Bienvenido al paraíso

Los americanos inundaron el mundo de películas antijaponesas después de la Segunda Guerra Mundial y, más tarde, cuando ya se permiten ser críticos con su propio país, muy pocas veces tocaron el tema de los japoneses residentes en Estados Unidos durante y después del ataque de Pearl Harbour. En esta ocasión Alan Parker prepara un guión sobre el tema y lo dirige con abundancia de medios. Pero si bien a muchos espectadores les llamara la atención la existencia de campos de concentración en Estados Unidos para recluir a los japoneses y a los hijos de estos que nacidos en los Estados Unidos son americanos también, Alan Parker se perderá en una historia de amor demasiado melodramática entre un americano sindicalista y una hija de japoneses nacida en los Estados Unidos de tal forma que al espectador le parecerá que solo lo está pasando mal esta familia, donde el problema parece que se sobrelleva y encima, según el guionista, por ese buen carácter de los japoneses. Las caras orientales suelen dar bien en pantalla y especialmente las chicas jóvenes y los niños, pero aquí será la madre japonesa que en un papel secundario se lleva gran parte del interés. En resumen, película para ver y despertar al tema del sufrimiento de los japoneses en Estados Unidos, pero casi seguro que el espectador será arrastrado a la historia de amor.

De vuelta al melodrama azucarado. Alan Parker utiliza el dramático episodio de Pearl Harbor para contarnos una deprimente historia de amor.

Fría y sin garra. Se siente con desgana. La química de personajes es escasa. La construcción del conflicto social de aquella época es pobre. La monotonía de sus monólogos en "off" espanta al interés. Otra cinta de pretenciosa intención melodramática que gustan tanto a su director.

O entras en su juego o la verás con más desgana de lo que trabajó Dennis Quaid en ella.

Acostumbrados a seguir con firmeza las historias humanas con un toque de denuncia que tan bien se le da a Alan Parker, “Come See the Paradise” no es que sea la mejor de sus aportaciones aunque el sacrificio para desplegar una romántica historia entre un sindicalista (Dennis Quaid) y una japonesa (Tamlin Tomita) en unos años difíciles donde el Mundo estaba en guerra, es evidente.

El director de “El Corazón del Ángel” (Angel Heart, 1987) parece restar cómodo en su romántica y amable declaración de intenciones sobre la injusticia en la que se vieron sometidos miles de ciudadanos norteanericanos que, por la condición de su procedencia nipona, nacidos o no allí, fueron deportados en campos de concentración tras las fechas posteriores al ataque japonés a Pearl Harbor y como medida de prevención hacia unas más que probables acciones de protesta que implicarían desde restricciones, racismo, represalias y confinamientos.

El amor, también como símbolo de que la unión de dos culturas es posible, intenta no resquebrajarse en esos tiempos difíciles por lo que el drama está servido y es inevitable que funcione demasiado su premisa de relato romántico. Pero como repaso histórico hacia un episodio de la norteamérica de la II Guerra Mundial es todo un detalle.