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2 otoños, 3 inviernos

Comedia. Romance A los 33 años, Arman decide cambiar de vida. En primer lugar, decide empezar a correr. Tambien Amélie corre. Su primer encuentro será un shock. El segundo será un navajazo en pleno corazón. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
13 de marzo de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si un arqueólogo del tercer milenio, removiendo los estratos en lo que hoy es Paris, quisiera ir más allá de la ordenación urbana de la que informan las ruinas, «2 otoños, 3 inviernos» sería el documento más fiable, desde su carácter de obra de ficción.

Si su curiosidad le llevara a preguntarse no sólo por los utensilios en uso sino también por el tipo de vida de aquella civilización occidental que hoy es la nuestra. Por el deseo de conocer los lugares de reunión, las actividades de ocio, la forma de encontrarse con nuevas personas y establecer nuevas relaciones. Si ansiara escarbar en los sentimientos, las dudas y los miedos de quienes cruzan el rubicón de los treinta años. Entonces, este el tercer largo de Sébastien Betbeder sustituiría a la mejor de las excavaciones.

A partir de retazos de realidad pura sabiamente extraída, este fantástico director elabora un sensible fresco del paso de la adultescencia a la asunción de la paternidad, inmerso en la crisis del modelo tradicional de familia, ya evolucionado hacia el de pareja. Una pareja cuyo relato sobre su consolidación dialogaría con «Amor», de Haneke.

Betbeder revela estilo propio, emplea un subyugante tempo narrativo a partir de una voz en off magnética. Y de una composición del montaje sumamente vivaz en la que abundan los cambios del punto de vista. Mientras sabe deleitarse en la belleza de un rostro joven correctamente iluminado. Intenciones que le emparentan con directores españoles recientes como Jonás Trueba en «Todas las canciones hablan de mi» o la también hechizante tercera película de Javier Rebollo, «El muerto y ser feliz».

Una obra personal, que denota ansia de comunicar emociones y superación de etapas vitales. Un espléndido retrato coral.
Inaki Lancelot
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25 de marzo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Novela filmada. Con estructura literaria (partes y capítulos) y una constante narración de los hechos por boca de cada personaje.
Libertad formal juguetona e inteligente para hablar de lo de siempre, de lo de ahora; de la enorme dificultad y pequeña/gran tragedia que supone entrar/alcanzar la madurez, y de la, cómo no, fragilidad del amor; del fin de los cuentos de hadas y de la llegada (el punto muerto) de la tristeza y el estancamiento.
Dos amigos y sus novias, poco más. Alusiones culturales, humor y melancolía.
Se ve con simpatía, aunque pesa el exceso verboso, la montaña de palabras a bocajarro; se añoran más momentos de silencio y sosiego, los hay (hermosos), pero pocos.
Buenas ideas bien contadas. Un entretenimiento culto, suave y refinado; tierno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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24 de diciembre de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es por ensañarme y envanecerme gratuitamente, pero no entendí que el público aplaudiera "2 automnes, 3 hivers" ("2 otoños, 3 inviernos") (Sébastien Betbeder, 2013), una película, para mí, tan impostada como la supuesta melena leonina de Vincent Macaigne, y el presunto parecido de Maud Wyler con una mujer exquisitamente retorcida a lo Catherine Deneuve, o a actrices bergmanguianas, como Liv Ullmann e Ingrid Thulin.

Atinadamente, tampoco fue premiada por ningún jurado del REC 2014. Es una película francesa, al estilo francés convencional, no le faltarán los éxitos, ni popularidad entre los “hipsters” recién horneados. Aún así, de momento solo ha obtenido un trofeo: el Special Jury Award, del RiverRun International Film Festival.

La película está divida en varios episodios, y se centra en el desarrollo de la vida de pareja de Arman (Vincent Macaigne) y Benjamin (Bastien Bouillon), dos amigos ya desde la universidad. Y cómo no, habían estudiado Cine, primero en Burdeos, y luego se trasladaron a la capital francesa. Por si fuera poco, Betbeder tiene la intención de que abunde el metacine en su película, por ello, se citan explícitamente a Éric Rohmer y Robert Bresson. Pero es un poco sonrojante que el cine francés haya llegado a convertir en tópicos tan edulcorados los elementos más caducos de su propia Nouvelle Vague, y además, los explote sin ningún tipo de pudor o respeto (¿existe?) por ese movimiento.

