor?

-Significa… que nunca será no retrasado.

La obviedad, esa pesadilla tan terrorífica… Por si no fuese suficiente con la presentación de Cuerdas (eh niños, mirad vuestro nuevo compañero, es una persona muy especial), el señor Solís se encarga de recordarnos qué significa un niño con parálisis cerebral: no puede moverse, tampoco hablar. Gracias, no me había dado cuenta. Si no me llegas a decir que el niño judío retrasado nunca va a ser no retrasado, no lo sabría. ¡Qué emotivo! ¡Qué triste! Pero por si el cortometraje aún no nos había tocado la fibra sensible, el guión nos regala una última perla, cargándose al desdichado personaje. Lo que viene siendo el perro con cáncer de Oscar Gold. Es precisamente en este punto final donde Cuerdas oscila entre el ridículo y el llanto del espectador. Yo me decanto por lo primero.

Nos encontramos con uno de esos casos donde se construye la casa por el tejado, donde primero se busca la lágrima fácil y después se forma la historia y los personajes. Las intenciones se palpan desde el primer minuto, la sutilidad y el poder sugestivo del lenguaje cinematográfico desaparecen por completo para dar paso a sonrojantes escenas donde solo falta un subtítulo que diga “AQUÍ DEBES LLORAR”. No voy a hablar de aspectos técnicos, como el doblaje amateur y su pobre calidad. No es necesariamente un obstáculo para contar una buena historia o un mensaje interesante. Además, no todos cuentan con los presupuestos astronómicos de Pixar.

Se suele decir que ser tan lacrimógeno no es necesariamente malo. Una comedia tiene como objetivo hacerte reír, un drama lo inverso, ¿no? No obstante, ¿es lo mismo el llanto que la risa? Para nada. Llorar es, evidentemente, desagradable. Eso no significa que cualquier drama mínimamente crudo deba ser evitado, pero por lo menos, uno espera obtener un mensaje de concienciación, reflexiones, escenas que te dejen picueto. O una historia y unos personajes menos pobres que los de Cuerdas. 10 minutos no dan para mucho, pero tampoco para tan poco. Parece que el tema de la discapacidad solo se puede mostrar mediante destinos fatales y lamentaciones. Su utilidad no va más allá de sacar la lágrima fácil de forma banal y olvidable.

Desde mi punto de vista, que soy una ADOLESCENTE, importante decirlo, pienso que es un corto maravilloso, desde pequeña he soñado con llegar al puesto en que llega María en este cortometraje, es mi vocación, ayudar a personas con discapacidad, tanto mental, como física. Tengo un primo mas o menos en la situación del protagonista, no es completamente igual, pero parecida; es una opinión personal, y cada persona es un mundo, de modo que todos vemos el cortometraje desde puntos de vistas diferentes, y cada uno tenemos nuestros ejemplos personales, lo cual nos hace pensar de una manera u otra. Dicho ésto, ya que voy a dar MI OPINIÓN, pienso que no somos iguales, como he podido leer en algunos comentarios, pienso que no hay que tratarle de manera igual a nosotros, pues necesitan unos tratamientos y educaciones que son diferentes, simplemente hay que hacerles ver que no por no ser iguales son peores ni mejores, que aun a pesar de las dificultades que puede tener un discapacitado, pueden tener otras muchísimas cualidades que le hagan llegar a ser lo mejor en lo suyo, no sé si me explico, porque no suelo escribir en críticas de películas o cortos, pero me ha chocado bastante algunas de las opiniones que he leído. Yo, con 17 años, he pasado ya por algunas muertes de familiares y conocidos por "culpa" (por así decirlo) de sus enfermedades, y éste cortometraje me ha enseñado que si no hubiesen fallecido, quizás yo no estaría tan ilusionada como estoy por ayudar a personas con discapacidad. Que no se os olvide que no somos iguales, que no les podemos tratar de la misma manera, igual que no podemos tratar de la misma manera a un niño de 5 años que a una persona de 48. Ellos necesitan una educación y un tratado especial, y me parece que Pedro lo hace dándole unos matices perfectos. De verdad, me parece impresionante el corto, el mejor que he visto.

Es un corto de 10, excelente, aunque con pequeñas cositas que le hacen bajar un poco,desde mi punto de vista.

La idea es fenomenal, conmover. Es una obra positiva. Un corto de dibujos que puede ser visto por niños y ser, además, una herramienta educativa muy interesante para padres. No cae en victimismos y entra poco en valoraciones negativas sobre las actitudes de rechazo a personas con minusvalías. Logra su objetivo y es grande en valores humanos, excelente.

La calidad de la animación es justita. Se acerca un tanto a la frivolidad cuando se pretende hacer normal lo que no lo es, aunque sabemos que en la protagonista solo hay un inmenso cariño, no es bueno confundir eso con la incomprensión de lo que se tiene delante. Pierde su objetivo y anima poco a la lucha por el cambio de esta sociedad decadente en humanidad, regular.

Hay que ver muchas veces este corto, recomendarlo y enseñarlo mucho también.