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El sueño de Ellis

Drama En 1921, Ewa y su hermana Magda dejan su Polonia natal y emigran a Nueva York. Cuando llegan a Ellis Island, a Magda, enferma de tuberculosis, la ponen en cuarentena. Ewa, sola y desamparada, cae en manos de Bruno, un rufián sin escrúpulos. Para salvar a su hermana, Ewa está dispuesta a aceptar todos los sacrificios y se entrega resignada a la prostitución. La llegada de Orlando, ilusionista y primo de Bruno, le devuelve la confianza y ... [+]
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Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
26 de junio de 2014
42 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
El séptimo arte se ha acercado en multitud de ocasiones al drama de la inmigración. Desde 'Charlot emigrante' pasando por 'The Visitor', 'Un franco 14 pesetas' o 'En América', los ejemplos cinematográficos de las dificultades y penurias que pasan los protagonistas abundan las estanterías, colecciones y carteleras de los cines. Como drama que supone abandonar la tierra que te vio nacer para buscar una nueva oportunidad en un país extranjero, no faltan los elementos característicos de este género que, en contadas ocasiones, se combinan con algún deje cómico para poner de manifiesto aquello de al mal tiempo buena cara.

No es el caso de esta película, que prescinde de cualquier elemento cómico y se echa en brazos del drama. Pero bien además, porque es un auténtico 'dramón'. Marion Cotillard -Ewe-, Joquin Phoenix -Bruno- y Jeremy Renner -Orlando- forman el trío protagonista y amoroso de una cinta pretenciosa, que intenta mostrar, entre otras cosas y sin resultados, la capacidad que tiene el ser humano de sufrir para sobrevivir.

Su portentoso arranque, con un plano inicial que recuerda ipso facto a la llegada de Vito Corleone a la propia isla en el Padrino II, se va diluyendo como un azucarillo por el farragoso y aburrido guión. El desarrollo de los acontecimientos avanza con pesada lentitud entre los bajos fondos de Nueva York, bien retratada por la magnífica fotografía de Darius Khondji, que ya ha demostrado su sobrada capacidad en otros trabajos como Seven o A Roma con amor. Un excesivo sosiego que evidencia la pérdida de interés a medida que avanza el metraje.

Los decorados, la ambientación, el maquillaje, el vestuario y, sobre todo, el talento descomunal que ofrecen, una vez más, Cotillard, Phoenix y Renner, salvan un filme que se pierde a mitad de camino hacia el éxito. La falta de empuje de Gray, más preocupado por la estética que por el contenido y que abusa de escenas desagradables e incomodas, regodeándose en las desgracias que persiguen a la joven polaca, provocan en muchas ocasiones la falta de ritmo de la película.

Una lástima de guión que, a pesar de esconder alguna que otra frase que invita a la reflexión, no está a la altura del reparto y -al César lo que es del César- los planos que abren y cierran la cinta. Secuencias de una calidad magistral que, a partir de su estreno, deben empezar a enseñarse en cualquier escuela de cine que se precie.

Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/
Argoderse
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14 de noviembre de 2013
39 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos somos los que admiramos el trabajo como cineasta de James Gray, y en cambio otros lo encuentran sólo correcto. (o sobrevalorado, que siempre nos gusta meter la pullita con este término) Hasta aquí todo bien, unos me votaréis positivo y otros negativo. Sería muy aburrido que todos pensásemos igual.

Para mi James Gray es un gran, gran director de cine, de mis favoritos actuales. Es un director de la sobriedad, de la intensidad narrativa e interpretativa, angustioso, en constante tensión... Todas sus película logran, si no ser prácticamente redondas, sí ser de una gran coherencia.

En The Immigrant logra alcanzar una cima estética sencillamente deslumbrante, y por lo que leí en su día cuando pasó por Cannes, parece que lo único destacable para gran parte de la crítica, algo que me sorprende realmente, porque creo que es una película soberbia a todos los niveles.

