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Paisà (Camarada)

Drama. Bélico Seis episodios independientes con el nexo común del avance de las tropas aliadas en Italia durante la Segunda Guerra Mundial. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
29 de septiembre de 2017
46 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seis episodios independientes, van mostrando el avance de sur a norte de las tropas aliadas en Italia durante la Segunda Guerra Mundial. Este argumento le permite al gran Roberto Rossellini ir mostrando historias, personajes, pero también paisajes y destrucción. Primer episodio en Sicilia, el segundo en Nápoles, el tercero en Roma, el cuarto Florencia, el quinto en Emilia-Romaña y por último el sexto en el Valle del Po. De sur a norte se va mostrando las ruinas de la Italia post guerra.

En Paisá cada uno de los episodios cobran sentido en sus respectivos desenlaces, finales epifánicos donde se produce una revelación. Estremecedores finales que le dan un peso único en carga emocional a esta película. La película jamás cae en el cliché hollywoodense “americanos salvadores y liberalizadores, héroes aclamados por las multitudes, fascistas malvados”, en Paisá los roles son menos claros, porque en la guerra hay dos bandos, pero al final del combate solo hay ruinas, esta película es una crítica a la guerra, no el abanderamiento con uno de los bandos. Paisá es una declaración de principios de Rossellini contra lo bélico.

Respecto a los episodios:
1er episodio: Carmela Sazio -actriz principal analfabeta y no profesional- encarna brillantemente a Carmela una chica italiana ayuda a un grupo de americanos a penetrar en medio de un terreno que no conocen, tratando de que los alemanes no los vean. refugiados en las ruinas de un castillo junto al mar. Carmela queda a solas con Joe (Robert Van Loon), con quien tiene la barrera del idioma, pero igualmente logran entrabar una comunicación. Hermosa historia, con un triste final.

2do Episodio: Pasquale, un niño pobre huérfano, que comete pequeños robos, deambula por una ciudad destruida acompañado por un americano negro Joe, a quien le había robado sus botas, miembro de la policía militar, quien sueña con un regreso triunfal a su tierra. Sin rumbo y casi sin entenderse, logran conectarse. Desde esa óptica, Joe logra vislumbrar y emocionarse con la pobreza profunda que azota a Nápoles y Pascuale.

3ro Episodio: trata de Fred (Gar Moore) -un soldado americano- y Francesca -una prostituta italiana- quienes viven en la Roma recién liberada. Él, borracho, recuerda a una joven que conoció meses atrás, en una Roma llena de triunfo y alegría. Pero ahora Roma es otra y las muchachas también, muchas prostituidas a causa de la pobreza y la marginalidad. En esta historia de desencuentros el final es conmovedor.
Cuarto episodio, este es el episodio que menos me gusto en lo personal, tiene el merito de mostrar una Florencia en ruinas. Trata de una enfermera norteamericana llamada Harriet (Harriet Medin) que está loca por cruzar el puente y reunirse con un pintor. Arriesga su vida y cruza a la ciudad aún ocupada a través del Corredor Vasari.

5to episodio: ¡Es mi episodio favorito!, lo considero magistral.
Trata de tres capellanes estadounidenses son bienvenidos para pasar la noche en un monasterio de frailes franciscanos recién liberado. En el convento, unos viven ajenos a la guerra. Los monjes están consternados al saber de que dos de las visitas no son católicos y son protestante y judío respectivamente. ¿Cómo combinar la tolerancia, la fe y la figura de Dios en medio de la guerra?, interesantes diálogos al respecto se suceden.
AL final, cuando los invitados y sus anfitriones se sientan a cenar, el líder de los americanos –el católico- observa que los monjes no tienen nada en sus platos dado que los monjes han decidido ayunar con la esperanza de ganar el favor del cielo para convertir a los otros dos a su fe. Para mí, una escena profundamente conmovedora, en vez de quedarse con el cliché de intolerancia religiosa, Rossellini los retrata como seres piadosos. Escena magistral.

