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Import/Export

Drama Historia de dos personas que toman caminos opuestos. Olga, una enfermera cansada de vivir con el dinero contado, deja atrás Ucrania y viaja hacia Occidente buscando una vida mejor. Esa vida mejor será en Viena como limpiadora y más adelante como modelo porno en internet. Paul ya está en Occidente, es austriaco, vive en Viena y es un guardia jurado en paro. Las chapuzas que le permiten ir tirando son cada vez más miserables y los amigos ... [+]
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
5 de enero de 2009
36 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra de Ulrich Seidl abarca ya tres décadas y la gran mayoría de sus trabajos son poco conocidos fuera de sus fronteras austriacas. Su obra es principalmente dentro del documental y en "Import/Export" seremos testigos del poder que tiene este realizador de Viena para captar fragmentos de una pasmosa, a veces hermosa y otras nauseabunda, realidad. Lo paradójico o inteligente de la función es que le da la vuelta a lo que en principio podían manifestar esas imágenes, siendo el rostro de la muerte lo hermoso y el espéctro del sexo lo horrendo. Uno se queda contemplando a esos ancianos esqueléticos, casi inmóviles en sus camas de ese asilo-hospital y entrevee la belleza de la humanidad aún en su decrepitud, en cambio el golpe de salvajismo y deshumanización está en el tratamiento tan seco y cortante de las relaciones sexuales. Todo esto sumergido en un cruce de caminos de dos personajes principales que nunca llegarán a encontrarse, la enfermera ucraniana que viaja a Austria para encontrar mejores oportunidades y el guardia de seguridad austriaco con pocas luces que termina viajando a Ucrania para sacarse los cuartos con máquinas tragaperras. Seidl reparte además los retratos más crueles, sarcásticos, hipócritas y desagradables en sus compatriotas, esos que exportan, mientras que en los inmigrantes de los que forma parte Olga son los que soportan las tiranías de quienes los acogen mientras luchan por salir adelante. Todo rodado con sobriedad, espacios, tal vez la duración total sea algo excesiva, con tiempo para la interpretación y todo con una buena dosis de realidad de la que deja momentos duros, emotivos y mensajes tan complejos de interpretar como la vida misma.
Vargtimmen
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10 de febrero de 2009
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nace, estudia, trabaja, vive, muere. Nace, estudia, trabaja, vive, muere. Nace, estudia, trabaja, vive, muere.
Esta es la filosofía del sistema, no debería haber problemas, todo debería estar bajo control.
Sin embargo el sistema falla, el sitema genera putas, viejos, borrachos, indefensos, emigrantes, reprimidos, hijoputas, pobres, sin papeles, maricones, ladrones y otras cuantas series de seres inadaptados, quizá sin culpa, quizá por haber nacido en el momento justo y en el sitio adecuado para que tu vida sea una puta mierda.
La globalización permite el libre comercio de todos ellos a lo largo y ancho de todo el planeta.
Da igual donde vivas, una frontera es una frontera, pero ¿qiuén puede parar el viento?

El director propone en un lenguaje sencillo, y con magistral economía visual, un viaje al interior de nosotros mismos a través de las peripecias de dos personajes cualesquiera.
Puedes mirar hacia fuera, pero el verdadero viaje es interior. Todos somos perdedores en un mundo cruel y sin sentido.
Demoledora y sórdida a partes iguales,como la vida misma. o no?
pkp
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24 de junio de 2009
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para denunciar mediante el cine ciertos temas –la deshumanización, o la precariedad- no sirve el cine social cordial de un Fernando León. Aunque algunos críticos no lo califiquen así, Import/Export es verdadero cine de denuncia, en el buen sentido. En vez de conducir amablemente a los espectadores por una trama de personajes simpáticos en situaciones difíciles, los zarandea entre las fronteras de la vieja y próspera –a ratos- Europa. Los arrastra entre Viena y Ucrania, entre la vida de un guardia jurado austriaco y chapucero; y la de una enfermera ucraniana que hace porno por Internet, dirigido a austriacos, para ganar algo de dinero.