Los capítulos (no sé si se debe a que ese viernes 5 de diciembre ya llevaba dos películas en mis lumbares y en mi capacidad de atención) acaban quedando olvidados, se comprende que designan los progresos de la educación sentimental de los personajes, pero la verdad, es que no recuerdo ni un solo título. Además, los personajes se dedican a confesarse ante el espectador, y sinceramente, ya no sé si este mecanismo acababa de funcionar en la figura del narrador omnisciente de "Jules et Jim" (Truffaut, 1962) y "Les deux anglaises et le continent" (Truffaut, 1971). Soy honesta y reconozco que esas son dos de mis películas favoritas de François, pero es arriesgado atreverse a realizar una adaptación literaria tan extremadamente fiel hasta la coma. 2 automnes, 3 hivers aligera esta estrategia con confesiones que bailan entre el peor Truffaut – el Antoine Doinel y el Godard más “boutade” – y el, siempre recurrente, Woody Allen. Tal vez Allen cae tan mal a algunos, por el mal uso que han hecho de su estilo terceros directores.

La historia en sí no tiene demasiada enjundia. Personajes cerca de la treintena, o de los treinta y cinco, preocupante momento, ya que para esa generación, a esa edad, ya no hay ni un matrimonio estable, ni hijos, ni casa, ni hipoteca, ni perro, ni seguridad, ni nada. En fin, toca ir de jóvenes eternos, no queda otro remedio. Pues Arman conoce a Amélie (Maud Wyler), y Benjamin a Katia (Audrey Bastien) a través de diversos avatares, bastante graves, pero suavizados por el humor. Sin embargo, una parte de ellos es incapaz de participar en la relación con el otro, de compartir y compartirse.

Amélie teme el compromiso, o más bien, hacerse mayor. Le cuesta enormemente aceptar los cambios; y al fin, después de todo, acaba volviendo con Arman. Más que amor, tal vez les une la necesidad de saber que hay alguien al otro lado. Arman no soporta el paso del tiempo sin cambios, ningún tipo de evolución… y descubrir que tu exnovia acaba de tener un hijo.

Benjamin había sido siempre feliz, simple e ignorantemente feliz, pero desde su enfermedad descubre un miedo que nunca había sentido. Miedo a la muerte que en realidad es miedo a la vida. Pero no puede confesárselo a su joven amada Katia, la logopeda en prácticas que le atendió en el hospital. Y por ello, es más entretenido complacer el “horror vacui” que le provoca el silencio hablando de cocina; y consolar a Arman de sus continuas desilusiones pueriles.

Si Sébastien Betbeder no se hubiera entretenido en la larga primera parte de la película, tal vez hubiera podido trazar bien el conflicto, haber hecho participar de él a la desdibujada Katia y su familia; y transmitir al espectador el final que realmente tendría sobre el papel. ¿La duda de la existencia del amor? ¿La utopía de la confianza de pareja? ¿La imposibilidad de conocerse a uno mismo y al otro? ¿Seguir adelante a pesar de los miedos y los tropiezos…?

Reseña completa en: http://www.relatoenmarcado.com/2014/12/17/ninguna-primavera/
Polimnia
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13 de marzo de 2015
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. El chico comete un error fatal: empezar a hacer footing. Nota aclaratoria: a esta imbecilidad no siempre se la ha llamado running, esclavos del marketing. 2. Chico compensa su estupidez con un golpe de suerte bastante inmerecido. 3. Chico conoce a chica. 4. Por si lo prefieren, chica conoce a chico. 5. Se gustan. 6. Se separan. 7. Se reencuentran. 8. Definitivamente, se enamoran. Ya no hay vuelta atrás. 9. Mientras, el amigo del chico tampoco pierde el tiempo. Está decidido, ahora sí que sí, a encontrar a su media naranja, a aquella alma gemela que le complemente, a aquella chica con la que pasar juntos el resto de sus días. 10. Chica (otra) conoce al amigo del chico. 11. Por aquello de la paridad... el amigo del chico conoce a chica (a otra, vaya). 12. Primera cena de parejas. Prueba superada. 13. Primer fin de semana de parejas. Prueba superada con nota. Esto va muy, pero que muy en serio.

Y a todo esto, el tiempo pasa, y te das cuenta, en los pocos momentos de reflexión que te concede tu ajetreadísima vida, que esta sucesión de capítulos ya la has vivido antes. Quizás en tus años de instituto. O tal vez en la universidad. ¿A lo mejor en alguna vida pasada? Hablando de reencarnaciones... ¿y si estás atrapado en un bucle infinito inducido por algo tan artificial como lo es, por ejemplo, el cine? Bueno, ¿por qué no? Recapitula y admite, de una vez por todas, que las expectativas que has levantado alrededor de lo que va a ser tu existencia han venido servidas mayormente por esa mentira a la que te ha acostumbrado el engaño del séptimo arte. Algún día era porque la parrilla de la televisión no tenía nada mejor que ofrecerte, otros porque el jodido mando a distancia no funcionaba, otros porque la novia te obligaba a mantener el canal... otros porque, qué demonios, en el fondo (aunque no tanto) te gustaba lo que mirabas.