6th Episodio: este episodio retrata la perversidad de la guerra, su crueldad en toda su dimensión.
Jinx_888
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28 de mayo de 2008
41 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
#1

Unos soldados llegan a una aldea, donde una de las muchachas que reside en ella decide acompañarles para sortear unas minas colocadas por el enemigo. Ante el avance de los demás soldados, uno de ellos debe quedarse con la muchacha para vigilar que no suceda nada. Acto seguido, se inicia una conversación, a trompicones, sencilla, directa, NATURAL...

#2

Un soldado vaga por el pueblo. En una de sus vueltas, entabla una relación con un muchacho de temprana edad, que parece haberle robado el sentido gracias a su espontaneidad. En uno de sus momentos unidos, el soldado puede llegar a sentir las heridas que afligen al niño con total inmediatez. E incluso le DUELEN

#3

Una muchacha busca compañía para pasar la noche tras huir de una redada. A las puertas de un edificio, encuentra a un soldado, al cual decide llevarse con ella. Él, lejos de buscar un vehículo evidente como el flirteo, le recuerda ante su insistencia una historia sobre un amorío que resulta MELANCÓLICA.

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Entre otras, esas son las historias con las que Rossellini nos inmiscuye en "Camarada".
¿Han podido observar alguna similitud entre ellas? En efecto, en todas es partícipe la acción de un soldado. Pero no queda ahí la cosa, ¿han notado algo más? Exacto. Natural, dolor y melancolía serían algunos de los aspectos que hacen de la persona un ser HUMANO, ante todo.
Y desde ahí plantea Rossellini su film, pues la búsqueda de la humanización de la maltrecha figura del soldado es su principal cometido. Un soldado que nunca había reflejado sus inquietudes en pantalla de tal modo.
Probablemente, alguna de sus historias resulta más endeble, pero sólo por su valeroso mensaje merece la pena. Notable.
Grandine
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7 de marzo de 2010
32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alcanza Rossellini en “Paisá” su cine más circunstancial. Aquel que no tenía una planificación clara y que era esclavo de las propias situaciones que se les planteaban a los personajes. Unos personajes, por otro lado, que transitan sobre la inmediatez de los acontecimientos presentados de una manera tan espontánea como real. Y es que Rossellini es más que nunca narrador, cronista con su cámara de la liberación de Italia. Pero narrador en todos los aspectos; en la introducción de todos los episodios o, y más importante, en la forma de utilizar sus imágenes, sus planos. Estos, generalmente medios y generales, harán converger en uno la mirada de director y espectador haciendo que éste último se integre completamente en la propia narración y se convierta un “testigo presencial” de excepción. Una vez llegados a esta simbiosis, el film se transforma automáticamente en la exposición verídica y objetiva a la que Rossellini, sin duda, quería llegar.

Intención buscada y nacida solo de la cabeza de un genio. Basta solo con conocer como Rossellini llegó a ese convento y descubrió a esos mojes, con su sencillez y con su ingenuidad, para incluirlos en un episodio maravilloso y que anticipa claramente a “Francesco, Giullare di Dio”. O como utilizó a un regimiento de soldados americanos estacionados cerca de Roma, incluido su material, sus carros blindados o incluso un grupo de soldados alemanes que tenían como prisioneros. Aspectos afortunados, espontáneos o una mezcla de ambos pero que transforman el film en algo único e irrepetible. También en este sentido volver a destacar el contexto bélico natural donde se rueda, con imágenes de la Roma liberada, de la huída de las tropas alemanas, la presencia de una Florencia desconocida y fantasmagórica o el desembarco de las tropas anglo-americanas en Sicilia.

La evolución de los episodios es clara y nuevamente intencionada, adquiriendo más dramatismo conforme estos van avanzando. En especial los dos últimos, que se reivindican como los de más calidad y que obligan al espectador a tomar conciencia de los hechos presentados, tal y como haría en “Roma, Cittá Aperta” o “Germania Anno Zero” las dos otras obras maestras que completan la trilogía de la guerra de Rossellini. Un Roberto que con estas tres películas regala una visión objetiva como pocas del desarrollo de la Gran Guerra y de los posteriores estragos que causó en territorio europeo. “Paisá”, otra muestra de modernidad que, como sus dos hermanas gemelas, se hace completamente necesaria e imprescindible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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7 de octubre de 2007
25 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
La liberación de Italia, contada a través de 6 episodios, de sur a norte.