James Gray se mete en un contexto histórico concreto, pero trasladando de nuevo muchas de sus temáticas ya tratadas en sus anteriores filmes (la familia) , y lo hace de una manera mucho más cruda y pesimista. Es un relato angustioso y desde el minuto uno en un pico de tensión altísimo de marca Gray. Capta tu atención desde el principio y no te suelta hasta el final, y luego se te queda rondando en la cabeza. Hay lugar incluso para el suspense más propio de thriller como en sus anteriores trabajos. Hay un nivel interpretativo sobresaliente, desgarrador. Secuencias de dejarte encogido en el sitio.

Quizá llegue en un momento equivocado, ya que creo que si se hubiese hecho, por ejemplo y sin irnos más lejos, en los años 90, la veríamos hoy en día como lo que es, casi un clásico.

Grande Gray.
Carlesponja
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8 de abril de 2014
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The Immigrant" se abre con un plano de un hombre ojeando, desenfocado, la Estatua de la la Libertad. Esta imagen puede parecer fortuita, pero pronto entenderemos que el rol que desempeña esta posición es la que marcará una historia narrada desde la contención por un James Gray en plena posesión de sus facultades. La historia de una inmigrante polaca (Ewa) que solicita la ayuda de quien parecer ser un hombre recto (Bruno) puede ser una de tantas, no ahonda en el melodrama barato ni se recrea en la desgracia, a pesar de que ocurren suficientes perrerías como para que el absurdo título que le han puesto al film en España ("El sueño de Ellis") parezca una broma de mal gusto. Con la cámara siempre al ras de sus personajes, lo que aquí se muestra es un fragmento de una vida, a través de personajes coherentes con sus principios desde los ídem hasta el final. ¿Sufre Ewa? Sí, pero asume. ¿Qué ocurre con Bruno? Se consume, aún en su rol dominante, en el momento en el que escapa de su control un sentimiento que creía poder controlar.

Gray filma de forma clásica, ahondando en temas que en su cine siempre ha estado presente, como es la familia. También habla sobre las creencias (morales, religiosas) y como tal, la que quizá sea la escena clave de la película (la confesión de Ewa en la iglesia) resulta tan reveladora, tan extraordinaria. De esta índole hay otras tantas, pero no me apetece desvelar nada aquí que pueda mermar vuestra placentera experiencia con esta (desde ya) reivindicable gran película, absurdamente desdeñada en el Festival de Cannes pese a contener no sólo trazas de gran cine, casi sin pretenderlo, si no la mejor interpretación femenina del cine de 2013. Lo que hace Marion Cotillard es extraordinario, no sólo su modulación de la voz, llegando a hablar un porcentaje de sus escenas en polaco, sino por la forma en que expresa a través de la mirada, de los gestos. Lo que hace en esa confesión no está muy lejos de emular (proporcionalmente, en minutos) a Falconetti en "La Passion de Jeanne d'Arc" (Dreyer, 1928). Todo sin tics de cine premiable/académico; de forma natural, haciendo respirar a su personaje.

Joaquin Phoenix vuelve a dar un recital, como nos acostumbra desde hace unos años. El actor, que amenazó con dejar el cine allá por 2008 (ved el documental "I'm Still Here"), apenas ha aparecido en tres películas desde su regreso y las tres son extraordinarias: "The Master" de Paul Thomas Anderson, con quien regresará este año en "Inherent Vice", "Her" de Spike Jonze, y ésta. Curiosamente, antes de su 'retiro' había hecho dos films seguidos también con James Gray. Ambos de notable alto, por otra parte, "La noche es nuestra" (2007) y "Two Lovers" (2008). De haberse retirado nos habríamos perdido a un verdadero titán. Jeremy Renner es el tercero en discordia, pero su personaje es más catárquico, con una función específica. Le da vida con interés pero no deslumbra tanto como Cotillard/Phoenix. Lo mismo da porque "The Immigrant" va sobrada de méritos, dejando al margen la dirección de Gray y el buen uso que hace de sus actores, queda una fotografía excelente de Darius Khondji, un guión coherente y un plano final absolutamente brillante. Una de las mejores películas de 2013 y, si la memoria no me traiciona, la mejor que ha hecho James Gray hasta ahora.

|||||||| - ¿No te gusta el dinero?. Lo puedo guardar.
|||||||| - Me gusta el dinero. Eres tú quien no me gusta.
|||||||| Te odio. Y me odio a mi misma.
Caith_Sith
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26 de junio de 2014
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
«El sueño de Ellis», título en España de la quinta película de James Gray, realiza una trabajada ambientación del muelle de Nueva York en 1921, sumamente atractiva, y refleja la llegada de inmigrantes centroeuropeos escapando de la destrucción causada por la primera guerra mundial en sus países de origen.