Import/Export tiene un realismo descarnado, a veces desagradable, con algunas escenas especialmente difíciles y largas. No hay cosas bonitas, diálogos graciosos, escenas suaves. Urich Seidl no tiene ninguna compasión con el espectador, lo coge por la solapa y le da una bofetada con sus imágenes. Import/Export no es una película con la que el espectador vaya a sentirse mejor consigo mismo, por preocuparse por aspectos sociales hasta el punto de emplear su tiempo libre en ver películas “comprometidas”. Import/Export hace algo mucho mejor y más sano, hace que sientas asco y vergüenza por Europa. Por un Occidente que se aprovecha de los más débiles y precarios, les da los trabajos que no quieren los europeos respetables, y los usa como mercancía.
Ana
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13 de abril de 2009
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acertada visión crítica sobre la deshumanización de la acojedora y amable Europa no solamente en los inmigrantes sinó con los conciudadanos de la Unión. Narrada en dos historias distintas y repartidas en saltos secuenciales acerca del porvenir de sus protagonistas, asistimos a la decisión de éstos en tomar la drástica decisión de cambiar de una vez por todas unas vidas repletas de promesas pero vacías de esperanza ante la inútil llegada de estas.

La enfermera Olga (Ekateryna Rak) cobra un bajo sueldo en el hospital donde trabaja, que no le es suficiente para cubrir costes. Trabaja en condiciones míseras en una fría clínica donde la muerte es presente (la del recién nacido en el principio del film y que contrarestará en la cálida residencia geriátrica donde trabajará como mujer de la limpieza cuando llegue a Austria pero donde la agonía también es presente). Olga cuida de su madre y de su hijo pequeño, fruto de una relación que mantuvo. Para reducir costes se gana un sueldo extra como modelo porno de internet exhibiéndose a través de webcams. Hasta que decide emigrar a Austria, donde trabajará para una familia rica y, más tarde, como mujer de la limpieza en una residencia de ancianos terminales. Su condición de inmigrante será un blanco contínuo de indirectas por parte del nuevo entorno en que se rodea.

Por otro lado Paulie (Paul Hofmann) es austriaco y consigue el trabajo de vigilante de seguridad aunque no puede soportar el peso de la humillación y los reproches de su novia. Cuando ésta lo echa de casa se va a vivir con su madre y su padrastro que le ofrece trabajo a cambio de cubrir las deudas con los pocos amigos que le quedan. Paulie, que ya no confía en nadie ni en sí mismo, decide trabajar con el marido de su madre a vender máquinas tragaperras de segunda mano en los países del Este cargándolas en una vieja furgoneta. Ya no le queda nada en Austria y el sentido del humor de su padrastro, que le anima a irse de putas con él, le hace sentir aún más solo y aislado. Después de cruzar Eslovaquia y llegar a Ucraina, Paulie tomará una unánime pero incierta decisión.

Tanto Olga como Paulie representan el regreso y la huida, en extremos opuestos, en su camino a seguir. El austríaco Ulrich Seidl dirige con la capacidad de un cineasta serio y que sabe lo que hace dos películas distintas en una, atenuándo o endureciendo el progreso de estos dos jóvenes que luchan por sobrevivir, acorde a sus necesidades y sin saber, o sabiéndo, lo que buscan.

Lo Mejor: el síncero mensaje que transmite
Lo Peor: su desapercibido estreno en nuestras salas
Natxo Borràs
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1 de febrero de 2009
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he visto nada de Seidl, que comenzó a hacer cine hace casi treinta años. Desde luego Import/ Export es una película madura y supone un profundo análisis en torno a los fenómenos migratorios en la actualidad en Europa del Este. Se narran dos historias con el nexo común de la necesidad por parte de los protagonistas de encontrar un trabajo. Los protagonistas en el fondo no son más que mercancías de trabajo, empujadas por las circunstancias y sin posibilidad de ir contra su destino, no tienen apenas vida privada ni sabemos cuáles son sus pensamientos aunque los intuimos, detestan el mundo que les rodea pero no les cab más que la resignación. En el caso de la trayectoria de la joven ucraniana además la sensación de abandono que padece está muy conseguida, sola en un país extraño con una lengua que no conoce y rechazada por su condición de extranjera. No obstante, y a pesar del poder de muchas imágenes pienso que la película no está del todo trabajada, la extrema frialdad de la puesta en escena hace que no se profundice demasiado en las motivaciones de los personajes y mucho menos en los secundarios, varios de los cuales desaparecen de la trama sin ninguna explicación. No obstante, su plasmación de esas bolsas de miseria que nos rodean y que como mucho conocemos a través de los programas sensacionalistas de televisión (Callejeros a la cabeza, televisión amarilla que se vende como "comprometida") es muy verista: los campamentos de gitanos, las mujeres que se desnudan delante de webcams, el hospital geriátrico... En todos los escenarios se establecen relaciones basadas en el poder y el sometimiento, en el dinero de los que lo poseen y el dinero de quienes lo necesitan. Recuerda al cine de Haneke en el sentido en que rehuye de lo morboso pero crea atmósferas malsanas y perturbadoras, y aunque es un buen filme no alcanza la redondez de los de su compatriota.
LoveSick
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