Quizás no tan impactante como Roma, città aperta (1945) o Germania anno zero (1948), aunque muy similar a las dos, ya que tanto los horrores de la guerra, el heroismo y la tragedia de la lucha y la represión que trataba Rossellini en la primera, como el hambre y la miseria moral de la posguerra, reflejadas en el pueblo alemán (todo un mérito darles voz) que nos mostraba en la segunda, aparecen retratadas en estas seis historias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Darth_Fonsu
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4 de mayo de 2014
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paisà está compuesta por seis episodios, como una recopilación de relatos breves que ilustran el avance de las tropas aliadas del sur al norte de Italia en la Segunda Guerra Mundial. El género del relato funciona aquí como un híbrido experimental entre el drama y la novela: retiene del primero su rapidez sin elementos accesorios, pero prescinde de sus cadenas causales estrictas, tratando de reflejar, como la novela, la claridad siempre incierta de lo real.

Como ocurre en toda la obra de Rossellini, la dificultad de Paisà radica en su misma desnudez y voluntad de transparencia, en su espontaneidad sin énfasis ni retórica: el reto que nos lanza es el de prestar atención a una voz no impostada, a una narración áspera y fragmentaria que demanda la reflexión como única vía para obtener una visión de conjunto.

Los tres primeros relatos que componen Paisà abordan las dificultades de comunicación entre americanos e italianos: el núcleo del primer episodio es la conversación improbable, pero que funciona como conversación al fin y al cabo, entre un soldado americano cuyo repertorio de italiano se reduce a: "Paisà, bambini, spaghetti, mangiare, Mussolini y c'est la guerre" (sic), y una campesina siciliana que ignora completamente el inglés; el desenlace de la trama apunta a una incomprensión más profunda que la meramente lingüística. El segundo está protagonizado por un niño napolitano al que las circunstancias obligan a comportarse como un adulto, y un ingenuo soldado negro que se comporta como un niño. El tercero, una historia sentimental narrada sin sentimentalismo, reúne a otro soldado americano desubicado y una joven “caída” en la prostitución. Como el anterior, este episodio describe la pobreza desesperanzada que siguió a la “liberación”.

El cuarto episodio transcurre en Florencia, en el momento en que el Oltrarno ha sido liberado pero la parte de la ciudad situada al norte del río permanece aún en manos de los nazis. La protagoniza una enfermera inglesa interpretada por una actriz que es como un boceto tosco de Ingrid Bergman, la cual, acompañada por un amigo, cruza al otro lado del río (a través del pasaje de los Uffizi) en busca de su amante, un pintor convertido en líder partisano. Es como una transposición del descenso de Orfeo a los infiernos, aliviada por momentos irónicos (el encuentro con el veterano friki en los tejados), que desemboca en un desenlace seco y amargo.

El quinto relato reproduce como comedia, a modo de intermedio, los conflictos de incomprensión debida al choque cultural, protagonizados por niños con apariencia de adultos: se trata en este caso de unos frailes mendicantes sobresaltados por la llegada a su convento de un protestante y un judío. Pero su confrontación es pacífica; la conclusión, que se expresa a través del parlamento final del capellán católico, nace de la generosidad: no critica la simpleza preconciliar de sus anfitriones sino que es capaz de ver el lado admirable de su reacción, impulsada por una fe pueril. Esa misma generosidad demandan del espectador las películas de Rossellini: quien ya crea saberlo todo, haberlo visto todo, no obtendrá de ellas más que un reflejo de su prisa y su negligencia.

El sexto y último relato transcurre en el delta del Po, y expresa la experiencia bélica como quizá ninguna otra película lo haya hecho.

Paisà pone de manifiesto una posición ética que es también política: su renuncia a obtener belleza de la violencia está en las antípodas de la visión cultivada por D'Annunzio y el fascismo. No es que aquí no haya héroes: los hay, pero son héroes cotidianos y en sordina, que distan de ser invencibles. En el mundo que muestra esta película, la muerte llega de improviso, abruptamente, sin ningún lirismo.
el pastor de la polvorosa
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