De un modo u otro, la maldita sucesión de capítulos quedó grabada (a fuego) en tu cerebro, y de ahí no hay forma de salir. El encuentro casual. La pérdida. El reencuentro. Las charlas, las discusiones, la química... el amor. La cagada. La bronca. El arrepentimiento, la decisión, la carrera contra el reloj, la reconciliación. El beso. El cartel de ''Fin''. Otra vez. Ha vuelto a pasar. Perdido en este ciclo, has vuelto a perder un tiempo que en el mejor de tus sueños era tal vez, y solo tal vez, un poco valioso. Qué vida... Porque hasta que no llega el cine francés (siempre el cine francés), no llega la bofetada (que no tiene por qué doler) que te despierte y te haga ver las cosas de forma distinta. Será la arrogancia, será la conciencia cinematográfica altamente desarrollada, será el sentido posmoderno o esa puta herencia cultural que tanta rabia (y a la vez envidia) te da, pero por alguna razón u otra, hasta que no llegan los franceses, no te replanteas las cosas como... como... lo hacen ellos. ¿Cómo coño lo hacen?

En éstas que llega un tal Sébastien Betbeder, y a pesar de ser un total inexperto en esto de ensamblar largometrajes, no deja pasar ni un segundo (ayuda el inestimable trabajo de un Vincent Macaigne que cada vez se revela como actor más fundamental) para dejar claro que su ópera prima, '2 otoños, 3 inviernos' es una de esas ocasiones en las que el cine, para variar, te va a sorprender. Las formas en esta atípica comedia romántica no son nuevas ante el ojo mínimamente entrenado. Monsieur Betbeder es un dignísimo heredero de aquella Nouvelle Vague cuyos efectos siguen vigentes más de medio siglo después (¿por qué será?). De lo que se trata aquí es de diseccionar, estirar, trocear, radiografiar (y todos los destrozos que a uno se le ocurran) los mecanismos (llámense clichés) con los que el género romántico se ha ido retroalimentando casi desde el principio de los tiempos... hasta convertirse en un monstruo seboso, para nada atractivo, y que apenas puede moverse un centímetro de esa poltrona en que tan a gusto se siente. Betbeder no muestra ni miedo ni respeto alguno hacia los códigos (por muy canonizados que estén), de tal manera que hasta la aritmética de la división narrativa por episodios se convierte en puro caos.

''10. Chica (otra) conoce al amigo del chico. 9. Mientras, el amigo del chico tampoco pierde el tiempo. Está decidido, ahora sí que sí, a encontrar a su media naranja, a aquella alma gemela que le complemente, a aquella chica con la que pasar juntos el resto de sus días. 8. Definitivamente, se enamoran. Ya no hay vuelta atrás.'' Y así. Convirtiendo la artificiosidad en pura naturalidad; entrelazando el destino de los personajes sin intenciones evidentes. Como debería ser porque, de hecho, así es. ¿Saltos temporales? ¿Omisiones deliberadas? ¿Estructura irregularmente circular? De todo un poco. A conveniencia (aleatoria, como en el amor; como en el proceso de hacerse mayor) de un creador que ahora sí que puede lucir con orgullo dicho título. Hay algo más allá de la celebración de la libertad (por fin) creativa en unos terrenos demasiado amigos de los moldes. De hecho, es debido a este bonus (y a algún que otro tic narcisista) que '2 otoños, 3 inviernos' puede tornarse en una experiencia casi antipática en un primer visionado. En primera instancia, el choque con lo nuevo (o con lo que obliga a salir de los viejos esquemas) acostumbra a violentar, pero a posteriori, es siempre de agradecer. Siempre. Porque cincuenta (o muchos más) años después, siguen habiendo nuevas formas de acercarse a esa historia que, de repente, ya no parece tan tópica.
reporter
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25 de marzo de 2015
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, un pase bueno hace que disfrutes o no del film. En "2 otoños, 3 inviernos" el pase para la prensa en el Instituto Francés de Barcelona, fue lamentable y eso a la larga influye. Mal encuadrada. Cuando había imagen, no había sonido. Luego cuando arreglaron el sonido, no había imágenes. La propuesta, seguramente será muy divertida y novedosa, pero no pudimos disfrutarla en su totalidad.
VICTOR LASZLO
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