Se mezclan someramente en el film el atractivo del sueño americano con el clima cainita de las sociedades de aluvión, como lo era el NY de la época. Y a ellos se suman las condiciones de vida en aquel momento, cuando por ejemplo el agua corriente no estaba asegurada en cada casa del país más pujante.

La cuestión más interesante del argumento es, en mi opinión, el feo lugar que la sociedad de recepción ofrece a los extranjeros, infringiéndoles un trato deshumanizador y sometiéndolos a una especie de experimento darvinista en cuya competición no hay otra ley que la de no entrometerse en el mundo de los naturales, el de los ciudadanos que sí poseen derechos.

Una temática que ya abordó Kafka en su relato «América», y que cubre el cine actual en multitud de películas acerca de la frontera sur de EEUU. Fluye el tiempo, pero las situaciones parecen calcadas.

Destaca la aparición de Joaquin Phoenix, totalmente creíble en su papel y que muestra un aspecto físico totalmente diferente al de su aparición en «Her». Su capacidad camaleónica es uno de los puntos fuertes del film.

Asimismo, Marion Cotillard, a la que recuerdo en un papel muy diferente en el musical «Nine», crea un personaje inolvidable.

Junto a las actuaciones y el trabajo de decorados y vestuario como virtudes aparecen puntos débiles. El más importante, en mi opinión, un guión endeble que no contiene la lógica propia que dote de credibilidad a los hechos. Demasiadas circunstancias suceden al final del relato porque así lo exige el guión y el metraje llama a su fin, pero podrían haber sucedido mucho antes. El problema es que entonces no hubiéramos tenido película.

Inaki Lancelot
Inaki Lancelot
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26 de noviembre de 2013
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gray realiza una película con un estilo diferente al suyo; podemos decir que esta es su obra más seria y con la que se encuentra más comprometido. Se nota que el director ha realizado los deberes y se ha empapado del cine de inmigración como América, América de Kazan o la gran Érase una vez en América de Sergio Leone para no caer en los tópicos de la mafia y los italianini de turno.

El guión no llega a ser consistente, a ratos es magistral y otros flaquea un poco aunque no desmerece el resultado final; pese a su inconstancia funciona aunque se nota un claro enfoque comercial. Esto es Estados Unidos y aquí hay que vender. Amor, libertinaje y religión forman un trípico ideal para desarrollar una historia potente que, sin pretensiones, intenta contar un relato de apego y desconfianza, de esperanza y desesperación en una Nueva York decrépita donde conviven fulanas y proxenetas. El final, al estilo libre de una Casablanca yanqui sin héroes, pone la guinda a un buen proyecto.

Joaquin Phoenix está grandioso, balanceándose entre la dulzura y la atención de un enamorado y la cólera y frustración del que se siente traicionado. Este actor derrocha una fuerza descomunal en un juego de amores y obligaciones que lo llevará a la soledad y a la autocompasión. Marión Cotillard también está perfecta con un dominio excelente de su acento y de su polaco (su diálogo parece de verdad de Polonia), una desdichada inmigrante que se ve arrastrada a un mundo ingrato del que parece que no hay forma de salir. Resignada, frágil y sufridora, la francesa se muestra como baluarte de la lucha sin descanso por conseguir sus sueños, "welcome to the American Dream". El primo chulo y guaperas de Phoenix, encarnado por Jeremy Renner (En tierra hostil), es un guay de la vida que enseña un doble juego de caridad y de egoísmo mezclado con orgullo y bravuconería.

La música, que aparece en su justa medida y se agradece que deje el silencio para los diálogos y para las escenas más potentes, está claramente influenciada por aquella genial partitura que compusiera Ennio Morricone para la película de Leone de la que antes hablaba. Con un montaje y una fotografía básicos más bien enfocado al cine comercial y una puesta en escena muy bien caracterizada, el visionado de The Immigrant ha sido más que grato.
Cjacoana
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